En busca de Lord Kilowatt

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Pocos anuncios gubernamentales me han traído tanta angustia como los aumentos a la luz del mes pasado. Supe que se avecinaba un caos desde que vi en el noticiero al secretario de Hacienda balbuceando: "La tasa de aumento es de un punto con respecto a qué. A ver, Mario, ven para acá." Y Mario se acercaba, le secreteaba algo al oído y entonces el ministro insistía: "Eso no es un punto. Oye, Mario, ¿es mensual o bimestral?" Estoy seguro que lo que Mario le dijo al oído fue: "No tengo idea, señor, pero si mira debajo del siguiente cuadro estadístico encontrará mi renuncia."
     Lo que siguió succionó a los consumidores dentro de la discusión sobre qué era un kilowatt y por qué debía costar más. Los más simplistas decían: "Porque el kilowatt está subsidiado." Pero yo me le quedaba viendo fijamente al contacto de la lámpara. Entiendo dónde está la electricidad si la lámpara está enchufada, pero si me ha abandonado por servir a otro, ¿a dónde va cuando sólo están esos dos agujeros que me desdeñan con su ceguera? ¿Cómo se manifiesta un kilowatt? Recurrí, como todos, al recibo. En su gramática todo es confuso, debido a que ahí, para empezar, me llamo Isabel Cuevas y vivo en el sótano número cuatro de una calle con errores ortográficos de consideración: "Enrique Zureña", en vez de "Henríquez Ureña". Se pone tétrico con las abreviaturas "Lect. Mult. aar". De "Mult", por ejemplo, tengo "uno", que no sé si es injusto, aunque lo sospecho. Y luego, en la historia de mis consumos anteriores, a veces hay un número y otras una "r" o una "e", lo que me hace pensar que estoy siendo vigilado por agentes encubiertos. El pequeño recibo te remite a su reverso para conocerlo mejor, pero ahí, además de enterarme de que puedo pagar en el Banco del Bajío, las abreviaturas desatadas son la insondable "dscib" y, a su lado, la "crpf". Nada sobre el "Mult". Lo único claro, aunque poco verosímil, es que, según los misteriosos redactores de los recibos, el costo "real" de mi luz es de más de 800 pesos, de los cuales el gobierno amablemente me financia 681. Agrega: "A favor. 140 kwh." ¿A favor? Pero si debieran encerrarme en prisión por hacerles gastar a los demás contribuyentes casi 700 pesos ¿al mes o al bimestre, Mario? ¿Qué es lo que tengo a favor? Mario, no me abandones.
     Y nos abandonó. En la tele, periodistas y economistas se doblaban frente a sus recibos de luz murmurando siglas y números hasta el corte comercial, se denunciaban robos hormiga y mastodonte con imágenes de cables rasta, el prd se peleó consigo mismo por la paternidad de la idea (más tarde parece que no se referían a la misma idea y que, por tanto, les interesaba más la paternidad de la pelea), y cuando alguien era interrogado con la pregunta nacional —"¿Qué es un  kilowatt?"—, la respuesta era única: "Quién sabe, pero ni los ambulantes ni la Presidencia pagan su luz". Así nos enteramos de que existían grandes deudores entre las tiendas de autoservicio ("Ah, por eso el otro día vi al velador jugando rayuela en las escaleras eléctricas"), el gobierno y las telefónicas, y de que esos finísimos caballeros, los 70,000 trabajadores de las compañías eléctricas, nunca habían pagado sus consumos. Y pensar que uno de esos gentlemen, casi enfundado en un impecable tweed, emergió de su camión que de tan buen aspecto casi confundí con un Mercedes, y me dijo hace apenas unos meses: "No sé si usted es Isabel, pero si no pagan, van y chingan a su puta madre." Y hasta traté de matarlo sin saber que nos unía el subsidio de nuestro kilowatt. Y en ese instante, al reconocernos como deudores, exentos y subsidiados, todos lo comprendimos: si los demás contribuyentes me abonan unos 700 pesos, y a Lord Kilowatt, junto a sus otros 69,999 distinguidos sindicalistas otro tanto, ¿quién estaba pagando? ¿A quién debíamos agradecerle, cederle el asiento en el Metro, comprarle fruta de vez en cuando?
     Con la explicación oficial que pretendió disipar las confusiones, nos enteramos de que el precio del kilowatt variaba por regiones de la ciudad y el país, de que dependía de la estación del año, y de que Aries en Júpiter lo afectaba de un modo poco perceptible. Los más pesimistas llegaron a la casa respondiendo a la habitual pregunta de "cómo estás" con un: "Soy de los afectados." Como el tope para ya no gozar del kilowatt subsidiado eran los 280 kwh al bimestre, comenzaron todo tipo de propuestas para no traspasar ese límite:
     – Si le prendes fuego a la alfombra todas las noches, ahorras 10 kilowatts, pero de los mensuales, no de los bimestrales.
     – Ayer ya no usé la licuadora y me exprimí un plátano sin huevo directamente en la cara.
     – El camino del guerrero enseña a entrar en tu casa sin encender la luz y no darte de hostias contra los muebles.
     – Ayer me compré El camino del guerrero en braile.
     – Si tu lavadora corre por la cocina, aprovecha para que te haga un masaje.
     – Fríe los huevos y aprovecha el calor para secarte el pelo. Ya luego nomás te pasas una servilleta y hasta parece que te echaste gel.
     – Ya no uso el descongelador del microondas para las cenas congeladas. Ayer la chupé directamente y no perdió su sabor.
     – Te presto a mi esposa para que te mantenga fríos los bisteces.
     Y así. Pero lo único cierto es que todavía nadie sabe con certeza si pertenece al distinguido grupo de "los afectados". Al misterio del kilowatt le sucederá otro mayor cuando, en abril, su recibo de luz se transforme en boleto de rifa. Frente a la inocultable cara del afectado, uno deberá entonces preguntar: "Lord Kilowatt, I presume?" –

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