Jorge Yázpik: Las formas del espacio

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Abriéndose paso entre la piedra, atajando su forma abrupta con cortes rectos, buscando su centro en una escalonada e imposible arquitectura que se interna en la entraña mineral, dando forma más al vacío que a la materia misma, así trabaja Jorge Yázpik, inventando terrazas y callejones, construcciones pétreas llenas de aire. Cualquiera que haya visitado el estudio donde este escultor aboceta y guarda sus piezas, podrá entender la esencia misma de su trabajo: el estudio es un caprichoso espacio con un tapanco, una habitación elevada, un amplio espacio central, un patio y otra recámara donde un piano y una cama parecen objetos surrealistas entre las decenas de rocas de diferentes tamaños que tienen invadidos todos los cuartos, las escalinatas, el patio. El granito, es decir, las piedras volcánicas, algunas descomunales, de dos metros de altura y dos de ancho, semejan meteoritos intervenidos por tajos que les inventan muros, por arquitecturas que tienden hacia sus profundidades. Hay algo que recuerda los teoremas literarios al modo de Borges, es decir, las rocas con habitaciones internas que se amontonan entre las habitaciones del escultor que diseña más habitaciones para alojar sus ideas dentro de las piedras. Pareciera que, antes de llegar a este estilo escultórico, el artista hubiese poblado todo el espacio con los monolitos de lava petrificada, para que de pronto un día, al despertar entre el piano y el pedregal, se decidiera a devastar las piedras para meterles el cuarto, el edificio mismo.
     Por las inclinaciones monumentales que tiene el arte escultórico, así como por crear objetos que ocupan un lugar en el espacio, en ocasiones se nos olvida que la práctica de la escultura con piedra o madera es, en el mayor número de los casos, una labor que resta y disminuye la materia original hasta llegar a la forma deseada. Así, el trabajo de Jorge Yázpik lleva a un extremo las características de su oficio, ya que, no conforme con devastar la roca, se inclina por generarle huecos, utilizándola como una herramienta para darle forma al vacío. Para neutralizar el vértigo de la nada, el escultor ha decidido rodearla de materia, encapsularla en recovecos geométricos.
     Los antepasados de este escultor y de este concepto están en el templo monolítico que los aztecas cavaron en los peñascos de Malinalco, o en las habitaciones petrificadas, con muebles y todo, que los etruscos esculpieron para dar forma a las necrópolis de Cerveteri y Tarquinia, o más lejos aún, en la también necrópolis de Nash-i-Rustem, en el antiguo Imperio Sasánida, donde los peñascos sufrieron la incisión de inmensas formas cruciformes, en el centro de las cuales se hallaba la entrada de las sepulturas. En los tres casos, como en las creaciones de Yázpik, se trabaja minuciosamente la roca, se le generan espacios interiores, pero las tallas y excavaciones realizadas por la mano del hombre se rodean por las formas originales de la roca, perpetuando un diálogo entre lo natural y lo escultórico que los vuelve un todo indisoluble.
     En esta ocasión, Yázpik expone un grupo de cinco esculturas en Oaxaca, apoderándose de la inmensa sala de exposiciones de la galería Bodega Quetzalli. Otra vez, y para ampliar el eco de lo que hemos venido desarrollando en este texto, el escultor ha hecho del espacio arquitectónico parte de su obra, rompiendo el piso de la galería y después escalonando el hoyo para prolongar dos de las esculturas hacia el subsuelo. Al pintar todo el lugar de un blanco inmaculado, incluyendo el piso, el resto de las obras adquieren una liviandad inusitada que genera la sensación de que estuvieran flotando. El montaje de la exposición hace que los objetos estrictamente escultóricos, al conjuntarse distribuidos en el mismo espacio, se acerquen a los terrenos de la instalación.
     Después de su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca hace cuatro años, Yázpik regresa para consolidar su presencia en esta ciudad, no únicamente con la muestra que hemos señalado, sino con la colocación definitiva de una de sus esculturas entre los senderos del Jardín Etnobotánico. ~

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