La Atenas de por aquí

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Si cuajan los proyectos que han sido presentados en sociedad en los meses recientes, Guadalajara será en unos años “la Atenas de por aquí”, como decían los cuevanenses de Ibargüengoitia. Qué importa que las únicas obras de calibre construidas en los últimos veinte años hayan sido pasos a desnivel y centros comerciales: para Guadalajara ha sonado la hora de levantar sus propios partenones. Todos los poderes fácticos de la ciudad, el gobierno, los empresarios, la Universidad, la Iglesia y hasta las Chivas, tienen las oficinas llenas de planos con dibujos complicadísimos. Si hubiera dinero para pagar la construcción de todo lo que se nos ocurre, Milán y París nos quedarían chiquitas. Los tapatíos somos esencialmente unos edificadores de sueños.
     Uno da un paso en la ciudad y se topa con una grúa. La Universidad de Guadalajara, por ejemplo, pretende levantar en la zona de Los Belenes, en el Periférico norte, un Centro Cultural Universitario que incluirá un auditorio, una megabiblioteca y nuevos edificios para el Centro de Ciencias Sociales y Humanidades. Todavía no hay demasiados signos de construcción —como no había licencia del municipio, en lugar de primera piedra se puso una escultura que parece a la vez medusa y protozoario— pero parece que las obras estarán terminadas por allá de 2010.
     Por otra parte, el empresario Jorge Vergara, quien se hizo famoso en el resto del país por comprar a las Chivas de Guadalajara —y por ofender a la mitad del mundo de futbol nacional pagando desplegados burlescos en los diarios cuando su equipo ganaba— ha anunciado la construcción del Centro jvc, en la zona del Periférico oeste, por donde sale la carretera a Nogales. Allí se edificará un nuevo estadio para las Chivas —con forma de volcancito, según los planos—, un hotel de lujo y una galería de arte. Aunque tampoco hay primera piedra, ya se puso el astabandera. Y ya se están vendiendo palcos para el estadio, por si alguien quiere ir a sentarse en la hierba para ver partidos imaginarios, porque el jvc lleva años nada más en el papel, y su fecha de inauguración es apenas tentativa. ¿Quizá 2010?
     La Iglesia Católica no podía ser menos, sobre todo en la ciudad con mayor número proporcional de seminaristas en el planeta. Como los cristeros convertidos hace poco en santos por Juan Pablo ii son jaliscienses, alguien pensó que el Cerro del Tesoro, al sur de la ciudad, sería óptimo para levantarles un Santuario de los Mártires. Se hicieron planes apresurados para un templo con reminiscencias del Coliseo Romano, pero sin leones. Un templo de dimensiones incomparables, porque un culto competidor, la llamada “Luz del Mundo”, tiene actualmente la iglesia más grande de la ciudad y eso le escuece en el ánimo a la jerarquía católica. Se pidió dinero prestado y hasta se comenzaron a ofrecer misas en una carpita mientras los albañiles trabajaban. Hoy, los trabajos están detenidos. El dinero se acabó, las donaciones no llegaron y el rector del Santuario se pasa la vida en Europa, en busca de recursos. Cada cierto tiempo, el rector regresa y asegura que todo va celestialmente. Es posible que las obras se terminen en 2010.
     Otro proyecto monumentalmente imaginario es la presa de Arcediano, que se espera que resuelva el abasto de agua de la ciudad al mayor costo invertido en lo que sea en la historia de Jalisco. El gobierno decidió el proyecto basado en dictámenes ignotos, desalojó con muchos problemas el pueblito de Arcediano —y dio unas indemnizaciones de miseria a sus habitantes—, y hasta desmontó piedra por piedra un puente más o menos histórico para que no quedara bajo las aguas. Si hubiera agua. El Congreso local no ha aprobado el proyecto, organizaciones ecológicas exigen que se detenga, y no falta quien denuncie que se está especulando con los terrenos cercanos a la presa. Que por lo pronto no ha pasado del plano a la realidad, aunque quizá en 2010 uno se pueda zambullir en sus aguas.
     Pero el rey de nuestra manada de elefantes blancos es el Museo Guggenheim que será construido en la Barranca de Oblatos, al oriente de la ciudad. La barranca es un admirable escenario natural. Allí vivió la vaca escocesa que se escapó del zoológico, y dicen que fue feliz antes de ser recapturada. Allí son arrojados buena parte de los “ejecutados” del narcotráfico, a manera de abono para la vegetación. Allí se ha tirado la basura de los habitantes del rumbo durante los últimos dos mil años.
     La Barranca de Oblatos fue propuesta como sede alterna para el Museo Guggenheim latinoamericano, después de que los juzgados de Río de Janeiro impidieron que el gobierno carioca gastara en el museo lo que no gastaba en sus pobres. Pero a Guadalajara no le afectan esos argumentos sentimentales. ¿Que el puro estudio de factibilidad del museo cuesta dos millones de dólares? El gobierno promete un millón, y los empresarios prometen otro. Es hora que los empresarios no reúnen su parte, pero nadie duda que lo lograrán y tendremos estudio de factibilidad. Museo quién sabe, porque habrá que reunir sumas vertiginosamente mayores, y porque el gobernador del estado y el presidente Fox no se caen muy bien, y Fox ya anduvo tentando a las autoridades de Nuevo León para que se lleven el museo a Monterrey. Menos mal que nadie le hace caso. El Guggenheim estará listo, si no se nos acaba el dinero, por allá de 2010.
     Algún escéptico dirá que todos estos proyectos están construidos en zonas remotas de la periferia, y no hay vialidad adecuada para llegar a ellos, ni alcantarillado que los resista, ni planes de obra pública para rehabilitar las zonas y poner pavimento bajo las llantas de los miles de automóviles que hipotéticamente llegarán. Que otros se preocupen. En 2010, tendremos tantos y tan notables edificios nuevos, que si no hay modo de llegar a ellos por tierra, alguien planeará una ruta de helicópteros y visitas en paracaídas. Total, para imaginar grandiosidades, tenemos un talento insuperable. –

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