La era post kirchner

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No han pasado tres semanas de la muerte de Néstor Kirchner y ya está a la venta un libro que lleva por título La Argentina después de Kirchner / Peronismo y campo, la nueva alternativa; un libro que intenta capitalizar a los productores agropecuarios a favor del opositor Peronismo Federal. Sorprende la inmediatez con que apareció en las vitrinas y la velocidad de la jugada política. Alguno podría interpretar esto como una señal de anticipación y cambios futuros. Pero no todo está ocurriendo con tanta celeridad y aún prevalece un estado generalizado de confusión.

Una muestra es la actual discusión de la Ley de Presupuesto en la Cámara de Diputados, donde todos los partidos opositores parecen haber entrado en crisis. La Unión Cívica Radical ha sido acusada de pactar y hasta de haber recibido coimas de parte del gobierno para aprobar el proyecto. La gente de Mauricio Macri, jefe del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y líder del pro, debió llamar a disciplina a varios de sus diputados que prefirieron ausentarse antes que votar en contra. Y el Peronismo Federal transita momentos de incertidumbre y reordenamiento: Carlos Reutemann, uno de sus líderes más presidenciables, ha abandonado la mesa coordinadora del partido.

Una de las primeras consignas que arrojó el Peronismo Federal tras la muerte de Kirchner fue “unidad”, que no es otra cosa que medir fuerzas con Cristina para ver quién abrigará bajo su poder la compleja diversidad del movimiento. La ilusión de un peronismo unido es la ilusión de los peronistas opositores de ocupar el vacío dejado por Kirchner, lo que se traduce en una ilusión electoral que, de lograrse, arrasaría en las urnas del 2011. Pero el asunto no es tan sencillo.

Uno de los principales obstáculos se encuentra en Hugo Moyano, indiscutible y poderosísimo líder de la cgt y presidente del pj bonaerense. Moyano trepó, gracias a Kirchner, a altísimos niveles de poder, pues el kirchnerismo entendió al movimiento sindical –y en esto ha seguido la doctrina de Perón– como la “columna vertebral” del gobierno, según declaró recientemente el jefe de gabinete, Aníbal Fernández. Pero Moyano no termina de ser legitimado por los jefes territoriales y los dirigentes históricos del peronismo, que lo ven más como una amenaza. Además no tiene buena prensa y sobre él recaen constantemente sospechas de patoterismo, poder omnívoro y negocios oscuros. Al gobierno le interesa y le conviene tenerlo a su lado, pero tampoco hará por él innecesarios sacrificios. En definitiva, debemos entender lo que ocurra con Moyano como una expresión de lo que ocurrirá en el futuro del peronismo.

Máximo Kirchner, hijo de la pareja de Olivos y figura central de La Cámpora, agrupación política que apoya al gobierno, gozará en el futuro inmediato de un protagonismo que aún no ha tenido. Encargado de las finanzas familiares en la provincia de Santa Cruz, es de esperar que a Máximo se lo vea más seguido por la Casa Rosada como uno de los principales asesores de su madre. Resta saber qué tipo de lugar ocupará, pues es sabido de su distancia cautelar con Hugo Moyano y de su inconformidad con el indec, el organismo estadístico que ofrece las cifras oficiales (y maquilladas) de la inflación nacional.

En una economía agrícola como la argentina, la constante subida del precio de la soja sigue beneficiando al campo pero también a las arcas del Estado por efecto de las retenciones fiscales. Ante este panorama de liquidez monetaria es muy probable que la inflación continúe siendo un fantasma recurrente y las cifras del indec reproduzcan una realidad demasiado favorable al gobierno.
En agosto pasado fue aprobado en el Senado un proyecto de reforma del organismo estadístico que incluye una mayor autonomía financiera y la elección de sus directivos por concurso y no mediante la voluntad del Ejecutivo, como hasta ahora se ha hecho. De ser aprobada la reforma en la Cámara de Diputados, el gobierno perdería un importante poder de maniobra con evidentes repercusiones en la feroz interna partidista de cara a las elecciones de 2011. Es sabido: el manejo de las cifras de la inflación puede encumbrar o defenestrar a un gobierno.

Es difícil pronosticar qué ocurrirá en el futuro cercano, aunque ya son varias las piezas arrojadas sobre el tablero.
Una: Cristina adelantó que su política será continuista, echando por tierra todas las especulaciones de cambios de timón. Dos: la muerte de Kirchner ha causado un inesperado efecto: en vez de debilitarse, el kirchnerismo parece haber salido fortalecido. Tres: la oposición aún no se recupera del golpe de haber visto en todos los medios de comunicación (incluso los medios opositores) a una multitud de jóvenes en los funerales televisados de Néstor.

El socialista Hermes Binner, figura de bajo perfil que ha ganado fuerza en los últimos años como gobernador de la provincia de Santa Fe, ha declarado estar dispuesto a formar binomio con el hijo de Raúl Alfonsín, Ricardo Alfonsín, si este queda como candidato de la ucr. La pareja tiene en contra la memoria manchada del último gobierno de los radicales (Fernando de la Rúa), y a su favor el aura de prestigio político dejada tras la muerte del primer presidente de la democracia, así como también la reconocida gestión de Binner en Santa Fe. Como ha dicho el mismo Binner, una jugada así permitiría un cuatrienio menos presidencialista y más parlamentario, algo que, dicho así, suena bastante bien. Pero ante esto habría que preguntarse si un país históricamente atado a presidentes fuertes estaría preparado para un gobierno no presidencialista. Y sobre todo habría que preguntarse si acaso la Argentina pueda ser gobernada, según reza la leyenda, por alguien que no pertenezca al peronismo. ~

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