Cuando las manos y los ojos se concentran en lo que estรกn haciendo, no se puede producir y platicar. Hasta en los trabajos que pueden ser atendidos de manera un tanto mecรกnica, aprovechando para conversar, la atenciรณn dividida puede terminar mal.
Esto no cambia cuando se trabaja con la boca. Un psicoanalista que habla con su paciente, un experto que explica el uso de un aparato, un vendedor que trata de convencer, los aspirantes de todo tipo que van a desayunos, comidas y cenas en campaรฑas de relaciones pรบblicas y conversan sin parar, cuidando la boca, viven la misma disyuntiva. Si se dejan llevar por el รกnimo platicador, en vez de concentrarse en lo que quieren producir, pueden tener un accidente fatal, producir algo indeseable o, simplemente, haber perdido el tiempo.
La disyuntiva encarna en dos hermanas bรญblicas, Marta y Marรญa, que reciben a Jesรบs en su casa (Lucas 10, 38-42). Marta se dedica a atenderlo y Marรญa a escucharlo, hasta que Marta se impacienta: ยฟTe parece bien que me deje todo el trabajo? Dile que me ayude. La respuesta ha servido para legitimar la vida contemplativa: Marta, Marta, te ocupas y preocupas de mil cosas, pero una sola es necesaria, la que tu hermana prefiriรณ.
Unas pรกginas despuรฉs (Lucas 12, 24), Jesรบs pone como ejemplo de perfecciรณn, no al labriego que se gana el pan con el sudor de su frente, sino a los cuervos que aprovechan su trabajo: Fรญjate en los cuervos, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan para el dรญa de maรฑana, pero Dios les da de comer.
Una sola cosa es necesaria: la fiesta, no los preparativos para la fiesta. O sea que todos debemos olvidar las necesidades prรกcticas. O que algunos tienen derecho a hacerlo, aprovechando la mesa puesta por los otros. O que (no se sabe cรณmo) las mil cosas pueden ser atendidas sin desviar la atenciรณn de la รบnica importante, como en El festรญn de Babette, donde la fiesta empieza por los preparativos de Marta, no por los cuervos que se sientan a la mesa. Platicar es mejor que producir, a menos que producir (no se sabe cรณmo) sea la fiesta.
Siglos antes, otros hermanos, Hesรญodo y Perses, llevan a tribunales su disputa por tierras heredadas. Perses compra a los jueces, segรบn Hesรญodo, que le dedica un poema educativo (Los trabajos y los dรญas) para decirle โunas cuantas verdadesโ sobre la vida rapaz, la envidia, los pleitos, la injusticia; y hacerle ver que la forma decente de prosperar es el trabajo. Le recuerda la Edad de Oro, cuando no hacรญa falta trabajar; y el castigo divino, porque se desataron la ambiciรณn de Prometeo y la curiosidad de Pandora. Acepta que el trabajo es una degradaciรณn, frente a la Edad de Oro, pero estamos en la Edad de Hierro. Lo que ahora degrada, no es el trabajo, sino la ociosidad.
En el Carmides de Platรณn, Critias se refiere a este punto: Hesรญodo afirma que ningรบn trabajo degrada, porque no se refiere a cualquier tipo de trabajo, sino a la producciรณn de algo valioso. Sรณcrates rechaza los distingos entre ergasรญas (trabajo), poiesis (producciรณn o creaciรณn) y praxis (acciรณn), porque no vienen al caso para lo que estรก diciendo. Paul Vicaire (Recherches sur les mots dรฉsignant la poรฉsie et le poรจte dans lโoeuvre de Platon) cita la discusiรณn y destaca las equivalencias entre poiesis, praxis y ergasรญas. Segรบn Calvert Watkins (The American Heritage dictionary of Indo-European roots), esta vecindad se remonta a los orรญgenes: poiesis viene de kwei (to pile up, build, make), praxis de prak (to make, do) y ergasรญas de werg (to do). Todavรญa hoy, producir, crear, construir, hacer, actuar, obrar, trabajar y otras palabras vecinas pueden usarse indistintamente en muchos casos, aunque no en todos.
Es de suponerse que los distingos fueron apareciendo con los cambios sociales. Hubo un tiempo prehistรณrico (la Edad de Oro, el Paraรญso) anterior al progreso del fuego domesticado en la cocina, anterior al progreso de la vegetaciรณn domesticada en la agricultura. En aquel tiempo, no habรญa divisiรณn del trabajo; no habรญa realmente trabajo, porque la recolecciรณn de frutos silvestres era como una fiesta: ver algo apetitoso y comรฉrselo. No era posible distinguir entre Marta y Marรญa, entre los campesinos y los cuervos.
Despuรฉs, la ambiciรณn y la curiosidad (el fuego robado a los dioses, la caja de Pandora, el รกrbol del saber que es la agricultura) desatan el progreso, pero tambiรฉn la necesidad, la vida mediatizada: es necesario hacer esto para conseguir aquello; no, simplemente, porque se nos ocurre y nos divierte. Asรญ aparecen el trabajo, la divisiรณn del trabajo, la diferenciaciรณn cada vez mayor de actividades, tareas, papeles, funciones y personas. Asรญ aparece la nostalgia del paraรญso.
Despuรฉs de la Caรญda en el progreso, en la ambiciรณn sin lรญmites de la Edad de Hierro, hasta el juego se vuelve un simulacro de trabajo. Los juegos tienen reglas, divisiรณn de papeles y tareas, jerarquizaciรณn, objetivos. Hay que hacer esto para conseguir aquello. La diferencia con el trabajo de verdad estรก en que los juegos no sirven para nada. (Para simplificar, dejemos aparte los trabajos que, de hecho, no sirven para nada, aunque se tomen en serio; asรญ como los juegos que, de hecho, son un modus vivendi.)
El juego es un remedo de la necesidad (objetivos, recursos, restricciones, ambiciรณn, trampas, รฉxito y fracaso) felizmente desconectado de la necesidad. (Dejemos aparte el vicio del juego que se vuelve necesidad.) Es como el ejercicio ocioso de los animales que se atacan, pero no en serio; o atrapan algo que no necesitan. Por eso, cuando se tiene la fortuna de ser feliz produciendo, de transformar la necesidad en libertad, los juegos son una distracciรณn indeseable. En el paraรญso, no hay nostalgia del paraรญso.
La nostalgia puede llevar a los paraรญsos artificiales, al desmadre que Bajtรญn llama inversiรณn carnavalesca o a construir un mundo disciplinado y vacuo: el juego, como distracciรณn de la seriedad. Johan Huizinga (Homo ludens) lo define asรญ:
El juego es una acciรณn u ocupaciรณn libre, que se desarrolla dentro de unos lรญmites temporales y espaciales determinados, segรบn reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acciรณn que tiene su fin en sรญ misma y va acompaรฑada de un sentimiento de tensiรณn y alegrรญa, y de la conciencia de โser de otro modoโ que en la vida corriente.
Con este grado de abstracciรณn, puede observarse la afinidad profunda entre el juego, la fiesta y la conversaciรณn. Es una afinidad que se remonta al paraรญso: el momento prehistรณrico anterior a la instituciรณn del trabajo. Segรบn Marshall Sahlins (Stoneage Economics), las tribus recolectoras (que, en el siglo xx, todavรญa habitaban algunas zonas de Australia) no trabajan: conversan, mientras andan de shopping por la naturaleza; no trabajan: juegan, mientras andan de cacerรญa o de pesca. Vivir asรญ es โser de otro modoโ, pero como forma normal de ser; en la vida corriente, no como pausa, distracciรณn o suspensiรณn de la vida corriente.
El paraรญso es la vida activa y contemplativa al mismo tiempo. No excluye o suspende los imperativos de la necesidad, sino que los cumple en el juego, la creaciรณn, la comuniรณn, la libertad. El paraรญso es la conversaciรณn productiva, pero no en el sentido mediatizado de los que trabajan con la boca para lograr tal o cual cosa; sino en el sentido creador de producirse a sรญ mismos en la conversaciรณn, sin fines ulteriores.
Platicar es practicar el ser: manifestarlo, convivir, producirse unos a otros, producirse a sรญ mismos. Segรบn el diccionario de la Real Academia, producirse โes explicarse, darse a entender por medio de la palabraโ. Platicar viene de praxis. Segรบn Corominas (Diccionario crรญtico etimolรณgico), plรกtica es una variante de prรกctica, y al principio querรญa decir lo mismo. Ambas voces derivan del latรญn tardรญo, donde practica llegรณ a incluir la acepciรณn de โfamiliaridadโ y practicare la de โconversarโ. Es decir: el significado primario (familiaridad y trato con las cosas; conocimiento directo, no teรณrico, sino en la prรกctica) se extendiรณ para incluir la familiaridad y trato con las personas. Por eso, en francรฉs, pratiquer incluye la acepciรณn de frecuentar, segรบn Le Grand Robert: โPara conocer a los hombres, hay que practicarlosโ (Stendhal). Y en italiano, segรบn el diccionario de Zingarelli, se dice โDime con quiรฉn practicas y te dirรฉ quiรฉn eresโ: โDime con quiรฉn platicas y te dirรฉ quiรฉn eresโ. โDime a quiรฉn frecuentas y te dirรฉ quiรฉn eresโ.
Tener dos palabras para decir lo mismo condujo a diferenciarlas, desde el siglo xv. Todavรญa en el Quijote, hay cierto titubeo. Segรบn la base de datos del Instituto Cervantes, prรกctica aparece una sola vez en el Quijote (โprรกctica de las armasโ) con el significado actual, pero plรกtica (โponer en plรกticaโ) aparece tres como equivalente. A pesar de lo cual, Cervantes usa plรกtica (87 veces) y platicar (tres) como equivalentes a conversaciรณn (que tambiรฉn usa, catorce veces) y conversar (una sola vez). Es decir, en el Quijote, se usan dos palabras distintas (prรกctica y plรกtica) para el mismo significado (โprรกcticaโ), y una sola palabra (plรกtica) para dos significados (โprรกcticaโ y โconversaciรณnโ).
En los paรญses catรณlicos, que prefieren las fiestas a la llamada รฉtica del trabajo, se dice en broma, pero con razรณn: Quรฉ tan malo no serรก el trabajo que Dios lo puso de castigo. De la Caรญda en el trabajo, viene la oposiciรณn entre producir y platicar, entre poiesis y praxis, entre la poesรญa y la prรกctica, que vivimos en esta Edad de Hierro. Lo ideal, por supuesto, es superar esa oposiciรณn: ser felices produciendo. Quizรก en esto pensaba Baudelaire cuando dijo que el progreso no es la mรกquina de vapor, sino โla disminuciรณn de las huellas del pecado originalโ (Mon coeur mis ร nu).
Leo lo que acabo de escribir. Me quedo pensando (escribo mentalmente). Me levanto a verificar una ocurrencia que me anima muchรญsimo. Vuelvo a escribir, y la felicidad de unas palabras me alegra como si estuviera preparando una fiesta en la cocina. Me interrumpen. Me rechina el alma.
Hay algo culpable, un pecado original, en apartarse de la conversaciรณn para producir. Pero estamos en la Edad de Hierro. O produces o platicas.
Nostalgia del paraรญso: producir (producirme, producirnos) platicando, sin necesidad de mรกs. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.