Señor Enrique Krauze:
[…] Le envío esta comunicación porque su amplio texto sobre Chiapas me hizo pensar mucho y me movió a reaccionar para cuestionar algunas de sus aseveraciones.
1. Cuando se ocupa usted del “Tatic, pontífice y exégeta” […] quizá la parte más polémica sea aquélla en la que se cita al exégeta reformado francés Óscar Cullmann con el fin de echar por tierra la supuesta opción de Ruiz sobre el Jesús histórico “rebelde opuesto a los oropeles del culto, a las injustas estructuras sociales y a los poderes opresivos de su tiempo” (p.87). Esta cadena de simplificaciones no le hace justicia a la ya sólida tradición de teólogos y biblistas hispanoamericanos que han batallado concienzudamente con este problema. […] Y es que, efectivamente, “la polémica entre las diversas escuelas de exégesis ha sido y será permanente” (idem), pero lo que no se puede negar es que la interpretación ahistórica de la frase “Mi reino no es de este mundo” sigue muy presente en los círculos más desconectados de la exégesis contemporánea.
2. El segundo problema, estrechamente ligado al anterior, consiste en que el ensayo reproduce (y acepta) la satanización generalizada de “la” Teología de la Liberación (en el entendido de que existen varias de ellas) en consonancia con los lineamientos del Vaticano wojtyliano. […] En este sentido es ejemplar la respuesta que dio Carlos Bravo Gallardo a los ataques que recibió esta corriente teológica (o conglomerado de teologías) apenas iniciado el conflicto armado y que se recogió en Chiapas: el Evangelio de los pobres (Temas de hoy, 1994). Allí, Bravo Gallardo saca a la luz algunas de las obras fundamentales de esta corriente, preguntándole a sus críticos de ocasión si se habían acercado siquiera a unas pocas de ellas. En esta línea, a usted se le olvidó mencionar que el libro de Ruiz (de 1975) fue recogido previamente en una publicación oficial del CELAM. Sinceramente creo que le falta leer algunos libros básicos, puesto que, se lo digo en buen plan, se llevará algunas (gratas) sorpresas. […] Además, se calla sistemáticamente (no sólo usted lo hizo) ante los excesos del clero ultramontano que padecemos. […]
3. La última objeción debe ir precedida por otro reconocimiento a la sinceridad con la que recuerda sus lecturas bíblicas juveniles. […] Pero, a continuación, el contraste tan radical que lleva a cabo entre “los profetas del Dios justiciero” y “el mensaje de amor de los Evangelios” evidencia, triste y francamente, un profundo desconocimiento de ambas tradiciones (judía y cristiana) en su especificidad religiosa y, sobre todo, de las complejas relaciones entre ambas. Porque, hablando en cristiano, la fe evangélica es inseparable, en su praxis, de la pasión e indignación proféticas. […]
Veo con muy buenos ojos las otras dos posturas sobre Chiapas que aparecen en la revista y que equilibran mucho la perspectiva de los lectores. Por ello le agradezco el esfuerzo y le deseo lo mejor en esta nueva empresa. –
Atentamente,
— Leopoldo Cervantes-Ortiz
