Aceptar la vida

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Ida Vitale

Shakespeare Palace

Barcelona, Lumen, 2018, 200 pp.

En las primeras pรกginas de Shakespeare Palace, Ida Vitale nos enfrenta al asunto que rondarรก todo el libro: el de quien llega a una sociedad โ€œno de paso sino a insertarseโ€ y advierte que existe una โ€œmaraรฑa de relacionesโ€ tejida previamente, lo que โ€œle exige mucha percepciรณn alertaโ€. A esa pequeรฑa sociedad arriba una extranjera, en espera de la llegada de su esposo, el poeta Enrique Fierro, y el mundo a su alrededor es, en efecto, un mundo nuevo: el Mรฉxico de los aรฑos setenta y ochenta. El suyo es el mundo del exiliado, en este caso del Uruguay, y cualquiera que se haya visto obligado a abandonar su hogar, su ciudad, su paรญs, no puede mรกs que conmoverse ante este demorado recuerdo donde la memoria va saltando de episodio en episodio, de personaje en personaje, sin un orden cronolรณgico fijo pues, a pesar de la fรฉrrea voluntad de la memoria, la libertad de quien recuerda elige los pasajes. En esa libertad, โ€œgloria de la escrituraโ€, se mueve Ida Vitale.

De Shakespeare Palace en la Anzures โ€“un departamento ruinoso al que โ€œalguna rรกpida anรฉcdota explicaba las comillas orales que siempre acompaรฑaron nuestra direcciรณnโ€โ€“ a las Torres de Mixcoac, y de ahรญ a la calle de Rodin, tambiรฉn en Mixcoac, va ocurriendo el periplo que Ida Vitale y Enrique Fierro recorrieron en la Ciudad de Mรฉxico. Once aรฑos de exilio y un buen nรบmero de anรฉcdotas y personajes desfilan ante nosotros: el entonces matrimonio formado por Ulalume y Teodoro Gonzรกlez de Leรณn, primeros anfitriones de Vitale; Tomรกs Segovia, quien le ofreciรณ su primer trabajo en El Colegio de Mรฉxico; Antonio Alatorre y Arreola (โ€œTodo en Arreola era misterioso aciertoโ€); Octavio Paz, quien nunca descuidaba su revista ni su propia obra y siempre estaba preocupado โ€œde que cada quien cobrara lo debido y de que nada dejase de estar aceitadoโ€; รlvaro Mutis (โ€œun seรฑor del mundo, sabio y comprensivo, que se otorgaba sin รกngulosโ€); Juan de la Cabada (โ€œun hombre oral, un fabulador nato, de esos que empiezan por crear su propio personajeโ€); Fernando Benรญtez (โ€œel inagotable generador de entusiasmo a su alrededor, generoso y cรกusticoโ€); el โ€œimpaciente/pacienteโ€ Huberto Batis; un Rulfo que โ€œno tenรญa alas, no arrullaba. Todo lo contrario; como supe al poco rato, tendรญa al rezongoโ€; o su auto, un viejo Volkswagen a quien le dedica estas palabras: โ€œComo seres incompatibles que sin embargo se aman, nos ponรญamos mutuamente a prueba, sin traicionarnos.โ€ Una รบltima pรกgina inserta al final del libro, suelta de su conjunto pero no de la memoria, da cuenta de su amistad con Guillermo Sheridan en Austin, lejos del paisaje de sus mosaicos mexicanos, pero mexicano al fin el recuerdo del amigo, conocido en Mรฉxico, pero que, al llegar tambiรฉn a la ciudad donde vivรญan Vitale y Fierro, seguirรญa siendo โ€œel permanente vaso de inteligencia, servido con amistad constanteโ€.

Quien llega a un nuevo lugar debe adaptarse a todo, a los sonidos de una ciudad profundamente ruidosa (los clรกxones desaforados, los aviones constantes); a las enfermedades desconocidas; a los nuevos sentidos y palabras pese a hablar una misma lengua (โ€œA contracorriente del reciรฉn llegado hay un lรฉxico que abre una comuniรณn perspicaz y rige la liga vastรญsima de los que saben todo lo que con รฉl se concilia, un titipuchal de sentidos, como puedo decir ahoraโ€); al temor de los acontecimientos geolรณgicos (los terremotos, por ejemplo), a una vida que poco a poco se va llenando de conocidos, de amigos que lo serรกn para siempre y a quienes observa al principio con timidez โ€“una timidez que no la abandona nunca, pese a sus muchos graciosos comentarios.

Gracia es lo que define la prosa de Ida Vitale en este libro. El placer de su lectura nace de la importancia y de la confianza que la autora otorga a las palabras โ€“pues a su alrededor giran seres y lugares queridosโ€“, de modo que no importa que desconozcamos a las personas a las que se refiere o a ella misma. Gracia, pero tambiรฉn tristeza y se impone asรญ la voz del transterrado, รบtil para โ€œsituaciones en que el alejamiento de ciertos elementos naturales pesa de manera sensible. Hay momentos de desรกnimo que provienen de eso, de pรฉrdidas inimaginables para las que nuestra vida anterior no habรญa creado defensas preparatorias: la falta de mar era una muy importanteโ€.

La escritura del libro, lo que mรกs allรก de los personajes o circunstancias se describe con amoroso cuidado, se graba como un interรฉs superior al de conocer las estampas de vida de los allรญ retratados; asรญ, hacen al libro nuestro; a su historia, nuestra tambiรฉn, porque todos, de algรบn modo o en algรบn momento, hemos sido extranjeros. La extranjerรญa incluso del ahora queda plasmada en la conciencia de Vitale, que reconoce โ€œla declinaciรณn culturalโ€, el arribo de โ€œsemianalfabetos en comunicaciรณn con pajaritos que no parecen ser la paloma del Espรญritu Santo. O veloces jรณvenes neotecnรณcratas y neocolรฉricosโ€.

Pero Shakespeare Palace es tambiรฉn la rememoraciรณn de sucesos importantes para la vida cultural de Mรฉxico. Asรญ, Vitale recuerda el momento del golpe a Excรฉlsior y la desapariciรณn de Plural y Diorama de la Cultura, que ella tambiรฉn viviรณ: โ€œEl excelente espacio cultural que habรญa sido Diorama se desintegrรณ. Mรกs valรญa la muerte que la caricatura. Durรณ unas pocas semanas, escuรกlido y olvidable mamarracho que la incapacidad redujo a ocho pรกginas. La historia de Plural, la notable revista que Paz nombrara y dirigiera, fue mรกs siniestra aรบn y ya ha sido muy contada. Siguiรณ apareciendo, porque la apropiaciรณn del nombre tardรณ en saberse fuera de fronteras, dando tiempo para buscar pรกlidos colaboradores que sustituyeran a los que habรญan creado su prestigio. Capaces de escribir bajo la bandera ajena de lo plural, desvirtuรกndola, por un tiempo engaรฑaron a lectores distraรญdos con la continuidad de la apariencia. Tambiรฉn allรญ prosperaron algunos de mis compatriotas, devorรกndose unos a otros.โ€

โ€œNo es prudente vivir entre parรฉntesisโ€, dice la poeta. Finalmente, instalada ya en aquella maraรฑa de relaciones que a su llegada le parecรญa impenetrable, comprende que era feliz, dentro de lo posible, y que el amor hace de los dos transterrados una fuerza sutil pero inmensa, pues una โ€œsoledad de dos se carga de incentivos […] Y cada cansancio viene con una blanda almohada de amor donde aflojarse, al tรฉrmino de la jornadaโ€.

En las รบltimas pรกginas del libro esta soledad vuelve a ser de una. La muerte de Enrique Fierro suspende la escritura, pero no la memoria. Retoma el texto, porque quizรก sea esa una forma de traer al presente lo vivido y porque, ya lo sabรญa, โ€œaceptar la vida sin discutirle cada arista, cada nudo y cada brote es el รบnico modo de alcanzar cierto grado de calma dichaโ€. ~

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(Ciudad de Mรฉxico, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesรญa en Letras Libres. Este aรฑo su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crรณnica de una amistad (Ariel, 2020) recibiรณ los premios Mazatlรกn de Literatura y Xavier Villaurrutia.


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