Basia, hasta los cien

Una celebración de la pintora y grabadora Basia Batorska.
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Mi familia y yo vivimos en el mundo visual de Basia Batorska. Frente a la grisura de la vida citadina, sus cuadros nos abren ventanas al mundo natural. Sus óleos, grabados, acuarelas y dibujos no son naturalezas muertas: son naturalezas vivas. Para comenzar, una especie de zoología fantástica en la que abundan animales surgidos de su memoria infantil (como los bisontes en el bosque polaco donde transcurrió su niñez), de su ternura (rinocerontes melancólicos, resignados a su inmortalidad) y de su vida cotidiana (como los gatos perezosos, pensativos, budistas, que ronronean en nuestras paredes, ecos del gato primigenio que en diversas encarnaciones ha acompañado a Basia mientras crea). A veces su obra se remonta a tiempos geológicos y se puebla de fósiles o estrellas marinas; en otras se sumerge en mares turquesa, surcados por alegres peces color naranja. En su naturaleza abundan también las flores de tallo largo y poderoso, pero sus alcatraces, a diferencia de los de Diego, no son votivos: son rojos, verdes y amarillos, alcatraces intensos, candentes, ígneos. No sé si Basia contempló una erupción volcánica (aunque vivió de niña la Segunda Guerra Mundial y en algún sitio guardó sus horrores) pero la lava transfigurada es un tema recurrente, sobre todo en sus texturas: olas de lava multicolor que queman, iluminan, sangran. Y, sin embargo, siempre llega la paz: enormes bahías como cielos; valles, montañas y cerros (como el de la Silla, su paisaje vital desde la llegada a México) captados cuando despiertan, descansan y duermen. Levanto ahora mismo mi vista y vuelve a verme Athia, la perrita labrador que tanto me quiso, cuando usaba un incómodo collar que evitaba el daño que se hacía, en la vejez, al rascarse. “Mándame su foto”, me consolaba Basia. Y ahí está ahora, en la acuarela de Basia, su collar es una aureola que enmarca, como en un Giotto, una mirada de perfecto amor.

En la patria polaca de Basia, que fue la de mis padres, los cumpleaños se festejan diciendo sto lat, hasta los cien. A Basia, la artista de la naturaleza, la esposa y madre de personas tan queridas, la amiga sabia, generosa y comprensiva, le deseamos más. ~

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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