La legal militarización de México

Érase un país verde olivo. Militarización y legalidad en México

Varios autores

Grano de Sal

Ciudad de México, 2024, 188 pp.

AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

México es uno de los países del mundo que cuentan con las tres dimensiones de la militarización que los especialistas Markus Bayer, Aurel Croissant, Roya Izadi y Nikitas Scheeder plantean en su investigación “Multidimensional measures of militarization (M3): A global dataset”: la material, porque se le asignan a las fuerzas armadas cada vez más recursos; la política, porque el gremio militar tiene prerrogativas para influir en el funcionamiento interno del gobierno; y la social, porque lo militar es partícipe de la seguridad, de las actividades empresariales y el reclutamiento activo que emprenden tiene cada vez más difusión.

Ante este panorama, es importante entender cómo ha sido el camino que nos ha traído hasta aquí. Lamentablemente, en la comentocracia existe una necesidad de afirmar o bien que la militarización existe solo porque las fuerzas armadas existen o que tal fenómeno social no ha tenido lugar porque lo que se observa en México está lejos de ajustarse a una definición estrecha de “militarización”.

Determinados a relatar un proceso de larga data, las y los autores de Érase un país verde olivo. Militarización y legalidad en México –Juan Jesús Garza Onofre, Sergio López Ayllón, Javier Martín Reyes, María Marván Laborde, Pedro Salazar Ugarte y Guadalupe Salmorán Villar, la mayoría investigadores en derecho– nos ofrecen evidencia de la militarización en México bajo elementos sencillos y concretos. Iniciando con el periodo posrevolucionario y el papel que desempeñó el ejército y terminando con lo que ha sucedido en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, los participantes de este libro muestran cómo la militarización en México se ha desencadenado y fortalecido a partir del componente civil del Estado y sus leyes.

Tener en cuenta ese primer aspecto es fundamental para entender la relevancia de este libro en nuestros días. Obligadamente, Érase un país verde olivo explica que la militarización es ante todo un proceso político que ha acompañado el avance democrático del Estado mexicano. “Si no entendemos el papel del derecho y de los tribunales”, se afirma en sus páginas, “entonces difícilmente podemos trazar una ruta que explique el creciente proceso de militarización que vivimos”. Y tienen razón. Se ha presumido en los últimos veinte años que la militarización, entendida únicamente como la participación de las fuerzas armadas en seguridad pública, era un asunto de autoritarismos e ilegalidades. Tomando en cuenta el contexto mexicano y latinoamericano, se puede observar que esto no es necesariamente así.

En México, el proceso de militarización se ha desarrollado dentro de la ley. Nada de lo que hemos visto y vivido en las últimas décadas sobre la militarización es, por sí mismo, irregular. Fuera de las ejecuciones extrajudiciales, los actos de tortura y otras violaciones graves a derechos humanos derivadas de la participación de personal militar en seguridad pública, la manera en que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar) han llegado a asumir un variado abanico de tareas se encuentra dentro del marco legal, incluso si lo consideramos cuestionable.

Por si no fuera suficiente, el proceso se ha amparado en el poder civil del Estado. Érase un país verde olivo evidencia cómo la participación de las fuerzas armadas en seguridad pública y después en tareas de infraestructura y administración se da por el mandato de las autoridades civiles. Y esa legalidad no obedece solo a las acciones y solicitudes del poder ejecutivo en sus distintos niveles, sino también a las atribuciones que el poder legislativo le ha concedido a las fuerzas armadas y a las interpretaciones del poder judicial a través de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

El sexenio que está por terminar parece ser la etapa más extrema del proceso. Este libro explica que, “cada vez que el presidente detecta un problema complejo, en particular si existen condiciones de corrupción, se inclina por confiar en las Fuerzas Armadas como solución para supervisar actividades o llevar a cabo proyectos infraestructurales en tiempos acotados”. De este modo queda claro que, en México, la militarización es un instrumento del quehacer político y ha estado presente mucho antes de que Felipe Calderón declarara la guerra contra el narcotráfico. Y es que Érase un país verde olivo describe una realidad para la que tal vez muchas personas no van a estar preparadas: en la historia posrevolucionaria “el proceso de transición a la democracia no significó el fin de una dictadura militar, porque el autoritarismo mexicano fue de carácter civil” y ese es el mismo lugar en el que posiblemente estamos ahora.

Garza Onofre, López Ayllón, Martín Reyes, Marván Laborde, Salazar Ugarte y Salmorán Villar ofrecen evidencia significativa de cómo la militarización en México no es un asunto limitado a las fuerzas armadas. El personal civil, los poderes civiles, incluso las personas de a pie, hemos fomentado la militarización en la medida en que seguimos considerando que lo militar es una alternativa mejor, y más eficiente, para solucionar los problemas que tenemos como sociedad. Y es ahí en donde las y los autores no profundizan. Si esta es la historia de un país verde olivo, ¿por qué no explorar otros componentes de la militarización, como un proceso más amplio que no se acota a la participación permanente de las fuerzas armadas y a su relación con la ley y lo civil?

Como todos los análisis de militarización en México, o la mayor parte de ellos, el libro se enfoca significativamente en el ejército mexicano, es decir: la Sedena, pero omite detallar el rol que desempeñan la Armada de México y la Marina en este proceso. Rescataría que la obra sí menciona cómo, desde el punto de vista de la administración pública, la Semar tiene una naturaleza distinta al ejército: por un lado engloba a la Armada de México, pero también es una secretaría con características civiles desde su origen (como la marina mercante), las cuales fueron traspasadas en algún momento a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y más tarde devueltas a la Semar.

Hacia el final de la obra, las y los autores se centraron en la militarización y militarismo en tiempos populistas. Las reflexiones que hacen sobre cómo el populismo coexiste, convive e impulsa los procesos de militarización y militarismo en el país son trascendentales porque nos hacen ver cómo los populismos son el mejor caldo de cultivo para que la militarización y el militarismo echen raíz en la sociedad y sean menos cuestionados. Específicamente, resulta importante resaltar que tanto la militarización y el militarismo como el populismo necesitan construir enemigos a vencer y se basan en una narrativa de buenos y malos que coloca la discusión pública en una dicotomía: o estás con el gobierno o estás en su contra.

En octubre próximo asume un nuevo gobierno, encabezado por primera vez por una mujer, que llega con un amplio margen de legitimidad a partir de los resultados electorales y de la mano de un partido que prácticamente controlará el poder legislativo. Claudia Sheinbaum ha adelantado que consolidará el carácter militar de la Guardia Nacional y el llamado Plan C, impulsado por Morena, extiende las labores de seguridad de esta corporación a un tiempo indefinido. Entender el proceso que el Estado mexicano ha vivido en torno a la participación de las fuerzas armadas en la vida pública desde el poder civil y desde la ley, resulta esencial. Es por ello que Érase un país verde olivo es ya un texto imprescindible para estar conscientes de en dónde estamos y de lo que podría venir en el siguiente sexenio. ~

+ posts

es especialista en militarización y militarismo en América Latina y directora general de la organización de asuntos internacionales Global Thought Mx.


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: