Dos gobiernos a examen: Los fines y los medios

Gemelos enemigos, animales políticos en estado puro, Calderón y amlo se miden, se ofenden, se temen. Dos libros recientes ponen al centro de la discusión sus aciertos y errores en la silla presidencial.
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El libro más reciente de Carlos Illades, Vuelta a la izquierda, se inscribe en una serie de publicaciones que realizan un recuento, análisis y evaluación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador en su primer año. Lo hace desde una perspectiva de izquierda socialdemocrática –con la que yo personalmente también me identifico–, lo que implica un respaldo general al proyecto de la llamada cuarta transformación, a sus objetivos y metas, pero no de manera incondicional, sino analítica y crítica. De modo que, como Illades aclara, se puede estar a favor de sus propósitos generales, pero no necesariamente de los métodos elegidos para llevarlos a cabo. Ese es justo el terreno donde debería entablarse el debate nacional: al margen de ideologías y posiciones partidistas y centrados, en todo caso, en las relaciones causales de los fenómenos en materia económica, administrativa, judicial, ecológica, educativa, laboral, internacional, migratoria, que se incluyen en el actual programa de gobierno.

En ese sentido, es posible compartir con AMLO y Morena su programa general e ideales esenciales y, al mismo tiempo, estar en desacuerdo con la forma en que se abordan los problemas y con las soluciones propuestas. Y eso no vuelve a quienes hacen esos razonamientos, críticas o sugerencias unos conservadores, enemigos de los pobres o parte de un plan golpista. Desde luego, quienes se ubican en los espacios ideológicos antagónicos a la 4t (genéricamente la derecha, los neoliberales o los conservadores) pueden también disentir de manera legítima de los medios que utiliza el gobierno, sin que ello implique una conjura autoritaria ni un esfuerzo por derrocarlo. De ahí la importancia de analizar y discutir –al margen de la perspectiva ideológica– de qué manera la 4t impulsa su agenda, así como sus posibles efectos. Vuelta a la izquierda contribuye a esa polémica a partir de argumentos racionales y conocimiento histórico, incluso de la propia trayectoria de la izquierda mexicana y mundial.

El análisis de Illades comienza con una fuerte crítica a los gobiernos recientes, ubicados en un marco neoliberal, que –más allá de ciertos logros– incurrieron en vicios graves como la falta de cuidado en la distribución del ingreso, la desatención a grupos marginados y, por supuesto, los altos niveles de corrupción e impunidad prevalecientes (si bien habría que reconocer que estos no han sido exclusivos del modelo neoliberal, sino que se han presentado en distintos momentos de la historia mexicana). El desencanto con los gobiernos del pan –que se quedaron muy cortos en las promesas que históricamente había hecho ese partido– y los abusos rampantes del más reciente sexenio priista allanaron el terreno al espectacular y contundente triunfo de López Obrador. Dice Illades al respecto: “La modernización neoliberal fue excluyente, dejó fuera a medio país y a regiones enteras en donde en términos prácticos el Estado desapareció cediendo al crimen […] Masas de excluidos se convirtieron en el ejército de reserva de la economía criminal, emigraron o intentaron aferrarse a los raquíticos apoyos públicos.” Todo lo cual contribuyó a una explosión de descontento y hartazgo en 2018: “Las élites que dirigieron esa modernización coja sufrieron el descrédito no por no entregar el país que prometieron (de Primer Mundo), sino por redondear el ciclo neoliberal con la corrupción, incompetencia e irresponsabilidad de la última administración priista, lo cual no exime a los otros gobiernos de la alternancia de su responsabilidad en el desastre.” El diagnóstico empata a la perfección con el discurso general de López Obrador. De ahí que se entienda la inclinación mayoritaria por quien prometió corregir tales desperfectos y encauzar al país por la ruta del crecimiento con justicia social y Estado de derecho. El problema es qué vías tomar para alcanzar tan elevadas metas.

Illades analiza las decisiones y programas más importantes del gobierno lopezobradorista y, más allá de sus buenas intenciones, detecta errores de precisión y correlación entre causas y efectos. No basta con la determinación y la fuerza política para lograr los cambios; es menester tener claras las relaciones causales a fin de que las políticas públicas arrojen los resultados buscados, sin que haya efectos contraproducentes. A decir del autor, es justo en este punto donde el movimiento falla. No se le escapa tampoco la queja reiterada de que el presidente está concentrando cada vez más poder, lo que contraviene la democratización genuina que prometió: “López Obrador ha debilitado las instituciones autónomas, sea quitándoles facultades o colocando incondicionales en los cargos.” Los lopezobradoristas justifican dicha concentración –aunque no la reconocen como antidemocrática– a partir de su visión binaria de que quien no está con el movimiento está contra él. Cualquier espacio abandonado a favor de una presunta autonomía, neutralidad o imparcialidad –que ponen en tela de juicio– será ocupado por los conservadores para detener o entorpecer el cambio profundo de la 4t. “Su noción de democracia –agrega Illades– consiste en ese escuchar y traducir a políticas habitualmente poco estructuradas las demandas de la plaza pública.” Eso sin contar con los recursos que tales demandas exigen: “Ya verá Hacienda cómo le hace.”

La implementación de programas sociales con propósitos políticos pero sin financiación sana es uno de los elementos que normalmente caracterizan al populismo económico. Sin embargo, el autor rechaza calificar al gobierno de AMLO de populista, término que abarca distintos momentos históricos y tipos de régimen, de modo que su contenido ha quedado vacío y sobrevive más como algo despectivo o, si acaso, como un estilo de gobernar. Illades lo define, en su lugar, como una forma de autoritarismo (no dictatorial) que parte de un idealismo político basado en la bondad del gobernante, que se traducirá a su vez en la conversión moral de la sociedad. De ahí que la función del gobernante sea la “del hombre justo, del Gran Legislador”, porque “si este es bueno, como se considera el presidente tabasqueño, sus decisiones son indefectiblemente correctas”.

Para Illades los usos políticos de la historia son típicos de todos los gobiernos y no solo del lopezobradorista, que ha pretendido representar una cuarta transformación histórica. Sin embargo, el autor destaca la manera burda con la que, “con personajes actualizados, se confrontan los adversarios decimonónicos en una escenificación del pasado”. En esa puesta en escena, “López Obrador es parte de los buenos […] recorrió el país como Juárez en su carruaje […]. En 2012 el futuro presidente denunciaría el neoporfirismo […] para convertirse en el Madero que combatiría el Ancien Régime”. En 2018, finalmente, “volvería triunfante para emprender la cuarta transformación”. Pero ningún evento histórico puede ser juzgado antes de que ocurra, como persigue AMLO, sino que será después –incluso mucho después– cuando puedan evaluarse sus efectos. En todo caso, considera el autor, por lo que hemos visto hasta ahora, la cuarta transformación “no supondrá un cambio de régimen político, antes bien reforzará, agregando añadidos, el existente”.

Illades detecta la trampa política en la que el país ha caído y en donde se debaten solo dos opciones: el neoliberalismo conocido en los últimos treinta años, con todas sus deficiencias y distorsiones, o el proyecto nacional-estatista combinado con remanentes neoliberales –aunque no reconocidos– de López Obrador. La sociedad ha sido puesta a elegir entre esas dos alternativas como si no hubiera posibilidades de puntos intermedios. Tal sería el caso, por ejemplo, de un modelo más cercano a la socialdemocracia, con correctivos al mercado, que apunte a un crecimiento con sentido social y mejor distribución del ingreso, con programas sociales bien sustentados y una mayor incorporación democrática –pero no manipulada– de los sectores hasta ahora marginados. Estoy de acuerdo con Illades cuando afirma: “Mirar hacia las izquierdas internacionales, para tomar ideas frescas y aprender de los costosísimos errores, sacaría del ensimismamiento al proyecto obradorista.”

Vuelta a la izquierda aporta elementos esenciales para comprender los ejes del gobierno, la visión ideológica del presidente y algunos rasgos de su personalidad. Estos tres factores serán determinantes para juzgar el sexenio, incluso añadiendo variables, como la crisis sanitaria y sus efectos económicos, que no parece que vayan a cambiar el proyecto original de López Obrador. ~

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Profesor afiliado del CIDE.


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