La Navidad es hoy la mayor fiesta cristiana, pero tardĆ³ siglos en llegar a serlo. Ese lugar lo tuvo la ResurrecciĆ³n. La Navidad estaba implĆcita en la fiesta de la EpifanĆa (la adoraciĆ³n de los Reyes Magos), pero no era celebrada separadamente. Hasta que el Imperio romano (c. 220) impuso la celebraciĆ³n del dies natalis solis invicti [dĆa del nacimiento del sol invicto] el 25 de diciembre. Los cristianos, para hacer como que acataban, empezaron a celebrar en tal dĆa la Navidad. Pero, todavĆa hoy, algunas Iglesias ortodoxas siguen celebrĆ”ndola con la EpifanĆa el 6 o 7 de enero. (Everett Ferguson, Encyclopedia of Early Christianity. Second edition.)
En 1221, Francisco de AsĆs tuvo una idea que impulsĆ³ la celebraciĆ³n navideƱa: representar al NiƱo reciĆ©n nacido en el pesebre, acompaƱado de cantos jubilosos en la misa de Navidad (Florecillas de San Francisco, Cap. XXX). Se volviĆ³ una tradiciĆ³n en muchos paĆses, enriquecida (o rebasada) por el Ć”rbol navideƱo, que fue posterior. Finalmente, el Ć”rbol, con o sin nacimiento, pasĆ³ a los hogares, tiendas y oficinas. La fiesta se volviĆ³ un dĆa de asueto y amistad.
En el mundo hispĆ”nico, los villancicos y las pastorelas no aparecieron como navideƱos, y ni siquiera como religiosos. Muchos villancicos de sor Juana no son navideƱos. Las pastorelas se remontan a la tradiciĆ³n bucĆ³lica grecolatina (TeĆ³crito, Virgilio) que los trovadores transformaron en literatura pastoril, donde los nobles aparecen como pastores. No hay que olvidar que, en la Edad Media, los nobles y letrados vivĆan en el campo.
Los villancicos empezaron como coplas del campo. Los caserĆos externos al castillo feudal que no llegaban a ser villas fueron llamados villancicos, villancetes o villorrios. Villancicos fueron tambiĆ©n los habitantes de un villancico. Algunas coplas del campo fueron llamadas coplas de villancico [algo asĆ como canciones rancheras], que luego se abreviĆ³ a villancicos [algo asĆ como las rancheras]. (Joan Corominas, Breve diccionario etimolĆ³gico.)
Los villancicos navideƱos necesitan ese calificativo, pues no todos lo son. Algo anĆ”logo sucediĆ³ en inglĆ©s con la palaba carol, que viene del provenzal corola ābaile en cĆrculo de un grupo que cantaā (Ernest Weekley, An etymological dictionary of modern English). TambiĆ©n los cantos se llamaron carols. Y los de Navidad: Christmas carols.
En 1843, Charles Dickens publicĆ³ un relato edificante sobre cĆ³mo un avaro puede rendirse al espĆritu navideƱo. Lo titulĆ³ A Christmas carol. In prose. Being a ghost story of Christmas. La aclaraciĆ³n (Un villancico navideƱo. En prosa) subraya que la tradiciĆ³n del canto navideƱo se desbordĆ³ a la prosa narrativa.
ResultĆ³ un bestseller con numerosas reimpresiones y lecturas pĆŗblicas del autor en los meses siguientes. Edward Chapman, el editor, decidiĆ³ renovar ese Ć©xito anualmente, presionando a Dickens para que escribiera un cuento de Navidad cada aƱo. Lo hizo cinco veces y luego quince mĆ”s en revistas, con textos mĆ”s breves. HabĆa nacido un gĆ©nero: el cuento navideƱo.
En 1940, prisionero en un campo de concentraciĆ³n nazi, Jean-Paul Sartre escribiĆ³ y escenificĆ³ Bariona, le fils du tonnerre (BarionĆ”, el hijo del trueno, Madrid: Libros Libres, 2022). Es una pastorela navideƱa, que hizo llorar a sus compaƱeros de prisiĆ³n.
No es exagerado decir que Chapman fue el creador del gƩnero literario que celebra la Navidad.
Ignacio Manuel Altamirano admiraba a Dickens. Dijo que A Christmas carol āes el cuento mĆ”s bello y conmovedor que hemos leĆdoā (āCarlos Dickens. Su carĆ”cter, sus obrasā, semanario El Renacimiento, ediciĆ³n facsimilar de Huberto Batis, unam, 1979, pp. 66-68).
Altamirano soĆ±Ć³ con algo semejante para MĆ©xico. Pero no lo hacĆa. Afortunadamente, hablĆ³ de su proyecto con Francisco Sosa, su amigo y editor, que prĆ”cticamente lo obligĆ³ a que dejara todo y se pusiera a escribirlo. Altamirano escribiĆ³ La Navidad en las montaƱas para el Ćlbum de Navidad de 1871 que Sosa publicĆ³.
En su juventud, Altamirano habĆa sido un comecuras feroz. ApoyĆ³ la expulsiĆ³n del paĆs de algunos obispos (con reservas: āHubiera sido mejor colgarlosā). TomĆ³ las armas contra los conservadores y la IntervenciĆ³n francesa.
Pero, ante la desgracia de la guerra civil, reconsiderĆ³ su posiciĆ³n. Aunque era pobre, no buscĆ³ un puesto en el gobierno del liberalismo triunfante. UsĆ³ los haberes que recibiĆ³ del ejĆ©rcito para iniciar una revista de reconciliaciĆ³n nacional: El Renacimiento. Donde mostrĆ³ el espĆritu conciliador que proponĆa, publicando, por ejemplo, poemas de Ignacio Montes de Oca (obispo).
La Navidad en las montaƱas, cuyos personajes principales son un capitĆ”n liberal y un sacerdote ejemplar, fue catĆ”rtica para Ć©l y sus lectores. La recepciĆ³n fue extraordinaria. HabĆa escrito el villancico que MĆ©xico necesitaba, despuĆ©s de la guerra civil: Paz a los hombres de buena voluntad, sean liberales o conservadores, sacerdotes o laicos, catĆ³licos o masones.
Los Ɣlbumes de Navidad que publicaba Francisco Sosa fueron una forma de periodismo cultural, como los almanaques y anuarios, antes de que proliferaran las revistas.
Francisco Sosa Escalante (1848-1925) fue poeta, biĆ³grafo, periodista y editor. Presionando a Altamirano para que no dejara en proyecto su villancico navideƱo en prosa fue el Chapman mexicano. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.