El intelectual como navaja suiza

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José Emilio Burucúa

Enciclopedia B-S

Cáceres, Editorial Periférica, 2019, 673 pp.

José Emilio Burucúa y Nicolás Kwiatkowski

Historia natural y mítica de los elefantes

Buenos Aires, Editorial Ampersand, 2019, 312 pp.

Dos libros de José Emilio Burucúa aparecieron el pasado otoño en el mercado editorial español. Son tan distintos entre sí que podrían haber sido escritos por heterónimos del propio autor, pero este carácter tan diferente no hace sino mostrar la versatilidad de Burucúa como escritor y como intelectual. En Argentina, su país natal, es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, ha recibido cuatro premios Konex y ha sido profesor de la Universidad de Buenos Aires. Su faceta más conocida es la de historiador del arte y de las ideas, y desde ese enfoque nos presenta la Historia natural y mítica de los elefantes, publicada por Ampersand, editorial especializada en humanidades, historia del libro y teoría de la moda. El estudio, escrito a dúo con el historiador Nicolás Kwiatkowski, es, aparte de una rareza, un objeto bellísimo sobre cuyos anchos márgenes dan ganas de hacer anotaciones constantes. Su cubierta en relieve imita la piel de los elefantes y en el interior descubrimos que el texto está impreso a dos tintas, una gris y otra negra. Los fragmentos en tono grisáceo son las partes “dedicadas a los niños que están por salir de su infancia y a los adolescentes curiosos”, en palabras de los propios autores, que han optado por este ingenioso modo de establecer diferencias entre las secciones dedicadas principalmente a la divulgación y las más filosóficas y metodológicas del texto. Gracias a esta operación reparamos con mayor atención todavía, si cabe, en la erudición con la que sus autores han abordado el ensayo. Como en un gabinete de curiosidades –pero en este caso excelentemente ordenado y clasificado– en el libro encontramos buenas dosis de historia natural, así como de historia del arte, filosofía y hermenéutica.

El libro es una verdadera aventura literaria y humanística. Ya en las palabras preliminares se aprende que la voz dedicada al elefante es la más extensa del Tesoro de la lengua castellana de Covarrubias, aparecido en 1611: ocupa once páginas, a diferencia de lo que ocurre en el Vocabolario, el primer diccionario de la lengua italiana publicado en Florencia por la Accademia della Crusca un año más tarde, que le dedica solamente una columna y media. Como si estuviésemos ante el inicio de una novela, este dato nos crea un fuerte deseo de comprender por qué ya entonces existía esta pasión por los paquidermos en Europa. Pero los autores no han querido limitarse a la imaginación occidental y también han dedicado gran parte de cada capítulo a los vínculos de las culturas de Asia y África con este animal que, de hecho, procede de estos continentes. Así, tras los siete capítulos organizados cronológicamente en los que se divide el ensayo, hay un apéndice dedicado a la historia de los elefantes en la India en el que se analiza su presencia en la literatura e iconografía del país asiático.

El otro libro de José Emilio Burucúa publicado el pasado otoño, la Enciclopedia B-S, es una biografía de sus antepasados escrita como “experimento de historiografía satírica”, en sus propias palabras. Él mismo declara en una entrevista que la idea le surgió al heredar las memorias de su antepasado Raúl S, inmigrante rumano judío, que después de residir en Israel, Canadá y Francia se instaló definitivamente en la Argentina. Burucúa se comprometió a publicarlas, pero al ver que estaban escritas de modo enrevesado y confuso, decidió abordar su edición elaborando un diccionario enciclopédico con las biografías de sus protagonistas, pues las historias y personajes eran tantos que un relato tradicional no le parecía la mejor solución.

El segundo tomo, dedicado a su familia materna, ya lo publicó en 2011 la editorial Periférica, que se encarga ahora de publicar el primero junto al anterior en un mismo volumen. Obviamente, solo quien domina la historiografía puede parodiarla, y aquí Burucúa, camuflado entre los supuestos autores –una “sociedad de gentes de historia”– nos narra con humor y rigor historias de la vida privada de sus antepasados por parte de padre y madre: los Burucúa y los Schreider. A través de ellos nos relata tanto los avatares políticos de la Argentina del siglo XX  como su intrahistoria, centrándose en esa Buenos Aires a la que llegaban barcos procedentes de toda Europa. No se olvida Burucúa de la diáspora judía entre las dos guerras mundiales, encarnada en su familia materna, los Schreider. No esperemos sentimentalidad en este libro, que es ante todo un intento entusiasta de preservar la memoria de un país, de una ciudad y de unos genes. A una empresa tan ambiciosa le sienta estupendamente el humor refinado que ejerce Burucúa y su elección de practicar la microhistoria, siguiendo de algún modo la estela de Carlo Ginzburg y dotando así al relato de algunos excursus como el de la presencia del tifus exantemático y la leishmaniasis en América, y sobre todo, de un gran repertorio de hechos “subhistóricos” cercanos a lo que consideraríamos un delicioso cotilleo (“En la centenaria historia de los B que se conoce, el eros y el sexo fueron impulsos irreprimibles de sus varones, que les otorgaron ora fortaleza y deseos de devorarse alegremente el mundo, ora desasosiego y desenfreno”).

Estos dos libros, extensos y ambiciosos, llegan a nosotros en una época en la que se nos advierte de los males que provocan las pantallas en nuestros cerebros. Ojalá que no los hayan dañado tanto como para que no podamos abordar la lectura de estos dos monumentos que celebran la inteligencia y la buena escritura. ~

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