En los años treinta, el aviador Herbert Cukurs era considerado el âCharles Lindbergh letĂłnâ. LuchĂł en la guerra de independencia de Letonia, llegĂł a ser capitĂĄn en las nuevas fuerzas aĂ©reas del paĂs, volĂł en solitario a Hong Kong, ShanghĂĄi, Gambia, JerusalĂ©n⊠âLa carrera aeronĂĄutica de Cukurs habĂa florecido junto con el efĂmero intento de autodeterminaciĂłn de la naciĂłn: cuanto mĂĄs alto y mĂĄs lejos volara Cukurs, mĂĄs alto y mĂĄs lejos llegarĂa Letoniaâ, escribe Linda Kinstler en Ven a este tribunal y llora. CĂłmo acaba el Holocausto, que ha publicado recientemente la editorial Gatopardo.
El paĂs bĂĄltico no pudo volar libre por mucho tiempo. En 1918 consiguiĂł independizarse del Imperio ruso, pero su independencia durĂł solo dos dĂ©cadas. En el verano de 1940, cumpliendo con el pacto de no agresiĂłn germano-soviĂ©tico (el cĂ©lebre Molotov-Ribbentrop), en el que ambas potencias se repartĂan Europa oriental, la URSS invadiĂł Letonia. RĂĄpidamente comenzĂł una purga de nacionalistas letones: miles fueron deportados a Siberia. Un año despuĂ©s, la Alemania nazi ocupĂł el paĂs. Cukurs, que durante la dĂ©cada anterior habĂa coqueteado con el ultranacionalismo letĂłn, se uniĂł entonces al Comando Arajs, una unidad de la policĂa auxiliar letona que colaborĂł con los nazis en tareas de exterminio. Tras la guerra, escapĂł a Brasil. En 1965, el Mossad, el servicio de inteligencia israelĂ, lo matĂł a las afueras de Montevideo.
Linda Kinstler comienza su libro, que es una memoria familiar pero tambiĂ©n un thriller judicial que recuerda a las obras de Philippe Sands, contando la trama de otro libro, una novela negra barata de un autor letĂłn que recrea el asesinato de Cukurs. En esa novela, no lo asesina el Mossad sino Boris Kinstler, el abuelo de Linda. Es una hipĂłtesis sin muchas pruebas (y, al fin y al cabo, es una novela), pero el personaje de Boris da pie a muchas fantasĂas: como Cukurs, tambiĂ©n colaborĂł con los nazis en el Comando Arajs, pero tras la guerra se convirtiĂł en un espĂa de la kgb. Es posible, incluso, que ya trabajara para los soviĂ©ticos mientras colaboraba con los nazis.
En 1949, segĂșn la versiĂłn oficial soviĂ©tica (en esta historia hay innumerables versiones contradictorias, señuelos, teorĂas de la conspiraciĂłn), Kinstler se marchĂł de Riga en viaje de negocios y no volviĂł. Unas semanas despuĂ©s, las autoridades de la Letonia soviĂ©tica le comunicaron a su mujer su suicidio. Nadie se creyĂł esa historia: ese mismo año el gobierno soviĂ©tico del paĂs deportĂł a Siberia a 30.000 letones.
Linda Kinstler explora las historias paralelas de Herbert Cukurs y de su abuelo Boris Kinstler. Su enfoque no es exclusivamente histĂłrico o periodĂstico. La autora, que colabora en The Economist y estĂĄ haciendo un doctorado sobre âla genealogĂa legal del olvidoâ en la Universidad de Berkeley, hace reflexiones sociolĂłgicas y psicolĂłgicas sobre la memoria, aborda su politizaciĂłn en lo que considera el âboom de la memoriaâ tras la desapariciĂłn de la URSS, y explora las limitaciones legales de los juicios a nazis dĂ©cadas despuĂ©s. A veces la discrepancia entre la verdad judicial (que requiere una fuerza probatoria muy grande) y la verdad histĂłrica es frustrante. Por ejemplo, Kinstler estudia de cerca, e incluso participa como algo mĂĄs que observadora en la reapertura del juicio a Cukurs, un extraño procedimiento judicial en el que se intentĂł juzgar al aviador letĂłn por colaboracionismo con los nazis dĂ©cadas despuĂ©s de su fallecimiento.
Desde su independencia de la URSS en 1991, Letonia ha vivido un fenĂłmeno revisionista que ha intentado redimir a figuras de su pasado como Cukurs: se han escrito novelas Ă©picas y ensayos e incluso un musical sobre sus hazañas, en las que se pasa de puntillas por su colaboracionismo nazi. Varias asociaciones judĂas presionaron para que Cukurs fuera juzgado post mortem. El caso se abriĂł y cerrĂł varias veces: el juez necesitaba unas pruebas que la acusaciĂłn era incapaz de ofrecer ochenta años despuĂ©s y sin apenas testigos vivos. El debate sobre lo que el juez consideraba pruebas vĂĄlidas es interesante. Su participaciĂłn en los escuadrones de la muerte de Arajs deberĂa ser suficiente: estĂĄ claro que no estuvo con las ss de vacaciones en los bosques letones. PerteneciĂł a una âestructura criminalâ y hay varios testimonios de supervivientes que afirman que tiene las manos manchadas de sangre. Pero no existen documentos que lo acrediten, como sĂ habĂa en el caso de Eichmann.
La historia del abuelo de la autora es aĂșn mĂĄs frustrante. No encuentra casi nada sobre Ă©l. Ni siquiera sabe quiĂ©n era realmente, si ese era su verdadero nombre, si fue siempre un espĂa con una doble vida. Al problema enorme de esclarecer hechos de una guerra que ocurriĂł hace mĂĄs de ochenta años se añade la cuestiĂłn del espionaje: Boris Kinstler supo hacer bien su trabajo.
El libro documenta dos fracasos y, sin embargo, no es una obra resignada o melancĂłlica: la autora investiga hasta el final, y en el camino de bĂșsqueda encuentra muchas cosas interesantes. Su fracaso es muy ilustrativo. Es un caso prĂĄctico de las diferencias entre historia y derecho, es una breve historia de los juicios a lĂderes nazis, es un alegato en defensa de quienes insisten en esclarecer la verdad cuando todo estĂĄ en su contra y cuando parece algo en vano: desde abogados o investigadores que dĂ©cadas despuĂ©s intentan todavĂa construir una querella hasta supervivientes que pelean para que no se olviden ni mancillen sus testimonios. Los intentos de juzgar a Cukurs dĂ©cadas despuĂ©s de su muerte no son Ășnicamente por razones simbĂłlicas; hay tambiĂ©n un intento por frenar su rehabilitaciĂłn y restituciĂłn en la Letonia contemporĂĄnea.
Al contrario que otras obras similares, Ven a este tribunal y llora no cae en un presentismo oportunista, que conecta la historia con las polĂ©micas presentes (algo que, por ejemplo, hace GĂ©raldine Schwarz en Los amnĂ©sicos): si la historia del libro llega hasta la actualidad es porque el proceso para esclarecer lo que ocurriĂł todavĂa no ha terminado. Si es presentista, es para criticar el presentismo y el revisionismo del nuevo nacionalismo letĂłn, obsesionado con su soberanĂa amenazada y orgulloso de sus (cuestionables) hĂ©roes nacionales.
Ven a este tribunal y llora es tambiĂ©n un libro que me resulta familiar. Mi abuelo formĂł parte de un escuadrĂłn de la muerte en Letonia en 1944, bajo las Ăłrdenes del lĂder de las ss Friedrich Jeckeln. Jeckeln aparece en varias ocasiones en el libro. Es posible que mi abuelo coincidiera con el Comando Arajs, con Herbet Cukurs y Boris Kinstler. No he encontrado pruebas fehacientes de los crĂmenes de mi abuelo. Lo que sĂ© de su participaciĂłn es mucho menos de lo que se sabe que hizo Herbert Cukurs. En un juicio post mortem, quedarĂa absuelto por falta de pruebas. Y sin embargo tengo clara su culpabilidad, como tienen clara la culpabilidad de Cukurs quienes pelean hoy por juzgarlo dĂ©cadas despuĂ©s de su muerte. ~
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciĂłn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemĂĄn' (Libros del Asteroide, 2023).