Como hombre de letras que ha querido servir a la cultura de Mรฉxico, me siento profundamente honrado por recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara. Honrado, en primer lugar, porque la instituciรณn acadรฉmica que lo otorga es una de las mรกs nobles y antiguas, pero tambiรฉn de las mรกs dinรกmicas y creativas de nuestro paรญs. Honrado, asimismo, por recibirlo en este santuario de Mรฉxico que es el Paraninfo donde Josรฉ Clemente Orozco, cuya vida y obra refleja el frenesรญ de la Revoluciรณn mexicana, transformรณ ese mismo frenesรญ en la lรบcida ira de los frescos que nos contemplan. Y honrado, finalmente, porque recibo la alta distinciรณn en Guadalajara que, en mรกs de un sentido, es la capital cultural de Mรฉxico.
โMรฉxico es doscientos Mรฉxicosโ, decรญa mi maestro Luis Gonzรกlez y Gonzรกlez, padre fundador de la microhistoria mexicana. Entre esos Mรฉxicos quizรก ninguno supera en densidad cultural a Jalisco. Pintores, poetas, novelistas, editores, cuentistas, filรณlogos, filรณsofos, arquitectos, historiadores, bibliรณfilos, la lista es interminable. Jalisco merece que se difunda ampliamente el inmenso aporte de su cultura al crisol mexicano. Por fortuna, mi colega y amigo Josรฉ Marรญa Muriรก ha dirigido la magna Historia de Jalisco en seis tomos que es la base para una futura labor de difusiรณn.
En un ensayo que escribรญ sobre Juan Soriano โjalisciense eminenteโ hice alusiรณn a su faceta de retratista, sobre la cual confesรณ alguna vez: โLos pintรฉ a todos. Retratarlos era conocerlos y conocerlos era conocerme a mรญ mismo, descubrir el mundo al que yo querรญa pertenecer.โ Es verdad, los pintรณ a todos y a todas. Pero esa bรบsqueda era a su vez un viaje de ida y vuelta en el que, como un espejo, el retratista podrรญa encontrarse a sรญ mismo. Algo similar le ocurre al biรณgrafo, retratista de la prosa. Al contemplar la galerรญa de personajes jaliscienses, quisiera tener siete vidas para escribir las biografรญas de todos y todas. Pero debo conformarme con dibujar siete retratos de jaliscienses que han pasado por las aulas de esta Universidad de Guadalajara en sus tres etapas histรณricas. Son rapidรญsimos esbozos a lรกpiz. Sobre la mayorรญa he escrito algรบn pasaje, una reflexiรณn, algรบn ensayo. No los he elegido al azar. Los he elegido porque encarnan valores a los que he procurado servir en mi trabajo de historiador, ensayista y editor.
El primer personaje es Valentรญn Gรณmez Farรญas (1781-1858). Nacido en Guadalajara, se graduรณ en medicina por la misma Real y Pontificia Universidad de Guadalajara en 1807, donde fue profesor. En 1833, asesorado por Josรฉ Marรญa Luis Mora, Gรณmez Farรญas introdujo, por primera vez, un conjunto de reformas contra los privilegios corporativos โeconรณmicos, jurรญdicos, polรญticos, educativosโ de la Iglesia: libertad absoluta de opiniones, supresiรณn de instituciones monรกsticas y de todas las leyes que conferรญan al clero conocimiento de negocios civiles, supresiรณn de la coacciรณn civil en el pago de diezmos, fin al monopolio educativo clerical, etcรฉtera. Esas reformas, como se sabe, tuvieron que esperar el advenimiento de las Leyes de Reforma para plasmarse en la Constituciรณn de 1857 y hacerse efectivas. Gรณmez Farรญas tuvo un desempeรฑo digno y valiente por la presidencia de Mรฉxico durante los meses mรกs รกlgidos de la invasiรณn estadounidense. Su enfrentamiento con la Iglesia (cuyo aporte econรณmico para la guerra le parecรญa imprescindible) provocรณ la famosa rebeliรณn de los Polkos y le valiรณ el injusto mote de โGรณmez Furiasโ. No obstante, Gรณmez Farรญas (como todos los liberales, con la sola excepciรณn de Ignacio Ramรญrez y acaso de Melchor Ocampo) creรญa en la compatibilidad del liberalismo y el cristianismo. Por eso, como decano del liberalismo mexicano, fue elegido para presidir la jura de la Constituciรณn de 1857. Y aunque lo hizo ante un crucifijo, en aquel tiempo de polarizaciรณn e intolerancia, su cristianismo liberal, su liberalismo cristiano, no fue entendido. Gรณmez Farรญas muriรณ sin derecho a la extremaunciรณn y fue enterrado en el jardรญn de su casa de Mixcoac, frente a la parroquia de Guadalupe, vecina a la que aรฑos mรกs tarde habitarรญa Ireneo Paz con su familia y su nieto Octavio. Hoy, como se sabe, la casa de don Valentรญn aloja โjusticia poรฉticaโ al Instituto Mora, que en su misiรณn hermana a aquellos padres cristianos del liberalismo mexicano.
Durante el siguiente perรญodo histรณrico de la Universidad de Guadalajara, pasรณ por sus aulas Mariano Otero (1817-1850), jurista y sociรณlogo cuyo bicentenario celebramos recientemente. Nacido en Guadalajara, recibiรณ el tรญtulo de bachiller en derecho civil por la Universidad de Guadalajara en 1835. De joven escribiรณ biografรญas sobre presbรญteros jaliscienses que fueron su ejemplo. En el aรฑo de 1847 se colocรณ en las antรญpodas de Gรณmez Farรญas. Liberal moderado, se opuso a la exigencia econรณmica del gobierno a la Iglesia y simpatizรณ โcomo su amigo Guillermo Prietoโ con la revuelta de los Polkos. Ese acto y sus intervenciones en el Congreso no respondรญan a un capricho. Otero sentรญa que la Iglesia representaba un baluarte de identidad y tradiciรณn que debรญa respetarse. No negaba la necesidad de acotar la presencia del clero en la vida econรณmica, polรญtica y social del paรญs, pero defendรญa el lugar histรณrico y moral de la fe cristiana. En cualquier caso, al sobrevenir la derrota, Otero (ya cรฉlebre por sus aportes a las garantรญas individuales y el conocimiento social del paรญs) se opuso a la firma del inminente Tratado de Guadalupe, que consideraba apresurado e indigno. Muerto prematuramente a los 33 aรฑos, el aporte mayor de Otero fue vincular, con un espรญritu de moderaciรณn, la libertad individual con el amor a la tradiciรณn. Fue el precursor de un patriotismo abierto y generoso, no de un nacionalismo vano y violento. De haber sobrevivido, acaso Mรฉxico habrรญa tenido una Reforma menos dolorosa, mรกs tolerante que la que finalmente ocurriรณ.
El tercer personaje fue Josรฉ Marรญa Vigil (1829-1909). Nacido en Guadalajara, estudiรณ leyes en esta universidad. Aunque no concluyรณ su ciclo por dedicarse al periodismo, es, sin la menor duda, uno de los jaliscienses mรกs eminentes pero tambiรฉn, por desgracia, mรกs olvidados. Admirable editor, polemista, ensayista, periodista, bibliรณfilo, historiador y crรญtico literario (ademรกs de diputado y magistrado), fue el principal defensor del liberalismo original de la Reforma, frente a la ortodoxia positivista de la joven generaciรณn intelectual encabezada por Justo Sierra. Como explica Charles Hale, la cรฉlebre polรฉmica de Vigil con los jรณvenes positivistas partiรณ del รกmbito de la polรญtica constitucional y derivรณ hacia otras esferas: la filosofรญa de la educaciรณn superior โsus escuelas y sus libros de textoโ, la polรญtica econรณmica y de colonizaciรณn, el destino de los indios, las nociones de atraso y de progreso y, en general, el concepto mismo de la vida en sociedad. โPositivismo y liberalismo โdecรญa Vigilโ son tรฉrminos que se contraponen.โ Para Vigil, el positivismo conducรญa al escepticismo, el materialismo, el egoรญsmo, el despotismo y, seรฑaladamente, al ateรญsmo. Vigil es el autor del tomo v de Mรฉxico a travรฉs de los siglos, dedicado justamente a la Guerra de Reforma. Su acercamiento a ese perรญodo eje de la historia mexicana es ponderado, informado, objetivo. Entre lรญneas se insinรบa el liberal moderado (no jacobino) que lamenta la obstinaciรณn de la Iglesia en tiempos de Pรญo IX, empeรฑada en impedir en Mรฉxico una reforma pausada y concertada, que en muchos paรญses de Europa era un hecho consumado. Muriรณ en la vรญspera de la Revoluciรณn, cuando la idea liberal (que creรญa muerta tras el fin de su diario, El Monitor Republicano, a fines del siglo XIX) renacรญa con Francisco I. Madero.
Ningรบn recuento de personajes ilustres que estudiaron en la Universidad de Guadalajara puede prescindir del gran constituyente de 1857 y gobernador de Jalisco Ignacio L. Vallarta (1830-1893). Nacido en esta capital, se titulรณ de abogado en 1854. En su juventud, escribiรณ sobre los Pensamientos de Blaise Pascal y el Libro de Job, obras que reflejan, segรบn Antonio Gรณmez Robledo, โla mentalidad trรกgica del cristiano de aquella รฉpocaโ. Antes de su recepciรณn profesional en 1855, se desempeรฑรณ como defensor de pobres y presos. En su Borrador de la Disertaciรณn presentada en la cรกtedra de derecho civil en 1850, sostuvo un concepto eminentemente cristiano del matrimonio y la familia, que aรฑos mรกs tarde, perseguido junto a Juรกrez durante la Intervenciรณn Francesa, reafirmรณ en una carta a su esposa: โSumido en mi dolor, pedรญ a Dios fervientemente que bendijera aquel buque que llevรณ mi tesoro: quiera el cielo bendecir nuestra familia y poner un hasta aquรญ a nuestras desgraciasโ (9 de enero de 1865). Hoy quiero recordarlo tambiรฉn por su papel como ministro de Relaciones en el primer perรญodo de Porfirio Dรญaz. Estados Unidos condicionรณ el reconocimiento del nuevo gobierno a la soluciรณn de viejas querellas pendientes. Dรญaz y Vallarta se enfrascaron en un duelo de sagacidad diplomรกtica con el vecino, del cual no solo obtuvieron el reconocimiento sino una victoria total. Otro momento estelar de Vallarta โademรกs de sus aportes al juicio de amparo y sus memorables votos particularesโ fue la modificaciรณn del sistema de sustituciรณn del presidente de la repรบblica. Se preveรญa que el sucesor fuera el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Naciรณn. Como su presidente (pudiendo haber sido รฉl mismo beneficiario de esa norma), Vallarta se opuso a โurdir intrigas para suplantar al presidente de la repรบblicaโ. Convenรญa instaurar una vicepresidencia para librar al poder judicial de las ambiciones polรญticas y consagrarlo por entero a velar por la constitucionalidad y las garantรญas individuales. Por lo que hace a su fe, segรบn Gรณmez Robledo, Vallarta era un liberal de misa diaria.
Mi quinto personaje es muy distinto. Se trata de Agustรญn Rivera y Sanromรกn (1824-1916). Nacido en Lagos de Moreno, fue abogado por la Universidad de Guadalajara donde se titulรณ en 1848 (mismo aรฑo en que se ordenรณ sacerdote). Excรฉntrico y heterodoxo, escribiรณ una obra voluminosa (Principios crรญticos sobre el virreinato de la Nueva Espaรฑa y sobre la revoluciรณn de Independencia) en la que criticaba por igual la Historia de Alamรกn y โlas exageraciones y falsedades del padre Las Casasโ. Su momento de gloria (y condena) llegรณ el 6 de octubre de 1910 cuando, por invitaciรณn de Justo Sierra, fue el orador de โla Apoteosis de los hรฉroesโ: โEra necesario que fuera sellada con la sangre de Hidalgo la gran verdad, el grande adelanto de la civilizaciรณn con la Independencia de Mรฉxico.โ El sacerdote de la Iglesia rendรญa asรญ su tributo a la patria liberal. El padre Rivera muriรณ sin retractarse del discurso de 1910, como las autoridades eclesiรกsticas se lo pedรญan. Representaba la reconciliaciรณn de los pasados de Mรฉxico.
Continรบa mi elenco Antonio Gรณmez Robledo (1908-1994). Nacido en Guadalajara, en 1930 obtuvo su licenciatura en derecho en la tercera รฉpoca, la actual, de la Universidad de Guadalajara. Fue โcon plenitudโ filรณsofo, jurista, diplomรกtico, profesor, historiador, ensayista y traductor. Su cultura abarcaba el mundo clรกsico, la escolรกstica y el Renacimiento. Lo conocรญ fugazmente. Tenรญa el cabello blanco, la mirada irรณnica y adusta, una evidente gravedad intelectual. Don Antonio representa el cenit del pensamiento catรณlico mexicano del siglo XX, pero su catolicismo no era doctrinario sino abierto al mundo clรกsico y a la libertad. Habรญa sido amigo de Anacleto Gonzรกlez Flores, tras cuyo asesinato corriรณ riesgos de vida y tuvo que huir a la capital. Aรฑos mรกs tarde escribiรณ una biografรญa de aquel lรญder notable. Fue amigo tambiรฉn de Efraรญn Gonzรกlez Luna, cofundador del pan, y del padre Octaviano Valdรฉs. Su inspiraciรณn cristiana es la fuente de su obra sobre san Agustรญn, pero en Polรญtica de Vitoria (1940) esa inspiraciรณn reivindica el mensaje especรญfico de libertad y justicia en la filosofรญa de aquel dominico fundador del derecho internacional. Esa huella de Vitoria se refleja en sus numerosas obras sobre la polรญtica exterior mexicana, desde su evocaciรณn de Vallarta hasta sus defensas de Mรฉxico ante el acoso imperial de Estados Unidos. Vale la pena releerlas en la era de barbarie que vivimos. Sus obras estรกn recogidas por El Colegio Nacional, instituciรณn de la que fue miembro.
Cierra el desfile Josรฉ Luis Martรญnez (1918-2007), nacido en Atoyac y graduado de bachiller en esta universidad en 1937. Historiador, biรณgrafo, editor, diplomรกtico, ensayista, crรญtico, bibliรณfilo, su amor por los libros naciรณ el dรญa en que, de niรฑo, visitando a su padrino en Amacueca, este le regalรณ un tomo muy antiguo de san Juan de la Cruz. Segรบn Gabriel Zaid, Josรฉ Luis fue โel curador de las letras mexicanasโ. El tรญtulo es perfecto no solo por su recuperaciรณn de nuestra literatura plasmada en sus libros, historias, biografรญas y ediciones (que abarcan desde Netzahualcรณyotl hasta el final del siglo XX), sino por su biblioteca. Su biblioteca personal fue una de sus obras magnas, quizรก la mayor, porque, a diferencia de todos los acervos โalgunos muy numerosos o apreciablesโ que se llegaron a formar en el siglo XX, la suya estaba construida, no como una agregaciรณn de obras valiosas, sino como una arquitectura editorial. No es una biblioteca de incunables โaunque contiene obras valiosรญsimas y rarasโ. Es una biblioteca de colecciones, de conjuntos que Josรฉ Luis fue integrando con infinita paciencia a lo largo de siete dรฉcadas para servir, en el mejor espรญritu de educaciรณn vasconceliano (es decir, cristiano universal), al lector interesado en la literatura, la historia y la historia literaria. ยฟCรณmo explicar semejante vocaciรณn?, me preguntรฉ en un ensayo sobre su vida. Quizรก la religiosidad especรญfica de Jalisco (celosa de su autonomรญa, arraigada en sus tradiciones) comenzรณ a transferirse en algรบn momento del siglo XIX a la vida secular, impregnando la cultura y sus vehรญculos especรญficos, los libros, de un carรกcter sacramental. No parecen explicarse de otro modo las excelentes bibliotecas particulares y las buenas librerรญas que Josรฉ Luis frecuentaba en su juventud. En este sentido, su bibliofilia fue una devociรณn y su biblioteca un santuario. En sus aรฑos postreros, se definรญa como โun cristiano frรญoโ. No lo era tanto: en un acto de buena fe, quiso bautizar la nueva sede de la Academia Mexicana de la Lengua, pero las furias jacobinas se lo impidieron. Conservรณ el librito de san Juan de la Cruz en su biblioteca.
Las siete vidas que he evocado nacieron en las aulas de la Universidad de Guadalajara. Al dibujarlas, he querido resaltar sus coincidencias: son hombres de instituciones y de leyes, escritores prolรญficos casi todos, personas de varias vocaciones orientadas al bien comรบn. Escribieron historia e hicieron historia. Amaron a su patria chica y a la patria grande, pero se abrieron a la cultura universal. Y con diversos matices y temples distintos, fueron liberales. Inspiraron parte del cuerpo constitucional e institucional que aรบn nos sostiene.
He puesto รฉnfasis en el carรกcter liberal y cristiano, especรญficamente catรณlico, de los siete personajes, porque la polรฉmica central del siglo XIX, que costรณ mucho sufrimiento, se dio entre esas corrientes profundas del alma mexicana. No eran incompatibles. Pudo haber florecido un liberalismo catรณlico. Pudo haber muchos lores Acton mexicanos. El odio y la intolerancia de ambas partes cegรณ la posibilidad que representaban esos jaliscienses, y muchos mรกs que por razones de espacio no he mencionado. En ellos resonaba un eco del humanismo cristiano de Erasmo de Rรณterdam. Un ascenso espiritual a travรฉs de los libros y el sacerdocio de la cultura.
Quiero pensar que el legado cultural y polรญtico de esos personajes sigue vigente. ยกCรณmo me gustarรญa estar a la altura de ese legado! A sabiendas de que no lo estoy, recibo con humildad y gratitud este doctorado de la Universidad de Guadalajara. ~
Versiรณn del discurso al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara el 27 de noviembre de 2017.
Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.