¿Cuándo se apreciará al hombre que enseña y no al hombre que mata?
Melchor Ocampo
El abandono de la historia
El periodo escolar 2023-2024 en México dio inicio con nuevos libros de texto gratuitos. Se imprimieron cien millones de ejemplares. Educarán, se supone, a más veinticuatro millones de alumnos de preescolar, primaria y secundaria. Son, se dice, el sustento cultural y educativo de la “Nueva Escuela Mexicana”. En realidad, son el nuevo evangelio de un proyecto político.
Elaborados con las prisas de fin de sexenio y sin suficiente revisión, pretenden reflejar los valores de la llamada Cuarta Transformación y transmitir la narrativa de su proyecto. En términos legales, igual que tantas otras acciones, el gobierno incumplió con lo indicado en la Ley General de Educación que, entre otras cosas, obliga a publicar los planes de estudio en el Diario Oficial de la Federación. Esta falta dio pie a que los gobiernos de Aguascalientes, Chihuahua y Coahuila promovieran una controversia contra su distribución ante la Suprema Corte de Justicia. Por su parte, el estado de Guanajuato repartió los libros, acompañándolos con cuadernillos de apoyo de matemáticas y español, para intentar suplir algunas de sus carencias más evidentes.
Por desgracia, las deficiencias se extienden a otras materias importantes, como la historia. Resulta extraño que un presidente dedicado a impartir cada mañana clases de historia desdeñe su enseñanza en los llamados libros de texto gratuito de primaria. “Llamados” es el adjetivo correcto, porque en realidad son otra cosa: un conjunto aleatorio, invertebrado y desordenado de entradas o fichas sobre temas diversos entre los cuales aparecen las ciencias, las artes y las humanidades.
Son seis volúmenes básicos por grado. En todos ellos hay –en mayor o menor medida, revueltos o aislados– contenidos de tipo histórico.
Nuestros saberes. Libro con una mezcla poco didáctica de temas de todos los “campos formativos” (concepto que reemplaza a las asignaturas tradicionales de Historia, Matemáticas, Español, Geografía, Educación Cívica, Ética, etcétera).
Proyectos. Tres libros de actividades orientados al aula, la escuela y la comunidad.
Múltiples lenguajes. Un volumen con lecturas de temas variados.
Un libro sin recetas. Dirigido exclusivamente al maestro.
Para los años 4º a 6º existen además una Cartografía de México y el mundo y un libro “multigrado” de historia. Este segundo se trata de una adaptación de último momento de la obra México. Grandeza y diversidad (inah, 2021) que no debe considerarse un texto escolar. De hecho, en la explicación que aparece en Un libro sin recetas, Fase 3:10, no se le incluye en la “nueva familia de libros de texto gratuitos”. Por ese motivo, no forma parte de este análisis crítico.
Como pocos países, tradiciones y culturas, México es rico en historia. Por desgracia, los libros de primaria que leerán los niños mexicanos no reflejan esa riqueza. Peor aún, la omiten. Reflejan, en esencia, un abandono de la historia. La pobreza de contenidos, los errores, las omisiones, las distorsiones y otras fallas inadmisibles constituyen un agravio a la nación que deberá ser reparado.
Adiós a la historia
Vale la pena detenerse primero en las deficiencias formales, para lo cual es útil comparar los nuevos libros con los anteriores. El análisis está basado en los libros para primaria que en ambas colecciones comienzan en 4º año y abarcan el 5º y el 6º.
mezcla indiscriminada
En los libros anteriores hay volúmenes independientes para cada materia: Historia, Geografía, Formación cívica y ética, Español, Lecturas, Atlas de México, Desafíos matemáticos, Ciencias naturales.
En los nuevos, los contenidos históricos aparecen en unas cuantas páginas desperdigadas en un único volumen titulado Nuestros saberes.
ilustración deficiente
Los libros anteriores abundan en fotografías e imágenes bien seleccionadas, tomadas de los principales acervos históricos, artísticos y documentales del país, con pies de foto adecuados y en buen tamaño. Las acompañan líneas de tiempo, mapas y esquemas.
En los nuevos las imágenes son escasas, por lo general malas, pequeñas y sin pie de foto. Históricamente imprecisas, muchas provienen de bancos gratuitos de imágenes. Se incluyen algunos mapas, pero no líneas de tiempo ni otros recursos visuales.
falta de contexto
Los libros anteriores introducen al alumno al tema en la sección “Panorama del periodo” que permite situarlo en la época y el lugar geográfico de los que se habla. Se incluyen fragmentos de documentos o lecturas, cápsulas ilustrativas, etcétera.
En los nuevos nada de eso existe.
dispersión
En los libros anteriores los temas históricos se presentan en un discurso cronológico, sin mezclarse con otras materias.
En los nuevos, los capítulos históricos aparecen entre contenidos correspondientes a otras materias con los que no tienen relación alguna y, en general, sin advertencias o justificaciones sobre los cambios temáticos. La lectura resulta caótica.
Por ejemplo, en 4º grado el capítulo histórico se encuentra entre “Tipos de eclipses lunares” y “Eco- sistemas, desastres y ayuda solidaria”. En 5º aparece entre “Movimientos de la población” y “Conflicto y cultura de paz”. En 6º entre “Biodiversidad, buen vivir y cuidado de los bienes naturales” y “Discriminación, violencias y diversidades”.
6% de historia
El libro anterior de Historia de 4º año tiene 192 páginas (152, si se descuentan las páginas de actividades, portadillas, índices y bibliografía) y abarca desde la llegada del hombre a América hasta la consumación de la Independencia. El nuevo incluye solo diez páginas de historia y aborda únicamente de la época de las exploraciones al virreinato, sin tocar el México prehispánico.
El libro de Historia de 5º año anterior tiene 192 páginas (150, aplicando los mismos criterios) y va del México independiente hasta el año 2020. El nuevo solo tiene siete páginas de temas históricos y va de la Independencia al triunfo de la República, omitiendo de manera inadmisible la Guerra de Reforma y la República Restaurada.
El libro anterior de Historia de 6º año tiene 136 páginas (105, si se toman los parámetros señalados) y está dedicado a la historia universal. El libro nuevo habla del porfiriato, la Revolución y la posrevolución en solo siete páginas. Y, por supuesto, no trata la historia universal.
AMLO proclama que “la Historia es la maestra de la vida”. Los niños mexicanos nunca la conocerán.
Cero en Historia
En su conferencia del 24 de agosto de 2023, el presidente afirmó que había leído los libros de texto de historia y había encontrado “pocos errores”. Pero la realidad tiene otros datos. A continuación, se ofrece una muestra de errores y omisiones tomada únicamente de los contenidos históricos ubicados en los volúmenes llamados Nuestros saberes (NS), que constituyen el texto principal en todos los grados. Se incluye también la revisión de los libros de Proyectos escolares (PE), comunitarios (PC) y del aula (PA) de 3º a 6º año.
errores
- Contra lo que se afirma en el volumen, Enrique el Navegante no fue rey de Portugal (NS4:146).
- Colón no propuso su viaje a los Reyes Católicos en 1492, sino en 1486 (NS4:147).
- El explorador Francisco Hernández de Córdoba no murió en batalla contra los indígenas, sino dos semanas después de su regreso a Cuba (NS4:147).
- El arzobispo Aguiar y Seijas no fue un hombre “del siglo XV”, sino del XVII (PE6:210).
- El mapa de las campañas de la Guerra de Independencia fecha incorrectamente la Batalla del Monte de las Cruces en 1811 y la del Puente de Calderón en 1810 (NS5:177).
- Hidalgo no llegó a Guanajuato el 28 de noviembre de 1810, sino dos meses antes (PA5:223).
- La expulsión de los españoles no fue consecuencia del intento de reconquista de 1829, pues los decretos de expulsión son anteriores a dicho intento (NS5:179).
- Al presidente Anastasio Bustamante no lo sucedió Manuel Gómez Pedraza en 1832, sino Melchor Múzquiz (NS5:179).
- El mapa de la guerra contra Estados Unidos ubica la Batalla de Palo Alto, Texas, en Palo Alto, California (NS5:180).
- López de Santa Anna no había ocupado la presidencia por veintitrés años en 1854, pues llegó al poder en 1833 (NS5:181).
- La fecha de nacimiento de Juárez aparece, dos veces, como 18 de marzo (NS3:18-19).
- Hay inconsistencias al indicar el año en que dio inicio el porfiriato: en un libro se afirma que fue en 1876 (PE6:244) y en otro en 1877 (NS6:155).
- Se menciona entre las mujeres “que destacaron por sus iniciativas revolucionarias” a la actriz Virginia Fábregas (que huyó de la Revolución en 1911) y a la profesora Dolores Correa Zapata (feminista prerrevolucionaria que dedicó sus libros a Carmelita, la esposa de Porfirio Díaz) (PE6:248).
- La expropiación petrolera no fue “la apropiación legal del petróleo que explotaban y controlaban diecisiete compañías extranjeras”, sino la nacionalización de los bienes de tales compañías (NS6:158).
- Se afirma que quinientos estudiantes murieron en la matanza del 2 de octubre de 1968, una cifra muy superior a la cantidad admitida de entre 150 y trescientos (NS5:166).
- Se acepta como fuente “la voz popular” para asegurar que en 1968 se arrojaron estudiantes muertos al golfo de México desde un avión militar (NS5:166)
Omisiones
- No se habla de las culturas del México prehispánico en el texto central (NS4); solo hay alusiones puntuales y aisladas en el libro de proyectos (como el juego de pelota en PA5:316) y el de Múltiples lenguajes, es decir, lecturas (Calakmul, ML4:200).
- No hay mapas que ayuden a entender el espacio geográfico de las exploraciones de los siglos XV y XVI y de la Conquista (NS4:146-150).
- Se omite matizar que el tributo y el servicio personal de los tiempos coloniales (muy criticado en el texto) tuvo su origen en la sociedad prehispánica (NS4:151 y NS5:176).
- En el virreinato no se aborda la evangelización, las órdenes religiosas, el arte, la arquitectura, la recuperación de la memoria indígena por parte de los frailes, el Colegio de Tlatelolco, la Universidad, la fundación de ciudades, las escuelas, entre muchos otros temas (NS4:150-155).
- En el virreinato únicamente se menciona la literatura (sor Juana, Sigüenza, Alarcón) en el recuadro dirigido a padres y maestros (NS4:154).
- No hay ninguna aproximación al importante papel de la Iglesia en la sociedad novohispana (NS4:150-155, NS5:176).
- El texto central excluye a Miguel Domínguez y a la Corregidora como protagonistas de la Conspiración de Querétaro (NS5:176; solo se habla de ellos en una actividad en PA5:222).
- El mapa de las campañas de la Guerra de Independencia no tiene pie ni referencia alguna que lo explique. Menciona la conspiración de Valladolid, la campaña de Mina, el abrazo de Acatempan, la Constitución de Apatzingán, asuntos todos que no aparecen en el texto (NS5:177).
- Se hace mención, pero sin explicarlas, de las leyes Lerdo, Iglesias y Juárez (NS5:181).
- La Guerra de Reforma y la República Restaurada se omiten por completo (NS5:181).
- Quedan ausentes la cultura y sus exponentes en el siglo XIX: Melchor Ocampo, Lucas Alamán, Justo Sierra.
- El libro ofrece una lista de caudillos revolucionarios sin dar ningún detalle de quiénes fueron. Solo se hace referencia a la intervención de Madero (NS6:156).
- No hay tratamiento del México institucional, por ejemplo la fundación de la Universidad Nacional, el Banco de México, el Instituto Mexicano del Seguro Social.
- Tampoco se aprecia ningún acercamiento a la industrialización de México a partir de la década de 1940 ni al aporte de la iniciativa privada (a la que únicamente se hace mención para criticar “saqueo” y “devastación”, PC6:209).
- Salvo por el muralismo (PA6:242), no hay espacio para la cultura, las artes, las ciencias y las humanidades después de la Revolución. Por ningún lado aparecen Alfonso Reyes o Antonio Caso.
- Se presenta al movimiento de 1968 sin antecedentes ni explicaciones, volviéndolo incomprensible (NS5:165-166).
Torcer la historia
Los nuevos libros de texto gratuito distorsionan la historia: la vuelven esclava del poder cargado de ideología y, al mismo tiempo, la vacían de sustancia específica. La convierten en mensaje, moralina, eslogan. Un ejemplo: al abordar la solidaridad de los mexicanos tras los sismos de 1985 se afirma: “el modelo económico centrado en el consumo individual intenta convencer [de] que el bienestar común es una pérdida de tiempo y que lo importante es poseer la mayor cantidad de productos, olvidando los valores solidarios de los pueblos y ancestros” (el tema es idéntico en dos grados, NS5:142-143 y NS6:138-139, evidencia de la falta de un programa que guíe los contenidos). Cabe preguntar lo obvio: ¿en qué sentido el “modelo económico” incidió en una desgracia natural? Otros extremos de la ideologización: establecer el límite de la “guerra sucia” hasta 2016 (NS6:169), pedir al alumno que “resalte […] la educación socialista” en el sexenio de Cárdenas (NS6:161). En ese mismo sentido apunta el uso machacante de expresiones mantra del régimen como la del “racismo y clasismo” (PA5:218-235).
El mínimo espacio concedido a la historia favorece un tratamiento abstracto. Faltan ejemplos y situaciones concretas, imprescindibles para acercarla a los niños. Se dice: “España aplicó un conjunto de reformas administrativas en sus territorios americanos, con la finalidad de recuperar el poder que se encontraba en manos de las corporaciones de mineros, comerciantes, hacendados y el clero” (NS5:176), pero sin saber qué son reformas administrativas, cuáles fueron, qué son las corporaciones y por qué tenían poder, resulta imposible entender el enunciado.
Muchos conceptos quedan sin explicación, como el de las audiencias coloniales (NS4:152). Los personajes aparecen de la nada: “esta mujer [Malinche] junto con Jerónimo de Aguilar se convirtieron en los intérpretes de la expedición” (NS4:148). Nunca se explica quién fue Aguilar ni por qué sirvió como traductor.
No hay narración histórica. De tan parcos, los temas parecen entradas de enciclopedia: “Porfiriato. Periodo de la historia de México que fue gobernado por Porfirio Díaz y duró de 1877 a 1911.” “Revolución mexicana. Conflicto armado que se desarrolló de 1910 a 1917 y cuyo objetivo inicial fue ponerle fin al gobierno del general Porfirio Díaz, quien llevaba gobernando al país por más de 30 años” (NS6:155-156).
Las omisiones provocan desbalances de contenido. Esto es notable en las páginas dedicadas al virreinato, en las que el mestizaje es casi el único aspecto positivo del periodo (NS4:150-155). Entre las principales distorsiones deben señalarse:
- Los indígenas del virreinato no trabajaban solo “en minas, haciendas y obrajes” donde los confina el libro, pues poseían tierras y muchos eran artesanos y comerciantes (NS5:176).
- Indígenas y mestizos del virreinato no “vivían prácticamente en condiciones de esclavitud” (NS5:176).
- A menudo se identifica la “afrodescendencia” con la esclavitud, pero muchos mulatos y negros fueron libres y participaron en el mestizaje (NS5:176).
- Se afirma que “las autoridades virreinales crearon clasificaciones de castas”. Ni fueron las autoridades virreinales quienes las crearon, ni era un asunto sistemático o rígido (NS4:153).
- El libro asegura que “durante la época colonial predominó el español”, pero su expansión fue más bien tardía fuera de las ciudades y solo alcanzó predominancia tras la Independencia (NS4:154).
- La inclusión de sor Juana obedece más a su condición de mujer “discriminada” que a su talento como escritora; no se cita ni una sola línea suya (PE6:213).
- Se habla de la “discriminación como la que vivió sor Juana” cuando prácticamente toda la intelectualidad novohispana (salvo el obispo de Puebla) festejó siempre su ingenio y sus escritos (PE6:213).
- El libro afirma que “el arzobispo Francisco de Aguiar y Seijas obstaculizó con sus prejuicios” a sor Juana. No hay pruebas históricas de ello (PE6:213).
- El libro confunde, como si se tratara de una misma obra, la Carta atenagórica de sor Juana y su Respuesta a sor Filotea (PE6:213).
- Se presenta a Hidalgo como un autonomista que se volvió independentista, contra la tesis de su mayor biógrafo, Carlos Herrejón, incluido, por cierto, en la bibliografía (NS5:177).
- En la batalla de la Alhóndiga, los defensores no únicamente “fueron derrotados”, sino que ocurrió una terrible matanza a manos insurgentes (PA5:223).
- El libro vincula a Morelos con el humanismo (era más bien liberal en lo político e intolerante en lo religioso) y al humanismo “como solución de los problemas” (PA5:224).
- En el porfiriato, dice el libro, “los campesinos sin tierra” trabajaban en condiciones parecidas a la esclavitud, otra falsa generalización (NS6:155).
- Del crecimiento económico del porfiriato, afirma la obra, “solo se benefició una minoría”, cuando en realidad propició la formación de clases medias (NS6:155).
- Se reducen las razones del asesinato de Rubén Jaramillo a la de “oponerse a un desarrollo inmobiliario” (NS6:168).
Ignorar la historia (y la literatura)
Existen tres volúmenes de “actividades” en los nuevos libros de texto gratuito de primaria: Proyectos del aula (PA), Proyectos comunitarios (PC) y Proyectos escolares (PE). Todos adolecen de la misma mezcla indiscriminada de temas y materias que se advierte en Nuestros saberes.
En los libros de proyectos de 4º grado, las “actividades” que corresponden al contenido principal relativo a la Conquista y al virreinato están en los capítulos “Un viaje al pasado: con el cabildo todos decidimos” (PC4:250, quince páginas) y “Periodistas de la desigualdad” (PE4:252, nueve páginas). Para 5º grado, las “actividades” relacionadas a los temas de la Independencia y al México independiente se encuentran en los capítulos “La injusticia social en la Independencia” (PA5:218, diecisiete páginas) y “Mexicanos en defensa de la soberanía” (PA5:236, nueve páginas). Para 6º grado, las “actividades” sobre el porfiriato y la Revolución se ubican únicamente en el capítulo “Diferentes ideas e igualdad de derechos” (PA6:230, dieciséis páginas).
En estos tres grados de primaria hay un total de setenta páginas de “actividades” dedicadas a los temas históricos “desarrollados” en Nuestros saberes. Cada volumen de proyectos tiene 358 páginas (esto es, hay un total de 3,222 páginas en los nueve libros) y, dentro de ese conjunto, la historia representa poco más del 2% de los contenidos de los libros de proyectos.
Una salvedad: en esos mismos libros pueden encontrarse otros contenidos relacionados de manera caprichosa con la historia: leyendas, biografías, cápsulas sobre el patrimonio artístico, gastronómico o cultural, etcétera. De pronto, hay alguna ficha puramente histórica (como la biografía del arzobispo Aguiar y Seijas, PE6:210), que no corresponde con el desarrollo de temas históricos del grado (que en ese mismo 6º año son el porfiriato y la Revolución). En todo caso, este cajón de sastre de contenidos adicionales no pesa en el conjunto: representa cincuenta páginas, apenas un 1.5% del total.
Las “actividades” suelen enfocarse en un asunto específico (funcionamiento de los cabildos novohispanos, la desigualdad en la Nueva España, las mujeres en la Revolución). A veces proveen información más detallada que el texto principal (como las circunstancias del Grito de Dolores en PA5:222), pero por lo general solo incluyen opiniones sobre lo ya visto: “Un episodio de intolerancia ocurrido en México que provocó actos de violencia y transgresión de derechos humanos por diferencia de pensamientos fue la guerra cristera […] este conflicto dejó la enseñanza de que las diferencias no deben resolverse mediante la violencia” (PA6:230).
Las ilustraciones son relativamente más abundantes y están mejor escogidas que en Nuestros saberes, pero el volumen carece, como en los otros ejemplos, de pies de foto y referencias, lo que las hace poco didácticas.
¿En qué consisten los libros de Múltiples lenguajes? Se trata de una antología de textos de todo tipo. No reúne, como en los libros del ciclo anterior, una muestra representativa de escritos de indiscutible importancia cultural y grandes autores. En las 160 páginas del libro previo de lecturas correspondiente al 6º grado había textos de Octavio Paz, Eduardo Lizalde, Rafael Alberti, Juan de Dios Peza, Horacio Quiroga, Emily Dickinson, Edgar Allan Poe, Victor Hugo, Juan García Ponce, Rainer Maria Rilke, Isaac Asimov, fray Bernardino de Sahagún, José Saramago… Ahora, entre los setenta textos del nuevo libro de 6º grado (254 páginas), solo quince están firmados por sus autores, casi todos desconocidos.
En otras palabras, se pasó de unas valiosas antologías literarias que incluían fragmentos de Moby Dick, El Gólem, el Quijote, Veinte mil leguas de viaje submarino, Visión de Anáhuac y la Odisea (Lecturas 4, edición 2022) a una colección que podría compararse con los contenidos que se encuentran en un número de la revista Muy Interesante u otras parecidas: “El paraíso de Baja California Surf”, “Cuadrados mágicos”, “La isla inmortal de Pedro Infante”, “Sororidad”, “Perrito llanero mexicano, un sobreviviente de la pradera” (ML5). Los textos, vale aclarar, no están exentos de interés. Pueden ser entretenidos, educativos y hasta escritos con decoro, pero, al reemplazar a los autores mexicanos y universales, prácticamente se eliminó la literatura de la educación primaria.
En los libros de proyectos y lecturas se advierte una insistencia en ciertos temas que llega a ser tediosa y repetitiva: los códices (ML4:54, ML4:152, ML3:164), el juego de pelota (ML5:210, ML6:196), el maíz (PC5:80, PC5:254, PA4:196, ML3:198, PA4:256). Incluso en libros de grados distintos se usan fragmentos de un mismo texto: “Microbitos” (ML4:64 y ML5:148).
Historia militante
Un libro sin recetas se titula el libro dirigido al maestro. El nombre proviene de El maestro sin recetas, obra del pedagogo marxista Paulo Freire (“un soñador, un idealista”). Cuatro volúmenes de este libro comparten ciertos contenidos: Fase 3 (1º y 2º de primaria), Fase 4 (3º y 4º de primaria), Fase 5 (5º y 6º de primaria) y Fase 6 (los tres grados de secundaria).
Este conjunto de libros pretende aportar “una teoría que acompañe la revolución que realiza en las aulas” (F3:3). En efecto, es una guía ideológica fundamentada en el pensamiento del propio Freire, Boaventura de Sousa y otros pedagogos afines a las “epistemologías del Sur”, las “filosofías latinoamericanas de la liberación”, el “humanismo crítico latinoamericano”, las “didácticas decoloniales” y la “pedagogía del oprimido”. Para los autores, el libro de texto es “una contribución a la formación de un nuevo mexicano y una nueva mexicanidad afín a la transformación irreversible del país” (F3:7). Transformación que se señala contraria a una “realidad que históricamente respondió a cumplir con las agendas internacionales y que estandarizaron al estudiante para hacerlo una presa más del sistema […] materiales que obedecen a narrativas complacientes con el sistema neoliberal […] para derrotar los modelos coloniales que, históricamente, solo formaron mano de obra calificada” (F3:9-10).
El catecismo freiriano impregna todos los capítulos y volúmenes de la serie. Un ejemplo es “Obstáculos y resistencias para la implementación de la Nueva Escuela Mexicana” (F3:11-35), donde se explica que la fuerza de voluntad y el mérito personal son “en realidad condiciones materiales de vida privilegiadas” (F3:12). Ahí también se ubica la libertad colectiva por encima de la libertad individual y se sermonea, citando a Freire, contra “el mito de la propiedad privada como fundamento del desarrollo de la persona humana” (F3:20). Otro caso: el capítulo “Ecología de saberes en el territorio escolar” (F3:36-43) se declara en contra del “conocimiento científico hegemónico” y a favor de “forjar credibilidad para el conocimiento no científico [lo que] no supone desacreditar el conocimiento científico [pero sí] su utilización contra-hegemónica” (la cita es de De Sousa).
¿Y la historia? F5 y F6 contienen el capítulo “México, un país en proceso de emancipación”, una gesta que debemos a los héroes, una lucha por la libertad de nuestra “matria”. (Doble agravio al historiador Luis González y González, que criticó la reverencial “historia de bronce” y acuñó el término historia “matria” como amor al terruño, sentido enteramente distinto al que emplean los catequistas mexicanos de Freire.)
Abundan las parrafadas vacuas. Las culturas prehispánicas son “esplendorosas”, “construyeron ciudades cuyos vestigios aún nos maravillan y tuvieron notables avances científicos”. Envueltos entre elogios, los “Estados teocráticos y militares” parecen formar parte de la glorificación. Menos inane, más justificada, la Conquista aparece en toda su violencia (si bien se evita llamarla como tal: “se trató de una guerra mesoamericana”, una “intervención española”). Se habla de una “misión española” pero, previsiblemente, se difumina la magna labor de los misioneros (reconocida hasta por los ideólogos y pintores marxistas de los treinta). Y por supuesto, tampoco existe el virreinato: una breve mención al mestizaje que “se reflejó en todos los niveles [culturales]” y no mucho más. La proverbial paz del periodo virreinal, interrumpida a lo largo de tres siglos por rebeliones menores, aparece caracterizada “por los intentos [de indios, mestizos y castas] de acabar con un régimen que los oprimía y los explotaba”.
Cuando el libro para el maestro trata la Independencia, omite a los criollos: por lo visto, no formaban parte de la “masiva revolución popular”. No se habla del Imperio mexicano o de la creación de la República: la Independencia desemboca directamente en el liberalismo de Valentín Gómez Farías. Los personajes surgen de la nada: “El gobierno de Antonio López de Santa Anna se volvió intolerable.” ¿Quién es López de Santa Anna, por qué se volvió intolerable? Los liberales querían quitar privilegios a “los terratenientes” (lo cierto es que estuvieron entre los mayores beneficiarios de sus políticas). El bando liberal –se dice– tuvo “un ejército de miles de voluntarios” (en realidad, la leva era la forma habitual de reclutamiento en todas las facciones). El libro desestima cualquier avance en el porfiriato: “el gobierno de Porfirio Díaz prestaba muy poca atención a las necesidades de educación de la mayor parte de la población. Lo mismo pasaba con la salud”. (Como probó Daniel Cosío Villegas, esas omisiones fueron parciales y en todo caso se debían a la filosofía de la época. Y se deja a un lado que la Universidad Nacional y el Hospital General hayan sido creaciones porfirianas.) La Guerra Cristera se explica como una “oposición de los sectores afectados por la Constitución”, que en el caso del clero católico “incluso llegó hasta la resistencia armada”. Se trata, obviamente, de una simplificación burda de una guerra complejísima y dolorosa, estudiada de modo admirable por Jean Meyer.
La “Introducción” del libro F6 (F6:10-24) es una doctrina armada: comienza y concluye como una historia apologética del magisterio revolucionario: “El fantasma revolucionario vivirá siempre en el corazón de las maestras y los maestros”, a pesar de que “los medios de comunicación, las políticas públicas o las asociaciones civiles generen campañas que romanticen el magisterio, compren a sus líderes, inculquen una ideología conservadora”. Más adelante, irrumpe una épica de la guerrilla de 1960 y 1970, cuando los descontentos pasaron “a la ofensiva sobre el radicalismo de las armas para alcanzar la justicia social”. La lógica y el lenguaje guerrillero son coherentes con la nueva pedagogía: secuestrar un avión es “modificar la bitácora de vuelo”. Los robos son “pequeñas expropiaciones a comercios”. Al empresario Julio Hirschfeld no se le secuestró, sino que se le “retuvo”. También se intentaba “retener” a don Eugenio Garza Sada cuando fue asesinado. Los guerrilleros son “supuestos delincuentes”, los cuerpos policiacos son “jauría”. En un momento, se relata con hilaridad que un grupo “arrebató 80 mil pesos al osito Bimbo”. El asesinato del empresario Fernando Aranguren es tan solo un “ajusticiamiento como medida radical”.
Nada se menciona, por supuesto, sobre quienes cívica y pacíficamente luchaban en esos mismos años por la democracia.
En 1934, a propósito de la “educación socialista”, el Jefe Máximo Plutarco Elías Calles proclamó el famoso “Grito de Guadalajara”: “el niño y el joven pertenecen a la colectividad y es la Revolución la que tiene el deber imprescindible […] de apoderarse de las conciencias”. Lo mismo intenta ahora, con materiales mucho más pobres, la llamada “Nueva Escuela Mexicana”. Envenenará muchas mentes de maestros y alumnos. Pero finalmente quedará como una excentricidad en la centenaria historia de la educación mexicana. ~