La crisis del Antropoceno como crisis de la humanidad

El libro mรกs reciente de Michel Magny traza la trayectoria del Antropoceno, la influencia de los hombres sobre la Tierra que ha alcanzado ya dimensiones geolรณgicas. Una acciรณn que no estรก desligada de las formas polรญticas y los modos de producciรณn.
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Los humanos โ€“desde su apariciรณn, hace unos siete millones de aรฑos, con los primeros homรญnidos hasta el Homo sapiens, hace unos doscientos mil aรฑosโ€“ metรณdicamente han acondicionado y sacado provecho del medio ambiente en el que evolucionaron. Primero por las actividades de extracciรณn de los cazadores y recolectores que modificaron sus ecosistemas. Despuรฉs vinieron transformaciones de mayor alcance, con las revoluciones del Neolรญtico. Con todo, estos cambios siempre fueron mutaciones reversibles que no afectaban de manera definitiva los ritmos evolutivos del planeta Tierra. Luego llegaron los cambios drรกsticos posteriores a la invenciรณn de la mรกquina de vapor (1784), cuyo corolario fue la revoluciรณn industrial; luego otros mรกs drรกsticos, que se aceleraron considerablemente a partir de la dรฉcada de 1950, por el extraordinario crecimiento econรณmico y demogrรกfico de distintos paรญses del orbe. El producto industrial bruto creciรณ de dos trillones de dรณlares en 1900 a 5.3 en 1950 y a 72 en 2013. La Tierra, que no pasaba de 968 millones de habitantes en 1800, llegรณ a sumar 1.6 mil millones en 1900, poco mรกs de dos mil millones en 1930, 2.5 en 1950, cuatro en 1975, 6.1 en el aรฑo 2000. Ya llegan a 7.7 en 2019. Los cambios han sido de tal magnitud que, en el 2000, el quรญmico neerlandรฉs Paul Jozef Crutzen acuรฑรณ el tรฉrmino Antropoceno para designar esta nueva etapa sociohistรณrica en que โ€œla influencia del hombre sobre la Tierra, los ecosistemas y la atmรณsfera ha adquirido dimensiones geolรณgicasโ€.

((Michel Magny, Aux racines de lโ€™Anthropocรจne. Une crise รฉcologique reflet
dโ€™une crise de lโ€™homme [Las raรญces del Antropoceno. Una crisis ecolรณgica reflejo de una crisis de la humanidad], p. 7.
))

ย Nos quedamos cortos al decir que el tema del Antropoceno figura como un โ€œnuevo gran temorโ€.

((Vรฉase Danilo Martuccelli, Les sociรฉtรฉs et lโ€™impossible, Parรญs, Armand Colin, 2014.
))

En realidad, nos orilla a debatir sobre el porvenir de la humanidad, hoy que โ€“incluso con mรกs claridad que en los aรฑos posteriores a aquellos en que los estadounidenses arrojaron las bombas atรณmicas en Japรณnโ€“ tenemos presente que todos los humanos nos encontramos dentro de una interacciรณn recรญproca e inmediata: en concreto, las emisiones de gases de efecto invernadero tendrรกn repercusiones en un corto plazo sobre el conjunto de las condiciones de vida de toda la corteza terrestre.

La obra del paleoclimatรณlogo Michel Magny se ubica precisamente en el centro de este debate. Su libro resulta singularmente ambicioso. En cuatrocientas nutridas pรกginas explora de manera metรณdica โ€œla historia del anthroposโ€, logra llevar sus reflexiones por el centro riguroso del anรกlisis del Antropoceno como โ€œcrisis ecolรณgicaโ€ y termina con una amplia reflexiรณn sobre el Antropoceno en tanto โ€œcrisis de la humanidadโ€.

Vale la pena, en particular, retener sus primeras reflexiones sobre โ€œla emergencia de los seres humanos como sociedadโ€ y sobre la โ€œrevoluciรณn social, econรณmica y polรญticaโ€; una invitaciรณn a releer con nuevos ojos
a ese pensador inclasificable llamado Charles Darwin, asรญ como a otros antropรณlogos preocupados por lo polรญtico, como Marshall Sahlins, Pierre Clastres o Alain Testart. Magny nos invita a deshacernos de visiones lineales y dirigidas de la evoluciรณn. Nos recuerda que la teorรญa de la evoluciรณn que Darwin concibiรณ es mรกs sutil que la de Spencer โ€“a saber, la competencia necesaria por la supervivencia, donde triunfan los mรกs aptos, concebida a partir de aquellaโ€“. Darwin, por el contrario, hace hincapiรฉ en el hecho de que la competencia que lleva a la evoluciรณn โ€œvalora los componentes altruistas y las actitudes socialesโ€. Respecto al primer punto, Magny recuerda que si bien es cierto que las sociedades de cazadores recolectores del Paleolรญtico tuvieron, en ocasiones, algunas formas de divisiรณn del trabajo, en su gran mayorรญa fueron sociedades sin divisiones y, encima, sociedades de abundancia. Por รบltimo, subraya โ€“segรบn se sabeโ€“ que las representaciones propias de esas sociedades dan cuenta de una conexiรณn en la que el hombre no se concibe desasociado de la naturaleza, sino situado en una suerte de horizontalidad con las especies animales. Ademรกs, demuestra que, durante las revoluciones neolรญticas, la invenciรณn de la agricultura y la domesticaciรณn animal

((Con excepciรณn de la domesticaciรณn del perro, como lo han demostrado distintos historiadores de la prehistoria, que es mucho mรกs antigua, vรฉase รdรกm Miklรณsi, Dog behavior, evolution, and cognition, 2ยช ed., s. l., Oxford University Press, 2015.
))

no son interpretables en tรฉrminos de progresos materiales. Se trata de algo mรกs complejo, en especial si tomamos en cuenta la apariciรณn de las divisiones sociales y de formas de violencia guerrera โ€“hasta entonces desconocidasโ€“, pero tambiรฉn de los nuevos tipos de enfermedades debidos a los cambios en la alimentaciรณn y a una nueva convivencia con los animales domรฉsticos. Esto no significa que el discurso de Magny sea neotradicionalista o una filosofรญa new age que pretenda idealizar las sociedades tradicionales o el estado salvaje, para imponer normas de conducta tanto en lo social como en nuestra relaciรณn con la ecรบmene; antes bien, vรฉase en su discurso solamente la voluntad de comprender y describir con rigor lo que ha sido la historia del gรฉnero humano.

Los seis capรญtulos dedicados al Antropoceno en tanto que โ€œcrisis de la naturalezaโ€ inspiran respeto por su capacidad de sรญntesis reflexiva de informaciรณn proveniente de la biologรญa, la quรญmica, la geologรญa y la fรญsica, sรญ, pero tambiรฉn de las ciencias humanas. Magny lanza diagnรณsticos, difรญciles de contradecir, sobre el calentamiento global, la demografรญa mundial, la sexta extinciรณn de especies, la antropizaciรณn de la Tierra, la contaminaciรณn, etc. Diagnรณsticos que merecen ser tomados en cuenta para toda deliberaciรณn polรญtica concerniente al futuro del planeta. Debemos comprender que tambiรฉn nos encontramos en una situaciรณn de โ€œforzamientoโ€ del clima que no es el resultado, como antes, de las โ€œinteracciones de elementos externos (Sol, รณrbita terrestre) e internos (deriva de los continentes, circulaciรณn atmosfรฉrica y oceรกnica) o de elementos pertenecientes a la geรณsfera (formaciรณn de sistemas montaรฑosos, erupciones volcรกnicas)โ€, sino de la mera actividad antrรณpica. El uso sistemรกtico y masivo de energรญas fรณsiles estรก conduciendo a un calentamiento anormal, irreversible; a menos que se reduzcan drรกsticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, no se evitarรก el calentamiento del mundo. Al mismo tiempo, la multiplicaciรณn del nรบmero de habitantes lleva a un sobreconsumo de los recursos naturales, en especial en beneficio de los habitantes de los paรญses desarrollados, asรญ como de los mรกs ricos de los paรญses del sur global. Por si fuera poco, estamos siendo testigos de una sexta extinciรณn de especies que tiene โ€œefectos en cascadaโ€ a expensas de una biodiversidad que se empobrece; un empobrecimiento que podrรญa tener como consecuencia el deterioro de los ecosistemas explotados directamente por los seres humanos. Enfrentamos de igual manera la posibilidad del desequilibrio del funcionamiento de los ecosistemas terrestres, esto en escenarios evolutivos no lineales, en los que โ€œun cambio de poca amplitud, aunado a una serie de modificaciones, puede contribuir a modificar bruscamente y de forma irreversible el estado de todo el sistemaโ€. Es decir, sin una reorientaciรณn fuerte y drรกstica del uso de la superficie terrestre, estarรญamos en el umbral de evoluciones que tornarรกn imposible nuestra manera de vivir en el planeta, ya sea por la elevaciรณn de los ocรฉanos, la rarefacciรณn de las aguas dulces, el calentamiento climรกtico o la disminuciรณn de los recursos relacionados con la biodiversidad.

Magny ofrece, para terminar, una consideraciรณn del panorama de la historia del Antropoceno y de la historia de la humanidad. En un mundo en que la acciรณn antrรณpica se ha convertido en un factor que actรบa decisivamente sobre la evoluciรณn del clima y del planeta, ยฟcuรกles han sido los contextos sociopolรญticos propios de la urgencia prรกctica que ahora nos conmociona? Toda la fuerza de su argumento se sitรบa no solo en el interรฉs que tiene en las interacciones sistemรกticas entre los humanos y su entorno, y en el trastorno que representa desde este punto de vista la entrada a la era del Antropoceno, sino tambiรฉn en las percepciones que los humanos han tenido del medio ambiente y en la valoraciรณn de sus acciones en el seno del mismo. Magny distingue dos etapas de este trastorno: la primera tiene lugar con el advenimiento del Neolรญtico. โ€œLas afinidades y la horizontalidad que las cosmogonรญas del Paleolรญtico habรญan construido entre los humanos y otros seres vivos se difumina, mientras se impone un mundo divino de inspiraciรณn antropomรณrfica en que los seres humanos se encuentran por debajo de los dioses. Esta verticalizaciรณn de las cosmogonรญas no solo autoriza la dominaciรณn del ser humano sobre otros seres vivientes, sino que tambiรฉn prepara la dominaciรณn de la sociedad por una รฉlite que, sirviรฉndose de una manipulaciรณn del imaginario, va a constituirse como el รบnico intermediario entre el mundo de los hombres y el de los dioses, cuando no logre constituirse ella misma como perteneciente al mundo de los dioses, a la imagen del faraรณn de Egipto.โ€

((Michel Magny, op. cit., p. 236.
))

La segunda estรก ligada con el surgimiento y desarrollo de la modernidad y el capitalismo, cuyos primeros efectos fueron una consolidaciรณn de la verticalidad en las relaciones entre los hombres y la naturaleza tal y como los instituye el cartesianismo.

((Ibid., p. 237.
))

Su discurso vuelve relativas las tesis que sostienen que la era del Antropoceno es, sobre todo, un Capitaloceno. La posibilidad de una ruptura del equilibro es, de hecho, mucho anterior, como lo demuestra el geรณlogo australiano Stephen Foley. Este รบltimo considera la existencia de un Paleoantropoceno, que va del Paleolรญtico superior a los primeros momentos del Neolรญtico hasta las eras de bronce y de hierro. La apariciรณn de la especie Homo, y luego del Homo sapiens, se tradujo en โ€œimpactos antrรณpicos mรกs reducidos en amplitud y limitados a menudo a una escala regional. Sin embargo, la extensiรณn de estos impactos, por estar ligada al aumento progresivo de la poblaciรณn humana, a los progresos tรฉcnicos, a los cambios de modos de subsistencia, prepara inexorablemente el advenimiento del Antropocenoโ€. Acaso serรญa necesario relacionar la influencia de las cosmogonรญas horizontales del Paleolรญtico en las prรกcticas para con la naturaleza, como lo propone Magny en otra parte, pues precisamente las sociedades de cazadores recolectores fueron las que causaron la desapariciรณn, entre los -50,000 y los -7,000 aรฑos, la megafauna del Cuaternario. Sin duda, tambiรฉn es posible preguntarse por la manera en que estas โ€œcosmologรญas horizontalesโ€ limitaron la apariciรณn de la divisiรณn social y la creaciรณn de lo que Lewis Mumford llamรณ la โ€œmegamรกquinaโ€, es decir, la capacidad de las รฉlites dirigentes de las sociedades arcaicas para movilizar inmensas masas de fuerza de trabajo para las grandes tareas. Como lo seรฑalรณ Marcel Gauchet, โ€œel Estado es el nuevo rostro de una separaciรณn que ya mermaba la sociedadโ€,

((Marcel Gauchet, โ€œLa dette du sens et les racines de lโ€™ร‰tat. Politique de la religiรณn primitiveโ€, Libre, nรบm. 2, 1977, citado en La condition politique, Parรญs, Tel, Gallimard, 2005, pp. 46-47.
))

la escisiรณn radical entre los dioses o los hรฉroes culturales fundadores del orden social para con los hombres. En el derrocamiento del dispositivo religioso que mantiene lejos de los humanos el proceso de instituciรณn de una sociedad, nace la posibilidad lรณgica de instituir el poder del Estado y, mรกs ampliamente, la divisiรณn social. Nรณtese, por lo demรกs, que esta impronta de lo social sobre lo religioso permitiรณ el movimiento inverso, como pueden dar prueba de ello los diferentes ejemplos de colapso de sociedad divididas, especialmente las sociedades clรกsicas de Mesoamรฉrica; experiencias que convendrรญa analizar no solo en la lรญnea de la crisis ecolรณgica, como lo hizo Jared Diamond,ย 

((Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed: Revised, Penguin, 2011.
))

sino tambiรฉn en la lรญnea de los cambios sociopolรญticos.

No sin antes haber establecido un enorme matiz, a saber, la existencia del โ€œpaleoantropocenoโ€, Michel Magny, sin dejar nunca de tomar en cuenta la existencia del Paleoantropoceno, no deja de lado aquellas tesis que postulan un vรญnculo orgรกnico entre el desarrollo del Antropoceno y la modernidad occidental, cuyas caracterรญsticas serรญan las siguientes: el desarrollo del racionalismo tecnocientรญfico; una modernidad polรญtica marcada por โ€œla hipocresรญa de una filosofรญa de los derechos del hombre que se olvida de reconocer los derechos del ciudadanoโ€ y que convierte al ser humano en โ€œun individuo aisladoโ€;

((Ibid., p. 238.
))

la emergencia de un capitalismo amplia y largamente dependiente de los intercambios desiguales con el mundo colonial y, despuรฉs, con los paรญses del sur global, que se ha reorganizado tras la disoluciรณn del mundo soviรฉtico, y la conversiรณn de China, en 1978, al liberalismo econรณmico.

En este punto, sobre todo, conviene hacer puntualizaciones a dichas tesis para delimitar mejor los vรญnculos โ€“que Magny invita a destacarโ€“ entre los regรญmenes de historicidad, las formas polรญticas y los modos de producciรณn. La primera tiene que ver con la caracterizaciรณn de la modernidad y con el lugar preponderante que tuvo la fe en el progreso tรฉcnico y cientรญfico. La segunda, con la naturaleza de los regรญmenes polรญticos que hicieron suya dicha concepciรณn del progreso.

Nadie duda de que toda una parte de la historia de Occidente estรฉ marcada por el desarrollo del capitalismo industrial, y que sus crรญticos โ€“con Marx a la cabezaโ€“ han compartido la misma fe en una tรฉcnica no solo โ€œneutraโ€, sino positiva, retomando los tรฉrminos de Castoriadis.

((Consรบltense sus destacadas reflexiones en su estudio โ€œTรฉcnicaโ€ en Les carrefours du labyrinthe, Parรญs, Seuil, 1978.
))

La cuestiรณn del socialismo no fue, para la mayorรญa de sus militantes (socialdemรณcratas o comunistas del XIXย al XXI), reorientar de cabo a rabo la actividad productiva y reflexionar sobre la nociรณn de las necesidades, sino retomar el control de esta en provecho de la colectividad. Por lo tanto, ยฟacaso la democracia, entendida como forma polรญtica de la sociedad, solo habrรญa tenido un papel secundario en la innegable empresa social del capitalismo? Como dijo Lefort, la historia de la modernidad polรญtica tambiรฉn fue la del advenimiento de principios democrรกtico-liberales, en el que los derechos humanos fueron pensados y reivindicados en tanto โ€œcondiciรณn necesaria, aunque no suficiente, de un mundo habitable para todosโ€. No solo el poder se pensรณ como un โ€œlugar vacรญoโ€ que nadie podรญa apropiarse, sino que ademรกs lo polรญtico fue teรฑido por una desincorporaciรณn de los polos del poder y del conocimiento, que fueron el fundamento de un nuevo tipo de interrogaciรณn colectiva sobre la naturaleza del orden social. Y es precisamente en este contexto polรญtico, y debido a รฉl, que han surgido interrogantes sobre nuestra relaciรณn con la naturaleza y la tรฉcnica; Magny cita algunos casos: las interrogantes de Charles-Franรงois Tiphaigne de la Roche sobre la decadencia de la pesca, en un ensayo publicado en 1760,

((Michel Magny, op. cit., p. 150.
))

ย y ya en el siglo XIXย las de Charles Fourier, a las que podrรญamos agregar incluso las de ร‰lisรฉe Reclus y Kropotkin. A ellos habrรญa que agregar a otros pensadores del siglo XX, como Lewis Mumford, Georges Friedmann, Jacques Ellul, Ivรกn Illich, Murray Bookchin o Gabriel Zaid, y claro, las de un filรณsofo como Heidegger. Solo queda por seรฑalar hasta quรฉ punto, en la dรฉcada de 1970, los primeros movimientos ecolรณgicos se alimentaron de este imaginario democrรกtico y de esta aspiraciรณn a cuestionar, mรกs allรก de cualquier clase de ideas preconcebidas, el orden mundial. Por lo que resulta imposible encaminar nuevamente, como parece hacerlo a ratos Michel Magny, nuestra modernidad polรญtica a una ausencia de dominio sobre la economรญa.

Otra puntualizaciรณn que conviene agregar a esta correlaciรณn entre Antropoceno y capitalismo es la propia de los cambios drรกsticos de la escena polรญtica mundial despuรฉs de la dรฉcada de 1920 y la descolonizaciรณn posterior a la Segunda Guerra Mundial. Si, en los albores del Antropoceno, el motor de los nuevos usos de los ecosistemas fue el capitalismo que coexistiรณ con monarquรญas parlamentarias y repรบblicas democrรกtico-liberales, a partir de 1917 nace, con la Revoluciรณn bolchevique y la edificaciรณn del totalitarismo soviรฉtico, otro actor โ€“y no uno menorโ€“ que retoma, con el mismo estilo, la relaciรณn del capitalismo con la ecรบmene. En paralelo, surgen los primeros regรญmenes modernizadores, militantes de revoluciones de Estado, en eso que todavรญa no se llamaba el tercer mundo (tanto en Turquรญa como en Amรฉrica Latina) y que actรบan de manera semejante. La dรฉcada de 1950, momento de entrada plena en el Antropoceno, presencia una multiplicaciรณn no solo de los regรญmenes totalitarios comunistas, en Europa del Este, China y Cuba, sino de regรญmenes militares y burocrรกticos en un buen nรบmero de los nuevos Estados independientes de Asia y รfrica, y tambiรฉn en las monarquรญas petroleras islรกmicas. Es decir que esta relaciรณn tan particular con el planeta y los recursos nacida en Occidente habrรญa de adoptarse en una multitud de regรญmenes. Unos, de inspiraciรณn comunista, se contraponen directamente al mundo democrรกtico-liberal y capitalista. Otros, los del tercer mundo y sus รฉlites no pueden reducirse al papel de vasallos de Occidente. Mejor aรบn, en el transcurso del siglo XXI, China, un rรฉgimen totalitario, es junto con Estados Unidos la campeona de la explotaciรณn de los recursos del planeta.

Si bien es cierto que la รบltima parte de la investigaciรณn de Michel Magny puede mejorarse, su libro no deja de ser un estรญmulo decisivo para reflexionar con nuevos brรญos sobre el tema del Antropoceno. ~

Traducciรณn del francรฉs de Alejandro Merlรญn.

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