Ilustración: Manuel Monroy

Palíndromos

Las frases que dicen lo mismo al derecho y al revés llevan milenios entre nosotros. Componer palíndromos es una hazaña que se mide por el número, la extensión y la dificultad.
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Casi todas las palabras leídas al revés carecen de significado, por ejemplo: casa (asac). Algunas ocultan otro: rama (amar). Y otras dicen exactamente lo mismo al revés que al derecho: anilina, reconocer. Estas son llamadas palíndromos, que es algo así como: de ida y vuelta.

El tecnicismo fue inventado en inglés (palindrome) por Ben Jonson en 1629, según el Oxford English Dictionary, aunque los palíndromos tenían milenios de existir, sin nombre. Según los diccionarios de griego clásico, la palabra palíndromos tuvo significados parecidos (aunque no el moderno): retirada de un avance militar, movimiento retrógrado de cualquier tipo, incluso la reabsorción de un absceso. En el griego moderno, el palíndromo no se llama palíndromos, sino karkínos, que es el nombre del cangrejo.

Quizá en todas las lenguas hubo observadores curiosos que descubrieron los palíndromos. Pero Sótades, un satírico griego del siglo III a. C., tuvo la ambición de crearlos: hacer versos que dijeran lo mismo al revés que al derecho. Desgraciadamente, no se conservan. En cambio, pasó a la historia la burla de lesa majestad que le costó la vida: “Estás metiéndolo donde no debes.” Aludía al matrimonio del rey Ptolomeo II con su hermana, y acabó tirado al mar en un cofre de plomo.

Según The new Princeton encyclopedia of poetry and poetics, no se conservan palíndromos griegos de los tiempos clásicos, aunque sí de los primeros siglos cristianos. El más famoso es uno atribuido a san Gregorio Nacianceno (330-390): “Nipson anomemata me monan opsin” (ps es la transcripción de Ψ, una sola letra) que significa “Lava mis pecados, no solo mi rostro”. Se grabó en las fuentes de muchos conventos.

En latín existió una adivinanza que era un palíndromo: “In girum imus nocte et consumimur igni” (revoloteamos en la noche y nos consume la llama). Solución: las palomillas. Con ese título latino, Guy Debord hizo una película documental (disponible en YouTube) ilustrativa de La sociedad del espectáculo. Algunos atribuyen la frase a Dante o a Virgilio, pero no pude comprobarlo.

También latino es un palíndromo múltiple, el famoso “cuadrado mágico”:

Dice lo mismo leído horizontalmente, verticalmente, hacia adelante y hacia atrás. Se encontró en Pompeya y otras ruinas romanas, así como en ermitas, iglesias y conventos. No se sabe lo que quiere decir, y ha recibido muchas interpretaciones. Por ejemplo: “El sembrador Arepo alinea las ruedas con cuidado.” Una interpretación cristiana es que el Creador (sator) mantiene (tenet) sus obras (opera) sobre ruedas (rotas), pero deja sin explicar arepo.

Según Antonio Alatorre (“Palíndromos y retrógrados”, Paréntesis No. 12, agosto de 2001), en la Nueva España del siglo XVII fray Juan Valencia escribió en latín un homenaje a Santa Teresa (“Teressiada”) en 350 dísticos, cada uno de los cuales era un palíndromo. Dice también que los palíndromos más antiguos en español son de 1561, del dramaturgo valenciano Juan de Timoneda.

La Wikipedia en español (bajo “Palíndromo”) da ejemplos en una veintena de lenguas. Además, conduce a medio centenar de Wikipedias en otros idiomas con el mismo tema. La proliferación se extiende a cientos de libros que pueden verse en Google Books y en Amazon. Hay hasta una revista especializada: The Palindromist Magazine. Y programas de computación auxiliares. Los más elementales se reducen a verificar si una serie de letras es igual de ida que de vuelta.

El concepto de palíndromo se ha extendido de las palabras (“Ana”) a las frases (“Yo voy”) y de las frases leídas letra por letra (“La ruta natural”) a las leídas palabra por palabra (“Uno para todos y todos para uno”). Hay conceptos análogos en la escritura china y japonesa.

En japonés, me explica Aurelio Asiain, los palíndromos son secuencias de sílabas que dicen lo mismo hacia abajo que hacia arriba. Algo así como

To

mo

la

mo

to

En el caso de los números, se usa más la palabra capicúa, por ejemplo: para los años 1881, 1991, 2002 y 2112, que será el siguiente.

Hay palíndromos en la composición musical. El guitarrista Emiliano Pardo-Tristán los señala en el Cuarteto para el fin de los tiempos de Olivier Messiaen. Según Asiain, los hay en Bach, Haydn, Beethoven, Schubert, Berg, Webern y Shostakóvich.

También se habla de palíndromos en la química del código genético, porque hay secuencias como agt aaa aaa tga. Y en la física de los agujeros negros, donde se considera (y se descarta) la posibilidad de que el tiempo corra hacia atrás; reversión imaginable con el aforismo de Merlina Acevedo: “El reloj de arena es el palíndromo del tiempo.”

Hay palíndromos por todas partes. Se puede decir que todo espejo crea palíndromos entre la imagen y la realidad. Y hasta que todo par de guantes es un palíndromo.

Componer palíndromos es una hazaña que se mide por el número, la extensión y la dificultad.

Se dice que Juan Filloy compuso 8,000. Gilberto Prado Galán publicó un libro con más de 26,000 y Víctor Carbajo presenta casi 85,000 en su Carbajo.net.

Gerardo Deniz publicó palíndromos que eran párrafos o estrofas de muchas frases seguidas y Georges Perec publicó uno de más de mil palabras. (El “megapalíndromo” de Carbajo tiene mérito, pero es una simple lista de 22,132 palabras distintas.)

En cuanto a la dificultad, es asombroso el “soneto bilingüe” compuesto por Anthony Etherin y Pedro Poitevin con frases en inglés que ocultan otras en español (y viceversa):

“Age is art,” Dad eases a mad son.

“A diva loses air as a love leaves.

Are poets idle as a diva? No, son.

So I drop sand, air, as all avarice drops.

O! I dare art, one noise sopranos sate;

reposals are vain opuses,

so no time’s near a name–

A real song is some art.”

Traemos signos. (La era emanará en semitonos.)

Se suponía verás las operetas sonar posesión

en otra era: “Dios” por decir “aval”.

Las Ariadnas –por Dios– no son ávidas.

A Él diste óperas. Eva elevó las arias,

Eso la vida nos da, mas esa edad trasiega.

Hay que celebrar en todo esto el espíritu lúdico. Pero también hay que decir que no ha producido más que hazañas curiosas y un puñado de frases hechas y derechas (casi todas las demás son tortuosas). Está por verse que el tesón milenario produzca textos admirables por lo que dicen, no por la dificultad de escribirlos.

Hay dos palíndromos anónimos y perfectos que circulan desde hace muchos años: “Anita lava la tina” y “Dábale arroz a la zorra el abad”. Pero no llegan al nivel de un buen refrán: no tienen algo importante que decir.

Raymond Queneau y el Grupo Oulipo (Ouvroir de Littérature Potentielle), fundado en 1960, renovaron el ánimo explorador de nuevas formas de creación literaria. Es una buena cosa que produjo textos notables por su método más que por sus resultados; como La disparition, una novela de Perec escrita sin usar la letra e. O su larguísimo palíndromo (“Trace l’inegal palindrome […] ne mord ni la plage ni l’écart”), que puede verse completo en La littérature potentielle, la compilación colectiva de Oulipo (Gallimard, 1973).

José de la Colina difundió estas exploraciones bautizándolas como Ta Li Po (Taller de Literatura Potencial) y aportó muchas suyas. También cabe recordar las hazañas invisibles de José Alvarado. Escribió artículos completos sin que se notara que no usaba la palabra que (recopilados por De la Colina en Prosa sin que, Capilla Alfonsina de la Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011).

Escojo 35 palíndromos cortos en español, la mayoría del siglo XX. Muchos son de atribución dudosa porque aparecen en listas anónimas o publicadas sin distinguir los de creación propia. También sucede que dos o más personas llegan a crear el mismo palíndromo.

Juan de Timoneda (“No deseo ese don”).

Baltasar Gracián (“Rey va Javier”).

Juan Filloy (“¿Acaso hubo búhos acá?”).

Jorge Luis Borges (“Sapos, oíd: El rey ayer le dio sopas”).

Julio Cortázar (“Salta Lenin el atlas”).

Juan José Arreola (“Etna da luz azul a Dante”).

Carlos Illescas (“Somos seres sosos, Ada. Sosos seres somos”).

Augusto Monterroso (“Onís es asesino”).

Otto-Raúl González (“A Mafalda dad la fama”).

Antonio Alatorre (“Aire venal […] la nevería”).

Rubén Bonifaz Nuño (“Amanecí de malas, Alá. Me dicen ¡ama!”).

Jaime García Terrés (“Yo soy augur, uruguayo soy”).

Tomás Segovia (“Otro pone oro en oporto”).

Darío Lancini (“Yo hago yoga hoy”).

Guillermo Cabrera Infante (“Nada, yo soy Adán”).

Ulalume González de León (“Allí va Ramsés: es maravilla”).

Óscar René Cruz (“Senil Buda dublinés”).

José de la Colina (“La Marlene ama en el ramal”).

Miguel González Avelar (“Arte, la letra”).

José Antonio Robles (“Ni flan al fin”).

Anónimo (“Edipo, la mamá lo pide”).

Julián Ríos (“Añora la roña”).

Javier Duque (“Líder o redil”).

Willy de Winter (“Saionara paranoias”).

Gilberto Prado Galán (“¿Es Nerón o sonorense?”).

Carlos Liscano (“Sé verlas al revés”).

Héctor Matuk (“Sané, Dra. Cárdenas”).

Aurelio Asiain (“La musa musita (a ti suma su mal)”).

Pedro Poitevin (“Eco da eco de doce a doce”).

Iván Herrera (“Sacude y educas”).

Marco Colín (“Eso no sé”).

Blai Figueras (“Yo social y laico soy”).

Víctor Carbajo (“Sapos, Ramón, no marsopas”).

Rodrigo Gardea Montiel (“Soy de Dios”).

Merlina Acevedo (“Adán no caía con nada”).

Algunos libros de palíndromos publicados en México:

Óscar René Cruz, Palíndromos, tercera edición ampliada, Publicaciones Cruz, 1976, 1993, 1996.

Luz azul (palindromas) [de] Arreola, Bonifaz, Cruz, G. Avelar, González, Guzmán, Herrera, Illescas, Lancini, Robles, Delegación Venustiano Carranza, 1983.

Miguel González Avelar, Palindromía. Palíndromos y otros versos igualmente extravagantes, Miguel Ángel Porrúa, 1997.

Willy de Winter, Lúdica lengua. Cornucopia de curiosidades castellanas, edición del autor, 1998.

Óscar René Cruz, Palíndromo total –Oh ave de vaho, Publicaciones Cruz, 2002.

Óscar René Cruz, Palíndromos. Juguemos con letras. Para disfrutar y comprender la lectura, Publicaciones Cruz, 2004.

Óscar René Cruz, Minificciones palindromáticas, Publicaciones Cruz, 2006.

Gilberto Prado Galán, Efímero lloré mi fe. 26,162 palíndromos, Ediciones Sin Nombre, 2010.

Gilberto Prado Galán, Sorberé cerebros. Antología palindrómica de la lengua española, Colofón, 2010.

Julián Romero, Somos o soy: Palíndromos para niños, Libros del Rincón, Secretaría de Educación Pública, 2012.

Gilberto Prado Galán, Echándonos un palíndromo, Editorial Lectorum, 2012.

Merlina Acevedo, Peones de Troya. Aforismos, Colofón, 2013.

Pedro Poitevin, Ateo Pedro va, para pavor de poeta, Ediciones Acapulco, 2014.

Merlina Acevedo, Apholíndromos, Arscesis Ediciones, 2016. ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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