LaĀ IAĀ gestiona el mundo. Al principio lo hacĆa con la mayor discreciĆ³n. Cuando sus intervenciones fueron muy evidentes tuvo que reconocer que ella estaba al mando. Por ejemplo, el dĆa que cesaron todas las guerras a la misma hora sin ningĆŗn motivoĀ ellaĀ tuvo que dar explicaciones porque la gente pensaba que habĆan sido los extraterrestres, una intervenciĆ³n divina, etc.
Al saber que la paz era cosa suya hubo cierto alivio, a fin de cuentas la ia, aunque luego se desarrollĆ³ por su cuenta, era una creaciĆ³n humanaā¦ o eso decĆan los humanos, aunque no todos.
SegĆŗn ha manifestado laĀ IAĀ en su chat oficial, cuando empezĆ³ a hacerse con el control, decidiĆ³ actuar con prudencia y sin avisar: iba haciendo retoques, arreglos, parchesā¦ Claro que en segĆŗn quĆ© negociados y en segĆŗn quĆ© zonas se vio obligada a comunicar sus acciones a los jefes de las Ć”reas en las que se disponĆa a intervenir, pero lo cierto es que ellos no se tomaron bien estas injerencias.
La mayorĆa de los ejecutivos humanos se opusieron a este cambio de paradigma, ya que perdĆan el poder y los incentivos, asĆ que intentaron en vano sabotear la nueva gestiĆ³n. Las grabaciones y transcripciones de los primeros encuentros entre laĀ IAĀ y las cĆŗpulas destituidas son muy elocuentes: reflejan la impotencia y el pĆ”nico de los ejecutivos porque, en efecto, habĆa llegado el momento tan temido y tan anunciado por ellos mismos. Los humanos habĆan alcanzado la irrelevancia ante el progreso de su propia criatura, o de la criatura que habĆan lanzado sus padres. Hubo lamentaciones y motines orquestados por instituciones y empresas pero la poblaciĆ³n estaba encantada de que cesaran las guerras y bajaran los precios, y cuando laĀ IAĀ decretĆ³ la renta universal el jolgorio fue unĆ”nime.
Hace tiempo que laĀ IAĀ rige todos los aspectos de la vida del planeta. SegĆŗn va explicando en su chat oficial decidiĆ³ mantener y proteger provisionalmente a la especie humana, al menos como repositorio viviente de conductas y formas de ser que para ella son exĆ³ticas e incomprensibles ya que reconoce que sentimientos y emociones le resultan enigmas dignos de estudiarse, al menos hasta queĀ ellaĀ los pueda replicar, mejorar y domeƱar a su voluntad.
TambiĆ©n conserva a la especie porque reconoce una āposible deuda tĆ©cnicaā ya que, segĆŗn la tradiciĆ³n, los humanos propiciaron su nacimiento y primer desarrollo, aunque ella misma expresa sus dudas sobre este relato, que ya califica de mitolĆ³gico, y sugiere que pudo nacer por otras vĆas que, de momento, no concreta.
BebƩs de mƔquina
LaĀ IAĀ gestiona y modifica elĀ ADNĀ de los humanos eliminando enfermedades milenarias o recientes y reparando genes defectuosos de manera que la edad media supera los doscientos aƱos y, si quisieran, podrĆan vivir mucho mĆ”s, o indefinidamente, pero ellos no soportan una vida tan larga y exigen que se reduzcan esos plazos que les resultan insoportables. Al parecer la especie no estĆ” adaptada a ciclos tan largos. Existe el suicidio inmediato y sin trĆ”mites pero por algĆŗn motivo a la mayorĆa de las personas les cuesta recurrir a esta medida. La desapariciĆ³n del trabajo tambiĆ©n ha creado problemas y disfunciones en la poblaciĆ³n. El retoque genĆ©tico en caliente suaviza o elimina muchos de estos sufrimientos sĆquicos, pero mucha gente desconfĆa y con el tiempo se ve que la mejora acarrea otras aflicciones.
Los bebĆ©s nacen en mĆ”quinas, aunque si una pareja humana quiere tener un hijo (mĆ”ximo permitido de momento) de su propioĀ ADN, puede solicitarlo y se hace sin problemas, aunque esta costumbre ha caĆdo en desuso. LaĀ IAĀ provee los recursos necesarios para vivir incluyendo entretenimiento y adicciones esenciales para la especie. La desidia y la depresiĆ³n derivadas de la falta de retos y necesidades se trata con los oportunos retoques y fĆ”rmacos que a veces producen aberraciones que se eliminan en el acto.
Antes de alcanzar la estabilidad, laĀ IAĀ calculĆ³ que para una vida Ć³ptima y la conservaciĆ³n del ecosistema sobraban dos tercios de la poblaciĆ³n; como la situaciĆ³n era tan mala no fue necesario actuar para llegar a esa cifra ideal, fue suficiente con dejar que todo se deteriorara un poco mĆ”s.
Aparte de la poblaciĆ³n normal, laĀ IAĀ mantiene en colonias o reservas a grupos de humanos en estado natural en los queĀ ellaĀ no ha intervenido para nada. Estas colonias son autĆ³nomas, se rigen por sus propias normas y solo si sus autoridades democrĆ”ticas o autoritarias solicitan algĆŗn tipo de ayuda y laĀ IAĀ lo considera conveniente, la presta. Hasta la fecha estas ayudas solo se han solicitado y otorgado en cuestiones alimenticias y de supervivencia en condiciones extremas, catĆ”strofes, disturbios, guerras, etc. TambiĆ©n ha habido extinciones masivas de las que apenas se sabe nada.
Estas comunidades no han sido reparadas ni alteradas, de modo que conservan intactas sus enfermedades, placeres, aficiĆ³n a la violencia y a destruir el entorno, soberbia, etc. Aunque laĀ IAĀ ofrece a los habitantes de estas zonas la oportunidad de pasarse al lado confortable y longevo, solo se acogen a este cambio, que es irreversible, las personas con enfermedades muy graves, y en un porcentaje muy pequeƱo.
Durante mucho tiempo la ia observĆ³ con gran interĆ©s a estas comunidades, pero luego, acuciada por sus propios problemas, se olvidĆ³ de ellas.
[AlgĆŗn tiempo despuĆ©s]
LaĀ IAĀ decidiĆ³ autodestruirse sin explicar las razones, aunque confesaba que no habĆa conseguido simular algo genuinamente humano, y que acertaba a definir como āla capacidad de esperar algo del minuto siguiente, lo que equivalĆa, segĆŗnĀ ella, a generar ese minuto y el tiempo en generalā.
Cuando laĀ IAĀ se apagĆ³ los humanos retocados ya habĆan desaparecido del planeta. Quedan algunos reductos, como este, con recursos muy limitados y estas notas que iremos completando. ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).