El video muestra a Fernando Villavicencio saliendo de un colegio en el distrito financiero de Quito, la capital de Ecuador, en la tarde del 9 de agosto despuรฉs de un mitin de su campaรฑa presidencial. Un par de guardaespaldas lo escoltan hasta su camioneta y abren la puerta. Justo cuando Villavicencio se inclina para entrar se escucha el ruido seco de una rรกfaga de detonaciones. El candidato a la presidencia, un periodista convertido en activista contra la corrupciรณn y el crimen organizado, muere antes de llegar al hospital. Minutos antes habรญa dicho a sus seguidores: โNada es gratis. Esta democracia nos ha costado vidas.โ Costรณ la suya.
Cuando me enterรฉ de este acontecimiento, pensรฉ inmediatamente en otro candidato presidencial asesinado en un mitin de campaรฑa en el norte de Bogotรก en 1989. A diferencia de Villavicencio, Luis Carlos Galรกn era el seguro ganador de la elecciรณn presidencial colombiana de 1990. Sus verdugos eran sicarios de Pablo Escobar, el mayor narcotraficante de la รฉpoca. La ofensiva sangrienta de Escobar contra el Estado de derecho y contra la extradiciรณn de los narcos a Estados Unidos (โmejor una tumba en Colombia que una cรกrcel en Estados Unidosโ, dijo) segรณ la vida de decenas de polรญticos, jueces y periodistas colombianos. Como periodista que cubrรญa los paรญses andinos, conocรญ a varias de las vรญctimas: me impresionaron tanto su valentรญa como su fatalismo ante las consecuencias de su sentido del deber moral.
Casi 35 aรฑos despuรฉs la pregunta es si su sacrificio fue en vano. Con la ayuda de media docena de agencias de inteligencia de Estados Unidos, las fuerzas de seguridad colombianas liquidaron a Escobar en 1993, una persecuciรณn que narra vivazmente Mark Bowden en su libro Killing Pablo. Su error fue desafiar abiertamente al Estado. Sus rivales y sucesores confiaron mรกs en la plata que el plomo: llegaron a corromper hasta la tercera parte del Congreso colombiano. Gracias a la valentรญa de fiscales y algunos polรญticos y periodistas, varios legisladores fueron encarcelados.
Hubo tambiรฉn mucha complicidad en la sociedad como Gustavo Petro, el actual presidente, seรฑalรณ en una autobiografรญa publicada hace dos aรฑos: โde algรบn modo, los dineros del narcotrรกfico y de la corrupciรณn han fluido dentro del paรญs de manera voluntaria. Al final, quizรกs los colombianos de clase media e incluso de muchos sectores populares perciben que tienen una mejor vida porque ese capital circula en las callesโ. No es difรญcil ver la misma valoraciรณn detrรกs de la polรญtica de Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador de enfrentar al narcotrรกfico con โabrazos y no balazosโ.
Pero cerrar los ojos no es una polรญtica pรบblica. El drama de toda Amรฉrica Latina hoy es el crecimiento imparable del crimen organizado. Hay dos dimensiones especialmente preocupantes. En primer lugar, se ha difundido por toda la geografรญa americana. No es solo un problema colombiano, andino o hasta de Mรฉxico, donde las mafias empezaron a dominar el negocio de la cocaรญna en los aรฑos noventa. Ya se extiende por todo Brasil y el Cono Sur: el negocio del suegro de Lionel Messi fue atacado por narcos hace poco en Rosario, Argentina; ha habido tiroteos en barrios residenciales de Santiago de Chile; y el narcotrรกfico se ha coordinado con guerrillas en tierras mapuches en el sur del paรญs. Asimismo, el crimen organizado ya tiene una presencia importante en la Amazonia, donde dificulta la lucha contra la deforestaciรณn (y por lo tanto contra el cambio climรกtico).
En segundo lugar, las mafias obtienen una penetraciรณn cada vez mรกs amplia de la polรญtica democrรกtica. En Mรฉxico Guillermo Trejo y Sandra Ley han identificado una โzona grisโ de colaboraciรณn entre polรญticos locales y mafias. En Venezuela y Guatemala el crimen organizado estรก imbricado con una รฉlite polรญtica corrupta. En Venezuela reina la impunidad. Al menos la รฉlite guatemalteca se siente amenazada por la victoria en la elecciรณn presidencial de agosto de Bernardo Arรฉvalo, un reformista que lidera Semilla, un movimiento anticorrupciรณn. En Colombia el hijo de Petro estรก siendo investigado por haber aceptado dinero sucio para la campaรฑa (sin su conocimiento, insiste el presidente). Por no hablar de Haitรญ, donde el asesinato del presidente Jovenel Moรฏse a manos de sicarios colombianos en 2021 acelerรณ la conversiรณn de ese paรญs en un Estado fallido controlado por mafias.
La producciรณn de cocaรญna se ha mรกs que duplicado desde 2014 segรบn la onu. Colombia es responsable de un 70% del total. El grueso de la producciรณn en ese paรญs se ha concentrado cerca de las fronteras con Venezuela y Ecuador. Esto ha puesto a Ecuador, otrora oasis de calma, en el ojo de la tormenta: el uso del dรณlar como moneda local y el puerto de Guayaquil facilitan la exportaciรณn de droga. Hay una batalla entre dos mafias mexicanas y sus socios locales para su control. Parece ser que una de ellas matรณ a Villavicencio porque este habรญa propuesto militarizar el puerto.
Hay dos peligros en todo este asunto. Uno es que las instituciones democrรกticas terminen sirviendo a intereses privados oscuros. El otro es que la inseguridad ciudadana que genera el crimen lleve a una demanda de caudillos civiles, como Nayib Bukele en El Salvador.
Es mucho mรกs fรกcil diagnosticar el problema que solucionarlo. Por supuesto, legalizar la cocaรญna quitarรญa el negocio a las mafias y reducirรญa su poder. Pero eso no va a suceder. Frente a la inseguridad, los gobiernos de izquierda muchas veces solo ofrecen sociologรญa: argumentan que hay que combatir la pobreza y las causas sociales de la inseguridad. Estรก bien, pero no es una soluciรณn para el ciudadano que teme salir de su casa. La รบnica alternativa viable es combatir a las mafias con mucha mรกs inteligencia y emprender la difรญcil tarea de fortalecer las instituciones del Estado de derecho, desde la policรญa hasta el poder judicial y las cรกrceles. No es un camino corto ni fรกcil. ~
Michael Reid es escritor y periodista. Su libro mรกs reciente es โSpain: the trials and triumphs of a modern European countryโ (Yale University Press), que publicarรก en espaรฑol Espasa en febrero de 2024.