El historiador español David Jorge (Lugo, 1987), profesor e investigador de El Colegio de México, ha escrito un libro exhaustivamente documentado sobre los actores y las redes internacionales de la izquierda iberoamericana en la primera mitad del siglo XX. El eje institucional del estudio es la Tercera Internacional Comunista o Komintern, pero su arco de implicaciones recorre gran parte de la comunidad política e intelectual de la izquierda latinoamericana y española entre la Revolución rusa, la Revolución mexicana, la Segunda República y el antifranquismo en España.
Es muy común la premisa de que la Guerra Civil española (1936-1939) fue la antesala de la Segunda Guerra Mundial y la lucha antifascista a escala mundial. Este libro opta por un enfoque arqueológico que interpreta el conflicto español, en buena medida, como desenlace de una pugna abierta desde el triunfo de la Revolución bolchevique en 1917 y la propagación organizativa del comunismo internacional.
El circuito antifascista de la Komintern no comenzó a crearse con los frentes populares y la consolidación estalinista de los años treinta sino en la década anterior, durante el periodo bolchevique y la estrategia de “clase contra clase”. La campaña de solidaridad con los anarquistas italianos Sacco y Vanzetti, ejecutados en la silla eléctrica en Massachusetts en 1927, estudiada al detalle por Moshik Temkin, los debates dentro del Partido Comunista Italiano, donde se perfilaron las posiciones enfrentadas de Antonio Gramsci y Palmiro Togliatti, y la resistencia contra los “Mussolinis tropicales” en América Latina (Leguía, Gómez, Estrada Cabrera, Machado…), fueron anteriores a los frentes populares.
También algunas ramas institucionales de la Komintern, co- mo la Internacional Sindical Roja (Profintern), la Internacional Campesina (Krestintern) o el Socorro Rojo Internacional, de gran protagonismo en el espacio latinoamericano, provenían de la época en que Zinóviev y Bujarin encabezaron aquella enorme red. El antifascismo habría nacido desde que llegó al poder el primer fascismo, es decir, el italiano en 1922. En las dos décadas siguientes, la Komintern ejercería una ascendente hegemonía sobre el amplio espectro antifascista, que restó heterodoxia, pluralidad e ímpetu revolucionario al campo de las izquierdas.
La historia global de ese antifascismo atraviesa las diversas etapas de la Komintern, hasta llegar a los frentes populares que anteceden y acompañan la Guerra Civil española. Pero muchos de los actores de aquellas redes, el italiano Vittorio Vidali, el argentino Victorio Codovilla o el polaco León Gaikis, una de las figuras centrales del kominternismo en México y España, cuyo liderazgo pone de relieve este libro, habían hecho el trayecto completo, desde los tiempos de Lenin hasta los de Stalin.
Por el camino, David Jorge reconstruye con mucha destreza narrativa e interpretativa algunos capítulos conocidos, como las campañas internacionales a favor de la lucha de Augusto César Sandino en Nicaragua y Farabundo Martí en El Salvador, el impacto del asesinato de Julio Antonio Mella en la Ciudad de México y el papel articulador de al- gunas parejas emblemáticas del transnacionalismo comunista como las de David Alfaro Siqueiros y la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, Vidali y Modotti, Diego y Frida, Rafael Alberti y María Teresa León.
La parte central del libro está de- dicada a lo que el historiador entiende como un tránsito “del foco latinoamericano al foco español” en la Komintern. Tras la llegada de Hitler al poder en Alemania, los frentes populares de España y Francia configuran el nuevo rostro del antifascismo internacional, delineado en el séptimo congreso de la Komintern, en el verano de 1935, bajo la dirección del búlgaro Gueorgui Dimitrov.
El libro repasa la puesta en práctica de la línea frentista en España, desde su amplia convocatoria intelectual, verificada en el primer Congreso de Escritores Antifascistas de París, hasta la mezcla de apoyos y presiones al gobierno de Manuel Azaña y Francisco Largo Caballero. Vidali, Codovilla, el comunista francés Jacques Duclos y el soviético Dmitri Manuilski fueron los operadores de aquel pacto, aunque también se destaca la labor de los socialistas Julio Álvarez del Vayo y Margarita Nelken, quienes a pesar de no militar en el Partido Comunista, o precisamente por eso, hicieron contribuciones valiosas al frentismo.
Del lado de las juventudes comunistas y trotskistas hubo reticencias, como muestran los pasajes dedicados a Santiago Carrillo, que en 1936, tras ser liberado de la cárcel, se sumaría al Frente Popular. Carrillo sería clave en la incorporación de sectores de las juventudes trotskistas a la alianza, a pesar de que el propio Trotski cuestionó el frentismo como una estrategia de factura estalinista. Un viaje posterior de Carrillo a Moscú lograría la cuadratura del círculo, sumando parte considerable del comunismo y el socialismo españoles a la causa del antitrotskismo.
El libro de David Jorge no deja dudas sobre el peso de la línea de la Komintern en la creación del gobierno del Frente Popular, que llegó al poder en España en las elecciones parlamentarias de febrero de 1936. En las páginas finales, sin embargo, hay advertencias pertinentes sobre los equívocos de extremar el argumento, al punto de negar toda autonomía al gobierno republicano o concederle demasiada: “en un escenario tan extraordinario como era el de la España en guerra cabían matices intermedios”. ~
(Santa Clara, Cuba, 1965) es historiador y crítico literario.