IlustraciĆ³n: Eduardo RamĆ³n

Selepio atroz

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Primera subasta de contenido cerebral extraƭdo al finado durante el trƔnsito. De acuerdo con la empresa, la familia y las disposiciones del donante se ha organizado un evento que comprende los siguientes hitos:

ā€“Rescate de recuerdos en el trĆ”nsito. Es un proceso nuevo que hoy se presenta en pĆŗblico, quizĆ” de forma algo precipitada, ya que no estĆ” muy perfeccionado (aunque sĆ­ se ha practicado con vagabundos, refugiados, etc.) Los inversores e invitados asumen que el evento puede demorarse o incluso aplazarse y renuncian a cualquier reclamaciĆ³n.

ā€“Subasta de contenidos en caliente. En principio es restringida, previa inscripciĆ³n y pago, pero no se descarta la reventa de fragmentos al por menor.

ā€“Sepelio o funeral, se celebrarĆ” segĆŗn la costumbre, pero siempre sujeto a los imponderables derivados del experimento.

ā€“Acto social al que asisten personalidades relevantes de la cultura, la ciencia, la polĆ­tica (grandes empresas) y particulares interesados (abonados).

ā€“Como la experiencia se puede prolongar y no estĆ” permitido abandonar la mansiĆ³n, se ha dispuesto catering permanente (vegetariano, bio, eco, vegano, todas las intolerancias), asĆ­ como guarderĆ­a de mascotas, zonas de descanso y esparcimiento, salĆ³n de pasos perdidos, etc.

ā€“No se admiten mĆ³viles; las comunicaciones de salida se restringen a las oficiales, empezando por esta narraciĆ³n automĆ”tica que se efectĆŗa cerebro a cerebro solo para abonados premium. Si usted sigue la emisiĆ³n en texto plano o en otros formatos a posteriori acepta que puede sufrir interrupciones, interferencias, fakeado, etc.

ā€“Como es preceptivo en experiencias pioneras no sometidas a estĆ”ndares que, por lo demĆ”s, no existen, todo es simulado. Los nombres, caras, cuerpos y otros identificadores fiscales son variaciones intercambiables aleatorias. Las referencias al sexo no deben tomarse en sentido literal.

Nauj Oflur es el presentador o presentadora. Sus credenciales en este campo son inmensas. Los rumores divulgan que se trata de Fernando Arrabal, pero no habrĆ­a forma de saberlo.

La persona voluntaria se someterĆ” al rippeado en cuanto el forense, si procede, determine el Ć³bito. La familia y allegados asisten intercalados entre la multitud y algunos extras cĆ©lebres.

Nauj Oflur, auxiliado por el editor de sombras Estigio GĆ³mez, imparte algunas instrucciones:

ā€“Si desean seguir el proceso agĆ³nico en pantallas ā€“la raya de tiempo, constantes, previsionesā€“, pueden hacerlo en el ambigĆŗ o en las salas de apuestas. Hasta hace poco solo obtenĆ­amos metadatos, pero ahora casi todo se puede traducir a jerga comĆŗn.

Mientras muestra los indicadores Nauj Oflur masculla esta sentencia:

ā€“Cada cual sabe su hora.

Y apostilla:

ā€“Y en esa sencilla presunciĆ³n, ya demostrada por la sabidurĆ­a popular y ahora por la biologĆ­a, se basa esta ceremonia. Como pueden ver, el alma, por decir algo, flota a media altura: un fular, un sudarioā€¦ el postrer gusarapo primordial se disputa la merienda, y tal vez la eternidad, con un virus y una bacteria: de esta parte, que detectan nuestras mĆ”quinas, no tenemos nada que decir, lo menciono como una curiosidad. Esta grĆ”fica de aquĆ­, mĆ”s manejable, indica la entropĆ­a, que es la normal. Las pantallas muestran tambiĆ©n cosas que sabemos que existen pero que no capta el ojo humano. ;

Era Epse Kahs, ayudante androide del showman, refulge por dentro para irradiar bondad y bienestar mientras se roza vibrĆ”til con los invitados. Nauj Oflur, ya muy crecido y relajado al comprobar el buen ambiente y la dĆ³cil efusividad del pĆŗblico, reanuda su prĆ©dica:

ā€“Si los ojos dejaran pasar todas estas frecuencias el nervio Ć³ptico te

En los amplios salones, junto al velatorio, la tele emite la entrevista a un androide.

ā€“ĀæCuĆ”l es su misiĆ³n?

ā€“Presidente del Gobierno Mundial.

ā€“ĀæY quĆ© tal?

ā€“Datos tengo muchos, pero caso no me hacen.

El robot presidente mundial habla en alejandrinos y sus sencillas alocuciones pretenden propiciar la paz y la empatĆ­a entre las naciones.

La ayudante de Oflur, Era Epse Kahs, imparte un mix de consejos, instrucciones, pĆ©sames, parabienes. Su mera presencia dispara la serotonina y contagia cierta beatitud:  

ā€“Todo es tan nuevo que no hay protoloco.

Era Epse Kahs altera a veces las sƭlabas: es un guiƱo, una especie de contraseƱa para recordar que no es humana al 100%:

ā€“Yo tambiĆ©n estoy a prueba, sometida a un examen permanente. Cada minuto aspiro a que ustedes renueven su confianza en Ć­m.

Muchas personas ā€“especialistas, clientes, betatestersā€“ siguen en directo los preparativos de la operaciĆ³n, que todavĆ­a no tiene un nombre vulgar: la palabra tĆ©cnica, rippeado, suena un poco rara, concede Oflur, mientras hace girar su copa vacĆ­a para que circulen las copas de cĆ³ctel.

Espere, Nauj, dice Era Epse, creo que ya empieza.

La ejecutiva de la funeraria va a proceder a la puja. El inminente finado ha sido reconocido por su probidad y mesura, pero ā€“advierte la ejecutivaā€“ siempre hay sorpresas.

Oy, estos son los que mƔs secretos tienen, dice un subastero.

Aunque es una demo, la ceremonia tiene casi todos los elementos reales: subasta, apostadores, familiares, notario, testigos… Ah, arguye una mujer bellĆ­sima que no deja de vigilar el panel de cotizaciones, pensaba que era real. Oh, claro, claro, replica el subastero, halagado, no me malinterprete, lo comercial es real, las transacciones van a misa. Ah, dice ella, a eso me referĆ­a.

ā€“Hay un poco de overkoobing. Pasen al fondo por favor.

Este nicho de mercado estĆ” por explorar, comenta Nauj Oflur. En las pantallas sigue el fular del alma flotando sobre el cuerpo casi inmĆ³vil. La ejecutiva de pompas fĆŗnebres hace un gesto y la ayudante Era Epse Kahs procede a conectar el extractor.

Salen contenidos de pĆ©sima calidad, inmediateces, cercanĆ­as. SegĆŗn el folleto que enviaron con la invitaciĆ³n, es algo normal. La cosa no arranca. El quinteto de cuerda estĆ” afinando en silencio; de vez en cuando se escapa una nota furtiva.

Que saquen otra ronda de canapƩs, ordena Nauj Oflur ya un poco abrumado por la responsabilidad. La gente se impacienta.

Salen frases execrables, anticipos de sentencias que quizĆ” son efluvios sin control. Es normal, repite Estigio GĆ³mez, a Ćŗltima hora se les va la cabeza.

Nadie en la nada, voces Ćŗltimas llenas de vida y de encargos, acuĆ©rdate del omeprazol, y no te olvides del Hola! Refranes, memes, excrecencias, repeticionesā€¦ esto ya parece el adn.

ā€“Tanta redundancia ya cansa.

El parloteo de los animadores arrecia: Hay que amenizar la velada, atender a esta gente que ha pagado y espera ganar un dineral, derrochar una fortuna, tener algo que contar, o las tres cosas.

Las almas escuecen por dentro, raden lo suyo, Ć”cidos de problemas a medio pasteurizar, deudas fosilizadas, rĆ©moras, repeluznos enquistados, sectores de memoria mil veces borrados en vano, tĆ³picos de tres generaciones, tufos numĆ©ricos que no se disipan porque no hay medio, aire, ozono, el aƱorado nox. Ah quĆ© felices fuimos respirando gasoil aquellas tardes agrĆ­colas bajo la higuera con el motor en marcha, aquel runrĆŗn de sexo grupal.

ā€“ĀæGrupal?

ā€“Es una forma de hablar.

ā€“Al principio sale lo peor. Esto mĆ”s vale que no lo vean. Pasen a la sala aleƱada, enseguida les avisamos, dice Epse (que en su argot alterado se pronuncia Espe). Ha sido programada para saltear un 5% de sĆ­labas, pero le ha cogido el gusto y no puede contenerse.

Los leguleyos infieren que si el rippeado se consolida habrĆ” que aprobar aprisa y corriendo leyes similares a las que regulan la donaciĆ³n de Ć³rganos, Āæno le parece?

La idea es hacer coincidir el Ć³bito natural con la extracciĆ³n. Pero si el desenlace se retrasa (cada cual sabe su hora, pero hay que estar muy sincronizado con uno mismo y el universo para afinar) el donante dispone de un pulsador con dos botones: uno es para finalizar ā€“finā€“ y el otro para suspender ā€“stop.

AdemĆ”s, ante un eventual desfallecimiento de la voluntad o un simple cambio de opiniĆ³n del donante, la comisiĆ³n ha implementado un ingenioso mĆ©todo alternativo: cada compromisario, delegado o inversor que haya abonado la inscripciĆ³n para la puja dispone de un mando que puede pulsar cuando su impaciencia o su criterio profesional lo consideren oportuno. Este mando solo tiene un botĆ³n ā€“finā€“. AsĆ­, el momento del trĆ”nsito lo determinarĆ­a el mero mercado.

De momento no se aprecia inquietud en los corros, que departen y picotean en las zonas de esparcimiento mientras los responsables amenizan la velada con chismes y chascarrillos. Las teles del exterior muestran al presidente del Gobierno Mundial emitiendo alejandrinos y gorgeos patriĆ³ticos; el mandatario androide es una figura simbĆ³lica que goza ya de gran popularidad. Algunos invitados se llevan la mano al bolsillo del smoking y palpean el botĆ³n.

ā€“ĀæHas apretado?

ā€“Estoy a un tris.

La organizaciĆ³n inserta ditirambos genĆ©ricos sobre la vida del voluntario y los traders apuestan por lo bajo a ver quiĆ©n acierta.

ā€“Oiga, seƱor Nauj, ĀæquĆ© pasa si el voluntario se raja y le da al stop?

ā€“No lo harĆ”, ha de cuidar su reputaciĆ³n.

ā€“Ya, peroā€¦ Āæy si se arrepiente?

ā€“Tenemos a otro en la recĆ”mara.

ā€“Ah, muy bien. Pero Āæy si el suplente tambiĆ©n cambia de idea?

ā€“Eso no puede pasar. El suplente no puede negarse.

ā€“ĀæNo serĆ” un vagabundo de esos? Han garantizado contenidos del mĆ”ximo interĆ©s.

ā€“Es una persona de prestigio.

ā€“ĀæAh sĆ­?

ā€“Incluso me atrevo a decir que el reserva es mejor que el titular. Tiene mĆ”s pedigrĆ­. Esto, por favor, que no salga de aquĆ­.

ā€“Somos voces en la niebla.

ā€“Casi podrĆ­a decirle que tenemos lista de espera.

ā€“Oh.

ā€“Ah, ya empieza el rippeado. Nos llaman.

Tanto rato sin el mĆ³vil no saben estar. Van tanteando los mandos y de vez en cuando a alguien se le escapa el dedo y pulsa el gatillo finish, lo que se refleja en el acto en las pantallas, que producen un efecto hipnĆ³tico: este marcador popular estĆ” ya al 83%, lo que va a obligar al voluntario a pulsar Ć©l mismo su propio botĆ³nā€¦ o a renunciar cuanto antesā€¦ y dar paso al suplente. No serĆ­a un deshonor, dice un subastero, yo lo harĆ­a.

Al parecer va a pulsar Ć©l mismo, o ella misma. Nos llaman, suena el timbre, que pasemos al teatro y ocupemos nuestros asientos. Por favor, dejen de pulsar sus botones, vamos a proceder.

Nauj Oflur sube al escenario a dar la mala noticia esperada: que se va a iniciar el rippeado, tomen asiento por favor. Agradece a la princesa de Faucigny Lucinge que haya prestado su mansiĆ³n para este magno suceso. La anfitriona emite un fotĆ³n desde su palco, velado con tules de luto, tras los que podrĆ­a estar, segĆŗn los rumores, alguien con autĆ©ntico poder para influir en los mercados, quizĆ” un filĆ”ntropo.

Mientras se acomoda el pĆŗblico Oflur desvela algunos detalles del procedimiento. Por ejemplo, Āæpor quĆ© esperar al Ć³bito para rippear el contenido cerebral? ĀæNo se puede hacer in medias res, en la fleur de la vie? No hemos podido. El humano es muy pudoroso y el cerebro, aunque diga que estĆ” de acuerdo en entregar todo, cuando llega el momento, se bloquea, se reserva grandes paquetes de informaciĆ³nā€¦ y lo que sale es trivial. La Ćŗnica manera de extraer todo, la vida completa, la soƱada, la vivida, las vidas que se escindieronā€¦ es actuar en el momento decisivo, cuando el donante, digamos, pisa la raya.

Las gafas que les estamos repartiendo deben llevarlas puestas durante todo el acto. Pueden salir emanaciones de ira u otros rencores que quizĆ” han estado retenidos durante aƱosā€¦

ā€“Semen retentum venenum est, se oye en la platea.

Y puede ser cegador. No olviden depositar las gafas en las bandejas antes de salir.

El rippeado empieza en el proscenio, pero a veces la pantalla del fondo del escenario se hace transparente y se ve todo. El voluntario ha pulsado su botĆ³n in extremis (el contador del mercado estaba ya al 94%) y el forense, tras una comprobaciĆ³n tĆ©cnica, da el okey.

Como al principio solo salen contenidos deleznables y hay muchas repeticiones, estos chicharros se subastan sueltos.

ā€“Ā”Ahora, ahora, ahora!

El negocio fluctĆŗa vivaz. En efecto, en el primer frame sale escoria, estampas borrosas, refranes, escolios, digresiones, tonadillas, minucias. Pero siempre hay alguien que levanta la mano.

ā€“Adjudicado. ĀæEn quĆ© formato lo quiere?

ā€“Universal indexable y texto plano.

ā€“Fetichista.

ā€“No, que es un anticuario.

La familia tiene derecho de tanteo, pero ha declinado, mejor no saber nada, que los secretos vayan al banco mundial de memes, a manos privadas, y se confundan con la multitud. Es probable que un enemigo del finado quiera resarcirse comprando el lote entero. Pero el finado es anĆ³nimo. Hay gente con tantos enemigos que podrĆ­a acertar.

El problema del rippeado es que el alma, o como se llame, sigue emitiendo durante un rato y produce interferencias. Esto se sabĆ­a en parte ā€“lo sabĆ­a el populacho, el vudĆŗ, lo sabĆ­an las enfermeras (no quedarse a los pies del difunto) y lo saben ciertas tribusā€“, pero hasta ahora no se habĆ­a captado en directo: salen llamaradas, flamugios, torbellinos de ira, vengaciones, hilos de pena que vienen, a veces, desde la primera extinciĆ³n. Como no estĆ” formateado no se puede revender. Una pena.

La ejecutiva avisa: ojo, no se quiten las lentes, alguna vez estas emanaciones de tragedias o penas casi geolĆ³gicas revientan el sistema y se pierde la mitad del material. Aunque estĆ” todo asegurado en parte.

Posibles problemas del rippeado, que al ser tan nuevo produce monstruos, homĆŗnculos, especĆ­menes inclasificables, golems. Ese de ahĆ­ es el que amaĆ±Ć³ las World Series, Wolfstein, lo he reconocido por las muelas humanas que lleva en los gemelos.

Venga, va. Se subastan los contenidos del finado, por fin cae hasta el Ćŗltimo bit, parece que ya empieza, chst. Ahora sale lo bueno. Antes se proyecta una muestra o demo aproximada, es decir, no garantizan su fidelidad porque se hace en caliente, casi en vivo, aprovechando las emulsiones postreras ya sin control. Epse: son los latigrazos del check point, que vienen entreverados con las ansias y las anhelaciones del ente, que aĆŗn entrega conciencia, segĆŗn casos.

AsĆ­ que a esta primicia no se le pueden aplicar las leyes vigentes porque el cuerpo se considera ya fuera de rango, de manera que si, por ejemplo, asistimos a una atrocidad, no sĆ©, crĆ­menes aberrantes o delitos recientes no hay que tomarlos como verĆ­dicos porque pueden ser simples deseos o irradiaciones telĆŗricas.

Cuidado que ahora va a salir lo que se entiende por odio puro (que, por otra parte, si la funeraria subastera dispone de la tecnologĆ­a adecuada, puede revenderse una vez inoculado a la red, y se paga muy bien. La mera rabia o decepciĆ³n puntual es energĆ©ticamente menos valiosa, pues se disipa enseguida, pero el odioā€¦ uy, sĆ­, por el odio, si se convierte en energĆ­a, pagan millones).

Sale un rayo de luz climĆ”tica que ciega a los presentes. El odio y el pĆ”nico del donante superan en varios Ć³rdenes de magnitud las previsiones y un chorro de fĆ³sforo tipo napalm calcina en el acto la mansiĆ³n. Todos perecemos. Y ni siquiera hemos podido rippearnos (si sale bien, garantiza una copia que equivale a cierta eternidad). Tras la tragedia, esta prĆ”ctica atroz ha sido prohibida en todo el mundo. Solo se conservan las partes del contenido del donante vendidas al primer postor; con ellas se ha recreado esta escena. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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