Debe de ser una coincidencia no programada que cuando โen un infrecuente tรกndem editorialโ Anagrama y Acantilado estรกn sacando en elegante formato de bolsillo y traducciones inmejorables (algunas legendarias) la ingente obra novelesca de Georges Simenon, alguien, Patrice Leconte, que ya creรญamos desaparecido del mapa fรญlmico, regrese a nuestra cartelera, que puso en รฉl mucha fe en los aรฑos finales del siglo XX y primeros del XXI. Los รบltimos tรญtulos suyos que yo recordaba haber visto son El hombre del tren (2002) y Confidencias muy รญntimas (2004), dos thrillers insรณlitos y originales, en especial el primero, poseรญdo de una gracia que รngel Fernรกndez-Santos, reseรฑando el filme a su paso por la Mostra de Venecia, definรญa muy bien: โla negrura de un thrillerโ y โla arrolladora negrura del humor de un inmenso cรณmico, Jean Rochefortโ. Hay que decir, sin embargo, que ese humor negro a veces tan notable no derivaba solo de la comicidad de actores como el citado Rochefort, Fabrice Luchini, Johnny Halliday (el cantante), Anna Galiena, Sandrine Bonnaire o Michel Blanc; Leconte los elige conociendo su sabidurรญa natural de las leyes que rigen la tragicomedia, aรฑadiendo asรญ, casi orgรกnicamente, el delirio a Monsieur Hire (1989) y la farsa vestida de รฉpoca dieciochesca a Ridicule (1996). Son estas dos pelรญculas, junto a la memorable El marido de la peluquera (1990), las que considero sus obras maestras. La primera tomaba como base literaria Los esponsales de Monsieur Hire, novela que desconozco, pero poco antes de cumplir los 75, Leconte, en plena forma, nos ofrece su segunda adaptaciรณn de Simenon, con la particularidad de que en esta ocasiรณn el director se atreve con el comisario Maigret, una figura icรณnica de la televisiรณn y el cine francรฉs que solรญa encarnar el competente actor Bruno Cremer.
No trazaremos aquรญ la historia de la larga filmografรญa simenona, aunque es justo resaltar los nombres de Jean Renoir, que en La nuit du carrefour (1932) llevรณ a cabo la primera traslaciรณn cinematogrรกfica del libro homรณnimo, y Claude Chabrol, autor de la mejor de todas, Los fantasmas del sombrerero, magistral novela y magistral pelรญcula (de 1982). Es asimismo imposible, al hablar del escritor belga, esquivar su extraordinaria potencia literaria, con mรกs de doscientas novelas en su haber y otras muchas ocultas en seudรณnimos; inteligentes todas e inteligibles, tanto las que protagoniza el comisario como las que no son policiacas, los llamados romans durs. Su prolรญfica producciรณn, que incluye tambiรฉn copiosas memorias รญntimas y guiones de cine, tuvo una picante glosa personal en 1976, cuando siendo ya un setentรณn Simenon le confesรณ a su buen amigo Federico Fellini en una entrevista publicada en LโExpress que a lo largo de su vida se habรญa acostado con unas diez mil mujeres, un logro facilitado por su precocidad venรฉrea, ya mostrada a los doce, edad en la que perdiรณ su virginidad con una chica tres aรฑos mayor cansada pronto de รฉl. ยฟUn superhombre de la palabra escrita y de la proeza sexual?
La gran noticia ahora es que la reapariciรณn de Leconte en Maigret, adaptaciรณn de la novela Maigret y la joven muerta, conlleva la de su hรฉroe titular, encarnado por uno de los mayores talentos franceses de la interpretaciรณn, Gรฉrard Depardieu, que compone un personaje รกcido e inseguro, antipรกtico y torpe de movimientos, sin dejar de ser avispado y conmovedor en el seguimiento encarnizado del rastro de una joven asesinada con brutalidad, en quien el policรญa ve el fantasma de su propia hija. Con las gotas de humor que uno siempre espera de Patrice Leconte, la figura de Maigret vista de espaldas, tan ensanchada como lo estรก ahora el cuerpo de Dรฉpardieu, es un constante guiรฑo a los cuadros del seรฑor del abrigo negro y el sombrero que, visto tambiรฉn por detrรกs, aparece con frecuencia en la pintura del artista belga Renรฉ Magritte a partir de 1920: el hombre que โapunta al mundo con su miradaโ, como escribiรณ la historiadora del arte Susi Gablik. Y aรบn mรกs juguetรณn se muestra el cineasta en el chiste del โesto no es una pipaโ, dentro de la escena de los fumadores de pipa.
Sintรฉtica y oscura hasta el punto de ser tenebrista en su iluminaciรณn, Leconte no trata nunca de enturbiar la lรญnea de la historia contada, ni de sacarle punta hermenรฉutica o lecciรณn moral. Se trata de algo muy esencial y muy gratificante, esa fidelidad suya a Simenon, quien cuando hace novela no persigue la metรกfora ni se detiene en la introspecciรณn. En todas, las โdurasโ y las de serie negra, o al menos en decenas de ellas, el novelista es claro sin ser banal, profundo con levedad (excepto en la muy reputada y en mi opiniรณn algo grandilocuente Tres habitaciones en Manhattan, llevada en 1965 al cine, con mรกs pomposidad si cabe, por Marcel Carnรฉ). Y tambiรฉn es antiexplicativo y sobrio de palabra, lo que no le impide brillar en la ocurrencia y ser un maestro del giro novelesco. De ahรญ lo importante que es traducirle bien en el libro y en la pantalla. En Espaรฑa, en las ediciones a las que nos hemos referido, los nombres de Caridad Martรญnez, Josรฉ Ramรณn Monreal, Carlos Pujol, Ignacio Vidal-Folch, Emma Calatayud o Nรบria Petit, entre otros, avalan la fidelidad y el gran acierto verbal. Es famoso, por el contrario, el caso, asรญ podemos llamarlo, de Paul Celan, traductor de alguno de los primeros maigrets al alemรกn, en los que el gran poeta rumano de expresiรณn germรกnica, desdeรฑoso de un confeccionador a granel de โpolarsโ, recortaba el francรฉs original y lo transfiguraba, con lo que, al decir del editor suizo-alemรกn Daniel Keel, Simenon quedaba hermรฉtico y verboso.
Leconte no le traiciona en el paso de un arte a otro. Hablรฉ antes de la tenebrosa atmรณsfera creada en un Parรญs que refleja o hace pensar al menos en los aรฑos 1950, fecha en la que transcurre la novela. Un Parรญs que da miedo y morbo, lo cual conviene a una historia de perversiones sexuales y crรญmenes. Los diรกlogos (que firma el coguionista Jรฉrรดme Tonnerre) son concisos pero de rica sonoridad, sin buscar el apoyo sentimental o misterioso de la mรบsica, en la que conviven dos notables compositores, Bruno Coulais y Michael Nyman. Sus partituras son un complemento tenue y significativo, que no distrae durante la proyecciรณn, y tampoco se hacen pegadizas al salir del cine, lo apropiado cuando lo que hemos visto en la pantalla no es un musical de Hollywood.
A pesar de los rรฉcords carnales de Simenon, y de su amplia galerรญa ficticia de personajes femeninos, no se puede decir que esos cuerpos amados o deseados estรฉn descritos golosamente en sus pรกginas; tambiรฉn a tal respecto el escritor nacido en Lieja es recatado. Al cine le resulta imposible tanta reserva, especialmente ahora, cuando ha ganado libertades, aun perdiendo, por puritanismo, el atrevimiento de los excesos. Y aquรญ reaparece el talento en el casting de Leconte, manifiesto con el reparto femenino que le da rรฉplica al gran Dรฉpardieu. Las dos jรณvenes, la vรญctima Jeanine y la tal vez cรณmplice Betty (no deben darse mรกs datos), son de inocencia ambigua o retorcida, y tanto una, Melanie Bernier, como la otra, Jade Labeste, se hacen tan intercambiables como sustantivas en la trama. Frente a ellas, la Mujer Mala, que en este caso es una de esas actrices que depara al espectador asiduo la sorpresa de lo inesperado; secundarias no estelares que uno reconoce en su corta intervenciรณn o al ver su nombre en los tรญtulos de crรฉdito. Y aquรญ estaba, en Maigret, Aurore Clรฉment. Debutรณ en 1974 de la mano de Louis Malle en Lacombe Lucien, pero yo no la recuerdo de esa primera vez. Le he sido fiel por Parรญs, Texas y Apocalypse now, por sus tres pelรญculas con Chantal Ackerman, por la Marรญa Antonieta de Sofia Coppola, y sobre todo por su casi simbรณlico pero determinante papel en El sur de Vรญctor Erice, donde tiene dos nombres, Laura/Irene Rรญos, y una presencia metafรญlmica, perteneciendo ella a ese Sur soรฑado o tal vez falso que nunca llega a alcanzarse. Es una actriz de carรกcter (lo tienen sin duda las cuchilladas que da en este filme de Leconte) y sigue siendo bella y dulce a los 76 aรฑos. Gracias a ella y a sus compaรฑeras de reparto antes citadas, una historia tan abrumadoramente masculina como la bรบsqueda obsesiva y ajusticiadora del comisario Maigret amplรญa el espectro de sus mujeres y las multiplica en el puzzle de este relato macabro y amargo a la vez que estilizadamente sofisticado. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).