Un antepasado subjuntivo

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Antes, Alphonse Allais (1854-1905) era un escritor relativamente secreto. Lo leรญ desde que me lo recomendรณ Andrรฉ Breton en su Antologรญa del humor negro, quien lo exaltaba como โ€œun terrorista del ingenioโ€ y celebraba su pericia para burlarse de las certidumbres fรกciles, las ideas recibidas y, en suma, de โ€œlas muy variadas formas de la estupidez pequeรฑoburguesaโ€. Entre miles de cosas, Allais practicรณ las homorrimas, postulรณ una โ€œSociedad defensora de los derechos microbialesโ€, analizรณ a los canguros boxeadores, demostrรณ que dos y dos son cinco y razonรณ que las aseguradoras contra robos debรญan moralmente compartir sus ganancias con los ladrones.

Hermano de Raymond Roussel y Alfred Jarry, padre putativo de Ionesco, de Queneau y del OuLiPo en general, en espaรฑol Allais fue hermanastro de Gรณmez de la Serna, primo de Macedonio Fernรกndez, cuรฑado de Juan Emar y hasta tรญo de Cortรกzar (que le aprendiรณ el arte de describir escaleras). Borges (que no existiรณ) elogiรณ su enervante Drama muy parisino (1890), ese que Umberto Eco (que es un pastiche de Borges) ensalzรณ como superior ejercicio de narratologรญa.

Pues a pesar de ello es glorioso, Allais.

Ahora, gracias a las benemรฉritas Arvensa ร‰ditions, que publican en eBook las obras completas del canon francรฉs a cambio de un dรณlar, tengo todo Alphonse Allais. Releรญ, feliz, su El paraguas del pelotรณn y otras obras, y me topรฉ con una que ignoraba: su Album primo-avrilesque, donde figuran las pinturas monocroidales que exhibiรณ solemnemente en el Salรณn de las Artes Incoherentes de 1895. Las evoco desde 2018, cuando ya no hay salones ni mucho arte, aunque sรญ gran incoherencia.

Se trata de seis pinturas que le inspirรณ una obra de extremo realismo que declarรณ haber mirado de niรฑo, titulada โ€œCombate de negros en una cueva durante la nocheโ€:

El pasmo fue tan grande que Allais decidiรณ dedicarse a la pintura y, a lo largo de veinte aรฑos de โ€œardienteโ€ esfuerzo, logrรณ producir estas seis exquisitas obras de arte con sus tรญtulos mรกs o menos cifrados:

1) Cardenales apoplรฉjicos cosechan jitomates en las orillas del mar Rojo

2) Primera comuniรณn de niรฑas clorรณticas durante una nevada

3) Estupor de jรณvenes reclutas al mirar por vez primera tu azul, ยกoh mar Mediterrรกneo!

4) Ronda de beodos en la niebla

5) Proxenetas bebiendo ajenjo, aรบn en la flor de la edad y con la barriga en el pasto

6) Manipulaciรณn del ocre por cornudos con ictericia

No voy a disminuir a nadie explicando que los cuadros de Allais se anticipan obviamente al arte de Bla B. Blรก y de Etcรฉtera E. Etcรฉtera. Ninguno, a fe mรญa, lo hizo mejor que Allais, aunque sus imitadores sucesivos lo disfrazarรญan tras sesudos marcos teรณricos.

Las pinturas van acompaรฑadas por una Marcha fรบnebre para los funerales de un prohombre sordo que compuso Allais โ€“buen amigo, por cierto, de Satieโ€“ mucho antes de que llegasen los anticocleares vanguardistas, tan afinados. En tanto que โ€œlas grandes penas son mudasโ€ y todos las conocemos, la Marcha puede leerse sin excesivo esfuerzo:

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Es un escritor, editorialista y acadรฉmico, especialista en poesรญa mexicana moderna.


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