ยฟCuรกl es tu idea?
Todavรญa no estรก clara, pero tiene que ver con sentarse en cuclillas, como al encender la chimenea o la fogata. O cuando te arrimas al borbotรณn del ojo de agua sabiendo que mana de ahรญ un riachuelo. Es una postura que mueve a la meditaciรณn. En cuclillas el arquitecto puede dibujar con una ramita en la tierra, el arqueรณlogo limpiar tepalcates haciendo un descubrimiento con su escobilla, y el niรฑo guerrear colocando obstรกculos a la fila de hormigas. Recogidos en sรญ mismos, en plena curiosidad o introspecciรณn, se ladean a veces con un pequeรฑo vรฉrtigo de desequilibrio que alivian con los codos y las manos. En cuclillas tambiรฉn se puede armar un libro.
Mi idea tiene que ver tambiรฉn con la luz. Habรญa en la Imprenta Madero un espacio creado por Vicente Rojo para ilustrar las publicaciones, un tapanco que albergaba su archivo personal y social de miles de imรกgenes, a la mano para quien las necesitara. Vicente reunรญa ahรญ carpetas con toda suerte de dibujos, retratos, fotografรญas, viรฑetas, grabados, letras, recortes extraรญdos de libros y revistas, materiales รบtiles para los editores y diseรฑadores. Complementaba al archivo una biblioteca con buenos diccionarios, libros de arte y colecciones de literatura y filosofรญa. El tapanco se desprendรญa del generoso mezzanine, la terraza interior en donde laboraban los diseรฑadores grรกficos, casi todos ayudantes y discรญpulos de Vicente, en escritorios distribuidos perimetralmente. De esa terraza descendรญa una escalera a una gran sala en el nivel bajo, donde laboraban los capturistas ante las primeras computadoras y los formadores cortaban aรบn manualmente las tiras tipogrรกficas para pegarlas en cartones. Del otro lado del desnivel se accedรญa a otra terraza. Desnivel y terrazas, asรญ como la enorme sala de rotativas y encuadernadoras, recibรญan gran luminosidad (solo el departamento de fotomecรกnica se enterraba debidamente en lo oscuro). A diferencia de tantas imprentas sumidas en media luz y mala ventilaciรณn, la Madero, por gracia de Vicente Rojo y Josรฉ Azorรญn, optaba por la claridad y el aire.
Recuerdo que Vicente llegaba con lรกpices, goma de borrar, con un rollo de papel y escuadras bajo el brazo. En lugar de cรบter o x-acto, usaba una navaja de afeitar Gillette. Trabajaba en las mesas de diseรฑo en medio del mezzanine, sentado y de pie. Casi puedo afirmar que trabajaba mejor de pie, que eso era lo suyo: componer las pรกginas desde lo alto y expansivamente. Fernando Benรญtez recordaba cรณmo armรณ sobre el piso, incluso distribuyรฉndolo a gatas, el material grรกfico de su Historia de la Ciudad de Mรฉxico, los cรณdices, los grabados, los mapas, las litografรญas, las fotos. Muchos aรฑos despuรฉs pude comprobar cรณmo desenrollaba sus papeles en una larga tira sobre el suelo, ordenando un campo de acciรณn, un diagrama territorial que era al mismo tiempo tablero para el juego. Quizรก por ello nombrรณ Jaque mate a uno de sus libros mรกs hermosos, que armรณ tanto en mesas como sobre el piso de su casa.1
Ese tรญtulo designaba un fin de partida. Roberto Rรฉbora y Marco Perilli, los editores, le habรญan planteado el juego: formularon preguntas e instrucciones que Rojo debรญa resolver grรกficamente. โยฟCรณmo dibujas sรญ?, ยฟcรณmo dibujas no?, ยฟquรฉ es el ritmo? Haz un signo รบtil… haz un signo inรบtil… traza la lรญnea que va del sentido al signo. ยฟCรณmo te relacionas con el nรบmero รกureo?, ยฟconstituyen emociones diferenciadas un cuadrado, un triรกngulo, un cรญrculo…?โ Y Vicente produjo bocetos a manera de respuesta, que luego maquetarรญa en un cuadernillo, formando cada pรกgina, indicando a lรกpiz los tamaรฑos y lugares, insertando dibujos con pegamento y corrigiendo las pruebas en papel. Croquis, anotaciones, enmiendas, seรฑales, todo son hechuras de una mano que avanza.
Como se sabe, รฉl nunca usรณ la computadora para concebir sus libros. En tanto que, entre los jรณvenes, el diseรฑo en pantalla se iba haciendo procedimiento usual, รฉl insistรญa, a mucha honra, que lo suyo era el papel, el lรกpiz y las tijeras. Su manera de hacer, o mejor dicho de manufacturar, se iba quedando atrรกs en el tiempo. Marco Perilli, quien lo grabรณ en video, me describe su actividad: โEl movimiento de sus manos, la concentraciรณn de sus manos… las manos iban buscando el ritmo de la materia, no permanecรญan inertes, no ejecutaban simplemente รณrdenes del cerebro sino que buscaban la materia, buscaban el tempo en tรฉrminos musicales, era un espectรกculo ver la danza de los dedos alrededor de sus objetos, de los colores para ver quรฉ podรญa unirse con quรฉ, quรฉ combinaba, era fantรกstico.โ
Perilli, escritor, y Rรฉbora, pintor, se han dedicado durante mรกs de dos dรฉcadas, a veces en sociedad, pero con proyectos autรณnomos, a elaborar libros que recuperan el valor plรกstico de la tipografรญa y sus vรญnculos con el grabado, atributos de origen de la imprenta de tipos mรณviles. Para ambos, la guรญa es la relaciรณn entre la literatura y el arte, y por ello su confluencia con el trabajo de Vicente Rojo debiรณ ser natural. Si bien no es un libro literario, Jaque mate tiende el arco de la palabra a la figura. Ese ir al alcance es una de las mociones que se solventa en cuclillas, casi como un resorte. Estรก tanto en el disparo del juego de canicas, como en las sentadillas del pรบgil, y para la aptitud inventiva, disponer elementos al nivel del piso para barajarlos asentรกndose en los tobillos, es brote de la inteligencia tรฉcnica. Asรญ se despliega de una vez, para la vista total, lo que se plegarรก para el gradual descubrimiento.
Armar un libro en el suelo es una caminata conocida de acadรฉmicos y escritores que trabajan con fichas de contenido, capรญtulos o textos sueltos, un procedimiento que podrรญa llamarse costero, pues sitรบa a la mente frente a un horizonte vasto, con honduras y escollos, territorio sรญ, pero tambiรฉn fluir y refluir de aguas sondables. Siguiendo esta comparaciรณn, la lectura de los materiales distribuidos en el piso echa a flotar un barco que no debiera hundirse. Si zozobra, hay que modificarle la ruta, quitarle unas pรกginas o dar un rodeo en el orden de los factores. Es una navegaciรณn que nos hace ponernos de pie y recogernos en cuclillas alternadamente. Para Vicente, un libro bien acabado era eso: un barquito de papel que se soltaba rumbo a lo incierto, estirando un horizonte de aguas pulidas.
Voy llegando a la costa al recordar que en los รบltimos aรฑos Vicente llevaba siempre un gorro de lana estilo marino que combinaba estupendamente con su barba canosa. Buen humor y gusto por el juego. ยฟRecuerdas aquel festejo en su estudio de la calle de Presidente Carranza, donde rifรณ un grabado entre sus invitados? Esa tarde, Vicente se disfrazรณ con cucurucho y roja nariz de payaso para dirigir el sorteo. Su imaginativo diseรฑo era igualmente lรบdico, establecรญa reglas para abrirlas a la improvisaciรณn. Al factor del juego, aรฑadรญa la estructura compleja, muy perceptible en sus diagramados que conciertan imรกgenes eficaces con bloques de texto aligerados con sabidurรญa de tipรณgrafo.
Complejo pero claro, tambiรฉn en pintura obligaba a las formas contrastantes a volverse complementarias. Extraรญa de la opacidad destellos, ideaba una espesa luz que estrenaba signos. A tal punto que inventรณ una criptografรญa extraรญda tanto de los tipos de imprenta como de la letra manuscrita. El diseรฑo, que รฉl habรญa marginado conscientemente desde principios de los aรฑos noventa para ocuparse ya solo de pintar y esculpir, retornรณ prรณdigo en su serie pictรณrica Escrituras, a partir de 2006: โA lo largo de mi vida la escritura habรญa sido muy importante para mรญ, probablemente debido a mi trabajo como diseรฑador grรกfico, que me habรญa mantenido en constante contacto con narradores y poetas. No sรฉ si audaz o ingenuamente pensรฉ en intentar una escritura propia. Se tratarรญa de un alfabeto secreto, palabras y frases escritas en una grafรญa que obviamente iba a ser falsa o irreal por lo que hacรญa a su lectura textual, pero no en cuanto a su lectura visual.โ Produjo de este modo un libro de grabados, de tรญtulo Novela, en falsa grafรญa trazada sobre una sola lรญnea medianera que cruza de pรกgina a pรกgina, aรฑadiendo valor musical y cromรกtico al secreto relato (jugando a hacer compases, ritmos, lรญneas melรณdicas, armonรญas, tal como lo indican los capรญtulos de que consiste: โAndanteโ, โAllegroโ, โScherzoโ, โFinaleโ y โCodaโ). Esa falsa grafรญa reaparece, en negro y rojo, en algunas pรกginas de Jaque mate, donde otros alargamientos de la lรญnea disuelven y restituyen la geometrรญa en un recreo de cuerpos sรณlidos con surcos fluidos.
Vicente: quรฉ poder de abstracciรณn extrajo de sus abundantes derivaciones de los caracteres del abecedario, desde sus primeras series pictรณricas, allรก en los aรฑos sesenta. Y ya en el orden de los sintagmas visuales y de su obra culminante presentada en la exposiciรณn Escrito/Pintado del Museo Universitario Arte Contemporรกneo (muac, 2015), creo adivinar que una fuente de su profusiรณn รบltima de signos fue el Tapiz de Bayeux. A principios de la dรฉcada pasada, en una visita a su taller, advertรญ que Vicente mantenรญa en el muro desplegada una reproducciรณn en miniatura de ese tapiz. En tiempos en que texto e imagen traman nuevas combinatorias (en el arte contemporรกneo y en los libros de artista, por ejemplo), el Tapiz de Bayeux es una referencia esencial. Se trata de un lienzo bordado a mano en la Normandรญa del siglo xi, que hace, mediante detalladas imรกgenes y texto en secuencia, la crรณnica de la conquista de Inglaterra por los normandos (la pieza, que mide casi setenta metros, se exhibe en el Musรฉe de la Tapisserie de Bayeux, Francia, y puede conseguirse en miniatura desplegable). Aparte de ser un monumento patrimonial impar, ยฟpor quรฉ imantarรญa a Vicente Rojo, quien lo mantuvo durante un buen tiempo como verdadero horizonte al alcance?
Como se sabe, รฉl pintaba varios cuadros a la vez, de ida y vuelta, pasando de uno a otro, primero esbozรกndolos sobre el muro vertical, luego nutriรฉndolos de materia al ras sobre las mesas. Unas fotografรญas de Nicola Lorusso realizadas en su taller nos sugieren el uso que el pintor hacรญa de ese tapiz medieval que fondeรณ la concepciรณn de no pocos cuadros por entonces. Vicente colocaba las telas en blanco sobre el muro, separadas una de otra por escasos centรญmetros, los suficientes para que asomaran, en el claro, pasajes selectos de aquel tapiz en miniatura: escenas de caballerรญa y navegaciรณn con brรญos de combate, de donde abstraรญa trazos y ritmos sin rehacer o copiar, mรกs bien dilatando el soplo de la gesta que delineaba en grandes bosquejos. Muchas piezas de su serie Casa de letras (2013-2015) habrรญan sido realizadas asรญ. Lamento nunca haberle preguntado sobre la tirita impresa del Tapiz de Bayeux.
Tuve con รฉl muchos momentos de complicidad, algunos chispeantes, pero no todo era risas. A veces circunspecto, riguroso aun en la ironรญa, era exigente. Una vez le preguntรฉ quรฉ significaba el broche que portaba en la solapa izquierda del saco, una banderita roja, amarilla y morada. Me respondiรณ sentenciosamente: โยฟNo conoces la bandera republicana?โ Y cuando Marco Perilli me invitรณ a realizar junto con Vicente un libro a partir del Alfabeto Conrad โpieza que Vicente creรณ, vaya vaya, en una larga tira de papel que desplegรณ como un tapiz a mi vista sobre el piso de su casa, un largo dibujo secuencial que evoca tanto las ondas del mar como las sogas trenzadas de las embarcaciones, concebido en homenaje a la novela Tifรณn de Joseph Conradโ, รฉl me preguntรณ: โยฟCuรกl es tu idea?โ, y le respondรญ que me gustarรญa escribir sobre mis experiencias de pesca durante la infancia. Le sugerรญ que, en lugar de Mar, tรญtulo que รฉl maduraba, le pusiรฉramos Nudos, siguiendo las evocaciones de nudos marinos que el Alfabeto Conrad me despertaba. Lacรณnico, Vicente repuso: โNo, no: Mar.โ Y asรญ se llamรณ, con tal amplitud de horizonte, nuestro libro o barquito de papel que, desde luego, afirmรณ nuevos nudos.
Un mundo muy propio es lo que distribuye quien inventa sobre el suelo, sea la planta de una casa o la maqueta de un libro. Algo de hogar hay en ello. Y si se mira desde la modesta altura del lindero, recogidos en cuclillas, hay mucho de calor y de fuego, de ese fuego que no debe extinguirse. Es un fuego que prolonga el dรญa en la noche y la luz en tiempos oscuros, fuego que se comparte sumando el tizรณn que cada uno trajo, el relato que cada quien aporta en torno a la fogata, fuego de las ensoรฑaciones materiales, de la claridad y los proyectos hermanados, fuego que se transmitirรก al extraer de ahรญ una ramita encendida. Innumerables luces encendidas, las de Vicente Rojo. ~
1 Hay dos ediciones, la de Taller Ditoria, 2010, y la de auieo/El Colegio Nacional, 2013.
(ciudad de Mรฉxico, 1956) es poeta y ensayista. Su libro mรกs reciente es 'Persecuciรณn de un rayo de luz' (Conaculta, 2013).