Un precursor postergado

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Francisco Tario

Antologรญa

Compilaciรณn de Alejandro Toledo y prรณlogo de Esther Seligson

Ciudad de Mรฉxico, Cal y Arena, 2017, 596 pp.

 

En aรฑos recientes, varios escritores mexicanos han sido objeto de โ€œrescatesโ€ o โ€œrecuperacionesโ€: obras ignoradas, menospreciadas o simplemente descuidadas han vuelto a estar disponibles y a recibir atenciรณn y comentarios crรญticos. Gracias a ello podemos leer hoy muchas de las novelas de Elena Garro (incluyendo las de su interesante periodo tardรญo), los Cuentos reunidos de Amparo Dรกvila o el volumen de toda la obra de Julio Torri.

La obra que comenzรณ esta tendencia fue la de Francisco Tario (1911-1977). Luego de su muerte, segรบn la leyenda, sus admiradores pasaron cerca de una generaciรณn intercambiando fotocopias de los textos de su รญdolo, atesorando ejemplares de tirajes escasos y extraviados, buscando las muy limitadas reediciones, reconociรฉndose como miembros de un culto secreto. Todo cambiรณ con la โ€œreapariciรณnโ€ de Tario al comienzo de este siglo, que fue mรกs allรก de todos los esfuerzos precedentes y ha llevado a antologรญas como La noche, publicada en Espaรฑa por Atalanta (2012), los dos tomos de sus Obras completas en el Fondo de Cultura Econรณmica (2016), y esta selecciรณn, parte de la serie โ€œEsenciales del XXโ€ de Cal y Arena.

Hoy, los tรญtulos de Tario abundan y en mรกs de una ocasiรณn sus รญndices se superponen. Hay volรบmenes delgados pensados como introducciรณn a la obra mayor, otros exhaustivos, y formatos de lo mรกs variado. Francisco Tario no es mรกs un autor secreto: ya ha ingresado en el canon nacional y ahรญ se va a quedar.

Esto es un logro, precisamente, de la secta de Tario, y en especial de aquellos de sus miembros โ€“entre otros, ademรกs del recopilador de esta antologรญa, Esther Seligson, Mario Gonzรกlez Suรกrez o Ricardo Bernalโ€“ que lo han promovido en el mundo editorial y los salones de clases. Al hacerlo han destruido la leyenda del literato clandestino, inaccesible; pero nos han dejado sus textos.

Nada de lo anterior, sin embargo, significa que Tario haya dejado de ser un escritor raro: se le ha consagrado a pesar de que no cumple con buena parte de las reglas que para muchos todavรญa definen โ€œlo mexicanoโ€ en las artes, y en una cultura literaria que suele ser de costumbres inflexibles e inercias centenarias. Ha habido intentos de โ€œnormalizarโ€ los textos y hasta la biografรญa de Tario: de hacerlos parecer mรกs hospitalarios a lecturas y comparaciones rutinarias. Pero como Amparo Dรกvila o Guadalupe Dueรฑas โ€“escritoras cuyas obras se quiere presentar a veces como menos transgresoras, mรกs domesticadas de lo que son en realidadโ€“, Tario es irreductible. Hay que aceptar su trabajo con lo que elige decir y tambiรฉn con lo que calla.

No es solo que Tario emplee con frecuencia la imaginaciรณn fantรกstica, aquella que el mismรญsimo Augusto Monterroso declaraba inexistente en Mรฉxico todavรญa en los รบltimos aรฑos del siglo pasado. Ademรกs, muchos de los elementos โ€œde actualidadโ€ que suelen buscarse hoy para afirmar la pertinencia de una obra artรญstica de otro tiempo no estรกn en sus textos. Por ejemplo, las perspectivas de sus personajes โ€“o de las voces presentes en sus textos aforรญsticos, como los de Equinoccioโ€“ son casi siempre individuales y muy ceรฑidas, con pocas menciones de colectivos y comunidades. Y Tario escribรญa, como parecรญa โ€œnaturalโ€ en el tiempo en el que viviรณ, desde un punto de vista masculino que repitiรณ, sin cuestionarlos, diversos prejuicios no reconocidos como tales incluso en textos en que la masculinidad es puesta en crisis (como el magistral cuento โ€œEl micoโ€). Tario no es actual de esas maneras.

Sรญ lo es, por otro lado, en su perplejidad ante el desconcierto del mundo, que nos abruma y nos vuelve irreales. O en su mirada de la alienaciรณn, que luego del desconcierto puede conducir a la violencia o la destrucciรณn misma del individuo. O en su deseo de observar las contradicciones y horrores de la vida amorosa y familiar, transfigurados en la trama de sus novelas (y, con menos fortuna, en Breve diario de un amor perdido y otros lugares). O en los textos que, a pesar de su dureza y su tono muchas veces siniestro, ofrecen atisbos poderosos de mรกs de una conciencia (uno de ellos, โ€œLa noche del perroโ€, sigue siendo uno de los cuentos mรกs conmovedores escritos en Mรฉxico).

Y podrรญamos, tambiรฉn, leer a Francisco Tario como precursor secreto โ€“retrospectivoโ€“ de varias tendencias contemporรกneas que nadie preveรญa hace pocos aรฑos. Su cuento โ€œLa polka de los curitasโ€, digamos, se puede ver hoy como un ejemplo temprano del tema de la epidemia apocalรญptica, que Hollywood acostumbra presentar como la invasiรณn, desde afuera, de una comunidad esencialmente virtuosa y uniforme. En la era de Trump, el argumento se vuelve aรบn mรกs racista y xenofรณbico (para los supremacistas de la alt-right, la plaga somos literalmente nosotros, los bad hombres, asรญ como los musulmanes, los afroamericanos y los migrantes en general). Tario sugerirรญa otra lectura posible y mรกs acertada de la situaciรณn: su cuento muestra que una comunidad puede destruirse a sรญ misma, incluso sin enemigos externos, si su poblaciรณn se rinde a la irracionalidad, a la locura compartida.

Karen Chacek y Bernardo Esquinca, entre otros autores mexicanos, exploran el tema en libros recientes; leerlos en relaciรณn con Tario permite ver al menos la recurrencia de preocupaciones que no son atendidas por los medios masivos ni por nuestra โ€œliteratura generalโ€, y (mucho mรกs interesante) todo lo que aรบn podrรญa decirse sobre la cuestiรณn, desde donde estamos, y con las herramientas de la imaginaciรณn fรฉrtil y excรฉntrica que Tario convirtiรณ en un gran instrumento para sondear las experiencias interiores: los efectos de existir en el mundo.

Acompaรฑada por un prรณlogo de Seligson, una nota de Toledo y una bibliografรญa tariana, esta Antologรญa โ€“amplรญsima y a la vez accesibleโ€“ puede ayudarnos en esa tarea y en el reconocimiento de Tario como un precursor postergado, pero por lo mismo nuevo: estimulante para muchos lectores y tambiรฉn para quienes podrรญan, desde hoy, convertirse en sus siguientes discรญpulos. ~

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(1970) es autor de Cartas para Lluvia, Los atacantes, La torre y el jardรญn, Los esclavos y Gente del mundo, entre otros. Por su libro Manda fuego (2013) ganรณ el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para obra publicada.


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