Miré los diarios de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya descerebrados
de la carrera de internet quebrados
por quien caduca ya su plusvalía.
Salí al campo: vi que el narco pedía
los arrullos del dólar tatuados,
y desde el norte los decapitados,
desayuno nuestro de cada día.
Entré en mi casa: vi que en off —¿o en on?—
de soez televisión era rastrojos,
mi báscula más torva y menos fuerte.
Vencido de la edad sentí mi iphone,
no hallé gadget en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte. ~
(ciudad de México, 1969) ensayista.