Conociste el mar hace unos días.
Jueves. Octubre.
Dos de la tarde.
El Pacífico te mostró
dónde termina la eternidad,
dónde comienza.
Siempre creí recordar
una fotografía donde tú,
más joven que yo ahora,
caminabas en la playa,
con el sol ocultándose al fondo.
Cuando me hablaste del viaje
quise ir contigo
para grabarme tu expresión
justo en el momento de ver el mar,
y sustituir en mi memoria esa foto que nadie tomó.
Padre: hace años escribí un poema
que hablaba sobre el mar
pensando en recordártelo,
creyendo que iba tras de ti, a alcanzarte
en las páginas de un álbum
cerrado hace mucho tiempo.
Ahora sé que conocí el mar antes que tú
y mis palabras te hablaban
como llevándote de la mano hasta la playa
para compartir contigo un secreto, un misterio,
y luego sonreírte y que corrieras
y quedarme atrás pensando
que las olas te creerían un hijo mío
y reconocerían quizá en tu rostro,
al mojarlo, mi rostro. ~