Los reglamentos como antojito

La moraleja de esta historia es: si no se pueden cambiar los reglamentos, se modifica el nombre de lo reglamentado.
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Hace unos días, el Dr. Pablo González Casanova largó un discurso en un foro organizado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en el que manifestó su solidaridad con la “lucha” del CNTE que, a su parecer, forma parte del combate a “la globalización neoliberal”, una “lucha que es mundial y tormentosa” a la cual debe oponerse “la educación emancipadora”,

una lucha contra la globalización neoliberal que están impulsando las corporaciones y complejos empresariales-militares–políticos y mediáticos con sus asociados y cooptados que, con el capital financiero a la cabeza, y amparados por una legislación que violan y que cambian a su antojo.

Esto del antojo de violar legislaciones me hizo recordar que hace tiempo narré esta historia:

Cámbiale de nombre

El 20 de enero de 1986, el rector Jorge Carpizo creó el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades (CIIH) y nombró como su director a Pablo González Casanova. Cuatro años más tarde, en enero de 1990, fue ratificado como director hasta el año 1994.

Hasta ahí no hay problema, pues unos meses antes, el 30 de mayo de 1985, el Consejo Universitario de la UNAM había hecho modificaciones al Estatuto General de la UNAM, una de las cuales (artículo 52-e) disponía que los directores de centros “no podrán durar en su encargo más de ocho años”. Y, claro, al terminar su segundo periodo en 1994, González Casanova ya no podía seguir siendo el director de su centro… 

¿Qué hacer?

Fácil: a González Casanova se le ocurrió que lo de investigación interdisciplinaria en humanidades se quedaba corto, y entonces propuso que también fuera interdisciplinario en ciencias.

Gracias a esta súbita idea, en enero de 1994 la UNAM le pidió exclusivamente a González Casanova que se quedara como director interino del CIIH mientras analizaba esta súbita idea.

Y luego de que ya llevaba un año como director interino, sucedió que la UNAM vio que era una buena idea. Y entonces, el 29 de mayo de 1995 el rector José Sarukhán –luego de recibir la opinión favorable del Consejo Técnico de Humanidades, de la Comisión de Trabajo Académico y de la Comisión de Legislación Universitaria—  dispuso que el CIIH cambiase su nombre de Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades a CEIICH, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, CEIICH.

Y ya creado el nuevo CEIICH que antes era el viejo CIIH, se eligió como nuevo director… ¿a quién? Pues sí: al antiguo director. La moraleja fue: si no se pueden cambiar los reglamentos, se modifica el nombre de lo reglamentado.

Leyes exclusivamente violadas

Esto parece ser uso y costumbre. Leyendo el séptimo volumen del Diario de Alfonso Reyes, correspondiente a los años 1951-1959, (volumen VII, en la edición del Fondo de Cultura Económica, 2015), leo la entrada del 17 de enero de 1956 en la que el sabio fundador de instituciones anota este párrafo:

¡¡Pablo González Casanova que quiere la beca mayor en el COLMEX!! Y ya la que recibe es contraria a la ley universitaria que fue exclusivamente violada por la UNAM para permitirle a él que tuviera beca del Colegio, siendo como es investigador de la UNAM, incompatible con dicha beca.

Reyes se refería a la “beca menor” que tenía González Casanova, la de estudiantes, que le daba El Colegio de México desde 1950 y que ya violaba “exclusivamente” el reglamento. Bueno, a pesar de los signos de admiración de don Alfonso, que supongo traducen su incomodidad, y a pesar de que la “beca mayor” también era “incompatible” con los reglamentos, González Casanova también recibió esa beca.

No, querido y redondo don Alfonso, en México no hay tal cosa como la “incompatibilidad”…

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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