[La escena tiene lugar a la salida de una sala de cine en la que hemos visto The History Boys, película basada en una obra de teatro del gran Alan Bennett que muestra las tribulaciones de un puñado de estudiantes que asisten asombrados al descubrimiento de su homosexualidad. Hemos ido a iniciativa mía.]
M:–¿Te ha gustado?
R:–Sí. Está muy bien.
–Siempre me ha encantado la franqueza con que te relacionas con la homosexualidad.
–¿Cómo dices?
–La homosexualidad no te incomoda.
–¿Cómo va a incomodarme la homosexualidad? Me incomodaría acostarme con un hombre, eso casi seguro, pero no que lo hagan otros.
–Ya, pero para los hombres heterosexuales siempre es algo delicado.
–¿Y para las mujeres heterosexuales no es algo delicado?
–Mucho menos que para vosotros, eso seguro.
–¿Por qué?
–No lo sé, lo que digo es que me alegra que lo lleves con esa naturalidad.
–¿Que lleve con naturalidad el qué? [Un poco alterado.] Parece que quieras que diga que soy un homosexual en el armario.
–No. Pero me resulta curioso que te guste tanto Alan Bennett…
–Leí casi toda su obra antes de saber que Bennett era homosexual…
–Y últimamente no paras de escuchar “Gay Messiah” de Rufus Wainwright…
–Bueno, me parece una canción inteligente: el próximo mesías será un actor porno gay…
–Y la foto de Auden que tienes en tu estudio…
–¡La foto de Auden! ¡Pero si me la regaló mi ex novia!
–¿Ella también se daba cuenta?
–¿¡De qué!?
–¡Y cómo te alegraste cuando el gobierno aprobó la ley del matrimonio homosexual!
–Pero ¿cómo no iba a alegrarme? [Ahora ya estoy gesticulando en mitad de Tirso de Molina, y el resto de espectadores que salen de la película, algunos ostensiblemente gays, me miran con incomodidad.] Creo en los derechos individuales por encima de todo, ¡soy un liberal!
–Tú lo que eres es un encanto.
[M se acerca para besarme y yo acepto de mala gana.]
–¿Adónde quieres ir a parar?
–A ninguna parte. Sólo digo que una de las cosas que más me gustan de ti es que no tengas ningún problema con la homosexualidad.
–O sea, ¿que a una mujer heterosexual puede atraerle de un hombre heterosexual que no tenga ningún problema con la homosexualidad?
–Exactamente. Tiene su lógica.
–No estoy seguro de comprenderla.
–Claro. Porque eres un hombre.
[M echa a andar y yo me quedo parado entre los espectadores ostensiblemente gays que pasan a mi lado mirándome atónitos.]
– Ramón González Férriz
(Barcelona, 1977) es editor de Letras Libres España.
