Ilustración: Martín Elfman

Paliacate, mascada, cotense

Hermógenes pensaba que la relación entre el nombre y lo nombrado partía de una convención. Para Borges “el nombre es arquetipo de la cosa”. Este ensayo muestra la rica relación entre las telas y los lugares de donde provienen.
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Manuel Alcalá decía que los nombres de muchas telas derivan del lugar de origen, ya sea porque ahí se tejen, o de ese puerto salen o a ese puerto llegan. Hay casos obvios, como paño de Arrás (Francia); y menos obvios, como paño de ras, una variante del mismo nombre.

Otras telas de Francia y Bélgica fueron así bautizadas: anascote (Hondschoote), anjeo (Anjou), angulema (Angoulême), brabante, bretaña, cambray, cotanza (Coutances), cretona (Creton), donfrón (Domfront), gante, lona (Olonne), morlés, quintín, ranzal (Reims), ruan (Rouen), true (Troyes), vitre (Vitré).

De España: allariz, bierzo, castilla, coruña, lorenzana, mahón, santiago, trafalgar.

De Irlanda: bernia (Hibernia), irlanda.

De la India: calicó (Calicut, que no es Calcuta), cambaya (Cambay), casimir (Cachemira), madapolán (Madapolam), madrás, surá (Surate).

De China: china, pequín.

Y también alepín (Alepo, Siria), aroca (Arouca, Portugal), astracán (Astracán, Rusia), filelí (Tafilete, Marruecos), holanda, jersey, londrina (Londres), milán, muselina (Mosul, Iraq), tocuyo (Tocuyo, Venezuela), zangala (San Gal, Suiza).

El Diccionario ideológico de la lengua española, de Julio Casares (Gustavo Gili, 1975), agrupa unos cuatrocientos nombres de telas. Con esa lista pude multiplicar los ejemplos de Alcalá y construir la lista anterior. Pero no incluye paliacate, que viene de Palicut en la India, según Alcalá. Parece nahuatlismo (¿paliacatl?), y así lo registró el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (DRAE), tardía y erróneamente en 1984: “paliacate. (Voz mejicana en la que probablemente entra la voz natl, nariz.) m. Méj. Pañuelo grande de vivos colores, usado por la gente del campo”. El error persiste en la edición actual (DRAE 2001): “paliacate. (Del náhuatl pal, color, y yacatl, nariz). m. Méx. pañoleta (prenda que se pone al cuello)”.

Hay variantes en la transcripción del nombre del lugar: Paliacate, Paliacatte, Palicut (no Calicut, que es otro lugar), Palikat, Pallaicatta, Pulicat. La Wikipedia (History of Pulicat) dice que fue poblado por tamiles, tres siglos antes de Cristo, y después colonizado por árabes, portugueses, holandeses y británicos. A mediados del siglo XVII, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales estableció la industria textil exportadora.

Si se busca en Google palicut paliacate, aparecen cinco referencias (8-XII-2013). La más notable es de Voltaire, que se refiere al “petit fort de Paliacate, appartenant aux Hollandais” (Fragments sur l’Inde, 1778). Diez años después, Bernardin de Saint-Pierre habla explícitamente de “mouchoirs de Paliacate” en la novela Pablo y Virginia, según Guido Gómez de Silva (Diccionario breve de mexicanismos). Una tesis de doctorado en la Sorbona, de Beatriz Palazuelos Mazars (Acapulco et le galion de Manille, la réalité quotidienne au XVIIème siècle, 2012), dice que se enviaban a la Nueva España “del puerto de Palicut, telas de algodón estampadas: todavía hoy se llaman paliacates los pañuelos de color”.

Entre los Documentos lingüísticos de la Nueva España: Altiplano central editados por Concepción Company Company (UNAM, 1994), hay uno que dice: “Ropa blanca que se havía dado a labar: 2 camisas; 2 solapas; 3 toallas; 3 polveros, dos paliacates”…

Según Francisco J. Santamaría (Diccionario de mejicanismos, Porrúa, 1959), se llama catarro paliacatero “el copioso que requiere pañuelo grande para sonarse”. Además, documenta el uso de paliacate en Guillermo Prieto, Victoriano Salado Álvarez, Manuel Payno, Amado Nervo y otros. También registra como mexicanismos pañoleta, que no lo es, y mascada, que lo es, aunque no lo parece.

Desde 1846, Vicente Salvá (Nuevo diccionario de la lengua castellana) registró mascada como mexicanismo: “Pañuelo de seda o pita.” Siglo y medio después pasó al DRAE 1984 como “Méj. Pañuelo, especialmente de seda, para adorno.” Sin embargo, había entrado al Diccionario manual ilustrado de la misma Academia desde 1927 como americanismo. “Chile: Bocado o porción de comida que de una vez cabe en la boca. Argentina: Porción de tabaco que se toma de una vez para mascarlo. Méjico: Pañuelo de seda con que los hombres se cubren el cuello.” Los registros pueden verse en el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española de la rae (Google NTLLE).

Según el Índice de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua (FCE, 2000), mascada aparece en diecisiete listas de mexicanismos. Santamaría lo documenta en Amado Nervo como prenda femenina: “Levantando blandamente, con su rítmica respiración, la mascada tornasol que velaba el nacimiento de sus senos.” Y explica el uso figurado de echar o largar o aflojar o soltar la mascada: “Aflojar o soltar el dinero.” Hay tres documentaciones de mascada en la Nueva España, según Company, por ejemplo: “mascada de color en el pescuezo”.

Martín Luis Guzmán, que no firmaba la columna “Epigramática” de su revista Tiempo, precisó que mascada viene de “Mascate, puerto árabe del Golfo de Omán. Tanto mascada como paliacate (pañuelo de Palikat o Palicut, ciudad indostana del Golfo de Bengala) son términos de origen asiático que nos trajeron las naos de China” (8-iii-1954). Ignacio Díaz Ruiz compiló un millar de estas columnas bajo el título Epigramática (UNAM, 2001), que sería bueno reeditar con un índice alfabético de las palabras comentadas y el nombre de Martín Luis Guzmán en la cubierta.

También merecen reedición con índice los artículos semejantes de Victoriano Salado Álvarez compilados (¿por María Luisa Ocampo?) en Minucias del lenguaje (sep, 1957). En uno, identifica paliacate con “pañuelo de hierbas, del cual dice el diccionario que es de tela basta, algo mayor que el ordinario y con dibujos estampados en colores, comúnmente oscuros”. Quizás el pañuelo de hierbas llegó tarde a España (o con otro nombre), porque en el Corpus Diacrónico del Español de la rae no aparece pañuelo de hierbas antes de 1884. El DRAE lo registra desde 1925.

Eugenio del Hoyo (La ciudad en estampas: Zacatecas 1920-1940, Artes de México, 1996) dice que “Tan común como el cotense era el paliacate, pañuelo grande, rojo con muchos y complicados dibujos amarillos y negros; es lo que los españoles llaman pañuelo de hierbas.” Y describe el cotense como “una pieza cuadrangular de manta trigueña que se amarraban a la cintura”. En la primera edición (Monterrey, Ediciones Sierra Madre, 1979), decía cotence.

Yolanda Congosto Martín (Aportación a la historia lingüística de las hablas andaluzas: Siglo XVII, Universidad de Sevilla, 2002) iguala cotense y cotanza. Company documenta en la Nueva España cuatro variantes en ocho documentos: cotencie (3), cotence (2), cotenze (2) y cotense (1).

Del cotense dice Joaquín García Icazbalceta en su Vocabulario de mexicanismos (1892-1894) que es “Tela burda de cáñamo. Sirve para abrigar fardos, asear las casas, y otros usos.” Lo documenta en El Periquillo Sarniento (1816), de Joaquín Fernández de Lizardi. Lo relaciona con cotanza, aunque esta, según el DRAE, es una “especie de lienzo entrefino”. Cita el Diccionario de chilenismos (1875), de Zorobabel Rodríguez: “Cotensio o cotense decimos en Chile por cotanza, especie de lienzo que se hacía en Coutances, puerto de Normandía.” Y añade que “También en México se oye decir cotensio por cotense.” Santamaría retoma lo anterior con un comentario despectivo para el DRAE, para restar importancia a la contradicción entre “burda” y “entrefino”: Decir que el cotense es una “especie de lienzo entrefino” “es lo mismo que no decir nada”.

El Índice de mexicanismos informa que cotense no es una palabra tan conocida en México (44% de los informantes la conocen) como paliacate (100%) y mascada (100%), aunque más que cotence (29%) y cotensio (9%). Enumera quince listas de mexicanismos que incluyen cotense. Recuerdo que en Monterrey, hacia 1950, se llamaba cotense al trapo usado para secar platos.

Algo más sobre paños, pañoletas y pañuelos: moquero en español y mouchoir en francés derivan del latín mucus, así como sudario (paño mortuorio) deriva de sudarium (que era simplemente el pañuelo, definido por otra secreción). El sudarium lo usaban los romanos para limpiarse el sudor de la frente, y también para sonarse las narices, según Carl Darling Buck (A dictionary of selected synonyms in the principal Indo-European languages, bajo handkerchief). ~

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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