Imagen: NASA/JPL-Caltech/MSSS

El fin de Opportunity: un mundo de oportunidades

Una extraña sensación de haber perdido a una fiel amiga invade a quienes han estado operando Opportunity durante todos estos años. Pero, quién sabe, tal vez sus hijos o nietos tengan la oportunidad de traerla de vuelta a casa.
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Después de casi un año de intentar que la sonda Opportunity volviera a sus andanzas geológicas en Marte, resultó imposible reestablecer la comunicación con ella. Ha pasado una década y media, lapso durante el cual nos maravilló con su bitácora de la intrépida incursión en aquellas escabrosas superficies del planeta rojo. Según informes de la NASA, en junio de 2018 una inmensa tormenta de polvo, como no se había registrado desde que se pusieron los ojos en aquel planeta, cubrió los paneles fotovoltaicos que la animaban, cesó su actividad y entró en  catatonia. Su último mensaje fue: “Mi batería está baja y todo se está poniendo muuuy oscuro”.

Desde el 10 de junio del año pasado Opportunity se declaró en estado de hibernación, por lo que los ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), localizado en Pasadena, California, tenían la esperanza de que, una vez terminada dicha tormenta y al recibir los rayos solares, la sonda recargara sus pilas y nos permitiera seguir su rastro pionero. Pero no fue así.

Según algunos expertos, su final trágico no debería hacernos sentir pesimistas sobre la imposibilidad de colonizar Marte. Por el contrario, esta misión demostró que los vehículos robotizados son la clave para adentrarnos en mundos hostiles y remotos. También sirvió para seguir probando y afinando la Red del Espacio Profundo de la NASA, constituida por diversos radiotelecopios ubicados en la Tierra, los cuales han servido para mantener comunicación con varias naves que navegan dentro de nuestro sistema solar.

¿Cuál es la historia de semejantes sondas aventureras? Opportunity compartió sus primeros pasos en Marte con aquel vehículo gemelo, la sonda Spirit. Esta última descendió el 4 de enero de 2004 (UTC, el Tiempo Universal Coordinado), mientras que Opportunity arribó el 25 del mismo mes y año. Gracias a sus incursiones, se comprobó que hace mucho tiempo el planeta contuvo agua y es probable que haya albergado vida microbiana. Con la enorme cantidad de datos e imágenes recibidos los científicos a cargo de tales misiones han empezado a reconstruir un pasado marciano del que no teníamos la menor idea. La sonda Opportunity recorrió alrededor de 45 kilómetros durante quince años, lo cual significa la caminata más larga de la historia. También es, hasta ahora, el robot colonizador más resistente. Desde luego, la proeza de las sondas Voyager 1 y 2 –lanzadas en 1977 y aún en funcionamiento– es inigualable, pero ninguna de ellas se internó en los mundos por los que pasó. El mensaje de la atmósfera marciana, sin embargo, es claro: todo lo que se pare aquí será arrasado sin piedad. De hecho, la suerte con la que corrió el vehículo Spirit fue peor y más dramática, pues en 2011 se atascó en la arena hasta que se perdieron sus señales

Sorprende el desempeño de Opportunity, ya que su diseño y construcción no es tan complejo como el de la sonda Curiosity, si bien esto es obvio debido a que una fue construida con ideas concebida el siglo pasado, mientras que esta última está más cercana al siglo que corre. Aun así, sobresale su poderosa antena, con un alcance de 243.76 millones de kilómetros. Su RLT (el tiempo que toma en viajar de ida y vuelta una señal electromagnética de la Tierra a una nave espacial o a otro objeto del sistema solar) es, en promedio, de 27 minutos y 10 segundos. En comparación , el lapso promedio que toma comunicarse con Curiosity, la cual explora el cráter marciano Gale desde noviembre de 2011, es ¡de 27 minutos!

Y es que aquí no hay mucho que hacer, por más rápido que sea nuestro sistema de cómputo aquí o en cualquier nave, pues existe un límite de velocidad cósmico: 1,079,000,000 Km/h, esto es, la velocidad de la luz. Según Albert Einstein, toda radiación electromagnética (incluidas las señales de radio que comunican la Tierra con las sondas espaciales) viajan a dicha velocidad, sin excepciones. Por tanto, lo más rápido que podría llegar una señal desde Marte a la Tierra o viceversa es de 3.11 minutos.

Así, un retraso en la señal de esta magnitud dificulta en forma notable la operación de las sondas y las pone en riesgo, ya que no se puede reaccionar de inmediato en caso de un imprevisto. Cuando Opportunity colapsó, los científicos e ingenieros en la Tierra no lo supieron sino hasta unos 14 minutos más tarde. Por más rápido que hayan encontrado una respuesta a fin de solucionar el problema, tomó otros 14 minutos en llegar la ayuda, y otros angustiantes 14 minutos en saber si ésta fue recibida o no. Por eso, quienes construyeron Opportunity, Curiosity y Spirit se preocuparon por cargar previamente los comandos de la misión y diseñar el mayor número de dispositivos para que operen de manera autónoma y coordinada. El piloto automático en toda su sofisticación.

Una extraña sensación de haber perdido a una fiel amiga invade a quienes han estado operando Opportunity durante todos estos años. Pero, quién sabe, tal vez sus hijos o nietos tengan la oportunidad de traerla de vuelta a casa.

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escritor y divulgador científico. Su libro más reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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