Nube, mentiras y reseñas de eventos

El desarrollo del pensamiento crítico que nos obligue a dudar de lo que leemos parecer ser la mejor herramienta para discernir las reseñas falsas de las verdaderas.
AÑADIR A FAVORITOS
Please login to bookmark Close

Cuando yo tenía trece años y había un evento nuevo en España (un estreno de cartelera, la gira de un grupo musical, una nueva obra de teatro…) la fuente más fiable era, sin duda, el boca a boca. Es cierto que los periódicos tenían una sección específica y que la leíamos con interés. Pero lo que más nos influía era la opinión más o menos directa de quienes habían ido de público. Entre otras cosas, porque se les sentía más cercanos, pero, sobre todo, porque se les presuponía sinceridad, pues nada podían ganar por no decir la verdad.

Casi cuarenta años después, los seres humanos no hemos cambiado tanto, aunque el mundo ahora pone a nuestra disposición una herramienta que antes no teníamos: la nube. Ya no tenemos que esperar al boca a boca, porque Internet nos ofrece opiniones a golpe de clic. El paraíso para los eventos de buena calidad, que extenderán su fama como la espuma; de las personas bienintencionadas que quieren contar su opinión sincera a cuanta más gente mejor; y de los posibles clientes que cuentan con más información verídica para decidir.

O no. Porque tras esa supuesta reseña inocente, no podemos estar completamente seguros de que no se haya escondido alguien interesado en que el evento triunfe o fracase. El peligro no es menor y es real. Las reseñas mueven grandes cantidades de dinero, por lo que hay un motivo para engañar. Y la proliferación de opiniones falsas puede terminar directamente con la confianza en la red. Sobre todo ahora que la IA ha irrumpido en nuestras vidas y es capaz de generar en pocos segundos miles de opiniones diferentes a favor o en contra de cualquier evento.

No estamos completamente solos: desde la Unión Europea se desarrolló en 2019 una regulación que intenta proteger a consumidores y empresas de esta práctica fraudulenta. Dos años después, en España se desarrolló en forma de Real Decreto. Además, las propias empresas tienen programas de verificación que comprueban que lo que publican son reseñas reales. Todo esto tranquiliza, al menos parcialmente, aunque se ha de advertir que, pese a todo, el problema está lejos de estar resuelto.

¿Cómo reconocer, como usuarios, si estamos ante reseñas falsas o verdaderas? Los investigadores apuntan algunos rasgos que pueden servir de indicio: así, por ejemplo, para este tipo de eventos, la cronología es básica (en el sentido de que, si no triunfan de un modo inmediato, no suelen contar con segundas oportunidades). Por ello, las reseñas falsas podrían acumularse en el momento justo del estreno. Una vez pasado, la credibilidad de las opiniones crece. Por otra parte, las reseñas falsas tienden a centrarse en la recomendación (en motivar a la audiencia) y no dan demasiada información sobre el producto. Cuantos menos datos aparezcan sobre el contenido del evento, menos probabilidad de que sea real. 

Son muchas las áreas de conocimiento que están implicadas en este problema (marketing, computación, economía, psicología, etc.) pero, fieles al espíritu de esta columna, nosotros nos centraremos en la Lingüística Forense, cuyo cometido aquí es encontrar índices lingüísticos de veracidad o mentira. El asunto no es sencillo, desde el momento en el que en las reseñas online no existen pistas de lenguaje no verbal (velocidad de habla, pausas, tono, expresión facial y corporal, etc.), tan útiles en el ámbito de la detección de mentiras. Es cierto que en la bibliografía se han propuesto elementos estrictamente verbales para controlar la veracidad de los textos (número de palabras, tipo de expresiones, aparición de la primera persona o estructura narrativa, entre otros). Lamentablemente, los estudios controlados al respecto no terminan de ser concluyentes. Entre otras cosas, porque probablemente todos estos marcadores varían en virtud de la variedad lingüística, la realidad cultural y el grupo social. Distintos hablantes, en diferentes variedades lingüísticas, se comportan de modo distinto cuando no dicen la verdad.  

Mientras los legisladores encuentran el modo de conseguir que se cumplan las leyes y mientras los especialistas en computación, junto a algunos lingüistas, consiguen desarrollar un método infalible para descubrir los fraudes, al resto de la población solo nos queda un camino: el desarrollo del pensamiento crítico que nos obligue a dudar de lo que leemos y nos permita pensar, por nosotros mismos, si quien está al otro lado es un ser humano generoso, una persona tramposa o una máquina programada para mediar en nuestras decisiones. No me parece mal plan.


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: