Foto: Alejandra Carvajal

“Tras el 85 hubo cosas que no aprendimos, o que olvidamos”. Plática con José Luis Camba

¿Cómo se comportan las estructuras ante un sismo? ¿Cómo pueden calcularse para minimizar los daños que sufren? ¿En qué condiciones se diseñan y construyen edificios en la Ciudad de México? En esta conversación, el destacado estructurista aborda estas y otras cuestiones.
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A pesar de que el reglamento de construcción de la Ciudad de México está a la altura de los mejores del mundo, los daños ocasionados por el sismo del pasado 19 de septiembre fueron numerosos. La razón de fondo puede resumirse en una idea: no se valoran lo suficiente la importancia de la seguridad de las construcciones, la investigación en mecánica de suelos y la supervisión de las obras.
Destacado ingeniero estructurista mexicano, doctor en estructuras por la École Nationale des Ponts et Chaussées de Francia, miembro de Número de la Academia Mexicana de Ingeniería, profesor desde 1970 del curso de Análisis Estructural de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, entre otras muchas distinciones, el ingeniero José Luis Camba aborda en esta conversación y desde su larga experiencia algunos de los temas que es importante conocer con respecto a la seguridad en las estructuras, luego del terremoto.

¿Cuáles son tus impresiones sobre el sismo del 19 de septiembre?
Pienso que el nivel de víctimas y daños estructurales debieron ser menores. La intensidad del sismo en la colonia Condesa y Roma Norte causó más daño que en el sismo de 1985. En la colonia Roma, Portales, Del Valle, Coapa y Xochimilco, resistieron intensidades similares a la mencionada.
Este evento nos volvió a tomar por sorpresa. Tras el 85 hubo cosas que no aprendimos, o que olvidamos. En lo que atañe a mi profesión, el diseño estructural, estoy convencido que hay una subvaluación de la importancia de la seguridad de las estructuras. Se destinan pocos recursos para investigar en cuestión de los suelos, de instrumentar edificios, etc; los constructores están buscando beneficios y con frecuencia no se dan cuenta que una buena estructura no necesariamente es la más cara. El diseño estructural tiene como finalidad dos objetivos: el primero es la integridad física de las personas y el segundo, la conservación de los inmuebles. Lo peor que le puede pasar a una estructura es que colapse. Puede quedar muy dañada, quizás inservible, pero si queda de pie, la gente puede salir y salvarse, ya cumplió su función.

Nuestra función es minimizar la posibilidad de riesgo.
El reglamento de Construcción de la Ciudad de México se ha actualizado varias veces y está a la altura de los mejores del mundo. Pero en el medio de la construcción, hay un gran nivel de indolencia que es muy difícil de combatir, y el resultado es, por ejemplo, que se ignore la falta de cumplimiento de los reglamentos de construcciones. Además, un número no despreciable de estructuras son calculadas por gente no muy capacitada, o que por alguna razón no sigue el reglamento. Todo esto ocurre en la Ciudad de México, pero también en los estados.

Entiendo que en esa indolencia participan también las autoridades.
Así es, hay un asunto que es muy delicado: los permisos de construcción. Todo proyecto, aun de una casa habitación, debe tener planos estructurales, que muestren que la estructura tiene los requerimientos mínimos, una memoria de cálculos y un estudio de suelos que te permita conocer qué tipo de suelo hay debajo de la construcción, para saber si es necesario meter pilotes, pilas, zapatas, etcétera. Si ese requerimiento no se cumple, se incrementan los niveles de riesgo.

¿Cómo se comportaron los edificios ante el sismo?
Cuando hay un evento sísmico se libera energía que produce ondas que viajan a grandes distancias y vibración en la superficie del suelo. Las estructuras responden a esos movimientos de la base.
Los edificios de cuatro o cinco niveles y las casa habitación se estructuran a base de muros de carga, van recibiendo las losas de concreto y han tenido un buen desempeño.
Algunos de los edificios que colapsaron eran de entre cinco y ocho niveles. Seguían un diseño que fue utilizado en los años 60: la planta se usa como estacionamiento, hay columnas que permiten entrar a los autos. Los muros se desplantan en el primer nivel, de modo que toda la carga se concentra en ese nivel. Esto explicaría algún colapso y que en numerosos casos afectaran las estructuras vecinas.
Los edificios de ocho, diez, doce pisos, generalmente están estructurados con columnas hasta la azotea, tienen trabes que pueden ser de concreto o metálicas. Esas estructuras tuvieron mejor comportamiento, ya no digamos los que tienen 20, 25, 30 pisos o más, con presencia de muros o diagonales. Falta muchísima difusión para que la gente tome consciencia de la importancia de las estructuras.

¿Cómo es el suelo de la Ciudad de México?
Es una zona lacustre con arcillas altamente compresibles, donde los niveles de agua pueden ser muy superficiales. Una especie de gelatina. Y es en este suelo lacustre donde las ondas sísmicas se amplifican, provocando mayores efectos que en la zonas clasificadas como firmes o de transición. Su profundidad es variable. En la zona lacustre del Aeropuerto, por ejemplo, es del orden de 20 a 50 metros, incluso más.

¿Cómo puede cimentarse bien sobre esa gelatina?
Hay varias formas. Cuando se trata de construcciones de pocos niveles, se realiza a base de zapatas o de un cajón de cimentación, y cuando son de más niveles –8, 10, 12– requieren cimentaciones profundas a base de pilotes de fricción o de punta hasta la capa dura, que llegan a profundidad de 40 metros. En el caso de edificios más altos, se emplean pilas de mayores diámetros que se hincan a profundidades de 60 metros o mayores.
La gran extracción de agua causa problemas no previstos. Dado que el suelo del Valle de México se asienta en el orden de 5 a 10 cm por año, dependiendo de la zona, en un buen número de casos los pilotes no llegan a la capa dura. Más bien, se deja “colchón” para que esos pilotes, a través de la fricción, transmitan la carga del edificio. Si la punta estuviera apoyada en la capa dura, los pilotes no seguirían los hundimientos del Valle y sobresaldrían.

La estructura y la cimentación no son dos cosas separadas: interactúan, se comportan de manera conjunta. Una buena estructura con cimentación deficiente te puede dar problemas, y puede ocurrir a la inversa, tener una cimentación muy sólida y una estructura débil.

¿Por qué la Torre Latinoamericana nunca ha sufrido nada?
Es muy interesante este caso. En un sismo, el suelo bajo la Torre Latinoamericana se mueve de una cierta manera, y el edificio, con sus 50 pisos, se mueve de otra manera más larga en tiempo. Los tiempos al desplazarse el suelo y la estructura son muy diferentes. Si la Torre tuviera solo 25 pisos, se acercaría a la forma como se mueve el suelo y por lo tanto tendría amplificaciones mayores, que podrían causarle daños.

No toda la Ciudad de México está en la zona lacustre, pero llama la atención que no se hayan caído mucho más edificios. ¿Cómo se explica que hayan sobrevivido y que se mantengan en pie muchísimas estructuras?
Es que un gran número de estructuras están bien diseñadas y bien construidas. Si hacemos un balance, son muchas más las estructuras que se comportaron bien a las que no lo hicieron. Sin embargo hay intereses económicos que no valoran suficiente la seguridad de las estructuras.

Pero un terremoto de una magnitud mayor, como el que se dice que podemos tener, de 9, no lo resiste absolutamente nada.
La magnitud te dice el tamaño de un sismo, pero no cuánto va a durar. Si es de una magnitud 9 y dura cinco segundos, la estructura casi no se entera. El suelo lacustre en la ciudad se mueve más o menos en períodos de dos segundos. En el sismo de 1985 las estructuras se movieron durante 40 segundos con máxima intensidad; eso quiere decir que pudieron desplazarse veinte veces para un lado, veinte veces para el otro, y eso causó problemas de colapsos.
Cabe mencionar que la intensidad es subjetiva y mide la potencia destructiva de un sismo en una zona dada. Por ejemplo, durante el sismo de este año las zonas ya mencionadas tuvieron intensidades mayores que el Centro Histórico, Tlatelolco, la colonia Juárez o la Guerrero.

El reglamento de construcción debería ser infinitamente más estricto con hospitales y escuelas que con edificios…
El reglamento ya es estricto. Las estructuras tipo A (hospitales y escuelas) deben diseñarse con un 50% de seguridad mayor que las normales, es decir, deben tener resistencias estructurales reglamentarias mayores. Pero hay cientos o miles de escuelas dañadas y esto es inconcebible. En muchos casos, no existe la seguridad de que las estructuras estuvieran especialmente calculadas; en muchos otros se adaptan estructuras existentes para usarse como escuelas, sin las adecuaciones estructurales exigidas. Los niños son el futuro de este país y están indefensos ante esas anomalías.

Estas son las condiciones en que vivimos. ¿Cuáles son las medidas que tendría que tomar el gobierno de la ciudad?
Tiene que exigirse el cumplimiento del reglamento a todos los niveles y sensibilizar a todas las partes involucradas. Las construcciones deben contar con un proyecto arquitectónico lo más regular posible, un estudio de mecánica de suelos, un diseño estructural que respete los reglamentos de construcción y una memoria de cálculos, que las autoridades deben revisar rigurosamente antes de conceder el permiso de construcción.
Los planos estructurales contienen la mejor herramienta para la seguridad. Un ingeniero, un arquitecto o profesional con experiencia en diseño no necesita hacer muchos números; observa los planos, la estructuración, la cimentación, las dimensiones y calidades de los materiales, lo que se propone según la zona de la ciudad, y percibe una buena o mala solución. La gente en general se fija solo en los acabados, espacios, vistas y se olvida de la estructura que debe soportar todo. Esto debería ser una exigencia de protección para el que compra. Más de alguna vez lo he propuesto, me han dicho que no es posible porque bajarían las inversiones.

¿Qué otras medidas serían de utilidad?
Una mayor difusión de los reglamentos, para concientizar su importancia y presionar para que se cumplan. Tenemos que hacer una gran labor de difusión, a todo mundo, y no esperar  a que venga un sismo que causa grandes daños materiales y fallecidos.
Estimular a las nuevas generaciones de jóvenes a interesarse en el diseño de estructuras, porque en la actualidad hay pocos ingenieros estructuristas en comparación de los millones de personas que aquí viven.

 

 

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clío.


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