Borges, Proust y Rango

Gabriel Lara descubre sorprendentes referencias dentro de Rango: a Marcel Proust, a David Lynch, a Cormac McCarthy y hasta a Borges.ย 
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I

Borges, entraรฑablemente, ha explicado cรณmo la lectura de Kafka puede afinar y modificar nuestra lectura de “Wakefield”, relato de Nathaniel Hawthorne escrito en el siglo XIX. Con ese simple comentario, Borges intuyรณ –con tres lustros de anticipaciรณn– la teorรญa de la intertextualidad, y su principal tesis: dar por absurdas la lรญnea del tiempo y el concepto de tradiciรณn, y rendirle honores al viceversa. Barthes hablรณ –con palabras mรกs bellas que exactas– de una “memoria circular”, y citaba el eco que hallaba de Proust en Stendhal:

 

Leyendo un texto mencionado por Stendhal reencuentro a Proust en un detalle minรบsculo. El obispo de Lescars designa a la nieta de su gran vicario con una serie de apรณstrofes preciosos (mi nietecita, mi amiguita, mi linda morocha, ¡ah golosita!) que resucitan en mรญ los cumplidos de las dos mensajeras del Gran Hotel de Balbec, Marie Geneste y Cรฉleste Albaret, al narrador (¡Oh! diablito de cabellos de pรกjaro, ¡oh profunda malicia! ¡Ah juventud! ¡Ah hermosa piel!).

 

Es justamente Proust el que viene a mi mente despuรฉs de conocer a Rango, protagonista de Rango, camaleรณn domesticado que se imagina histriรณn de un mundo sin lรญmites –“you´re a very lonely lizard”, le dicen al principio: y sรญ. Rango habita su terrario hasta que, tras un accidente en carretera de sus dueรฑos, queda desamparado en medio del desierto. Tras vagar sin agua durante varias horas, Rango conoce a Beans, una lagartija mensa y encantadora que lo conduce hasta el pueblo de Dirt, azotado por la sequรญa, culpa de su alcalde y cacique quien administra la รบltima cisterna del lugar.

 

Rango aparece y, gracias a su torpeza –y no a pesar de–, logra emancipar a Dirt de varios de sus tormentos westerneros, comenzando por los gunslingers –un halcรณn, una cascabel, etc. La sed, el desรกnimo, el yugo del alcalde y el amenazante desierto serรกn pruebas que Rango deberรก superar. Sus premios serรกn el respeto de los habitantes y el amor de Beans. Y su confianza.

 

 

II

En los primeros minutos de la historia, vemos a Rango escenificar una obra de teatro que abreva de Shakespeare y algunos cuentos de hadas, y que narra y protagoniza รฉl mismo. Tras criticar a sus compaรฑeros de escena –una palmera de plรกstico, una cucaracha muerta y un pescadito de cuerda– por su actuaciรณn tan sosa, Rango se para frente a nosotros y postula una pequeรฑa tesis: “El escenario nos espera, el pรบblico estรก ansioso de aventuras. ¿Quiรฉn soy yo? ¡Puedo ser cualquier persona!”. Acto seguido, Rango enumera una serie de personajes posibles –un capitรกn, un Indiana Jones, un amante latino– y, finalmente, da con el hilo negro de su existencia: lo que Rango –lo que cualquier personaje– necesita es el conflicto. En ese momento, el coche de sus dueรฑos da de tumbos y Rango es expulsado del terrario: el conflicto aparece. Yo, la verdad, creo que todo lo que de aquรญ en adelante sucede, es obra de la mente pacheca de Rango.

 

Aquรญ es cuando Rango me recuerda a Proust –cuando afina y modifica mi lectura de Proust. Las primeras lรญneas de En busca del tiempo perdido:

 

Durante mi sueรฑo no habรญa cesado de reflexionar sobre lo reciรฉn leรญdo, pero era muy particular el tono que tomaban esas reflexiones, porque me parecรญa que yo pasaba a convertirme en el tema de la obra, en una iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Francisco I y Carlos V.

 

son, si se quiere, una hipรณtesis de lo que Rango escenifica: รฉl mismo se convierte en el tema de la obra, en un pueblo polvoriento, en una batalla, en la rivalidad de Rango y Rattlesnake Jake. Dicho de otra forma: Marcel –el recuerdo– es objeto de Marcel –el memorioso–, asรญ como Rango –el personaje– es objeto de Rango –el creador.

 

Jack London desarrollรณ una variaciรณn del tema en El peregrino de las estrellas (The Star Rover), donde un profesor encarcelado, apandado y condenado a muerte, toma consciencia de otras vidas. “Nacemos ya con recuerdos de terror”, dice el profesor Standing: su fundamento es tan o tan poco cientรญfico como el de Rango, o el de En busca del tiempo perdido, pero da igual: las primeras palabras de la novela de London –“Durante toda mi vida he tenido consciencia de รฉpocas y lugares en donde jamรกs habรญa vivido”– son capaces de resonar en cualquiera de nosotros, y lo han hecho tambiรฉn en la mente de Rango, solitaria lagartija entre solitarias lagartijas.

 

III

Algo similar a la estructura de Rango sucede en Mulholland Drive. En ella, una actriz gana un viaje a Hollywood en un concurso de baile, se queda dormida, marcando asรญ el resto de la trama –rarรญsima mezcla de crรญmenes, delicioso sexo, amnesia, fracaso y soledad infernal– como la posibilidad de un sueรฑo, y de un sueรฑo dentro de otro sueรฑo, hasta que despierta. En Rango el personaje no despierta nunca: asumimos que vivirรก por siempre atorado en su fantasรญa.

 

 

IV

En el mismo texto sobre Hawthorne, Borges esboza una historia de la metรกfora del sueรฑo como representaciรณn de teatro. Estรก, dice, en los versos de Gรณngora:

 

El sueรฑo, autor de representaciones,

en su teatro sobre el viento armado,

sobras suele vestir de bulto bello.

 

Y sigue:

 

En el siglo XVIII, Addison lo dirรก con mรกs precisiรณn. “El alma, cuando sueรฑa —escribe Addison—, es teatro, actores y auditorio.” Mucho antes, el persa Umar Khyyam habรญa escrito que la historia del mundo es una representaciรณn que Dios, el numeroso Dios de los panteรญstas, planea, representa y contempla, para distraer su eternidad; mucho despuรฉs, el suizo Jung, en encantadores y, sin duda, exactos volรบmenes, equipara las invenciones literarias a las invenciones onรญricas, la literatura a los sueรฑos.

 

Rango estรก inscrita en esa lรญnea. Aun mรกs: la pelรญcula toma la metรกfora –o la broma– tan en serio, que ningรบn gesto suyo nos hace pensar que todo se trata de un sueรฑo, salvo uno: el momento en que Rango salta de su monรณlogo sobre de la ficciรณn y el conflicto al conflicto mismo; es decir: saltamos bruscamente de un plano objetivo a un plano subjetivo.

 

V

Rango es, ademรกs, una pelรญcula divertidรญsima, animada con todo el cariรฑo del mundo (hay que notar, por ejemplo, las tres o cuatro formas de parpadear de su protagonista). El margen de humor va de lo escatolรณgico (“I once found a human spinal column in my feces”, dice un animalejo por ahรญ) a lo autoparรณdico (“Stay in school, eat your veggies, and burn all the books that ain't Shakespeare”) y, a menudo, roza lo drogadicto. Rango cuenta, tambiรฉn, con la mejor actuaciรณn de la fofa carrera de Johnny Depp, que llenรณ la voz del camaleรณn de inflexiones, humor y energรญa. (Las animaciones, al parecer, le van bien a ciertos actores: Toy Story cuenta con la mejor actuaciรณn de Tom Hanks; lo mismo con Shrek y Eddie Murphy).

 

Ah: olvidรฉ decir que Rango estรก llena de citas, plagios y alusiones a Sergio Leone, High Noon, Blazing Saddles, Clint Eastwood, No Country for Old Men, Hรฉroe de las mil caras, Paris, Texas; Fear & Loathing in Las Vegas, a los sueรฑos de Dalรญ, del Quijote, Los piratas del Caribe (¿o es a Johnny Depp?), Barrio chino, La guerra de las galaxias, Apocalipsis ahora, Bugs Bunny en What’s opera, doc?, Coyote Wile E., las tragedias de Esquilo, Shakespeare, Dante, Homero, Virgilio, el Gilgamesh y a todo aquello que podamos exprimir del cine, de la cultura, o de la redonda memoria.

 

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