Secundarios memorables: Mink Larouie en MillerĀ“s Crossing

Sin Mink Larouie, el suricata, el dos caras, el veleta, la pelĆ­cula perfecta de los hermanos Coen no hubiera podido existir.
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¿QuĆ© tan secundario es un personaje secundario? A veces un personaje secundario estĆ” ahĆ­, sobre todo, para despertar una emociĆ³n en el espectador –en Los Soprano: Artie Bucco para inducir a lĆ”stima; Charmaine Bucco para inducir algo parecido al odio–; a veces para servir como contraste o acento de las cualidades de un protagonista –sigo con Los Soprano: ahĆ­ estĆ” Ralph Cifaretto, que oblicuamente acentĆŗa la compasiĆ³n hacia los animales de Tony, o Johnny Sack, que contrasta el machismo e infidelidad del mismo Tony–; a veces para detonar grandes golpes o giros del drama –ejemplo: Furio Giunta, que libera a Carmela Soprano y, desde el silencio y la huida, revienta su matrimonio–; a veces especialmente para que su intĆ©rprete tenga carnita que morder, como el leperĆ­simo Feech La Manna le da carne a los caninos dientes del actor Robert Loggia…

Sin duda hay mĆ”s “razones” para la existencia de este o aquel personaje secundario. Hasta donde yo sĆ©, ninguno tiene tantas como Mink Larouie en De paseo a la muerte (Miller’s Crossing, 1990), la tercera pelĆ­cula de los hermanos Coen. Provoca una emociĆ³n, que no me cabe duda es algo parecido a la repulsa; contrasta y acentĆŗa las cualidades del protagonista Tom Reagan: donde Mink es voluble Tom es fiel hasta la muerte, donde Mink es nervioso Tom es firmĆ­simo; ambos estĆ”n flechados por un amor que no se atreve a decir su nombre. Detona golpes y giros de la trama, como veremos mĆ”s adelante, y, con sĆ³lo una escena de 64 segundos en pantalla, le da al actor Steve Buscemi la oportunidad de una caracterizaciĆ³n memorable. (La escena no se puede subir a youtube, tristemente, pero el guiĆ³n de dos pĆ”ginas puede leerse acĆ”. SegĆŗn Jim Emerson, esta escena “off-handedly sets up the entire picture”; tambiĆ©n, que tiene tanta informaciĆ³n que, en retrospectiva, la mente no acierta a asirla.) Mink es como una suricata nerviosa y de voz atiplada, gallosa, cargada de inflexiones, de Ć©nfasis y desvĆ­os. Hay algo que no puede inspirar: confianza. Tom le dice: “Eres un veleta, Mink” y, a la luz de esta escena, tiene toda la razĆ³n: en 64 segundos Mink cambia de modo al menos cuatro veces.

Modo 1: de a cuartos. En tres parlamentos Mink juguetea de cuates, hace notar que Tom ya recuperĆ³ el sombrero que el propio Mink le ganĆ³ en una apuesta (cosa de la que nos enteramos por un tercero) y dice un rasgo suyo que evidentemente es falso: “Yo no me meto en asuntos que no son mĆ­os”:

 

 

Modo 2: el confidente. Entonces, sin un segundo de transiciĆ³n, Mink baja la cabeza y la voz. Quiere decir un secreto, porque hay asuntos que sĆ­ son suyos. Como Bernie, sobre cuya cabeza pende la amenaza del capo italiano Johnny Caspar, y que ahora estĆ” bajo la protecciĆ³n de Leo, el polĆ­tico irlandĆ©s, mandamĆ”s de la ciudad, jefe y amigo cercanĆ­simo de Tom. “Oye, Bernie quiere verte. Es importante.”

 

 

Tom contesta con una de sus frases de ingenio rĆ”pido –“Pues aquĆ­ estoy y no soy de vidrio”– y Mink le recuerda que Bernie anda nervioso, con todas esas cosas que estĆ”n pasando en estos dĆ­as…

 

Con lo cual avanza al modo 3: el zalamero. Mink es un experto lamesuelas. De quien sea. En sucesiĆ³n velocĆ­sima: primero de Tom (“Leo te escucha”), despuĆ©s, a control remoto, de Leo (“Claro que Leo ayudarĆ­a a un judĆ­o de todos modos”) y de Bernie (“Un tipo derecho como Bernie”):

 

 

Tom comprende que algo estĆ” chueco. (Para Ć©l, siempre hay algo chueco.) Antes se ha dicho que Mink es “Eddie Dane’s boy”. Eddie Dane es el guardaespaldas del capo Johnny Caspar. ¿QuĆ© quisieron decir con eso? ¿Que trabaja para el Dane? ¿Que es suyo? “No entiendo, Mink”, dice Tom. “No hay nada que entender.” “PensĆ© que eras el rascaespaldas [sycophant] de Eddie Dane”, dice Tom, metiendo aguja para sacar hebra.

 

Modo 4: el desesperado. Entonces Mink comienza a descender hacia el que tal vez sea su verdadero yo. La voz se le cuaja de gallos, los ojos se le saltan (mƔs); gesticula, trata de convencer inclinando la cabeza:

 

 

Tom se estĆ” acercando a su secreto:

 

 

DespuĆ©s de un instante de sorpresa Mink pierde su pequeƱa compostura y ya no puede mirar a Tom de frente. “Somos, esteee, amigos”:

 

Esto es una revelaciĆ³n para Tom: Mink es amante de Eddie Dane, el implacable asesino, y de Bernie, el ladrĆ³n sin Ć©tica que estĆ”, precisamente, en la mira del Dane. Tom pone fin a la conversaciĆ³n (“Eres un veleta, Mink. Si yo fuera tĆŗ no andarĆ­a teniendo amigos a espaldas del Dane”) y a la escena. JamĆ”s volveremos a ver a Mink Larouie vivo.

 

*   *   *

 

De paseo a la muerte es acaso una pelƭcula perfecta. Nada parece estar ahƭ de sobra. Motivos, colores, diƔlogos, personajes. Se dirƭa que si quitƔramos cualquier cosa la pelƭcula se romperƭa como una torre de palillos. Pero, salvo el trƭo de protagonistas, nada serƭa tan grave como quitar a Mink Larouie.

Ɖl mata, en un acto de nerviosismo, al Rug Daniels, un pistolero de Leo, y ese asesinato –cuyo autor, cree Leo errĆ³neamente, es Johnny Caspar– desata la guerra de las mafias. La muerte de Mink salva a Tom por un pelo dos veces: primero, en la visita a Miller’s Crossing –el pedazo de bosque que usa la mafia italiana para despachar a sus enemigos–, donde su cadĆ”ver yace irreconocible; luego, cuando el Dane, enceguecido de amor y celos, intenta asfixiar a Tom y Johnny Caspar le destruye a su ayudante la cara con una pala. MĆ”s aĆŗn: hacia el final de la pelĆ­cula Tom logra convencer a Caspar de que Mink estĆ” vivo (miente, claro): Caspar decide asesinarlo pero es asesinado a su vez en una emboscada de Bernie. Esto libera a Leo –el amigo de Tom, al que siempre le ha sido fiel mĆ”s allĆ” de lo aparente– de su amenaza, y la pelĆ­cula puede concluir… Pero hagamos memoria: De paseo a la muerte comenzĆ³ con una exigencia de Johnny Caspar: Bernie estĆ” vendiendo mis apuestas de box y debe morir. Ahora intuyamos las noches que nunca vimos, las noches en que Mink, tal vez en la cama, le regalaba a Bernie los secretos de su otro amante, el Dane. (Eso hacen algunos amantes taimados.) Y comprendamos: sin Mink Larouie, el suricata, el dos caras, el veleta, De paseo a la muerte, la pelĆ­cula perfecta de los hermanos Coen, no hubiera podido existir.

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Escritor. Autor de los cĆ³mics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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