The Amazing Spider-Man

Los muchos descuidos y sinrazones del guiรณn de la pelรญcula de Marc Webb no alcanzan a destruirla por completo.
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La reciente apariciรณn de The Newsroom, serie televisiva ideada por el muy desigual guionista Aaron Sorkin (The West Wing, La red social), ha propiciado un pequeรฑo debate en la revista New Yorker. David Denby escribiรณ en su reseรฑa:

 

Los dioses del guionismo en las pelรญculas –al menos en las pelรญculas estadounidenses– son la sequedad, la elisiรณn, el machismo funcional y la semiarticulaciรณn sincera, torpe.

 

El crรญtico Richard Brody respondiรณ justo a ese comentario con este otro:

 

Esto, sencillamente, es falso. Vivimos una รฉpoca de guionismo soberbiamente articulado, expresivo, incluso poรฉtico –aunque no necesariamente en todas las pelรญculas.

 

Dada la adversativa disculpa que agrega Brody (“aunque no necesariamente en todas las pelรญculas”), puede ser que coincidamos con รฉl: guionistas como David Milch, David Simon, Wes Anderson, Tina Fey e incluso Lena Dunham suelen explotar las varias cadencias, la sintaxis, la riqueza dialectal de la lengua inglesa. Pero El sorprendente Hombre-Araรฑa (2012), dirigida por Marc Webb sobre un guiรณn de James Vanderbilt, Alvin Sargeant y Steve Kloves, es, cuando menos, una prueba parcial del dictamen de Denby: su guiรณn es torpe y sinceramente semiarticulado, su clave –ocasionalmente– es el machismo funcional y la elisiรณn (cuando no su contrario: la sobreexposiciรณn).

Hay una escena donde convergen ejemplarmente algunos de los problemas de guiรณn del Hombre-Araรฑa. Sucede por ahรญ del minuto 35. El nerd Peter Parker (Andrew Garfield) acaba de humillar al bully Flash (Chris Zylka) en la cancha de bรกsquet, gracias a sus reciรฉn adquiridas dotes arรกcnidas. En el pasillo encuentra a la hermosรญsima Gwen Stacy (Emma Stone), quien le ha lanzado algunas miradas coquetas que el pobre diablo apenas si es capaz de contestar. Es el momento del ligue. Peter justifica una indiscreciรณn de su tรญo (“Te tiene en su computadora”, le dice รฉste a Gwen), diciendo que estaba “retocando algunas fotos del equipo de debate”. Gwen lanza su ataque alburero “¿Y tรบ te retocas mucho?” Hasta ahรญ: encanto y un principio de juego erรณtico. Luego, intentan fijar una cita.

 

Peter: “¿Esteee, quieres, no sรฉ, hacer algo o… algo?”

Gwen: “Esteee… ¿quรฉ?”

Peter: “Esteeee… Mmmmm…”

Gwen: “Mmmm…”

Peter: “No sรฉ… Un dรญa…”

 

Y asรญ, durante un minuto y cuarenta segundos. Esto es pura semiarticulaciรณn torpe y tal vez sincera. Alguien podrรญa decir que “asรญ hablan los chavos” pero estarรญa dejando de lado un problema mรกs de fondo: esto es tambiรฉn una traiciรณn al personaje Gwen, a quien se nos ha propuesto como una adolescente hiperarticulada. Tambiรฉn es una elisiรณn inรบtil: ¿de quรฉ nos sirve ocultar el destino de la cita de la pareja si en su prรณximo encuentro pecaremos de sobreexponer ese mismo destino? (El departamento de ella, nรบmero 2016, repetido, creo, tres veces.)

Otros personajes responden, como Gwen en este momento, a la arbitrariedad de los guionistas. Ejemplos: Flash, que pasa de bully a tipo sensible, y el doctor Connors, que pasa de cientรญfico no-loco a suerte de hipernazi prorreptilia (“Esto ya no es para curar enfermedades ¡sino para encontrar la perfecciรณn!”, grita ante su propia cรกmara… antes de destruirla de un manazo).

La arbitrariedad alcanza otros asuntos. ¿Por quรฉ el padre del niรฑo del auto colgado del puente de Williamsburg estรก fuera del auto? (Ademรกs, claro, de servirnos para establecer las condiciones de esa muy llamativa secuencia de acciรณn.) ¿Por quรฉ tiende Spidey su telaraรฑa con cรกmaras en el drenaje profundo mรกs allรก de proporcionar una hermosa pantalla para que la atraviesen las luces en esa otra emocionante secuencia de acciรณn araรฑa contra lagarto? ¿Por quรฉ se nos hace prestar atenciรณn a una chica de lentes (dos veces, por cierto) si intentar seguirla no nos llevarรก a ningรบn lado? ¿Cรณmo le hace una chavita de 17 aรฑos para trabajar como jefa de internos de una farmacรฉutica gigante? (No mencionarรฉ el hecho de elegir a Stone, de 23, y Garfield, de 29, para interpretar a adolescentes. La belleza y encanto elรฉctrico de ambos bien pueden justificar la elecciรณn.)

 

*   *   *

 

Los muchos descuidos y sinrazones del guiรณn no alcanzan, sin embargo, a destruir por completo esta pelรญcula. Las dos secuencias de acciรณn mencionadas –el rescate del niรฑo en el puente, la batalla en el drenaje– son buenos ejemplos de que Marc Webb no ha sido alcanzado por el cinema del caos: sabe que es buena idea establecer las relaciones espaciales si queremos que una secuencia como รฉstas nos emocione o, mรกs modestamente, se entienda. (Chirstopher Nolan: toma nota.)

Otras secuencias son como nรบmeros de un musical neoyorquino: por ejemplo, la primera autodemostraciรณn de aptitudes de Peter, en patineta en una suerte de fรกbrica abandonada, tiene un brรญo adolescente, como adolescente es ese baile a dรบo: el intento de robo del auto y sus minutos posteriores. Tambiรฉn son musicales –ritmo, armonรญa– esas brillantes oscilaciones entre los edificios de la ciudad, con la cรกmara en POV del Hombre-Araรฑa, o el puro vรฉrtigo del salto al vacรญo desde un rascacielos: hazaรฑa fรญsica que por sรญ sola es ya una vindicaciรณn del 3D.

Mรกs: Garfield sabe aligerar la mezcla con algo de humor judรญo, esa suerte de autodesprecio egรณlatra, y tambiรฉn transmitir su areivut: la responsabilidad mutua que se tiene entre el pueblo judรญo. (Dicho sea de paso: de los treinta a los sesenta los cรณmics gringos, especialmente de superhรฉroes, fueron una industria predominantemente de judรญos neoyorquinos. Cf. The ten-cent plague de David Hajdu sobre el pรกnico de los cรณmics en los aรฑos cincuenta y The amazing Spider-Man Jewish web, que no deja de mencionar la “jewish angst” del superhรฉroe.) Y por รบltimo Emma Stone, una de las mujeres mรกs bellas del planeta: su participaciรณn aquรญ es respondona, rasposilla, traviesa y tambiรฉn coqueta, tantito erรณtica. Vale cada peso.

Postscriptum. A 22 aรฑos de Darkman de Sam Raimi y a doce de El protegido (Unbreakable) de M. Night Shyamalan, el gรฉnero del “superhรฉroe” no parece interesado en buscar tramas alternas, nuevos personajes, nuevas soluciones. Si no contamos la excepciรณn que hace la regla –Chronicle (2012) de Josh Trank–, todo indica que los grandes estudios van a seguir atribulรกndonos con la misma fรณrmula una y otra y otra vez. ¿No serรญa hora de que nosotros buscรกramos lo superheroico en otros lados? Propongo, por ejemplo, una lectura de Taxi driver en clave de superhรฉroes. Tiene todo: la torpeza social –Travis lleva a su ligue a un cine porno–, el evento traumรกtico –Travis conoce a una niรฑa puta–, el desarrollo de los superpoderes –Travis se hace de un arsenal–, el disfraz –chamarra militar, corte mohicano–, el cultivo del cuerpo, la destrucciรณn de los malos… Intรฉntenlo.

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Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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