En enero de 1992, Nevermind llegó al número 1 en la lista de álbumes más vendidos de la revista Billboard, desbancando a Dangerous de Michael Jackson. Antes de esto, buena parte del público no tenía una referencia clara sobre Nirvana: era solo una banda que había debutado en una disquera transnacional tras haber lanzado un modesto primer álbum de manera independiente. Al final, el trío logró capturar la atención de millones de personas a través de su música apasionante. 30 años después, el mundo que Nevermind llegó a cambiar es otro (no gracias al disco), pero su impacto aún resuena.
El trío de Aberdeen, Washington, conformado por el vocalista y guitarrista Kurt Cobain, el bajista Chris Novoselic y el baterista Dave Grohl, surgió en la escena que se conjuntó alrededor de una disquera de Seattle llamada Sub Pop. Las bandas de este sello incorporaban las influencias de artistas como Led Zeppelin, Black Sabbath y David Bowie junto con el hardcore punk de Black Flag, Bad Brains y Minor Threat. El circuito representaba una alternativa al rock de baladas y solos de guitarra interminables que se escuchaba en MTV y la radio, así como del pop sofisticado dirigido a adultos jóvenes. Nevermind cambió todo gracias a su combinación de melodías y furia que anunciaba el regreso del “verdadero” rock, en toda su gloria antiautoritaria y descontrolada.
Nevermind, que fue lanzado oficialmente el 24 de septiembre de 1991, capturó la imaginación de varias generaciones. Para la generación X, Nirvana reflejaba sus gustos y valores, sobre todo el cinismo y escepticismo causado por un futuro del cual no tuvieron oportunidad de participar. Los baby boomers vieron en Nirvana mucho del rock con el que ellos crecieron y, tras su muerte en 1994, encontraron en Cobain a un nuevo mártir que agregaron al Olimpo del género, junto a Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix y otros. Para los millennials, Nirvana fue una guía para formar bandas de guitarras fuertes que tocaban shows caóticos y cuyas canciones podían corear.
Sin embargo, el impacto duró poco tiempo. Años después de la llegada del nuevo milenio, no solo Nirvana dejó de ser parte de la cultura popular, sino que el rock mismo pasó a un segundo plano. Esto ocurrió en gran parte por la crisis que la industria discográfica atravesó a principios de los dosmiles, ocasionada por la caída del formato físico a favor de la digitalización de la música. En un panorama más austero, las disqueras multinacionales se mostraron menos dispuestas a arriesgarse a promover música que no tuviera el éxito asegurado.
La digitalización también jugó un papel importante en el cambio de guardia en la música popular. Gracias a las computadoras personales proliferaron los estudios caseros, en los cuales cualquier podía crear música y distribuirla de manera casi infinita y gratuita a través de internet. Esto implicó una democratización de la música que le dio oportunidad a voces antes no escuchadas. El hip-hop y géneros electrónicos como el house y techno influyeron para la creación de un nuevo pop. El rock, atado a tradiciones y fetiches de autenticidad, resultó poco atractivo para un mercado que pretende alcanzar cifras millonarias.
Aún así, el impacto de Nevermind sigue siendo enorme. El álbum se encuentra entre losmás vendidos de la historia, con más de 30 millones de copias. Su influencia en géneros underground continúa en la actualidad, al igual que el reconocimiento de instituciones como el Salón de la Fama del Rock N’ Roll, el cual indujo a la banda en 2014, en un homenaje que contó con figuras del pop actual como Lorde y St. Vincent. Foo Fighters –la banda fundada por Dave Grohl tras la muerte de Cobain– figura como una de las más populares en escenarios internacionales. Y Nirvana aún es referente para músicos de otras generaciones: a mediados del 2020, el popular rapero Post Malone, nacido un año después de la muerte de Cobain, hizo un concierto en streaming donde interpretó exclusivamente canciones de Nirvana.
Es probable que el legado más grande de Nevermind se encuentre en la música misma, que en fechas recientes pareciera no ser tan discutida como su icónica portada. Aunque hoy Nirvana se menciona junto a Led Zeppelin o Pink Floyd, sus contemporáneos fueron Sonic Youth y Bikini Kill, quienes compartían giras e ideas con ellos. Bandas como estas cultivaban una conciencia radical y humanista, proponiendo el feminismo como una solución crucial para hacer de este un mundo mejor. Nirvana no cautivó a su público tocando en estadios enormes sino en clubes pequeños y recintos clandestinos donde se intercambiaban ideas progresistas a través de medios impresos autogestivos o fanzines. Este activismo comunitario ha perdurado y trascendido fronteras gracias a las redes sociales.
Aunque personas cercanas a Kurt Cobain aseguran que sus letras no pretendían ser más que referencias a sus propias emociones y problemas, dentro de ellas pueden encontrarse guiños que invitan a reflexiones más grandes, que se vuelven actuales al lidiar con prejuicios y marginación que perduran hoy. Es por esto que su música sigue conectando con escuchas alrededor del mundo. Canciones como “Polly” y “Territorial pissings” no pudieron salir de alguien ajeno a las problemáticas de género, mientras que las primeras tres canciones del álbum hacen referencias a pistolas, aludiendo al problema de armas de fuego que ha crecido en Estados Unidos en los últimos 30 años. Otras describen estados de depresión de manera abierta, delirante y graciosa al mismo tiempo; partes de canciones como “Lithium” o “Smells Like Teen Spirit” bien podrían ilustrar memes creados por adolescentes o veinteañeros actuales.
Puede que Nevermind no sea tan conocido por las nuevas generaciones como cuando fue lanzado. La voz de Cobain –cálida, furiosa, quebrantada– ha quedado en la posteridad, pero nos ha dejado letras que siguen vigentes. Quien lo descubra hoy encontrará mucho con qué identificarse.