Al fondo de esta tumba se ve el mar

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Vicente Huidobro

Poesรญa y creaciรณn

Selecciรณn y prรณlogo

de Gabriele Morelli,

Madrid, Fundaciรณn

Banco Santander, 2012, 336 pp.

 

En su encomiable labor de recuperaciรณn de obras destacadas que han palidecido o se han extraviado en el caรณtico fluir del tiempo –y entre las que se cuentan ya libros de Rafael Dieste, Alfonso Reyes, Juan Chabรกs o รlvaro Cunqueiro–, la Fundaciรณn Banco Santander acaba de publicar Poesรญa y creaciรณn, de Vicente Huidobro, una cuidada selecciรณn de la poesรญa del autor chileno, a cargo de Gabriele Morelli, uno de los mรกs reputados investigadores de la vanguardia. La ediciรณn, que sigue a diversas antologรญas y obras completas –la mรกs reciente, Obra poรฉtica, coordinada por Cedomil Goiฤ‡, de 2003–, se distingue de estas, en palabras de Morelli, por resaltar “la presencia de la imagen creativa”, lo que le lleva a privilegiar los textos en los que resulte “mรกs evidente el proceso de invenciรณn del quehacer poรฉtico”, como Espejo de agua, Horizon carrรฉ, Ecuatorial, Poemas รกrticos, Hallali, Tour Eiffel, Automne rรฉgulier y Tout ร  coup, aunque todos los poemarios de Huidobro –tambiรฉn el fundamental Altazor– estรกn ampliamente representados. La muestra se cierra con el poema “Hermanos”, publicado por la revista Alfar, de Montevideo, en 1947, que no habรญa sido recogido en ninguna recopilaciรณn precedente. Asimismo, el volumen incluye los manifiestos poรฉticos en los que Huidobro expone su concepciรณn de la poesรญa o sus ideas sobre el creacionismo –como “La poesรญa”, una conferencia impartida en el Ateneo de Madrid en 1921, que deslumbrรณ a quienes serรญan sus principales discรญpulos creacionistas en Espaรฑa, Gerardo Diego y Juan Larrea–, y una breve muestra de su correspondencia, con cartas a Federico Garcรญa Lorca (al que se dirige muy cordialmente, pero al que tacharรก despuรฉs, en una entrevista de 1939, de “poeta muy mediocre”) o Luis Buรฑuel.

 

Vicente Huidobro fue un escritor precoz: compuso su primer poema a los doce aรฑos y publicรณ su รณpera prima, con el escalofriante tรญtulo de Ecos del alma, en 1911. Tambiรฉn fue madrugador su espรญritu iconoclasta: en 1914 publicรณ Pasando y pasando, unas prosas miscelรกneas en las que criticaba acerbamente a los jesuitas, con los que estudiaba. Su padre ordenรณ que se quemara la ediciรณn, y los curas lo expulsaron del Colegio de San Ignacio. Tras otros cuatro volรบmenes publicados entre 1913 y 1916, de รญndole modernista y neorromรกntica, Huidobro inaugura sus prรกcticas creacionistas con El espejo de agua, publicado en Buenos Aires en 1916. Ese mismo aรฑo viaja a Europa, con su mujer e hijos, una criada y una vaca, que garantiza el suministro de leche fresca a la familia: visita Madrid y, en 1917, se instala en Parรญs, donde conoce a los pintores cubistas –Lipchitz, Picasso y, sobre todo, Juan Gris– y a los escritores dadaรญstas y surrealistas –Breton, Tzara, Aragon–. Colabora con Apollinaire y Reverdy en revistas de vanguardia, como Nord-Sud, y publica, hasta 1925, una nueva sucesiรณn de poemarios, escritos en francรฉs, entre los que destaca Horizon carrรฉ. Tambiรฉn da a conocer, en Madrid, en castellano y en 1918, Ecuatorial y Poemas รกrticos, libros aurorales de la vanguardia hispanoamericana. Sus viajes a Madrid menudean en esta รฉpoca: su influencia es decisiva para la conformaciรณn del ultraรญsmo en Espaรฑa –aquel cartilaginoso movimiento novilรญrico que pretendรญa superar los cรกnones estรฉticos de su รฉpoca, aunque no supiera muy bien cรณmo– y, sobre todo, del creacionismo, la รบnica vanguardia especรญficamente hispana, cuya paternidad reclamaba en exclusiva, lo que le valiรณ estentรณreas trifulcas con Pierre Reverdy y Guillermo de Torre, no menos cataclรญsmicas que las que sostendrรญa a mediados de los treinta con Pablo Neruda, por razones tanto estรฉticas como polรญticas.

 

Los veinte fueron aรฑos tormentosos: ademรกs de sus permanentes polรฉmicas con crรญticos y poetas, en 1923 finge que agentes britรกnicos lo han raptado como represalia por las crรญticas al imperialismo inglรฉs vertidas en su ensayo –mรกs bien panfleto– Finis Britannia; en 1925 se presenta como candidato a la presidencia de Chile, con el inverosรญmil propรณsito de constituir la Repรบblica de Andesia, pero no solo es derrotado en las elecciones, sino que recibe una paliza y sufre la explosiรณn de una bomba a las puertas de su casa; en 1926, aunque sigue casado, mantiene un tรณrrido idilio con una quinceaรฑera, Ximena Amunรกtegui, hija de una distinguida familia santiaguina, a la que rapta en 1928 y con la que se fuga a Parรญs, para desposarla allรญ por el rito musulmรกn; y tambiรฉn en esta dรฉcada publica novela y teatro, se hace comunista y masรณn, y hereda el marquesado de Casa Real.

 

En medio de tantas turbulencias, en 1931 publica un libro turbulento, Altazor o El viaje en paracaรญdas, en el que ofrece lo mejor de aquel creacionismo cuya invenciรณn se atribuรญa en exclusiva, remontรกndose a su manifiesto “Non serviam”, de 1914, donde propugna la ruptura del arte con la naturaleza: “No he de ser tu esclavo, madre Natura; serรฉ tu amo.” El creacionismo pretende resucitar el espรญritu emboscado en la etimologรญa de la palabra “poesรญa” –poiesis: “creaciรณn”–, construyendo imรกgenes sin referente real alguno, desvinculadas por completo del mundo, fruto de la mera fabulaciรณn del poeta y apoyadas exclusivamente en su forma, esto es, en su ebulliciรณn fonรฉtica o en el establecimiento de relaciones semรกnticas inรฉditas con las que las rodean. Asรญ lo ejemplifica el propio Huidobro en una carta a Gerardo Diego, de 1920, recogida en Poesรญa y creaciรณn:

 

 

[Apollinaire, Max Jacob y Reverdy] son poetas anecdรณticos y descriptivos, y yo soy todo lo contrario: nada de anรฉcdota, ni de descripciรณn […] Mientras [Reverdy] dice: […] “La chimenea humea” (descripciรณn de un realismo repugnante) […] [o] “Tres gotas de agua cuelgan de la gotera / Tres estrellas de diamante” (digno de Nรบรฑez de Arce) […], aparte de ser de una vulgaridad aplastante, yo digo cosas que son verdaderas creaciones del espรญritu y que estรกn por encima de toda realidad de la vida, y en ella son falsedades, y solo son verdad dentro del arte. Tomo de Horizon carrรฉ, mi libro de 1917, estos versos al azar: “Dentro del horizonte / Alguien cantaba” (esto es una creaciรณn, puesto que es falso en la vida real).

 

Altazor, un extenso poema en siete cantos, es una metรกfora de la caรญda del hombre moderno en el desorden fรญsico y moral, en el absurdo de una vida carente de fe y de certezas. A veces es un pรกjaro, un aviador, un รกngel rebelde o un astronauta, pero su destino es caer. Y esa caรญda inexorable alcanza su clรญmax en los dos รบltimos cantos, en los que se desintegran tambiรฉn las estructuras sintรกcticas y, finalmente, la propia materia lingรผรญstica, con palabras a medio camino entre la canciรณn y el grito, que se descomponen en fonemas, trasunto, a su vez, de la descomposiciรณn del ser que las emite.

 

Tras Altazor (y tras urdir un inusitado plan de comprar ruiseรฑores e introducirlos en Chile, por el que viaja a Palma de Mallorca en 1932), Huidobro, como tantos otros intelectuales hispanoamericanos, se implica en la defensa de la Segunda Repรบblica –se adhiere al Frente Popular y participa en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura– y traslada su congoja por la tragedia espaรฑola (y, poco despuรฉs, por la Segunda Guerra Mundial) a su poesรญa. Ya en 1931 habรญa publicado Temblor de cielo, un largo poema en prosa, rimbaudiano, complementario de Altazor, que narra la muerte de Dios, en medio de un cataclismo universal –y tambiรฉn, como esperanza o contrapeso, celebra a la mujer–. En 1941 publica Ver y palpar, donde juega con el nonsense, a lo Lewis Carroll, imbuido de sentido de la derrota y nostalgia de la infancia, y El ciudadano del olvido, una cala en el hermetismo, rezumante de desesperanza y soledad. Pese a todo, el espรญritu aventurero de Huidobro no decae. En 1945, entra en Berlรญn, como periodista, con las tropas aliadas y alcanza a penetrar en el bรบnker de Hitler, cuyo telรฉfono alega haber robado. En esa incursiรณn, no obstante, recibe una herida en la cabeza. Dos aรฑos y medio despuรฉs, muere, a causa de un derrame cerebral, acaso propiciado por esa herida. En su lรกpida mortuoria se lee: “Abrid la tumba / Al fondo de esta tumba se ve el mar.” ~

 

 

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(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).


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