El violento oficio de escribir de Rodolfo Walsh

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Cadena informativa puede ser usted mismo […]. Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. […] Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote al Terror.” Con estas palabras, el escritor argentino Rodolfo Walsh concluía el primero de los partes del que sería su penúltimo proyecto periodístico, la Cadena informativa que creó en diciembre de 1976 estando ya en la clandestinidad con la finalidad de romper el cerco informativo que se había establecido en el país desde el golpe de Estado de marzo de 1976, pero también como la manifestación de uno de sus procedimientos más habituales: la superación de las limitaciones impuestas por la circulación social de los textos periodísticos y su participación en una industria. 

   Walsh siempre concibió su actividad periodística como el resultado del enfrentamiento con esas limitaciones, que solo aceptó parcial y provisoriamente en el período en que firmó algunos artículos con el pseudónimo “Daniel Hernández” (por lo demás, transparente, ya que este era el nombre del protagonista de los cuentos de su primer libro, Variaciones en rojo); entre 1953 y 1959 Daniel Hernández y Rodolfo Walsh alternaron en la prensa mientras su autor pasaba de ejercer la crítica literaria y cultural a involucrarse en el periodismo político, en un tránsito cuyo punto de inflexión fueron los fusilamientos de José León Suárez de 1956 y la investigación posterior que Walsh acabaría publicando al año siguiente con el título de Operación masacre.

 A partir de ese punto, Walsh abandonaría el periodismo literario para abordar temas más y más políticos; también su estilo cambiaría: el lirismo de sus primeros textos periodísticos que tan bien casaba con los temas de esos artículos (la desaparición de Ambrose Bierce, el desastre del dirigible Hindenburg, el hundimiento del último gran barco a vela, etc.) sería reemplazado por la exposición de pruebas y de cifras, lo que no supone necesariamente que sus textos periodísticos perdieran espesor literario: si acaso, el lirismo de sus primeros artículos se intensificó con su alternancia entre las cifras y las informaciones puramente técnicas que poblarían los artículos de Walsh a partir de la década de 1960 y la descripción de tipos humanos y paisajes de las regiones más empobrecidas de Argentina, en una alternancia que daría sus frutos en los mejores artículos periodísticos del escritor argentino: la serie dedicada a las provincias de Misiones, Chaco y Corrientes que publicó entre 1967 y 1969 en la revista Panorama.  Walsh superó con ella otra de las limitaciones impuestas a la producción y la circulación de los textos periodísticos en su época: la de la obligatoriedad de la distinción entre textos de ficción y textos de no ficción, una obligatoriedad a la que se venía enfrentando desde Operación masacre con su determinación de utilizar los procedimientos de la narrativa de ficción para abordar el artículo periodístico, pero que solo algo más de diez años después de la publicación de aquel reportaje (y tras la aparición del Nuevo Periodismo de autores como Truman Capote, Tom Wolfe y Norman Mailer) sus lectores estaban dispuestos a aceptar y valorar.

En esa serie de textos la utilización por primera vez en su obra periodística del estilo indirecto libre suponía no solo una decisión de índole técnica, sino también ética; a partir de ese momento, Walsh sería partidario de un tipo de periodismo que no se articulase en torno a la supuesta superioridad de la voz del periodista sobre las de sus entrevistados, sino en torno a la identidad entre ambas instancias: Walsh pasaba a devolver así a sus testigos una dignidad que se les retaceaba, al tiempo que él mismo pasaba a dejar testimonio en artículos en los que la toma de posición personal en torno a un hecho (por ejemplo, el “caso Padilla” de la brillante y errónea defensa de uno de sus mejores textos periodísticos) constituía uno de los principales atractivos para el lector.  Así, tras su estancia en Cuba (donde creó la agencia de noticias Prensa Latina junto a otros periodistas), el autor produciría una serie de textos periodísticos sobre la vida cotidiana de las clases bajas en Argentina que están entre lo mejor que se ha escrito sobre esas clases y sobre ese país, al tiempo que produciría también una serie de textos que parecen articulados en torno a preguntas simples y aparentemente técnicas (¿de dónde proviene la carne que se consume en la ciudad de Buenos Aires?, ¿cómo funciona el servicio eléctrico de la ciudad?) que el autor respondería hablando de los conflictos y los dramas humanos detrás de ellas.
 
   Walsh siempre pareció necesitar el desafío de una limitación articulada en torno a una dicotomía para producir su mejor obra: literatura y periodismo, periodismo literario y político, testimonio y fingimiento de objetividad, individuo e instituciones, producción y recepción. En este último sentido, los informes de Cadena informativa constituirían la culminación de su obra como periodista: al desplazar la tarea de la producción y la circulación de los textos al ámbito de sus lectores, Walsh echaba por tierra la distinción establecida por la industria periodística entre productores y consumidores de información al tiempo que vinculaba directamente y de forma inequívoca la tarea de informar con la resistencia política.

La obra periodística reunida de Rodolfo Walsh llega a España en esta edición de 451 Editores que reproduce la realizada por el académico y escritor argentino Daniel Link unos años atrás y completa la publicación de la práctica totalidad de su obra por parte de la misma editorial (con la excepción de los Cuentos completos publicados el año pasado por Veintisiete Letras); esta obra periodística reunida permite seguir la compleja y fascinante trayectoria no solo intelectual de Walsh, quien, como recordaba en su prólogo a la edición argentina de este libro el también periodista Rogelio García Lupo, afirmó en una ocasión que “las dos cualidades esenciales del periodista son exactitud y rapidez”. Walsh poseyó ambas, pero solo nos queda su exactitud, que de a ratos resulta abrumadora; en ese sentido, la culminación de su obra periodística con la “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar” no solo era ineludible desde el punto de vista biográfico: también sirve como testimonio de que su obra periodística fue el “acto de libertad” al que invitaba a sus últimos lectores. Que esa libertad alcanzase también al autor que se enfrentaba a las restricciones formales y temáticas de su tiempo no es el menor de los triunfos de Rodolfo Walsh sobre la muerte. ~

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Patricio Pron (Rosario, 1975) es escritor. En 2019 publicó 'Mañana tendremos otros nombres', que ha obtenido el Premio Alfaguara.


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