The Selected Poetry of Gabriel Zaid. Paul Dry Books, 2014
En la contraportada de The Selected Poetry, de Gabriel Zaid, puede leerse un breve pรกrrafo: “Gabriel Zaid vive en la ciudad de Mรฉxico con su esposa, la artista Basia Batorska, sus pinturas, tres gatos y diez mil libros. Su obra incluye poesรญa y crรญtica social. Es miembro del Colegio Nacional.” Ignoro si fue el propio Zaid quien escribiรณ esta versiรณn condensada de su amplรญsimo currรญculum, aunque no me extraรฑarรญa. En la que sรญ firmรณ, publicada en Vuelta en junio de 1986, no aparecen estos datos mรญnimos, concretos, pero sรญ algunos atisbos que nos hacen saber de una vida (“lo que la gente dice que es la vida”) que encontrรณ en la lectura, el paraรญso; y en su existencia, una posibilidad: “el eterno recreo de leer y ser leรญdo en los ojos de mi mujer, en las nubes y en los รกrboles de un cielo nuevo y una tierra nueva, en la conversaciรณn de todos con todos, resucitados en tu libro”.
¿Importa saber quiรฉn es Gabriel Zaid? En 1972 escribiรณ: “¿De quรฉ escritor se sabe que no haya podido algo, puesto que se sabe de รฉl? La marginalidad literaria es otra cosa: es el non serviam de un poder frente a otro, es el orgullo (y si se quiere, la ‘anulaciรณn de sรญ mismo’ resultante) de que el texto opere por su propia eficacia”. Estas lรญneas, escritas durante la polรฉmica publicada en Plural alrededor de las relaciones entre los escritores y el poder hablan, efectivamente, de esa zona en la que Zaid nunca ha transitado, como no sea para criticarla; pero tambiรฉn describen algo que al poeta le parece esencial: la eficacia de la literatura, independientemente de su autor, pues esa eficacia y esa marginalidad, nos dice poco mรกs adelante, han servido para construir “zonas expresivas, desopresoras, que pueden liberar porque son libres: simples ordenamientos de palabras que niegan (en su propia realizaciรณn) el poder como opresiรณn”.
Entonces, a la vista de los 42 poemas que esta selecciรณn nos propone, la pregunta estรก equivocada. No importa saber quiรฉn es Gabriel Zaid, sino quรฉ quiere decirnos y cรณmo su ordenamiento de palabras, de poemas, nos ofrece una forma de la libertad, de ejercer la libertad, pues en ellos ha operado el primero y mรกs importante de sus movimientos: elegir. El nosotros implรญcito no es gratuito: para que se cumpla el acto de la escritura, es forzosa la presencia del lector. Sin embargo, ese nosotros se transforma en uno: ¿Quรฉ me dicen, a mรญ que estoy leyendo, los poemas de un libro que se llama Selected Poetry?
No voy a tratar aquรญ el tema de la traducciรณn de los poemas, asunto que ya ha sido revisado por Pedro Poitevin. Me importa mรกs saber quรฉ dice ese breve conjunto desde dos distintos acercamientos: el que se refiere a la construcciรณn de un libro y el que habla de lo que yo, como lectora, encuentro en รฉl.
En la “Invitaciรณn” que Zaid nos hizo en Cuestionario, hablรณ de la existencia de “un centenar de poemas inรฉditos” y “medio centenar de epigramas” no incluidos en esa ediciรณn de 1976. Si a ellos sumamos los 141 poemas que integraron ese volumen, mรกs los poemas “repetidos o parecidos” que el propio Zaid incluyรณ en la ediciรณn, hablamos de mรกs de 300 poemas escritos en las primeras cuatro dรฉcadas de la vida del poeta, la mitad, considerando que este aรฑo cumpliรณ 80. No se publicaron ahรญ sus traducciones, algunas de las cuales fueron recogidas en Sonetos y canciones (El Tucรกn de Virginia, 1992) donde, ademรกs de seis poemas nuevos, se publicaron las Coplas al gusto popular, de Pessoa y se reeditรณ Canciones de Vidyapiti, publicadas en agosto de 1978 en un cuadernillo de forros negros, que no sรฉ cรณmo ni cuรกndo llegรณ a mi librero y que pertenece a la colecciรณn El pozo y el pรฉndulo, que animaban Carlos Isla y Ernesto Trejo. Ya en 2008 las Canciones… fueron puestas en circulaciรณn nuevamente por Taller Ditoria.
Reloj de sol —publicado en 1995 por el Colegio Nacional como el primer tomo de las Obras de Zaid (y en Espaรฑa por Ave del Paraรญso y por Norma en Colombia)— no creciรณ: disminuyรณ visiblemente en relaciรณn a Cuestionario, a pesar de que Zaid lo anunciara como su “poesรญa completa”. Reloj de sol sรญcreciรณ en la ediciรณn de Random House (2009): un poema —“Despertรฉ”— con el que tambiรฉn cierra, despertando, su poesรญa selecta. El nuevo volumen se ha reducido a sรณlo 42 poemas.
¿Por quรฉ 42?, fue mi primera pregunta, despuรฉs de leer el libro. La ociosidad me llevรณ a realizar algunos cรกlculos: si restamos 1934 (el aรฑo en que Zaid naciรณ, en que iniciรณ su vida) a 1976, cuando apareciรณ Cuestionario, el resultado es 42. ¿Significa o importa algo ese dato para el entendimiento de su poesรญa? La poesรญa, ¿se entiende? ¿Quรฉ es mรกs importante entender, la vida o la poesรญa? En 1965 Zaid ya lo habรญa respondido: “la cuestiรณn de la vida es mรกs importante que la cuestiรณn de los versos, los negocios, la polรญtica o la filosofรญa. La cuestiรณn de los versos, como todas, importa al convertirse en una cuestiรณn vital.”
La poesรญa puede ser, de algรบn modo, la vida o, al menos, una cuestiรณn vital. Pero su ejercicio no es el desahogo de sรญ misma, sino el oficio, la voluntad de la forma que va moldeando aquel primer impulso que nos lleva a escribir. Sin embargo, “hay millones de poemas que estรกn bien, pero no tienen importancia. El impulso ciego puede encarrilarse por vรญas establecidas, con una especie de piloto automรกtico que elude las dificultades, sabe lo que se puede o no se puede, evita los desvรญos y conduce al que escribe por los caminos hechos. Mรกs que piloto del impulso, es su pasajero, arrastrado por la tradiciรณn, por la moda o por sus propias soluciones previas, convertidas en fรณrmulas repetibles.”
En “Poemas fallidos”, artรญculo de donde proviene la frase anterior, Zaid ofreciรณ una muestra del oficio: no de escribir guiados por el impulso, sino de corregir ese impulso: ese otro momento de la creaciรณn donde el autor y el lector son uno mismo y el segundo trata de entender quรฉ quiso decir el primero, cรณmo podrรญa decirlo mejor, quรฉ es innecesario. Hay a quienes nos gusta saber cรณmo se hace algo. Revelar el mecanismo de un reloj es permitir que los demรกs sepamos cรณmo funciona y ese artรญculo es una pequeรฑa muestra de lo que Zaid hace con sus poemas; cรณmo desecha o elige palabras, significados y ritmos posibles, los que darรกn rostro final al poema: conciencia de sรญ mismo en relaciรณn con el resto de poemas que se han escrito. Armar un libro supone una operaciรณn similar pero no se revisa minuciosamente un solo poema. No un engrane: el engranaje todo del reloj, su mecanismo.
Al final fueron 42 las piezas de ese reloj que se mueve operado desde palabras y sentidos que muchas veces se repiten. ¿Cuรกntos automรณviles, sรญmbolo de un progreso ilusorio, transitan estos versos? ¿Cuรกntas veces aparecen las palabras milagro, alma, besos, รกrbol, mar, reloj? Cuรกntas la luz de la dicha o de la sombra que todo el tiempo va acompaรฑando esta lectura: la de una luz final, la de algo que termina, (¿termina?), la muerte, la calavera. Pero, ¿quiรฉnes son los muertos? El reloj de Zaid se mueve llevado por el ritmo de las preguntas, las que nos suscita, las que รฉl mismo enuncia:
Alguna vez,
Alguna vez,
seremos cuerpo hasta los pies.
¿Dรณnde estรก el alma?
Tus mejillas andan pensativas.
¿Dรณnde estรก el alma?
Tus manos ponen atenciรณn,
¿Dรณnde estรก el alma?
Tus caderas opinan
y cambian de opiniรณn
Tantas preguntas sobre el alma y tantas preguntas para quรฉ. (“Graznidos carniceros: pa-ra-quรฉ, pa-ra-quรฉ”). A la ironรญa de no saber quรฉ hacer estando vivos, al para quรฉ carnicero del cuervo, Zaid opone la posibilidad de reconciliaciรณn en el cuerpo de la amada, en la belleza del mundo, en el milagro que no vemos cada dรญa, pero que cada dรญa nos ilumina el rostro si amanece. Esa “prรกctica mortal”, la vida, tiene su contrapunto: el sueรฑo, pero, el que sueรฑa, ¿estรก muerto o estรก mรกs vivo que los que estรกn despiertos? (“Se ha desplomado el mundo / Toca el Apocalipsis. / Suena el despertador / Los muertos salen de sus tumbas, / mas yo prefiero estar muerto”).
El libro comienza con un nacimiento, el de Venus. Anunciaciรณn de la belleza y la dicha de su abrigo. El libro concluye, piensa el lector, con una “Despedida”. ¿De quรฉ se despide ese que, “a punto de morir”, regresa? ¿quรฉ dice? Vuelve por el afรกn de seguir “la conversaciรณn en tus orillas”, a contracorriente; pero no sabe quรฉ dice, porque no sabe si aรบn estรก leyendo en el libro del mundo, en el mundo que es tambiรฉn esa “ella” a quien le habla y con quien ha mantenido una conversaciรณn dichosa todo el libro: toda la vida. Yo, lectora, elijo pensar que vuelve, que no se ha ido, para refrendar ese amor, ese milagro. Y uno piensa que ya acabรณ. Que allรญ termina todo, con esa simple, clara, transparencia, enunciada en sรณlo 14 versos. Pero no. No se despidiรณ, no muriรณ: despertรณ de un viaje en automรณvil velocรญsimo, al que no quiso frenar abruptamente y sรณlo quitรณ el pie del acelerador. En “Despertรฉ”, el รบltimo poema de este libro, ¿era un muerto el que viajaba? (“Pรกnico de mรญ, de mi cadรกver al volante / que despierta y soy yo”).
La lectora que ha venido leyendo se perturba. En este viaje, es decir, en la lectura de este libro, ¿todo el tiempo leรญ a un muerto? ¿Quรฉ es estar muerto? Y, mรกs aรบn, en la lectura que he hecho de Zaid, de los libros de Zaid, ¿quiรฉn me hablaba? ¿Quiรฉn es Zaid? Yo no sabrรญa decirlo y, sin embargo, Zaid tambiรฉn se lo pregunta:
¿Soy una autonomรญa que conduce a un autรณmata
que conduce un automรณvil? ¿Despertรฉ o despertรณ?
¿Soy una mente ida, un fantasma venido,
un cadรกver quedado? ¿Recobrรฉ la conciencia
o la conciencia me recobrรณ? ¿De quiรฉn fue el salto
por encima del abismo, entre el principio y fin
del piloto automรกtico que estuvo a cargo,
mientras dejรฉ de ser? ¿O seguรญ siendo quiรฉn,
dรณnde, cรณmo, al ausentarme?
De las preguntas esenciales (quรฉ, quiรฉn, cรณmo, dรณnde…) en este poema faltan tres enunciadas: por quรฉ, cuรกndo y para quรฉ. Zaid eligiรณ no utilizarlas. รsa es nuestra tarea: en el libro, en la vida: encontrar las preguntas, atisbar las respuestas; pero tenemos, por el libro, algunas pistas. Releyendo no encuentro, sin embargo, la primera; tal vez porque es tan evidente como Dios: “Perdido en el abismo / de un vaso de agua / demasiado visto”. Quizรก elegรญ una lectura errรณnea. Deberรฉ releer, aunque uno siempre lee lo que puede y quiere. Mientras tanto, “En el delirio del tic tac binario, / el universo se expande con la lentitud de la hierba: / todo pasa reducido a silencio”.
(Ciudad de Mรฉxico, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesรญa en Letras Libres. Este aรฑo su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crรณnica de una amistad (Ariel, 2020) recibiรณ los premios Mazatlรกn de Literatura y Xavier Villaurrutia.