Williams, William Carlos; La invenciรณn necesaria, trad. Juan Antonio Montiel, Universidad Diego Portales, 2013. pp313.
El pasado 4 de marzo el poeta estadunidense William Carlos Williams cumpliรณ 51 aรฑos de muerto, medio siglo –mรกs una estrella– en el que la fortaleza de su legado se palpa como una herencia indiscutible, una tradiciรณn sรณlida –la que alimenta la vanguardia– y una piedra de toque para calibrar el presente poรฉtico. Por ello saludo con alegrรญa la publicaciรณn del libro La invenciรณn necesaria editado por la Universidad Diego Portales en traducciรณn y ediciรณn de Juan Antonio Montiel, que ofrece un tomo con algunos de sus ensayos, poemas, cartas y una jugosรญsima entrevista, en donde abundan este tipo de perlas: “no se puede ser un poeta sin saber acerca de intereses y dinero. No es humano ignorar a la gente” amรฉn de otras consideraciones esenciales: “Villon era un rรฉprobo, pero tambiรฉn alguien que decรญa la verdad. En el sentido artรญstico. Y el artista no puede preocuparse de lo que piense la gente”.
William Carlos Williams (1883-1963) fue un mรฉdico y un poeta que, sin vivir en una gran metrรณpoli, destacรณ como uno de los espรญritus mรกs cosmopolitas del siglo XX, demostrando de paso que la provincia es un estado mental, propio de los seres acomplejados.
De acuerdo con Octavio Paz, que lo tradujo al amparo de las playas de Veracruz y Zihuatanejo: “en el primer tercio de nuestro siglo se operรณ un cambio en la literatura de lengua inglesa que afectรณ por igual al verso y a la prosa, a la sensibilidad y a la sintaxis, a la imaginaciรณn y a la prosodia. El cambio fue primordialmente la obra de un puรฑados de poetas, casi todos norteamericanos. Entre ellos el mรกs intenso fue William Carlos Williams”.
Con una relaciรณn tirante y abierto pie de lucha contra T.S. Eliot, representante de la tradiciรณn conservadora y el clasisismo desesperanzado e hiperintelectual, Williams irrumpe con la necesidad primordial de crear una lengua propia para los norteamericanos, desdeรฑando las formas muertas heredadas de Inglaterra y tratando de hacer y comprender la realidad americana con medios originales, por ello Paz acota en su estupendo texto sobre el poeta, “La flor saxรญfraga”: “la realidad de Amรฉrica es material, mental, visual y sobre todo verbal: hable castellano, inglรฉs, portuguรฉs o francรฉs el hombre americano habla una lengua distinta a la europea original”. Todas estas inquietudes quedan expresadas y sopesadas en su fascinante libro de ensayos titulado En la raรญz de Amรฉrica, obra en la que Williams se hace uno con la tierra que habita por la sencilla razรณn de que la nombra.
Traductor de Quevedo, autor de cuentos y dramas y sobre todo de un libro indispensable para la poesรญa del siglo XX como Paterson, Williams aboga por ver la realidad en las cosas, no en las ideas. El ritmo de sus versos dialoga con la lengua hablada de su tiempo y no con la osificaciรณn consustancial a la escritura. รl, como algunos de los heterรณnimos de Pessoa, se obsesiona con las sensaciones pero solo en la medida en que, en tanto fuerza creadora, producen objetos y poemas (como este de Eduardo Lizalde: “Me basta ver un pรกjaro a lo lejos para hacerlo caer envuelto en llamas”).
Para Williams la imaginaciรณn no representa, sino produce, por ello el poeta es, en esencia, un (neuro)transmisor. Cito su cรฉlebre “A manera de canciรณn” para describir su poรฉtica: “Que la serpiente espere/bajo su cizaรฑa/y la escritura/ sea de palabras, lenta y rรกpida, afilada/para golpear, sosegada para esperar, insomne./…con metรกforas reconciliar/a las personas y las piedras./Componer. (No ideas,/sino cosas.) ¡Inventar!/Saxรญfraga es mi flor que parte/las rocas”.
Desdeรฑado durante mucho tiempo en Amรฉrica Latina por temperamentos conservadores obnubilados por un Eliot y un Pound al que cuesta trabajo ya no pensar que entiendan sino que cuando menos sientan, Williams aparece como un titรกn en llamas que supo trazar el camino nuevo y esencial antes que nadie, como sostiene Juan Antonio Montiel en el prรณlogo del libro: “hubo tambiรฉn quienes apostaron por una especie de reivindicaciรณn del presente, entendido como un รกmbito desconocido y sin embargo abierto a la experiencia poรฉtica. Desde este punto de vista, la poesรญa se erigรญa en una vรญa de conocimiento del mundo a partir de la experiencia del poeta, no de su memoria o ambiciรณn”.
Cierro estas palabras con las impresiones de Paz, que a partir de Williams pone en perspectiva las esperanzas hueras del sueรฑo americano: “Pound, Williams y aun Crane son el reverso de esa promesa; lo que nos muestran sus poemas son las ruinas de ese proyecto. Ruinas no menos grandiosas e impresionantes que las otras. Las catedrales son las ruinas de la eternidad cristiana, las estupas lo son de la vacuidad budista, los templos griegos de la polis y al geometrรญa pero las grandes ciudades norteamericanas y sus arrabales son las ruinas vivas del futuro. En esos inmensos basureros industriales han parado la filosofรญa y la moral del progreso”.
Por ese motivo, en un presente vulgar y caรณtico como el nuestro, se impone como entonces la invenciรณn necesaria: el hambre insaciable de la experiencia poรฉtica.