Escohotado, libre de unanimidad

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Antonio Escohotado

Frente al Miedo

Edición de Guillermo Herranz

Barcelona, Página Indómita, 2015, 627 pp.

Hay que dar la enhorabuena a la editorial Página Indómita por haber concebido el encargo de este libro, y a Guillermo Herranz, habitual colaborador de Antonio Escohotado, por haberlo llevado a cabo. El resultado es un volumen de más de seiscientas páginas donde, a partir de textos del propio Escohotado, más algunas precisas introducciones y notas del editor, se nos ofrece una panorámica de este singular pensador español. Encontramos en el volumen artículos seleccionados de entre los publicados en prensa, textos inéditos, fragmentos de obras y conferencias, todo presentado de un modo que pretende explicar y resumir al autor, tanto en las etapas por las que ha pasado como por las materias que han sido objeto de su estudio. Es un compendio en el que se percibe el respeto y la admiración por este considerado “heterodoxo”, una selección muy útil para quien quiera aproximarse a su figura, tras una vida dedicada a la publicación de libros y de artículos. La idea del miedo como eje estructural del libro, y que da pie al título, Frente al miedo, funciona igualmente bien para orientarnos hacia el núcleo de este escritor, que, como es sabido, es la idea de la libertad, una rebeldía íntima e individual, la insumisión. Quizá no siempre Escohotado haya acertado en sus posturas o análisis, y no faltan, desde luego, reparos y voces discrepantes cada vez que suena su nombre en una conversación, pero, con todas sus derivas, ha terminado teniendo la razón, sencillamente porque ha tratado de pensar con independencia de criterio y miras amplias. En lo que toca a mi lectura del libro, he dado también con páginas con las que no me he sentido identificado por un motivo u otro, pero, concluido el volumen, solo puedo celebrar su publicación. Antonio Escohotado es uno de nuestros grandes intelectuales, es decir, alguien que no tiene miedo a meterse en líos.

“Heterodoxo”, el término al que me refería antes, es un apelativo corriente para referirse a él, cierta condición de maldito que este autor parece celebrar casi con exhibicionismo. En diferentes pasajes de Frente al miedo, que puede leerse como una autobiografía, Escohotado hace gala de su condición de inadaptado: presume de coleccionar más ceros que nadie en sus exámenes a cátedra, o de las veces que le expulsaron del colegio por blasfemo, o de haber pasado en el calabozo la mayor parte del tiempo de su servicio militar, o de ser, incluso, el único premio Anagrama concedido hasta entonces sin unanimidad. El lector puede pensar que casi hay algo de vanidad en este alarde de exclusión. Él habla en la parte primera del libro, la parte propiamente autobiográfica, o de autobiografía intelectual –es una sección del libro que me ha gustado en particular–, de su regreso a la España “mesetaria” y franquista tras su juventud en Brasil, y cómo reacciona con una aversión irreprimible ante ese mundo cerrado y restrictivo. Aunque, quién sabe si ese libertarismo tan propio de Escohotado no le venga precisamente de su condición mesetaria, de cierta tradición de individualismo rabioso. El mérito de este autor es haber preservado ese impulso de los modos de la tentación totalitaria, haciendo de esto el eje de sus trabajos.

En la segunda parte del libro trata sobre aquello que, quizá un poco accidentalmente, le dio fama mundial: su tratado de las drogas y su argumentario antiprohibicionista. No hace falta estar de acuerdo con él en su idea de que las drogas convenientemente administradas tienen el efecto de “multiplicar la conciencia”, o de alcanzar estados de percepción privilegiados, para obtener provecho de unas páginas llenas de interesantes erudiciones. Y tampoco para estar de acuerdo, de paso, con su defensa de la legalización de estas sustancias. Escohotado, explicando la historia de la humanidad desde la ebriedad y las drogas, tiene algo de foucaultiano en su afán de dar razón del mundo precisamente desde sus tabús, un camino que no le ha apartado de su defensa de las libertades individuales, cosa en la que no siempre fue firme Foucault.

La tercera parte se centra en la política y en su crítica al comunismo. Entre los artículos del libro se recoge, por cierto, la pequeña polémica que mantuvo con Fernando Savater, a propósito de sus puntos de vista sobre el independentismo vasco. Y aquí hay que decir que llama la atención que Escohotado haya dejado que por su olfato antitotalitario pase bastante de largo la cuestión del nacionalismo y de su esencia alienante, por más que después acabe acercando su punto de vista al de Savater, y en su defensa del liberalismo vaya implícito el rechazo a esta corriente.

En la cuarta y última parte se recoge principalmente al Escohotado de Caos y orden, donde lleva a cabo una reflexión filosófica a partir de las físicas de la indeterminación y de la teoría del caos, a través de la cual, en última instancia, trata de fundamentar nuestra libertad y un orden político y comercial acorde a ella. El reto, ese filosofar de la mano de la ciencia, como hacía Zubiri, por nombrar uno de sus referentes, puede parecer extemporáneo y osado, pero su intento de ligar una política de libertades individuales con la superación de la antigua mecánica determinista no deja de ser sugerente y de abrir vías a la reflexión.

El libro termina con una entrevista, que a la vez termina con su deseo de tener una vida plena hasta el final y una muerte rápida. “En otro caso será preciso tomar medidas, para no empreñar sin necesidad a los míos”, dice riéndose. Y con estas risas y palabras se cierra este notable volumen. ~

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(Huesca, 1968) es escritor. Su libro más reciente es La flecha en el aire. Diario de la clase de filosofía (Debate, 2011).


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