Intercambio epistolar de estereotipos

Querido capullo

Virginie Despentes

Traducción por Robert Juan-Cantavella

Literatura Random House

Barcelona, 2023, 256 pp.

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Un escritor que acaba de ser metooizado en el blog de una feminista activista escribe un comentario ofensivo sobre una actriz en una red social. La actriz le responde: “Querido capullo”, y a partir de ahí se inicia un intercambio epistolar (aunque nunca se detalla a través de qué canal) entre Oscar Jayak, el escritor, y Rebecca Latté, la actriz. Curiosamente, de adolescentes, Rebecca y la hermana de Oscar eran amigas. Lo que sorprende es que la correspondencia siga, pero estamos en el principio de la novela más reciente de Virginie Despentes, Querido capullo, escrita tras la saga Vernon Subutex, y que traduce Robert Juan-Cantavella. La francesa se adentra en el fenómeno del MeToo, analiza el feminismo punk old school –del que su Teoría King Kong podría ser estandarte– frente al nuevo feminismo aupado al calor de las redes sociales, sin dejar de lado otros asuntos como los linchamientos digitales, la sobreexposición en internet, las entretelas del mundo de la literatura, el cine y la adicción.

A las voces de Oscar y Rebecca se une la de Zoe Katana, la persona que acusa a Jayak de acosarla y de haber hundido su carrera: Katana era una de las encargadas de llevar la prensa de la novela de Jayak, que fue pesado de más, insistente, quizá baboso, puede que colocara a Katana en una posición incómoda –su versión cambia conforme avanza la novela–, pero pasó hace mucho, en un época nebulosa de drogas y alcohol. Katana dejó la editorial –como la novela de él estaba yendo bien, nadie la apoyó– y su carrera en el mundo editorial se truncó. Uno de los méritos de Despentes es que se adentra en los grises de este tipo de situaciones, no ofrece la santificación de la víctima y huye del maniqueísmo. De hecho, la novela ha recibido críticas precisamente por darle voz –demasiada voz– al acosador. Hay un problema con las cantidades, sí, pero de todas las partes, porque la novela de Despentes, aunque amplía los puntos de vista del debate y como disparador de la discusión pública funciona, como novela naufraga.

Las debilidades de Querido capullo son debilidades narrativas. Más allá de la verosimilitud de la situación, hay un problema de construcción de los personajes: son planos, funcionan bien como clichés, como estereotipos, pero se ahogan en el desarrollo de la novela. Los tres, Oscar, Rebecca y Zoe, resultan bastante indistinguibles en su expresión. Es cierto que no se abre una novela de Virginie Despentes buscando el brillo estilístico, pero eso no significa que la planitud no termine por lastrar. En cuanto a los temas, el MeToo funciona como gancho para envolver el intercambio de dos adictos en diferentes puntos del proceso de dejarlo, además de otros asuntos que dibujan un retrato bastante decadente de una sociedad edadista, hipócrita, individualista.

Despentes, que sabe insultar, no ha hecho una novela buscando el aplauso, sino más bien buscando precisamente agitar y señalar posibles puntos de encuentro. En la novela comete dos errores. El primero es fiarla demasiado al despliegue verbal de sus personajes, acaba entregada a la verborrea de dos (tres) narcisistas: “Ayer pusimos una película de Wong Kar-wai pero no le prestamos mucha atención, hacía demasiado que no follaba; desde que empezó todo este mogollón no había contemplado la idea de tener una historia con una chica. Pensaba que iba a ser decepcionante, no soy muy fan de las primeras veces; la idea de la primera vez me gusta, el momento en que notas que va a ser como tú quieres. Cuando follo con una chica a la que no conozco al principio lo que más me gusta es la idea de follar y entonces soy como una tía, lo que realmente me interesa es la ternura, solo que no me siento cómodo, estoy como bloqueado. El colocón también servía para eso: no estar nunca desnudo en una cama teniendo sexo con una deconocida y al mismo tiempo lúcido”, escribe Oscar; qué vergel de lugares comunes. El segundo error –este resulta incomprensible– es introducir el confinamiento de la covid-19: ya fue tedioso y está demasiado reciente como para que sea necesario recordárnoslo. Por otro lado, no aporta mucho: los personajes ya viven aislados, en una especie de burbuja; dramáticamente, el confinamiento no les cambia. Una de las cosas que le critican a Despentes es la evolución del personaje de Oscar, su aceptación de la responsabilidad sobre lo que hizo. Despentes le pone ayudantes. Además de la actriz, está Françoise, una feminista clásica, compañera de bar de Oscar y guía en su camino de (im)perfección. Lo que viene a decir Despentes, vía Oscar, es que el conflicto no debería ser tanto hombres vs. mujeres como poderosos contra no; la versión de Zoe es que los hombres son los poderosos. Rebecca es más ambigua, y su postura tampoco es fija.

Querido capullo es una novela que funciona bien como amalgama de ensayos de temas à la page, se agradece la curiosidad por entender un fenómeno, el deseo de buscar los matices y explorar el asunto del dinero/poder/sexo/clase y sus interrelaciones. La novela hace aguas narrativamente, pero es honesta y plantea el marco claramente y sirve, eso sí, para agitar el avispero. ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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