La redención de Dalton Trumbo

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Bruce Cook

Dalton Trumbo

Traducción y prólogo de José Luis Piquero

Barcelona, Navona, 2015, 448 pp.

La biografía con la que Navona estrena su sello Navona People es Dalton Trumbo de Bruce Cook. Trumbo tuvo el dudoso honor de pertenecer al llamado grupo de “los diez de Hollywood”, aquellos diez artistas señalados por el senador Joe McCarthy. La obra de Cook aborda minuciosamente la trayectoria artística y personal de uno de los guionistas más célebres y mejor pagados –casi cuatro mil dólares a la semana– de Hollywood; pero también Dalton Trumbo se lee como una radiografía de la lucha de un hombre contra la poderosa maquinaria de un Estado instalado en la paranoia anticomunista que emergió durante la Guerra Fría. La psicosis macarthista tuvo una triste consecuencia: la llamada caza de brujas.

En 1947, el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso empezó a investigar a Hollywood. Comenzaron los interrogatorios con “testigos amistosos”. Se trataba, como explica Cook, de poner en marcha el dispositivo de delaciones a camaradas y colegas de profesión. Tras las denuncias, el comité emplazó a diecinueve actores, directores y guionistas sospechosos de ideas comunistas. Diez de ellos comparecieron ante el siniestro comité, negándose a declarar y utilizando la Primera Enmienda como escudo legal. Fueron juzgados por desacato al Congreso y condenados a penas de cárcel. Orson Welles, con su proverbial mordacidad, dejó para los anales una sentencia que resumía la actitud de aquella parte de la izquierda norteamericana que sí optó por la incriminación: “Se traicionó a sí misma para salvar sus piscinas.”

Trumbo pasó once meses en prisión. Al salir, se exilió en México. El destino de aquellos sospechosos de comunismo fue funesto. La mayoría dejaron de trabajar y sus nombres quedaron marcados para siempre. Trumbo, ya en su retiro forzado, adoptó hasta una docena de seudónimos y con ellos fue escribiendo guiones que serían filmados por los mejores directores del momento. Dos de ellos –Vacaciones en Roma y El bravo– obtuvieron sendos Oscar que obviamente Trumbo no recogió. Hasta la década de los sesenta –con el guion de Exodus, de Otto Preminger– Trumbo no pudo abandonar su amplio catálogo de seudónimos y firmar, entre otros, un guion legendario como Espartaco de Kubrick. Esta película, cuenta Cook, fue el punto de inflexión para su segunda etapa en Hollywood, esta vez aderezada con ecos de redención. Cook narra también la intrahistoria de Papillon: un condenado a cadena perpetua por un crimen que no ha cometido. Muchos quisieron ver en este filme la propia peripecia vital de Trumbo. El biógrafo explica que Trumbo viajó a España con solo sesenta páginas del guion terminadas. Para Jamaica –siguiente localización–, ya llevaba veinte páginas más de una película que se antojaba interminable.

Dalton Trumbo narra el ascenso, el derrumbe y la definitiva elevación de Trumbo no solo al parnaso de los guionistas de Hollywood, sino fundamentalmente al bando de aquellos que defendieron la integridad y la moral. En el ascenso, el autor recrea la infancia del guionista en un pequeño pueblo de Colorado. Fue panadero, crítico de cine y publicó artículos y relatos en algunos medios locales. Del libro se desprende que la ambición de Trumbo pudo tener su génesis en un padre que combatió toda su vida desde el fracaso: “Resultaba difícil entender cómo podía su padre ser un fracasado cuando te parabas a pensarlo. Era un hombre bueno y honrado”, escribiría el ya novelista Trumbo en Johnny empuñó su fusil.

Trumbo dibujaba a sus personajes con precisión y les dotaba de gran profundidad psicológica. Buen ejemplo de ello es Johnny, el protagonista mutilado de Johnny empuñó su fusil. Esta amarga novela publicada en 1939 fue adaptada al cine por el mismo Trumbo en 1971. La película tiene algunos diálogos memorables –verdadera especialización del guionista, según Cook– y declaraciones antibelicistas que agitaron conciencias en Estados Unidos: “No existe nada noble al morir. Ni siquiera cuando mueres por honor. Ni siquiera cuando mueres como el mayor héroe que el mundo haya visto.” Décadas después de su publicación, una juventud traumatizada con lo que sucedía en Vietnam enarboló el libro de Trumbo para protestar contra la guerra.

Dalton Trumbo, narrado en primera persona por un Cook convertido en detective literario, no es ninguna hagiografía; se trata más bien de una crónica que incluye y transcribe diálogos con muchas de las personas que conocieron a Trumbo, sin obviar las múltiples negativas que el biógrafo recibió: “Eran malos tiempos para él y su familia pero eran malos tiempos para todos nosotros y… no puedo hablar mucho con usted. De hecho, no sé si debería realmente hablar con usted”, le dice un tal señor Latimer a Cook. Del final de Dalton Trumbo se infiere que a pesar de la heroicidad de su experiencia, siempre quedó un lamento en este hombre aguerrido, irónico, histriónico y ciertamente excéntrico (aporreaba su máquina de escribir dentro de una bañera de agua caliente). Trabajador compulsivo, poseía una de las cualidades exigibles a un gran contador de historias: estar desacoplado del mundo que habita. Jamás se le consideró el gran novelista que él aspiraba ser. Eso sí, le quedaba un consuelo: “No soy el mejor guionista de Hollywood pero soy, sin discusión, el más rápido.” ~

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(Valencia, 1982)es periodista. Es cofundadora de la emisora El Extrarradio.


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