Libros, unas recomendaciones para el verano

Algunas recomendaciones para leer en verano seguidas de algunos deseos para leer en las vacaciones.
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El artículo de Bárbara Mingo sobre las lecturas veraniegas en la memoria me despierta mis propios recuerdos, más bien vagos y reconstruidos con trabajo y esfuerzo. Nunca se vuelve a leer con tanta entrega como en los veranos de la primera juventud, en parte por el envejecimiento, claro. En ¿Hay alguien ahí? Peter Orner cuenta que se cayó de una barca leyendo Al faro, de Virginia Woolf. Tenía 22 años y estaba enamorado de Lily Briscoe, una de las protagonistas de la novela. Por cierto, uno de los libros que recomiendo es el de Orner, editado en Chai editora con traducción de Damián Tullio. En otoño Chai publica un nuevo Orner y también otro volumen de cuentos de Deborah Eisenberg, cuyo Relatos no he dejado de recomendar. 

Mientras leía Los buscadores de loto, de Charmian Clift, no dejaba de pensar que le iba a gustar mucho a Bárbara Mingo (leí, porque ella lo recomendó, El París de mi juventud de Pierre Le-Tan). Los buscadores de loto es la continuación de Cantos de sirena (los dos en Gatopardo ediciones, los dos traducidos por Patricia Antón a quien solo le puedo dar las gracias): las aventurillas del matrimonio de escritores (Charmian Clift y George Johnston) y sus dos hijos en Grecia, adonde la familia se traslada para vivir con un poco más de calma, sin la presión de la urbe y el dinero que nunca basta y los alquileres y la falta de sol, etc. En Cantos… la familia llega y descubre y Charmian Clift cuenta el choque cultural, el descubrimiento del paisaje y las pequeñas desgracias cotidianas. Los buscadores… se abre con la compra de una casa en Hidra, lo que descapitaliza al matrimonio, que espera a su tercer hijo. Luego pasan muchas cosas, como el rodaje de una película, que le sirven a Clift para contar la isla y también hablar de todo lo que le preocupa (básicamente la tensión entre escribir y ocuparse de los hijos y la casa), además de compartir sus baños en el mar. 

La primera vez que leí Se te oscurece el pelo, debut de María José Hasta (Caballo de Troya, 2023), me pareció que era un novela porque había un personaje que podía ser el mismo que saltaba de un cuento a otro y al que más o menos se ve crecer, apuntarse a teatro de niña para perder la timidez, desear (¡vivan los morreos!), hacerse profesora ante su propio asombro (no puede ser madre, dice, porque ella es hija), adentrarse en la vida conyugal y ceder los potenciales beneficios del libro que está escribiendo a un gato (hay metaliteratura, sí). Ahora, después de releerlo, pienso que es más bien una película o una serie sobre ese personaje, pero que hay excursiones a otros asuntos, un poco si hiciéramos zapping y de pronto aparecen anuncios. En esos devaneos hay piezas maravillosas: “Cultura visual”, “Calle Torre Mendoza sin número”; hay una pieza teatral, aparecen historias que parten de historias que ha oído, como “María Susana”, “La tía Susi ha tenido muchos novios y todos se le han muerto después de salir con ella”, comienza su historia. Entre mis favoritos están “Traje marrón”, aventuras en un campamento de verano, y “Escribir, leer y escuchar”. 

Para este verano (en un par de semanas me libero de las lecturas de novedades porque viene la pausa de agosto), como para todos los veranos, tengo una lista de deseos de leer casi tan exigente como la de durante el curso: Cuaderno amarillo de Salvador Pániker, los Cuentos completos de Amy Hempel, Baba Yagá puso un huevo, de Dubravka Ugrešić, las memorias de Charles Simic, Amor sin fin, de Scott Spencer, además de volver a Italo Calvino, cuyo centenario se cumple en agosto. Y hay que dejar sitio para lo más interesante: lo que aparece sin avisar. 

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