Si nos atenemos a la experiencia empรญrica, resulta evidente que la manera mรกs recurrente y natural de ser mexicano es la de vivir delinquiendo, virtud que cultivรณ con talento William Seward Burroughs, el hijo prรณdigo y descastado de Saint Louis Missouri, tierra de cardenales.
Y aunque serรญa impreciso circunscribir su obra y su vida a los aรฑos que pasรณ en tierras aztecas –en Mรฉxico escribiรณ Junkie y Queer asรญ como la correspondencia que darรญa cuerpo al libro Cartas de la ayahuasca– es un hecho que el acto de haber asesinado a su mujer y evadir la ley gracias a las artes del bellaco Bernabรฉ Jurado –a estas alturas un gรฉnero literario en sรญ mismo– dibuja con justeza uno de los arquetipos seรฑeros de la noche mexicana: el gringo gay, yonki y loco, atributos esenciales para devenir ciudadano honorario.
La publicaciรณn de La Tarea –en traducciรณn de los argentinos Ariel Dilon y Edgardo Russo– demuestra a un Burroughs en plenitud de sus capacidades artรญsticas e intelectuales, no solo porque la lucidez de estas pรกginas encendidas es categรณrica (“hoy la palabra es un artefacto anticuado. Todo forma de vida atravesada por un artefacto anticuado estรก condenada a la destrucciรณn”) sino porque la estructura del libro es un hรญbrido fantรกstico, puesto que al estar ensamblado en apariencia como una entrevista, la naturaleza del texto es una constante invitaciรณn al delirio. Acaso no sea temerario sostener que con este libro Burroughs inaugura el ensayismo fantรกstico.
El texto, un diรกlogo a ratos monologante con Daniel Odier, estรก construido con partes de libros de Burroughs; entrevistas, ficciones y recortes en los que pone de manifiesto la tรฉcnica del cut up, patentada por รฉl, con la que a travรฉs del collage articula una narraciรณn matriz a travรฉs del recorte de distintos emisores de sentido, lo que emparenta su tรฉcnica con el ensayo coral por excelencia.
Estructurado en cuatro partes –mรกs una suerte de prรณlogo que hace quedar al profesor George Steiner como un autรฉntico bobalicรณn– La tarea es sobre todo un trabajo de ediciรณn en el que el mundo de finales de los aรฑos sesenta y principios de los setenta es puesto bajo una lupa que lo calcina, y si bien en algunas de sus inquietudes se atisba el amarillamiento del tiempo propio del cambio de escenario –su defensa de la aboliciรณn absoluta de la privacidad lo emparentarรญa con las polรญticas empresariales de Facebook– es sorprendente lo vigente de sus crรญticas y sus anรกlisis: La tarea es un manual de disensiรณn polรญtica, hecho por un especialista en bombas molotov.
Al respecto de lo que fue el llamado flower power, es rotundo en sus apreciaciones, que describen todavรญa a los altermundistas del presente: “la gente que controla el poder no desaparecerรก voluntariamente y darles flores a los policรญas no sirve de nada. Esta forma de pensar es alentada por el sistema, lo que mรกs le gusta es el amor y la no violencia. La รบnica manera en que me gusta ver cรณmo se le dan flores a los policรญas es colocadas en macetas y desde una ventana bien alta”.
Amparado en un conocimiento empรญrico y teรณrico soldados a la perfecciรณn, es evidente que su discurso es del un hombre profusamente ilustrado, de una inteligencia sagaz y revulsiva: “deberรญa haber mรกs manifestacionesy mรกs violencia. Los jรณvenes occidentales han sido engaรฑados, estafados y traicionados. Lo mejor que pueden hacer es destrozar el lugar antes de ser destruidos ellos mismos en una guerra nuclear”.
Su visiรณn al respecto de la sociedad de consumo describe con claridad el presente, que continรบa su ruta frenรฉtica hacia un abismo de inmundicia: “es evidente que algo anda mal en el concepto mismo de dinero. Cada vez cuesta mรกs comprar menos. El dinero es como la droga…¿Quรฉ es lo que come la maquinaria monetaria para transformarlo en mierda? Se come la espontaneidad, la vida,la juventud, la belleza, y sobre todo se come la capacidad de crear”.
Burroughs es un profeta y uno portentoso (“con la superpoblaciรณn cada vez hay mรกs de los llamados hombres normales, es decir, estรบpidos hijos de puta”), por eso no extraรฑa en lo absoluto que su evangelio haya sido desoรญdo: “a la policรญa le interesala criminalidad. Al Departamento de Narcรณticos le interesa la adicciรณn. A los polรญticos les interesa que existan las naciones. A los oficiales del ejรฉrcito les interesa la guerra”. Cualquier parecido con la realidad es pura chingadera.
A pregunta expresa sobre si se considera un beatnik responde con aplomo: “no me considero en absoluto relacionado con ese movimiento, y nunca lo estuve ni con sus objetivos ni con su estilo literario…Se trata de una cuestiรณn de yuxtaposiciรณn mรกs que de una verdadera conjunciรณn de estilos literarios o de objetivos”. Y uno tiende a creer, viendo la vehemencia de su lenguaje, que es un tipo de palabra.
Drogadicto, homosexual, asesino y escritor, Burroughs pergeรฑรณ una moraleja a la altura de su tiempo: o se combate la uniformidad intelectual o nos condenaremos a una vida mediocre en la que solo permanecerรก el escombro de todo aquello que pudimos ser.
Pero como todos sabemos, desde luego, cosa huera y mรกs bien vana es prestar oรญdo a los profetas.
Burroughs, William; La Tarea, trad. de Ariel Dilon y Edgardo Russo, El cuenco de Plata, Buenos Aires, 2014. 255pp.