PolarizaciĆ³n y democracia

Polarizados. La polĆ­tica que nos divide

Luis Miller

Deusto

Barcelona, 2023, 248 pp.

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Ahora que se han celebrado los ochenta aƱos de Julio Iglesias, no estĆ” de mĆ”s recordar que una de sus canciones de mitad de los setenta parece un comentario a la polarizaciĆ³n polĆ­tica: ā€œA veces tĆŗ, a veces yo / ReƱimos sin tener razĆ³n / Sin mĆ”s por quĆ©, sin mĆ”s error / Que orgullo de los dos.ā€ Huelga matizar que nuestro crooner mĆ”s global se estaba refiriendo a las querellas de los amantes y que la polarizaciĆ³n, como demuestra el sociĆ³logo Luis Miller en este notable estudio de orientaciĆ³n divulgativa, tiene mĆ”s que ver con la competencia electoral entre partidos y su relaciĆ³n con el conflicto entre ideologĆ­as. No obstante, el propio Miller seƱala el peligro que supone un aumento de la polarizaciĆ³n que termine por afectar ā€“ya lo haceā€“ a los estilos de vida y los hĆ”bitos cotidianos, influyendo de hecho sobre la mismĆ­sima elecciĆ³n de pareja. Y si la canciĆ³n nos dice que ninguno de los que se pelea tiene razĆ³n, en la bĆŗsqueda partidista de la polarizaciĆ³n tambiĆ©n las razones son lo de menos: se busca aquello que pueda dividir al electorado, a fin de movilizar mejor sus sentimientos de pertenencia tribal. Pero justamente ahĆ­ se encuentra asimismo el peligro que corren las aproximaciones sistemĆ”ticas ā€“con vocaciĆ³n cientĆ­ficaā€“ a la polarizaciĆ³n: que la apelaciĆ³n desencarnada a un fenĆ³meno abstracto sirva para eludir el debate sobre el mayor impacto divisor de las estrategias de unos partidos o lĆ­deres sobre otros.

SociĆ³logo del CSIC con bagaje internacional que trabajĆ³ como asesor en la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de Moncloa durante el aƱo 2021, Miller parte de la constataciĆ³n empĆ­rica de que EspaƱa ā€“al igual que otros paĆ­ses occidentalesā€“ se encuentra mĆ”s polarizada que nunca antes en su historia democrĆ”tica. Una vez publicado este libro, de hecho, se han presentado datos que indican que EspaƱa y Francia son las dos Ćŗnicas sociedades europeas donde no se ha recuperado la confianza ciudadana en sus instituciones polĆ­ticas despuĆ©s de la pandemia. ĀæY cĆ³mo se llega a la conclusiĆ³n de que hay mĆ”s polarizaciĆ³n que antes? Para empezar, claro, hay que definirla; solo asĆ­ sabremos dĆ³nde mirar. Miller tiene claro que la polarizaciĆ³n polĆ­tica es una forma moderna de tribalismo; como tal, se asienta sobre unas bases antropolĆ³gicas que facilitan la tarea a los partidos y lĆ­deres que tratan de provocarla o intensificarla. Otros autores hablan de partidismo o sectarismo, pero apuntan al mismo fenĆ³meno: la separaciĆ³n de las personas en grupos o polos a partir de una lĆ­nea divisoria y el consiguiente proceso de alineamiento de las fuerzas polĆ­ticas alrededor de ese eje.

AsĆ­ entendida, la polarizaciĆ³n no nace sino que se hace. Y quienes hacen polarizaciĆ³n emplean herramientas destinadas al efecto, usando temas polĆ­ticos y problemas sociales para dividir a los ciudadanos. Pero el concepto permite su desagregaciĆ³n en tres procesos distintos ā€“polarizaciĆ³n ideolĆ³gica, afectiva, cotidianaā€“ cuyo resultado final serĆ­a la apariciĆ³n de eso que la politĆ³loga norteamericana Lilliana Mason denomina ā€œmegaidentidadesā€ polĆ­ticas para referirse a una identificaciĆ³n que abarca todos los aspectos de nuestra vida personal. No es asĆ­ de extraƱar que los estadounidenses manejen ya un Tinder para los votantes demĆ³cratas que prefieren ahorrarse disgustos a la hora de buscar pareja o que allĆ­ se identifique la propiedad de un vehĆ­culo suv con el voto republicano. TambiĆ©n es en Estados Unidos donde se han hecho mĆ”s anĆ”lisis empĆ­ricos sobre la polarizaciĆ³n, carencia que Miller resuelve para el caso espaƱol indagando en las bases de datos del cis y fijĆ”ndose en el incremento de la distancia entre los valores expresados por los espaƱoles cuando se les pregunta por su opiniĆ³n en temas como el pago de impuestos, la sanidad pĆŗblica, la fe en la meritocracia o la apuesta por una recentralizaciĆ³n estatal.

La distancia que separa a los espaƱoles en estos temas ā€“los datos son elocuentes y estĆ”n en el libroā€“ es hoy mayor que a finales del siglo XX y han aumentado a su vez especialmente desde 2010, que es el aƱo que Miller toma como referencia para sus comparaciones. Es el aƱo anterior al surgimiento del movimiento 15-M, que sentĆ³ las bases para la reconfiguraciĆ³n de nuestro sistema de partidos. Y ahĆ­ estarĆ­a el quid de la cuestiĆ³n, ya que los nuevos partidos habrĆ­an ā€œarrastradoā€ a las grandes formaciones tradicionales a los extremos y aumentado el nĆŗmero de ciudadanos cuyas opiniones se han radicalizado. O sea: ā€œLa divisiĆ³n polĆ­tica creciente de la sociedad espaƱola no responde a la radicalizaciĆ³n de uno de los extremos, sino a la configuraciĆ³n de dos bloques con identidades polĆ­ticas contrapuestas.ā€ Tiene razĆ³n Miller cuando otorga la mĆ”xima importancia a la crisis econĆ³mica y su impacto anĆ­mico sobre los espaƱoles, si bien conviene recordar que el 15-M empieza por presentarse como una protesta transversal solo porque la izquierda gobernaba al estallar la crisis econĆ³mica; hay razones para pensar que si lo hubiese hecho la derecha, el movimiento habrĆ­a sido mĆ”s convencional en tĆ©rminos discursivos y quizĆ” Podemos no hubiera llegado a nacer. MĆ”s original es la hipĆ³tesis del autor segĆŗn la cual la existencia de eta retrasĆ³ el proceso de divisiĆ³n polĆ­tica en nuestro paĆ­s, ya que la izquierda no habrĆ­a podido pactar con las fuerzas nacionalistas de manera tan exhaustiva si los terroristas hubieran seguido matando. El tercer elemento explicativo que maneja el autor es la mociĆ³n de censura que lleva a la Moncloa a Pedro SĆ”nchez en junio de 2018, que crea dos bloques polĆ­ticos antagĆ³nicos sin incentivos para la cooperaciĆ³n interpartidista.

Sin embargo, se echa de menos a ratos un anĆ”lisis detallado de la conducta de los distintos actores polĆ­ticos que permita trazar con mayor precisiĆ³n la genealogĆ­a de la polarizaciĆ³n en nuestro paĆ­s. Es asĆ­ sorprendente que el autor seƱale las legislaturas de 1993-1996 y 2004-2008 como las de mayor polarizaciĆ³n hasta 2011, pasando por alto aquella de 2000-2004 en la que la izquierda liderada por Zapatero se echĆ³ a la calle desde el primer dĆ­a de la sorprendente mayorĆ­a absoluta de Aznar. De manera parecida, se antoja cuestionable que la conducta del PSOE de Pedro SĆ”nchez desde la mociĆ³n de censura ā€“momento en que se constituye por primera vez un bloque polĆ­tico que incluye a los separatistas reciĆ©n salidos del procĆ©s y a Bildu, al que luego se incorporarĆ­a Podemos como miembro de la coaliciĆ³nā€“ sea parangonable a la de un centroderecha que no sabe gestionar su relaciĆ³n con Vox y sin embargo ha ofrecido en los Ćŗltimos aƱos pactos de amplio espectro a los socialistas (vĆ©ase el discurso de investidura de NĆŗƱez FeijĆ³o hace apenas unas semanas). En otras palabras, no todos los bloqueos polĆ­ticos son un efecto de la polarizaciĆ³n; tambiĆ©n es posible que un bloqueo polĆ­tico deliberado tenga por objeto causar polarizaciĆ³n.

Por otro lado, Miller tiene razĆ³n cuando advierte de que diversidad y estabilidad se relacionan con dificultad; si tenemos mucho de la primera, quizĆ” tengamos poco de la segunda. Con todo, hay paĆ­ses europeos con parlamentos tan fragmentados como el nuestro, donde los niveles de polarizaciĆ³n no son tan altos; la cultura polĆ­tica, que suele ser desdeƱada por los cientĆ­ficos sociales de corte institucionalista, juega tambiĆ©n su papel. Estas matizaciones son importantes cuando intentamos buscar remedio a la polarizaciĆ³n, que es lo que hace el autor en el Ćŗltimo capĆ­tulo del libro. Pero lo hace centrĆ”ndose en la polarizaciĆ³n afectiva, esto es, en la divisiĆ³n sentimental entre las personas de distinta adscripciĆ³n ideolĆ³gica y partidista.

Dado que no hay soluciones milagrosas, su apuesta es sensata: corresponde a los ciudadanos tomar conciencia de sus propios sesgos y rebajar la toxicidad de las situaciones polĆ­ticas en que se vean envueltos. A tal fin, alude a iniciativas orientadas a crear redes de contacto locales entre personas con ideas divergentes, a los que se anima ā€“el periĆ³dico Die Zeit lleva un tiempo haciendo algo parecidoā€“ a dialogar respetuosamente entre sĆ­. TambiĆ©n serĆ­a deseable que los medios de comunicaciĆ³n limitaran sus tendencias polarizadoras; y lo mismo puede decirse de los partidos mismos. Ocurre que nadie sabe cĆ³mo atajar la polarizaciĆ³n: los partidos solo renunciarĆ”n a ella cuando los votantes los castiguen por ello. Lo que sĆ­ tiene claro Miller es que el ā€œconsensoā€ como tal no es la soluciĆ³n: mĆ”s nos vale aceptar nuestras diferencias y esforzarnos por cooperar eficazmente, porque aquellas no van a desaparecer ni serĆ­a deseable que lo hicieran.

Cualquier ciudadano que sienta inquietud por el estado de nuestra democracia, en fin, harĆ” bien en hacerse con este libro: escrito con una vocaciĆ³n pedagĆ³gica que lo hace accesible a la mayorĆ­a de los lectores, Polarizados pone sobre la mesa un concepto Ćŗtil para explicar por quĆ© las identidades polĆ­ticas pueden estar convirtiĆ©ndose en la causa principal del bloqueo polĆ­tico en los regĆ­menes democrĆ”ticos occidentales, advirtiĆ©ndonos de las fatales consecuencias que puede tener su difusiĆ³n en la esfera de la vida cotidiana. ~

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(MĆ”laga, 1974) es catedrĆ”tico de ciencia polĆ­tica en la Universidad de MĆ”laga. Su libro mĆ”s reciente es 'FicciĆ³n fatal. Ensayo sobre VĆ©rtigo' (Taurus, 2024).


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