Ahora que se han celebrado los ochenta aƱos de Julio Iglesias, no estĆ” de mĆ”s recordar que una de sus canciones de mitad de los setenta parece un comentario a la polarizaciĆ³n polĆtica: āA veces tĆŗ, a veces yo / ReƱimos sin tener razĆ³n / Sin mĆ”s por quĆ©, sin mĆ”s error / Que orgullo de los dos.ā Huelga matizar que nuestro crooner mĆ”s global se estaba refiriendo a las querellas de los amantes y que la polarizaciĆ³n, como demuestra el sociĆ³logo Luis Miller en este notable estudio de orientaciĆ³n divulgativa, tiene mĆ”s que ver con la competencia electoral entre partidos y su relaciĆ³n con el conflicto entre ideologĆas. No obstante, el propio Miller seƱala el peligro que supone un aumento de la polarizaciĆ³n que termine por afectar āya lo haceā a los estilos de vida y los hĆ”bitos cotidianos, influyendo de hecho sobre la mismĆsima elecciĆ³n de pareja. Y si la canciĆ³n nos dice que ninguno de los que se pelea tiene razĆ³n, en la bĆŗsqueda partidista de la polarizaciĆ³n tambiĆ©n las razones son lo de menos: se busca aquello que pueda dividir al electorado, a fin de movilizar mejor sus sentimientos de pertenencia tribal. Pero justamente ahĆ se encuentra asimismo el peligro que corren las aproximaciones sistemĆ”ticas ācon vocaciĆ³n cientĆficaā a la polarizaciĆ³n: que la apelaciĆ³n desencarnada a un fenĆ³meno abstracto sirva para eludir el debate sobre el mayor impacto divisor de las estrategias de unos partidos o lĆderes sobre otros.
SociĆ³logo del CSIC con bagaje internacional que trabajĆ³ como asesor en la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de Moncloa durante el aƱo 2021, Miller parte de la constataciĆ³n empĆrica de que EspaƱa āal igual que otros paĆses occidentalesā se encuentra mĆ”s polarizada que nunca antes en su historia democrĆ”tica. Una vez publicado este libro, de hecho, se han presentado datos que indican que EspaƱa y Francia son las dos Ćŗnicas sociedades europeas donde no se ha recuperado la confianza ciudadana en sus instituciones polĆticas despuĆ©s de la pandemia. ĀæY cĆ³mo se llega a la conclusiĆ³n de que hay mĆ”s polarizaciĆ³n que antes? Para empezar, claro, hay que definirla; solo asĆ sabremos dĆ³nde mirar. Miller tiene claro que la polarizaciĆ³n polĆtica es una forma moderna de tribalismo; como tal, se asienta sobre unas bases antropolĆ³gicas que facilitan la tarea a los partidos y lĆderes que tratan de provocarla o intensificarla. Otros autores hablan de partidismo o sectarismo, pero apuntan al mismo fenĆ³meno: la separaciĆ³n de las personas en grupos o polos a partir de una lĆnea divisoria y el consiguiente proceso de alineamiento de las fuerzas polĆticas alrededor de ese eje.
AsĆ entendida, la polarizaciĆ³n no nace sino que se hace. Y quienes hacen polarizaciĆ³n emplean herramientas destinadas al efecto, usando temas polĆticos y problemas sociales para dividir a los ciudadanos. Pero el concepto permite su desagregaciĆ³n en tres procesos distintos āpolarizaciĆ³n ideolĆ³gica, afectiva, cotidianaā cuyo resultado final serĆa la apariciĆ³n de eso que la politĆ³loga norteamericana Lilliana Mason denomina āmegaidentidadesā polĆticas para referirse a una identificaciĆ³n que abarca todos los aspectos de nuestra vida personal. No es asĆ de extraƱar que los estadounidenses manejen ya un Tinder para los votantes demĆ³cratas que prefieren ahorrarse disgustos a la hora de buscar pareja o que allĆ se identifique la propiedad de un vehĆculo suv con el voto republicano. TambiĆ©n es en Estados Unidos donde se han hecho mĆ”s anĆ”lisis empĆricos sobre la polarizaciĆ³n, carencia que Miller resuelve para el caso espaƱol indagando en las bases de datos del cis y fijĆ”ndose en el incremento de la distancia entre los valores expresados por los espaƱoles cuando se les pregunta por su opiniĆ³n en temas como el pago de impuestos, la sanidad pĆŗblica, la fe en la meritocracia o la apuesta por una recentralizaciĆ³n estatal.
La distancia que separa a los espaƱoles en estos temas ālos datos son elocuentes y estĆ”n en el libroā es hoy mayor que a finales del siglo XX y han aumentado a su vez especialmente desde 2010, que es el aƱo que Miller toma como referencia para sus comparaciones. Es el aƱo anterior al surgimiento del movimiento 15-M, que sentĆ³ las bases para la reconfiguraciĆ³n de nuestro sistema de partidos. Y ahĆ estarĆa el quid de la cuestiĆ³n, ya que los nuevos partidos habrĆan āarrastradoā a las grandes formaciones tradicionales a los extremos y aumentado el nĆŗmero de ciudadanos cuyas opiniones se han radicalizado. O sea: āLa divisiĆ³n polĆtica creciente de la sociedad espaƱola no responde a la radicalizaciĆ³n de uno de los extremos, sino a la configuraciĆ³n de dos bloques con identidades polĆticas contrapuestas.ā Tiene razĆ³n Miller cuando otorga la mĆ”xima importancia a la crisis econĆ³mica y su impacto anĆmico sobre los espaƱoles, si bien conviene recordar que el 15-M empieza por presentarse como una protesta transversal solo porque la izquierda gobernaba al estallar la crisis econĆ³mica; hay razones para pensar que si lo hubiese hecho la derecha, el movimiento habrĆa sido mĆ”s convencional en tĆ©rminos discursivos y quizĆ” Podemos no hubiera llegado a nacer. MĆ”s original es la hipĆ³tesis del autor segĆŗn la cual la existencia de eta retrasĆ³ el proceso de divisiĆ³n polĆtica en nuestro paĆs, ya que la izquierda no habrĆa podido pactar con las fuerzas nacionalistas de manera tan exhaustiva si los terroristas hubieran seguido matando. El tercer elemento explicativo que maneja el autor es la mociĆ³n de censura que lleva a la Moncloa a Pedro SĆ”nchez en junio de 2018, que crea dos bloques polĆticos antagĆ³nicos sin incentivos para la cooperaciĆ³n interpartidista.
Sin embargo, se echa de menos a ratos un anĆ”lisis detallado de la conducta de los distintos actores polĆticos que permita trazar con mayor precisiĆ³n la genealogĆa de la polarizaciĆ³n en nuestro paĆs. Es asĆ sorprendente que el autor seƱale las legislaturas de 1993-1996 y 2004-2008 como las de mayor polarizaciĆ³n hasta 2011, pasando por alto aquella de 2000-2004 en la que la izquierda liderada por Zapatero se echĆ³ a la calle desde el primer dĆa de la sorprendente mayorĆa absoluta de Aznar. De manera parecida, se antoja cuestionable que la conducta del PSOE de Pedro SĆ”nchez desde la mociĆ³n de censura āmomento en que se constituye por primera vez un bloque polĆtico que incluye a los separatistas reciĆ©n salidos del procĆ©s y a Bildu, al que luego se incorporarĆa Podemos como miembro de la coaliciĆ³nā sea parangonable a la de un centroderecha que no sabe gestionar su relaciĆ³n con Vox y sin embargo ha ofrecido en los Ćŗltimos aƱos pactos de amplio espectro a los socialistas (vĆ©ase el discurso de investidura de NĆŗƱez FeijĆ³o hace apenas unas semanas). En otras palabras, no todos los bloqueos polĆticos son un efecto de la polarizaciĆ³n; tambiĆ©n es posible que un bloqueo polĆtico deliberado tenga por objeto causar polarizaciĆ³n.
Por otro lado, Miller tiene razĆ³n cuando advierte de que diversidad y estabilidad se relacionan con dificultad; si tenemos mucho de la primera, quizĆ” tengamos poco de la segunda. Con todo, hay paĆses europeos con parlamentos tan fragmentados como el nuestro, donde los niveles de polarizaciĆ³n no son tan altos; la cultura polĆtica, que suele ser desdeƱada por los cientĆficos sociales de corte institucionalista, juega tambiĆ©n su papel. Estas matizaciones son importantes cuando intentamos buscar remedio a la polarizaciĆ³n, que es lo que hace el autor en el Ćŗltimo capĆtulo del libro. Pero lo hace centrĆ”ndose en la polarizaciĆ³n afectiva, esto es, en la divisiĆ³n sentimental entre las personas de distinta adscripciĆ³n ideolĆ³gica y partidista.
Dado que no hay soluciones milagrosas, su apuesta es sensata: corresponde a los ciudadanos tomar conciencia de sus propios sesgos y rebajar la toxicidad de las situaciones polĆticas en que se vean envueltos. A tal fin, alude a iniciativas orientadas a crear redes de contacto locales entre personas con ideas divergentes, a los que se anima āel periĆ³dico Die Zeit lleva un tiempo haciendo algo parecidoā a dialogar respetuosamente entre sĆ. TambiĆ©n serĆa deseable que los medios de comunicaciĆ³n limitaran sus tendencias polarizadoras; y lo mismo puede decirse de los partidos mismos. Ocurre que nadie sabe cĆ³mo atajar la polarizaciĆ³n: los partidos solo renunciarĆ”n a ella cuando los votantes los castiguen por ello. Lo que sĆ tiene claro Miller es que el āconsensoā como tal no es la soluciĆ³n: mĆ”s nos vale aceptar nuestras diferencias y esforzarnos por cooperar eficazmente, porque aquellas no van a desaparecer ni serĆa deseable que lo hicieran.
Cualquier ciudadano que sienta inquietud por el estado de nuestra democracia, en fin, harĆ” bien en hacerse con este libro: escrito con una vocaciĆ³n pedagĆ³gica que lo hace accesible a la mayorĆa de los lectores, Polarizados pone sobre la mesa un concepto Ćŗtil para explicar por quĆ© las identidades polĆticas pueden estar convirtiĆ©ndose en la causa principal del bloqueo polĆtico en los regĆmenes democrĆ”ticos occidentales, advirtiĆ©ndonos de las fatales consecuencias que puede tener su difusiĆ³n en la esfera de la vida cotidiana. ~
(MĆ”laga, 1974) es catedrĆ”tico de ciencia polĆtica en la Universidad de MĆ”laga. Su libro mĆ”s reciente es 'FicciĆ³n fatal. Ensayo sobre VĆ©rtigo' (Taurus, 2024).