En 1978 una partida de geรณlogos sobrevolaba la parte alta del rรญo Abakรกn, en la Repรบblica de Jakasia (Siberia), en busca de un lugar adecuado para aterrizar. No era una tarea fรกcil: โEn sus aรฑos jรณvenes la Tierra tuvo el gusto de confundir y enredar tanto las cadenas de montaรฑa de este lugar que lo volviรณ extraordinariamente inaccesible.โ Tenรญan como misiรณn establecer un campamento desde el que liderar la extracciรณn de hierro en un yacimiento que habรญa sido avistado hacรญa poco desde el aire. Quedaron desconcertados al divisar lo que parecรญa un huerto; ยฟeran patatas? Hasta entonces, era impensable que pudiera haber vida humana en esa regiรณn. La poblaciรณn mรกs cercana distaba 250 kilรณmetros. Y no de terreno transitable con facilidad. Asรญ, por casualidad, fueron descubiertos los Lykov, una familia que llevaba unos cuarenta aรฑos viviendo en la taiga siberiana, aislada. Ese aรฑo empezaron los contactos con ellos.
Los viejos creyentes (Impedimenta, 2020) reรบne las crรณnicas que Vasili Peskov escribiรณ entre 1982 y 1991 a partir de sus visitas anuales a los Lykov. Fueron publicadas en el Komsomรณlskaia Pravda โun diario ruso fundado en 1925 por el Komsomol (Uniรณn Comunista de la Juventud)โ, lo que hizo famosa a la familia. Peskov (1930-2013) estรก considerado un pionero del llamado โperiodismo ambientalโ. Durante quince aรฑos dirigiรณ el programa de la televisiรณn soviรฉtica titulado En el mundo de los animales. Tambiรฉn fue la primera persona en entrevistar a Yuri Gagarin cuando regresรณ del espacio. Las crรณnicas reunidas en este libro acreditan la pasiรณn de Peskov por la naturaleza, ademรกs de su sincera curiosidad por los Lykov: al fin y al cabo, en estas pรกginas se combina un paisaje prรกcticamente inmaculado, que debe sobrecoger incluso a los mรกs experimentados viajeros, con una historia fascinante. Son el retrato de una โvida casi fรณsilโ, un hรญbrido con elementos de la antropologรญa y de las ciencias naturales.
ยฟCรณmo llegaron los Lykov a ese lugar perdido a orillas del Abakรกn? Hay que remontarse a los tiempos del zar Alejo y su patriarca Nikon, y de Pedro I el Grande. Los dos primeros fueron los artรญfices de la reforma de la Iglesia ortodoxa de 1653, que provocรณ un cisma entre quienes aceptaron los nuevos ritos, como santiguarse con dos dedos en lugar de con tres, y quienes consideraron una afrenta que se modificaran las tradiciones. Pedro I โal que Karp, el padre de los Lykov, considera โun anticristo con apariencia humanaโโ agravรณ la situaciรณn al imponer el doble de impuestos a los cismรกticos. Para hacerlo era necesario registrar convenientemente a los viejos creyentes, lo que supuso el empujรณn final para que muchos de ellos decidieran ocultarse en los bosques y montaรฑas. Y se dividieron en diferentes orientaciones, a cada cual mรกs estricta con su fe. Una de esas orientaciones es la de los beguny o โerrantesโ, que no aceptaban nada del mundo, desde las leyes del Estado al dinero, pasando por el servicio militar o el afeitado de la barba. Los Lykov descienden de esa rama.
Cuando fueron encontrados eran cinco: Karp, el padre, y sus cuatro hijos, Savรญn, Dmitri, Natalia y Agafia (la madre, Akulina, habรญa muerto mucho antes). Sus dรญas estaban dedicados a la oraciรณn, la lectura de los libros litรบrgicos y la supervivencia en un entorno muy duro. Algunos de ellos no habรญan visto nunca a un ser humano que no fuera un Lykov. No todos recibieron igual de bien el contacto con otras personas. Y no todos llegaron vivos al final de las crรณnicas de Peskov; de hecho, la primera vez que รฉl fue a verlos ya eran solo dos. El encuentro de los Lykov, dice el autor de Los viejos creyentes, fue โcomo el hallazgo de un mamut vivoโ.
En las conversaciones con ellos siempre aparece un estribillo: โno nos estรก permitidoโ. Dios no les permite muchas cosas, ni el pan, ni las conservas, ni la miel; ningรบn alimento que hubiera sido procesado, empaquetado o embotellado por el ser humano; tampoco el jabรณn o las cerillas (curiosamente, sรญ pueden aceptar una linterna y pilas). La televisiรณn, la radio, las fotografรญas son pecado. Tambiรฉn los buldรณceres que hubieran facilitado la construcciรณn de una nueva isba. Con los Lykov el tiempo retrocede al siglo XVII. Al principio visten ropa tosca de arpillera, pero segรบn se van โablandandoโ, su indumentaria llega a incluir botas de caucho en lugar del calzado hecho con corteza de abedul. La patata es esencial en su dieta; de hecho, la variedad que cultivan y que no estaba clasificada acaba recibiendo oficialmente el nombre de variedad lykovski. Este tubรฉrculo, ademรกs, tiene otras propiedades: cuando les preguntan cรณmo curan el dolor de dientes, los Lykov responden que โcon oraciones. Si la oraciรณn no ayuda, mantenemos la boca abierta sobre una patata calienteโ. Y sรญ, se comunican sin problema: aunque con ecos del pasado, la lengua es la misma.
Los viejos creyentes es un libro sorprendente y enriquecedor. Refleja el antes y el despuรฉs del contacto de estos anacoretas con โel mundoโ. Hay una evoluciรณn, sobre todo en Agafia (ya habรญa cumplido los cuarenta aรฑos cuando Peskov la conoce; la mรกs joven del clan). Es casi la protagonista, y quien mรกs curiosidad demuestra. Tambiรฉn es el รบnico miembro de la familia que abandona la taiga un tiempo, para visitar a unos familiares que aparecen de repente, cuando empieza a saberse de los Lykov por la prensa. Viaja en avioneta, en tren; se asea en una banya, aunque en teorรญa eso estรก manchado de pecado. Cuando regresa de ese viaje, โtiene muchรญsimas palabras nuevas, como los crรญos cuando empiezan el colegioโ. Nombrar el mundo. A veces la sorpresa de Karp y de Agafia ante los objetos que les llevan los visitantes, de tan ingenua, desemboca en un humor poรฉtico. Cuando Karp ve por primera vez una bolsa de plรกstico, exclama: โยกSeรฑor, quรฉ invento es este! ยกCristal que se arruga!โ; padre e hija โestrujaron con recelo los pimientosโ, y se quedaron desconcertados ante una sandรญa.
Peskov logra despertar una gran empatรญa en el lector. Es difรญcil no encariรฑarse con los Lykov, cuyo destino es difรญcil de comprender: una soledad de la que no pueden huir porque ellos mismos la han elegido. Segรบn avanza la lectura hay un trรกnsito del asombro que genera visitar un โmuseo vivo de lo pasadoโ al afecto por los personajes que lo habitan. Al final, uno se pregunta: ยฟseguirรก alguien ahรญ?
Vasili Peskov
Los viejos creyentes
Traducciรณn de Marta Sรกnchez-Nieves
Madrid, Impedimenta, 2020, 257 pp.
Es editora y miembro de la redacciรณn de Letras Libres.