A la espera
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A la espera

"El rastreador llegรณ como una garantรญa de protecciรณn, un sistema que habรญa nacido de la misma gente en la desesperaciรณn de cuidarse unos a otros. De esos grupos donde uno compartรญa su ubicaciรณn a un sistema que permitรญa que hubiera un rastro para encontrarte."
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Instituto Nacional de Registro y Geolocalizaciรณn Ciudadana
Planta baja, Sala de espera B

10:33 am

La campanita del siguiente turno te hace levantar los ojos del libro que en realidad no estรกs leyendo. 347. Eres la siguiente. Cierras el libro, un poemario que trajiste a propรณsito porque te permite abrirlo en cualquier pรกgina y leer algunos versos antes de perder el hilo y mirar la pantalla. Llevas media hora en esta sala. Mรกs de dos horas desde que llegaste a tu cita en el Registro. Cuatro desde que llegaste a la Central del Norte. Aunque puedes contabilizar el tiempo, sientes que la รบltima media hora durรณ mรกs que todo el viaje que hiciste en autobรบs desde Morelia.

Abres el libro para checar el papelito que estรกs usando de separador donde estรก escrito tu nรบmero y despuรฉs vuelves a mirar la pantalla. Corroboras por enรฉsima vez que eres la siguiente. No puedes dejar de mover las piernas, abrir y cerrar el libro, estarte quieta parece una tarea imposible. Dentro del Registro no tienes seรฑal, asรญ que no puedes distraerte con nada. Guardas el libro y caminas hasta el fondo de la sala donde hay un garrafรณn. Traes una botella en la mochila, pero necesitas hacer algo con los pies y las manos que tenga algรบn propรณsito concreto.

ยฟDeberรญas preocuparte? El trรกmite debiรณ ser un asunto sencillo, algo que podรญa hacerse en lรญnea, pero desde la primera vez que lo intentaste te encontraste con un problema tras otro. Despuรฉs de dos semanas sin saber nada de Vรญctor, cediste a la preocupaciรณn de tu madre que llevaba nerviosa desde que รฉl no le habรญa hablado para su cumpleaรฑos. En un principio, a ti solo te molestรณ que se le hubiera olvidado. Aunque en la รบltima llamada de sรกbado se lo recordaste, รฉl no habรญa podido parar un minuto su ocupada vida para llamar a casa. Conforme los dรญas pasaban y las llamadas y mensajes se quedaban primero sin respuesta y despuรฉs ni siquiera conectaban, mamรก comenzรณ a insistir en que pidieras su localizaciรณn. Para apaciguarla, contactaste a su mejor amiga en la ciudad de Mรฉxico, Magdalena Ortiz, con quien no habรญas hablado en aรฑos. Ademรกs, accediste a entrar a la pรกgina del Registro, aunque sabรญas lo mucho que le molestarรญa a Vรญctor cuando se enterara. La รบnica razรณn por la que รฉl te dejรณ como contacto de emergencia era justo porque siempre habรญas respetado su privacidad.

En teorรญa, debรญa tomar apenas unos minutos. Fรกcil: meter su nรบmero de identificaciรณn y tu permiso de acceso, pero una y otra vez el sistema habรญa arrojado un error. Despuรฉs de varias llamadas telefรณnicas en las que batallaste para hablar con un ser humano y no con una mรกquina, resultรณ que no habรญa mรกs remedio que ir directamente a la oficina principal en la Ciudad de Mรฉxico. La รบnica cita del mes era esta, martes a las 8:45 de la maรฑana, porque alguien habรญa cancelado de รบltimo momento. Con tan poca antelaciรณn solo pudiste pedir un dรญa de tus vacaciones y eso tambiรฉn fue un problema porque en la oficina pensaron que era una exageraciรณn venir hasta acรก solo porque alguien no estaba contestando los mensajes. Pero aquรญ estรกs para tranquilizar a tu madre. Estarรกs en la ciudad apenas quince horas. Ya hasta tienes un boleto de regreso en el รบltimo autobรบs a Morelia.

Gracias a la desmaรฑanada, llegaste al Registro con tiempo de sobra. Llevabas contigo un fรณlder color manila que contenรญa originales y copias de la cita, de tu identificaciรณn y la de Vรญctor, de sus actas de nacimiento, el formulario debidamente llenado en tinta azul por triplicado, pero despuรฉs de dos horas no tienes respuesta. De hecho, cada vez tienes mรกs preguntas.

Cuando entregaste los papeles en la primera ventanilla a las 8:30, quince minutos antes de la hora, lo tomaste como una seรฑal de que el trรกmite serรญa eficiente y el resultado revelarรญa la paranoia de tu madre, algรบn malentendido, del que, en algรบn momento dentro de unos meses, Vรญctor y tรบ se reirรญan. La seรฑorita detrรกs del mostrador revisรณ los documentos, tecleรณ algo en su computadora y frunciรณ el ceรฑo. Debiste saber entonces que no iba a ser tan fรกcil. โ€œUn momentoโ€, dijo antes de desaparecer por una puerta de cristal. La viste levantar un telรฉfono y cuando volviรณ, dijo que habรญa llamado al encargado porque el expediente que buscabas estaba sellado. ยฟPodrรญas decir que allรญ comenzรณ la espera o habรญa comenzado desde antes sin que te dieras cuenta? Tal vez para cuando llegaste al registro llevabas ya semanas esperando sin siquiera saberlo. Pasaste cuarenta minutos en una sala muy parecida a esta, igual de frรญa, con las mismas sillas de plรกstico naranja incomodรญsimas, viendo pasar a la gente cuyos trรกmites sรญ avanzaban.

En un primer momento te entretuviste pensando lo que le dirรญas a Vรญctor la prรณxima vez que lo vieras, como que habรญa sido un desconsiderado y que viera todos los lรญos en los que te habรญa metido. No te extraรฑaba para nada que algo no estuviera en orden con su expediente. De no ser porque ahora vivรญa con Jian, seguro ya le habrรญan cortado la luz varias veces. Las cosas mรกs sencillas de la vida se le resbalaban con facilidad y no se podรญa confiar en รฉl para recordar compromisos que no tuvieran que ver directamente con el proyecto que lo obsesionaba en un momento dado. Siempre habรญa sido asรญ, desde que eran niรฑos, desde que habรญa aprendido a usar una computadora, fue como si una parte de su vida sucediera entre las lรญneas de cรณdigo, en un universo al que nadie mรกs podรญa acceder. Vรญctor siempre habรญa tenido suerte, cuando todavรญa vivรญa en Morelia, mamรก y tรบ se encargaban de las cuestiones prรกcticas, cuando se mudรณ a la Ciudad de Mรฉxico para estudiar, viviรณ primero con una tรญa y despuรฉs con Magdalena y otros amigos en un depa cerca de Copilco. Y ahora Jian es la que se encarga de todo. En ese momento los imaginaste a los dos en alguna playa en Nayarit haciendo un detox de tecnologรญa, sin pensar en la preocupaciรณn que le estarรญan causando a mamรก y te volviรณ todo el enfado.

Cuando el encargado por fin apareciรณ, revisรณ de nuevo los papeles, sacรณ una forma para que la llenaras y firmaras, luego la escaneรณ y te pidiรณ que volvieras a firmarla con tu rastreador para que quedara el registro digital. Cuando pasaste la muรฑeca por el escรกner, el ping de localizaciรณn pareciรณ retumbar por toda la sala, aunque solo tรบ lo escuchaste. Sin mรกs detalles el encargado te dio un turno y te dijo que pasaras a la sala de espera B. Cuando le pediste explicaciones, su respuesta fue vaga. Se necesitaba una autorizaciรณn para acceder a la informaciรณn sellada. Cuestiรณn de rutina. Nada mรกs.

Bebes del conito de papel que rรกpidamente se ablanda debajo de tus dedos. Observas el tatuaje en tu muรฑeca, un colibrรญ que te hiciste a los quince aรฑos para cubrir la cicatriz del rastreador. Ahora son tan pequeรฑos que no dejan rastro, pero en 2022 la tecnologรญa era muy nueva y a todos les habรญa quedado una pequeรฑa marca. Vรญctor nunca se habรญa cubierto la suya, a pesar de que se puso de moda cuando estaban en la prepa. Siempre te echaba la culpa. ร‰l decรญa que recordaba el dรญa que fueron al hospital para que les pusieran el chip. ร‰l tenรญa ocho aรฑos y tรบ cuatro, pocos meses antes se habรญa aprobado el uso de los rastreadores en menores de diez aรฑos. Vรญctor describรญa las paredes blancas, el sonido de las mรกquinas y los gritos que pegaste cuando te inyectaron: โ€œEmilia gritaba como si la estuvieran matandoโ€ decรญa, โ€œdespuรฉs de eso, cuando me tocรณ a mรญ, me desmayรฉ en la mesa al ver la aguja. Desde entonces no las soportoโ€. Habรญas escuchado la anรฉcdota tantas veces que casi podรญas jurar que recordabas el frรญo de la aguja, el lรญquido espeso, el moretรณn que dejรณ el pinchazo porque la enfermera perforรณ alguna venita. No es un recuerdo real, pero siempre que te viene a la cabeza tienes que tragarte la sensaciรณn de que no puedes confiar en tu memoria.

Cuando entraste a la sala B te dieron un cuestionario nuevo lleno de preguntas que parecรญan ponerte a prueba porque pedรญan informaciรณn que el Registro ya poseรญa. ยฟCuรกndo vio por รบltima vez a esta persona? Navidad, escribiste y luego dudaste. Lo natural habrรญa sido revisar tu propio registro y buscar la รบltima vez que tu rastreador y el de Vรญctor estuvieron en la misma casa, pero no podรญas acceder a รฉl sin seรฑal. Llevas la รบltima media hora dรกndole vuelta a tus respuestas, segura de que te has equivocado en alguna pregunta y que eso retrasarรก todo el trรกmite.

Vuelves a tu asiento y, como un reflejo, abres una ventana en tu interfase para ver la bandeja de mensajes antes de recordar que no tienes seรฑal. Tu รบltima comunicaciรณn sigue sin respuesta. Le avisaste a Magdalena en cuanto llegaste a la Ciudad de Mรฉxico, porque habรญan quedado de verse esa tarde en el departamento de Vรญctor. En teorรญa tienes muchรญsimo tiempo, pero te parece que llevaras toda la vida en esta sala. Cierras la interfase y te obligas a volver a abrir tu libro. Vas a leer un momento, te vas a distraer y vas a dejar de mirar el reloj. Justo entonces suena la campanita del cambio de turno.

348, ventanilla 3.

Instituto Nacional de Registro y Geolocalizaciรณn Ciudadana
Segunda planta, Cubรญculo 4

11:45 am

El calor es un peso sobre tu espalda. Ya intentaste abrir las ventanas, pero estรกn selladas y cuando abriste la puerta, un funcionario sentado justo afuera te dijo que, a menos que quisieras ir al baรฑo, la puerta tenรญa que quedarse cerrada. Asรญ que estรกs sentada en la รบnica esquina de la mesa en la que no pega el sol, con la cabeza apoyada en tu chamarra. En otras circunstancias estรกs segura de que te estarรญas quedando dormida, al fin y al cabo, no dormiste ni cuatro horas la noche anterior, pero tienes los nervios a flor de piel y estรกs segura de que, aunque cerraras los ojos, no podrรญas descansar.

Vuelves a ver la hora. Apenas han pasado diez minutos desde que te dejaron sola. Ninguno de los dos funcionarios que te hizo preguntas en la รบltima hora te supo decir cuรกnto tiempo estarรญas aquรญ o cuรกnto tendrรญas que esperar esta vez. De hecho, mรกs allรก de decirte que el perfil de Vรญctor estรก incompleto, que no hay registro de los รบltimos siete meses, nadie te ha dado mรกs informaciรณn. No tienen permiso para responder tus preguntas. ยฟEs un error o alguien manipulรณ el registro de tu hermano? ยฟQuรฉ quiere decir eso? ยฟDeberรญas preocuparte?

Por las preguntas que te hicieron, puedes prever que no se trata de un error, es probable que piensen que lo hizo el mismo Vรญctor y aunque no sabes si eso es un delito, imaginas que no es una nimiedad. Por primera vez te preocupa que haber venido al Registro de alguna manera lo meta en problemas en el futuro. Despuรฉs de todo, como mexicano es ilegal no tener un rastreador. Pero si eso fuera el รบnico asunto, esperarรญas que alguien lo hubiera notado antes. Todas las entradas de la ciudad tienen sensores y habrรญa sido fรกcil sonar una alarma si el rastreador de tu hermano desapareciera de un dรญa a otro. Es mรกs, cuando entraste a este cubรญculo escuchaste el pequeรฑo ping que indicaba un cambio de locaciรณn. Siempre que lo escuchas sientes una pequeรฑa cosquilla debajo de la piel, pero cuando se lo contaste a Vรญctor, รฉl te dijo que no era un impulso elรฉctrico verdadero. En realidad, la localizaciรณn se actualizaba por un traqueo automรกtico cada media hora, los sensores en todos los edificios eran mรกs bien una fachada para que la gente se sintiera mรกs en control. โ€œLa simulaciรณn es mรกs importante que la realidadโ€, te dijo y, desde que entraste al cubรญculo, no puedes sacarte esas palabras de la cabeza.

Las pensaste una y otra vez mientras los dos hombres te hacรญan preguntas para llenar un nuevo formulario. Las mismas que habรญas respondido antes, pero esta vez con un tono acusador, como si tรบ hubieras borrado el registro. No solo te preguntaron sobre Vรญctor, sino tambiรฉn te preguntaron por tus estudios, tu trabajo, tus amigos, tus intenciones. ยฟPor quรฉ querรญas acceder al registro de Vรญctor Gutiรฉrrez? ยฟCuรกl era tu relaciรณn? ยฟCon quรฉ propรณsito? ยฟPor quรฉ no habรญas hecho el trรกmite en lรญnea? ยฟCuรกntas veces lo intentaste? ยฟCuรกndo lo habรญas visto por รบltima vez? En algรบn momento sentiste ganas de llorar y cuando les preguntaste para quรฉ necesitaban esa informaciรณn y exigiste que te contestaran, te dijeron que estaban validando tu identidad y la veracidad de tus respuestas. El protocolo normal en estos casos, para proteger los datos de todos los involucrados. Despuรฉs de eso, se levantaron y te dejaron sola.

Ahora no puedes dejar de pensarlo. ยฟCuรกndo fue la รบltima vez que viste a tu hermano?

Navidad, escribiste y contestaste una y otra vez. Te aferras al recuerdo de la semana que รฉl y Jian pasaron en Morelia. Se quedaron en un hotel porque no habรญa espacio suficiente en el pequeรฑo departamento al que mamรก y tรบ se mudaron despuรฉs de que, al morir la abuela, mamรก vendiera la casa. Recuerdas perfectamente que lo primero que dijo Vรญctor al entrar era que no le gustaba el nuevo sillรณn. El de la casa era demasiado grande y no cabรญa, trataste de explicarle, pero aun asรญ รฉl dijo que no le gustaba el color y tรบ le contestaste que, si รฉl no habรญa ayudado a comprarlo, podรญa callarse la boca. โ€œSi necesitan dinero, pueden pedirloโ€, te dijo y te mordiste la lengua antes de contestarle que no le ibas a pedir nada, que en la agencia de marketing ganabas lo suficiente y que te dejara en paz. De unos aรฑos para acรก, Vรญctor tenรญa dinero de sobra, pero lo gastaba en tonterรญas, parecรญa que cada vez que hablaban cambiaba su modelo de interfase. No dijiste mรกs porque mamรก te llamรณ desde la cocina claramente para evitar una pelea.

Por alguna razรณn, ahora que lo recuerdas, no sientes el mismo enojo. En lugar de pensar en todos los momentos de tensiรณn durante esa semana, recuerdas todos los momentos que pasaron solos, las miradas cรณmplices por encima de la cabeza de mamรก con las que podรญan decirse mรกs que con palabras o ese momento despuรฉs de la cena de Navidad cuando ustedes dos estaban solos en la cocina lavando los platos. Desde allรญ podรญan escuchar la voz de Jian, mรกs grave de lo que cualquiera esperaba de una mujer tan menuda y con un acento mezcla de todos los lugares donde habรญa vivido, mientras le contaba a mamรก de la pelรญcula que habรญan visto la noche anterior. Aprovechando la distracciรณn, Vรญctor te confesรณ en un murmullo que habรญan estado hablando de casarse, pero que no querรญa que mamรก se enterarรก todavรญa. โ€œJian no quiere ponerse un rastreador, entonces no podemos hacerlo aquรญโ€. Te pareciรณ una tonterรญa, Jian llevaba mรกs de cinco aรฑos en Mรฉxico, si querรญa quedarse era natural que entrara al Registro.

Vรญctor levantรณ una ceja al escucharte. Llevaba el cabello tan largo, mรกs largo de lo que nunca lo habรญa tenido, le tapaba los ojos y a cada rato tenรญa que quitรกrselo de la cara con el antebrazo porque tenรญa las manos llenas de jabรณn. โ€œSi por mรญ fuera, tampoco tendrรญa un rastreador, asรญ que entiendo que ella no quieraโ€, dijo y por alguna razรณn recuerdas con especial detalle la espuma que se quedรณ en su fleco y frente, โ€œy eso de que tenga que viajar a Estados Unidos cada seis meses tampoco tiene sentido. ยฟEn serio no te molesta que te observen todo el tiempo?โ€ Le dijiste que no lo pensabas demasiado, que casi nunca pensabas en eso. De hecho, algunas veces hasta era รบtil. Lo mismo que le habrรญas contestado mil veces antes cuando salรญa el tema.

Por alguna razรณn pensar en esto, te hace pensar en el รบnico verano que lo visitaste en la Ciudad de Mรฉxico. Acababas de terminar la preparatoria y habรญas decidido que te quedarรญas en Morelia a estudiar. Aun asรญ, como premio por terminar, mamรก te habรญa comprado un boleto de autobรบs para pasar dos semanas con รฉl. Lo primero que Vรญctor te dijo cuando llegaron a su departamento fue que no podรญas tener tu interfase encendida, reglas de la casa. Obviamente tu hermano habรญa encontrado a un grupo igual de dramรกtico y paranoico que รฉl, que le seguรญan el juego de ser revolucionario y contracultural. Por eso no te sorprendiรณ cuando se emparejรณ con una extranjera como Jian, que siempre criticaba la falta de privacidad que habรญa en el paรญs en lugar de tratar de asimilarse. Cuando le dijiste eso durante la conversaciรณn, Vรญctor bufรณ y te diste cuenta de que se estaba conteniendo y, en vez de echarte un sermรณn, volviรณ al tema anterior. Te hablรณ de todas las otras opciones que รฉl y Jian estaban considerando.

Entre ellas no habรญa estado tomar sus cosas y desaparecer.

Durante el interrogatorio, los funcionarios te habรญan hecho varias preguntas sobre Jian y hasta ese momento no te habรญas percatado de lo poco que sabรญas sobre ella. Se conocieron en una feria de culturas en el Zรณcalo en la que ella estaba trabajando como voluntaria en la secciรณn de Corea. Desde el principio supiste que la cosa iba en serio porque Vรญctor te mandรณ un mensaje esa misma noche contรกndote. Dos meses despuรฉs se habรญan mudado juntos. Siempre asumiste que habรญa sido porque Jian necesitaba una casa y Vรญctor alguien que cuidara de รฉl, pero en realidad nunca habรญas preguntado. De eso hacรญa mรกs de cuatro aรฑos.

Jian Kim. De ella tampoco habรญa rastro. Cuando trataste de llamarla tres dรญas despuรฉs del cumpleaรฑos de mamรก, porque Vรญctor seguรญa sin contestar, te diste cuenta de que no tenรญas formas de localizarla. Su interfase estaba desconectada. Los mensajes rebotaban. No tenรญas su email y como ella vivรญa de dar clases particulares de coreano, no podรญas tratar de contactarla por el trabajo. En su momento estas cosas no te preocuparon, apenas las registraste, pero ahora no puedes dejar de pensar cรณmo era posible que hubieran sido novios tantos aรฑos y no supieras cรณmo se llamaban sus padres o dรณnde habรญa nacido. Cuando te preguntaron, solo pudiste decirles que venรญa de una ciudad al sur de Corea y que habรญas mandado un correo a la embajada que hasta ahora seguรญa sin respuesta. No les dijiste que a los dieciocho aรฑos Jian se habรญa ido de su paรญs para estudiar en Australia y que hasta donde sabรญas no habรญa vuelto ni querรญa volver. Por algunas conversaciones sabรญas que habรญa vivido en muchos paรญses antes de llegar a Mรฉxico, que habรญa aprendido espaรฑol en Argentina, que era una persona acostumbrada a moverse y no echar raรญces. Hasta que conociรณ a Vรญctor. 

ยฟHabrรญa decidido irse de nuevo y รฉl la habrรญa seguido? Era una posibilidad, pero ยฟpor quรฉ se habรญa ido sin avisar, sin decirle nada a nadie? ยฟSin llamar a mamรก ni siquiera en su cumpleaรฑos? Cuando por fin lograste contactar con Magdalena hace algunos dรญas, le preguntaste si lo habรญa visto รบltimamente. Te dijo que hacรญa un mes que no sabรญa nada de รฉl, pero que a veces se esfumaba cuando tenรญa un encargo difรญcil. Le pediste que fuera al departamento solo para agotar las posibilidades, tal vez podรญas ahorrarte un viaje a la Ciudad de Mรฉxico. Antier, Magdalena te devolviรณ la llamada cuando iba saliendo de la unidad habitacional de Vรญctor y te dijo que no habรญa rastro de ellos, que la vecina de abajo le habรญa dicho que no los escuchaba desde hacรญa varias semanas. โ€œDesde hace meses que temรญa que pasara algo de estoโ€ te confesรณ y cuando le preguntaste por quรฉ no quiso decir mรกs. โ€œNo deberรญamos de hablar de esto por la interfaseโ€, bufaste exasperada, tu hermano y sus amigos habรญan sido unos exagerados y paranoicos desde siempre. โ€œAvรญsame quรฉ dรญa vienes al Registro y nos vemos aquรญ en la tarde. ยฟTienes llaves?โ€   

Abres el bolsillo delantero de tu mochila y metes la mano para tocar el juego extra de llaves que Jian te dio en Navidad. Las preguntas se te agolpan dentro. Miras de nuevo el reloj. Veinte minutos. Comienzas a pensar si deberรญas pedir ir al baรฑo, al menos para echarte agua en la cara y salir de este cuarto caliente que te hace sentir embotada. No has decidido cuando la puerta se abre detrรกs de ti. โ€œLa directora ya puede verlaโ€ te dice el funcionario. Tomas tus cosas y lo sigues.

Parque Lincoln, Polanco, Miguel Hidalgo

13:05 pm

Te sientas en la primera banquita que encuentras, apoyas los brazos en las rodillas y respiras profundamente. Saliste del Registro casi corriendo, aliviada de estar fuera, pero temblando. Todo lo que sacaste en claro es que no hay manera de saber dรณnde estรก tu hermano y que, si lo encontraran durante la investigaciรณn, serรญa para castigarlo por la manipulaciรณn de su historial. Deberรญas llamar a mamรก y contarle lo que pasรณ, pero no sabes por dรณnde comenzar ni quรฉ decirle. ยฟQue no hay registro de sus localizaciones desde hace siete meses? ยฟQue no hay manera de saber dรณnde estรก o si algo le sucediรณ? ยฟQue antes de salir de la oficina para llenar mรกs formas, la directora te dijo que iban a abrir una investigaciรณn? โ€œPara ser sincera, seรฑorita, estas cosas pasan. Hay personas que prefieren eludirnos, que hacen cualquier cosa para perderse. Tratamos de buscarlas, pero los recursos son limitados, sobre todo para buscar a quienes no quieren que los encuentren. En la mayorรญa de los casos reaparecen solos. De todas formas, le dejo mi nรบmero por cualquier cosa, cualquier cosa ยฟeh? Mande un mensaje sin pena. Le aseguro que le informaremos en cuanto cerremos la investigaciรณnโ€. Cuando tomaste la tarjeta que te ofrecรญa, ella aprovechรณ para tomar tu brazo te recorriรณ un escalofrรญo. โ€œSobre todo, lo mejor en estos casos es que los familiares no le muevan al asunto. Dejen que nosotros nos encarguemos. Es una cosa delicada cuando hay sospechas de manipulaciรณn. No querrรญan empeorar la situaciรณn. Mejor dejarnos hacer nuestro trabajoโ€. Aguantando la respiraciรณn, te zafaste para guardar la tarjeta dentro de tu libro de poesรญa antes de dejar que te escoltaran de regreso a la primera sala de espera.

ยฟY ahora? Hay una brisa suave y los pajaritos estรกn cantando alrededor de ti. A un par de pasos un seรฑor vende papas, chicles, aguas y refrescos. Sientes que el nerviosismo debajo de tu piel, en tu estรณmago, no tiene cabida en un dรญa tan tranquilo. De alguna forma quieres escapar de tu cuerpo o de este lugar, pero ยฟquรฉ hacer?

La vibraciรณn de un mensaje te distrae. Magdalena. Habรญas olvidado que le habรญas avisado al llegar a la Ciudad. Tienes varios mensajes sin leer. Te dice que le saliรณ un problema en el trabajo y que va a salir mรกs tarde de lo previsto. ยฟSerรก posible que se vean en el Centro? En otro mensaje, te manda la direcciรณn de una cafeterรญa por el Zรณcalo seguido de ยฟte queda a las seis? Miras el reloj. Deberรญas comer algo, pero no estรกs segura de que puedas meterle nada a tu estรณmago. Podrรญas ir al Centro de una vez y pasear, entrar a tiendas, dar vueltas hasta que dรฉ la hora, pero no estรกs segura de que puedas calmarte lo suficiente para eso. No. Aunque Magdalena no pueda acompaรฑarte, tรบ necesitas ir al departamento de Vรญctor. Mientras no vayas por tu misma y lo encuentres vacรญo, seguirรกs pensรกndolo allรญ y su desapariciรณn no se sentirรก del todo real.

Abres el mapa y tecleas la direcciรณn. Es una vueltota. Llegar hasta allรก y despuรฉs ir al Centro te tomarรก un buen rato, pero es la primera idea que te da la sensaciรณn de que estarรกs avanzando. Revisas una vez mรกs que traes la llave de su casa en la mochila, te levantas y decides caminar hasta el metro.

Francisco del Paso y Troncoso #134,
Interior 4, Jardรญn Balbuena, Venustiano Carranza

14:30 pm

Al meter la llave en la cerradura lo primero que piensas es que en la casa de la abuela estaba prohibido cerrar las puertas. De hecho, no habรญa seguro en ninguna de las habitaciones. Un dรญa, cuando Vรญctor tenรญa catorce aรฑos, se quedaron solos en casa. Mamรก y la abuela probablemente habrรญan ido al mercado. El sonido de un martillo te sacรณ de tu cuarto. Vรญctor habรญa comprado un seguro y a falta de taladro lo estaba clavando en la puerta y la pared. Esa tarde los gritos de la pelea resonaron por toda la casa. Ya no recuerdas cรณmo pasaron de hablar del seguro a discutir los rastreadores, probablemente cuando รฉl exigiรณ su derecho a la privacidad. Mamรก le contestรณ que รฉl no entendรญa cรณmo habรญan sido las cosas antes cuando ella era joven y tenรญa que compartir su ubicaciรณn entre sus amigas, siempre decir dรณnde estaba, quรฉ estaba haciendo, avisar de todo porque no se podรญa confiar en que una chica sola por allรญ no terminarรญa como un nรบmero mรกs en las estadรญsticas de desapariciones forzadas. No hacรญa falta estar en contra de algo ni haber hecho algo. Era cosa de estar en el lugar equivocado. No habรญa ninguna razรณn ni explicaciรณn y no habรญa nadie que te protegiera. Si un dรญa no volvรญas a casa, solo te iban a buscar los tuyos, con carteles, mensajes y videos. Pasarรญa el tiempo y si tenรญan suerte aparecerรญas en alguna fosa. La otra opciรณn era que te esfumaras, que nunca hubiera respuesta. El rastreador llegรณ como una garantรญa de protecciรณn, un sistema que habรญa nacido de la misma gente en la desesperaciรณn de cuidarse unos a otros. De esos grupos donde uno compartรญa su ubicaciรณn a un sistema que permitรญa que hubiera un rastro para encontrarte. โ€œEl problema es que luego le cedieron todo el poder al gobierno. Dejaron que se burocratizaraโ€ decรญa Vรญctor, no en esa pelea a los catorce aรฑos, sino aรฑos despuรฉs, cuando tenรญa mรกs herramientas para discutir con mamรก sin llegar a los gritos. โ€œEl problema es que la gente se olvidรณ de que era una herramienta para encontrarnos entre nosotros y para vigilarlos a ellos. Eso se nos olvidรณ y ahora la gente vive pensando que estรก protegida. Les estamos haciendo las cosas mรกs fรกcilesโ€. Para entonces mamรก lo dejaba hablar y citar estadรญsticas o crรญticos durante un rato hasta que se acababa el cafรฉ, le daba una palmada en el brazo y repetรญa โ€œno sabes cรณmo era antesโ€ para zanjar la cuestiรณn.

De pie en la sala del departamento de Jian y Vรญctor rodeada de sus cosas, en un lugar claramente habitado por ellos hasta hace muy poco, no puedes dejar de pensar en todas esas discusiones como una sola. Como si las palabras te propulsaran, dejas tu mochila sobre la mesa y entras a la cocina. Huele mal. La basura orgรกnica se estรก pudriendo en el bote y cuando abres el refrigerador descubres que muchas de las verduras estรกn pachichas y negras. Hay varios refractarios con sobras y un refresco a medio beber ya sin gas. A partir de allรญ tus movimientos se vuelven mรกs frenรฉticos. Abres los clรณsets y los cajones en el cuarto para encontrarlos llenos de ropa doblada, buscas las รบltimas facturas de servicios, te convences de que el libro que quedรณ abandonado en el sillรณn es una prueba de que estuvieron aquรญ hasta hace nada, que no tenรญan planes de irse. Finalmente te arrodillas para mover la madera debajo del mueble del baรฑo, donde sabes que hay un pequeรฑo escondrijo. Encuentras los cinco mil pesos de emergencia y los dos pasaportes en una pequeรฑa caja.

Miras la fotografรญa de tu hermano y sientes ganas de llorar. El departamento tampoco tiene respuestas. No sabes ya quรฉ esperabas encontrar aquรญ, tal vez una nota o una pista de su paradero, algo que te dijera que efectivamente estรกn en esa playa en Nayarit o que la directora te dijo la verdad y volverรกn cualquier dรญa, pero en su lugar solo estรก el silencio encerrado y el ligero olor a comida echada a perder.

La primera vez que sentiste que no conocรญas del todo a tu hermano fue el verano que viniste de visita. Una tarde cuando una tormenta les impidiรณ salir, se quedaron en casa. Recuerdas sobre todo el ruido: habรญa mucha gente, la lluvia azotaba contra las ventanas, alguien habรญa encendido la televisiรณn y le habรญa subido el volumen a unas caricaturas que nadie estaba viendo. Buscaste la mirada de Vรญctor cuando alguien te ofreciรณ una calada de un porro, pero รฉl estaba hablando con Magdalena y no te hizo caso. Nunca le dijiste que te habรญa sorprendido la vida que llevaba en la ciudad, tan distinta a la que habรญa tenido contigo en casa de la abuela. Mientras รฉl y sus amigos hablaban de todas las formas en las que el mundo necesitaba cambiar, tรบ recuerdas esa tarde a medias, a diferencia de ellos no estabas acostumbrada a fumar y a cada rato se te escapaba el tiempo o te entraba la risa. Terminaste acostada en el suelo mirando el techo y dejando que el ruido pasara sobre ti, escuchรกndolos sin intervenir, sin tomarlos en serio. Vรญctor de repente se encendiรณ y lanzรณ un largo monรณlogo sobre diferentes alternativas de desconexiรณn, maneras en las que se podรญa darle la vuelta al sistema de registro. Su voz entre las demรกs te pareciรณ reconfortante en su familiaridad. En casa solรญa soltar ese tipo de discursos, pero conforme mรกs avanzaba, mรกs distinto te sonaba porque sus amigos reaccionaban favorablemente. Mientras hablaba, tus ojos se posaron en Magdalena, que asentรญa y sonreรญa ante lo que decรญa tu hermano. No fue la primera vez que la muchacha te hizo sentir demasiado consciente de tu propia piel. No has vuelto a verla desde ese verano y cuando piensas en la breve conversaciรณn por telรฉfono, sabes que ella conocรญa a un Vรญctor muy diferente al tuyo, que tambiรฉn es distinto al que vivรญa en esta casa con Jian. De repente te sientes totalmente fuera de lugar y te das cuenta de que desde que llegaste estรกs esperando que la puerta se abra y ellos aparezcan como si nada hubiera pasado.

ยฟDรณnde se instala la espera en el cuerpo? Ahora mismo la sientes en el estรณmago, pero temes que con el tiempo se solidifique hasta que se quede allรญ estancada para siempre.

Sentada en el suelo del baรฑo, despliegas tu interfase y abres la aplicaciรณn de tu propio registro. Con cuidado tecleas el nรบmero de Vรญctor en la barra del buscador. Ya sabes que no hay rastro de su localizaciรณn en los รบltimos siete meses y por eso no hay forma de que aparezca un registro de su viaje en Navidad. Aun asรญ, necesitas verlo. Cuando la pรกgina por fin carga, efectivamente, aparece que la รบltima vez que estuvieron en el mismo lugar no fue hace cinco meses como tรบ lo recuerdas. Oficialmente, no queda rastro de ese viaje. Ahora la รบltima vez fue hace mรกs de un aรฑo el 15 de abril. Miras la fecha y te recorre un nuevo escalofrรญo. El cumpleaรฑos pasado de mamรก.

Cuando cierras la aplicaciรณn, observas la barra principal de tu interfase, en una esquina parpadea la alerta roja de tu boleto de autobรบs. Todavรญa tienes mรกs de cinco horas antes de que tengas que estar en la Central de Norte, pero el pequeรฑo parpadeo te hace sentir como si no te fuera a alcanzar el tiempo. Mรกs que nunca te parece que vas contra el reloj.

Recorres el departamento una รบltima vez. No puedes quedarte aquรญ, prefieres irte de una vez al Centro, perder el tiempo en el transporte pรบblico y caminar sin rumbo antes de ver a Magdalena. Cuando abres la puerta para salir se te ocurren dos pensamientos. El primero es que no hay un sensor de localizaciรณn en la puerta, que no escuchaste el familiar ping al entrar. El segundo es que no viste la computadora de Vรญctor por ningรบn lugar. De hecho, no encontraste ningรบn aparato electrรณnico. Desde el umbral, vuelves a recorrer la sala con los ojos. Por primera vez, te sientes observada.

San Ildefonso 55, Planta Baja, Centro Histรณrico

18:30 pm

Cuando conociste a Magdalena, estabas convencida de que ella y Vรญctor eran novios o que iban a terminar siรฉndolo. No solo por la manera en que actuaban, sino porque te parecรญa imposible que tu hermano no estuviera interesado en ella. Entonces, Magdalena con sus pantalones rotos y el cabello negro medio decolorado te habรญa parecido casi una promesa de lo que podรญas ser en el futuro. Todos estos aรฑos cuando Vรญctor hablaba de ella, la recordabas sentada en un banquito junto a la ventana abierta fumando y riรฉndose perfilada por el sol que le daba en la espalda. Estรกs segura de que Vรญctor se dio cuenta de lo encantada que estabas con su mejor amiga, pero nunca te enchinchรณ. Sencillamente durante esas semanas la invitรณ con ustedes a todos los planes que hicieron, cuando le dijiste que harรญan buena pareja, se rio en tu cara y te dijo que necesitabas prestar mรกs atenciรณn.

A pesar de todos los aรฑos que han pasado, la reconociste en cuanto entraste a la cafeterรญa. Los pantalones rotos y las ombligueras fueron reemplazados por un traje sastre y lleva ahora el cabello totalmente negro, corto a la altura del mentรณn y usa lentes, pero la manera en que deja salir el humo del cigarro, lentamente mientras piensa, te transporta de regreso a ese verano.

โ€”ยฟEstรกs segura de que no viste su computadora?

โ€”Segura, segura, no. Tal vez la tenรญa escondida en algรบn lado, aunque no sรฉ por quรฉ esconderรญa su computadora en su propia casa. Ya sabes cรณmo es, le gusta tenerla a la mano y la deja en el รบltimo lugar que la usรณ.

Magdalena asiente antes de darle otra calada al cigarro y apagarlo contra la pared. Guarda la colilla y te hace un gesto de que vuelvan a entrar a la cafeterรญa. En la mesa las esperan dos tazas y un pedazo de pastel de elote a medio comer. Lo primero que has sido capaz de tragar en todo el dรญa. Comer no te estรก quitando el dolor de cabeza incipiente y sospechas que es una mezcla de cansancio por los acontecimientos del dรญa y la incomodidad por haber apagado la interfase. Lo primero que te preguntรณ Magdalena cuando te sentaste en la mesa fue si la tenรญas encendida y cuando asentiste, hizo una mueca antes de pedirte que la apagaras. Esta vez no pensaste que fuera una exageraciรณn.  

โ€”La รบltima vez que lo vi fue hace como un mes. Pensรฉ que estaba ocupado. No sรฉโ€ฆ No le di importancia, pero tenรญa estรก sensaciรณn rara dentro, ยฟsabes? Cuando me escribiste pensรฉ que por fin algo habรญa pasado.

โ€”ยฟPor fin? โ€”dices con los ojos fijos en el pastel como si cortar un bocado y comรฉrtelo necesitara de toda tu concentraciรณn.

Magdalena se alza de hombros.

โ€”Pensรฉ que sabrรญas lo del Registro, que te habrรญa dicho. Siempre me pareciรณ que te contaba todo, pero supongo que querรญa mantenerte al margen โ€“Antes de tomar otro bocado, dejas el tenedor junto al plato. De repente te sientes incapaz de comerโ€“. Lleva aรฑos interfiriรฉndolo, comenzรณ cuando estรกbamos en la facultad. No solo su expediente, tambiรฉn el de muchas otras personas. Le pagaban bien por eso, mucho mejor que en los otros trabajos que hacรญa. Hay gente que quiere salir del sistema, gente que quiere entrar, gente que quiere ocultarse y gente que quiere encontrar a otros. No me parece raro que finalmente haya cruzado algรบn lรญmite. Pero pensรฉ que iban a terminar deportando a Jian antes de que pasara algo como esto.

No contestas porque no sabes quรฉ decir. Te asalta otro recuerdo de cuando tenรญas quince aรฑos y Vรญctor te recogiรณ de una fiesta que se habรญa salido de control. En el coche confesaste que le habรญas mentido a mamรก y te pusiste a llorar porque sabรญas que cuando revisaran tu registro se darรญan cuenta de la mentira. Cuando te dijo โ€œno te preocupes, yo me encargoโ€, asumiste que hablarรญa con mamรก o algo y cuando nadie te regaรฑรณ ni se descubriรณ la mentira, dejaste de pensarlo, pero ahora con lo poco que Magdalena acaba de decir te das cuenta de que eso era una pista. Un claro indicio de otra vida que nunca habรญas sabido ver, aunque de vez en cuando se asomara a la superficie. ยฟCรณmo podรญa ser que hablaran casi todas las semanas y no supieras nada sobre รฉl? ยฟFue tu necesidad de no ver, de ignorar los indicios claros de que algo andaba mal, lo que evitรณ que reaccionaras a tiempo? ยฟDebiste hacer algo? ยฟBuscarlo antes? ยฟHacer caso a la preocupaciรณn de mamรก?

Sueltas la taza de cafรฉ porque las manos te tiemblan. Magdalena parece leerte el pensamiento porque toma tu mano y trata de tranquilizarte:

โ€”Eh, eh, calma. Lo que estรก pasando no es culpa tuya, Emilia. Vรญctor sabรญa lo que estaba haciendo, que se estaba arriesgando. No es tonto, sabรญa perfectamente lo que siempre ha pasado en este paรญs. Sigue pasando, aunque mucha gente no lo quiera ver. Que el nรบmero se redujera no quiere decir que ya no suceda. Toda esa mierda de que en Mรฉxico ya no desaparece la gente es solo eso, pura mierda. Pero hay otras formas. Hay gente que nunca ha dejado de buscar, colectivos que pueden ayudarnos. Desde que me escribiste estuve averiguando y conseguรญ varios contactos. Podemos llamarlos a ver si nos dan cita para maรฑana. No sรฉ si algo salga de esto, pero te aseguro que la investigaciรณn del Registro no llevarรก a nada. La รบnica manera es hacerlo tรบ. 

Cierras los ojos y puedes escuchar a tu madre tan claramente como si la tuvieras al lado. Te habla sobre un paรญs donde si un ser querido se esfumaba, tendrรญas que salir a buscarlo porque nadie mรกs iba a hacerlo, tendrรญas que poner carteles, hacer llamadas, seguir sus pasos sabiendo que todo podrรญa llevarte una y otra vez a un callejรณn sin salida. El calendario y el reloj perderรญan sentido, porque el tiempo se volverรญa espera, lo medirรญas en negaciones: las horas desde que no volviรณ, los dรญas sin respuesta, los cumpleaรฑos que no pudiste festejar. Todas las preguntas se volverรญan silencios y lo รบnico que te quedarรญa serรญa la bรบsqueda.

Magdalena aprieta tu mano y ese contacto es lo รบnico que te ata a esta mesa, a tu cuerpo, a la realidad. Piensas en las palabras de la directora, las horas infinitas en el Registro, en el boleto de regreso, en que tienes que presentarte en la oficina maรฑana, en que deberรญas llamar a mamรก, aunque no tienes ni idea quรฉ vas a decirle, en que estรกs cargando con el pasaporte de Vรญctor en la mochila sin saber bien por quรฉ, en la hoja que te dieron en el Registro donde hay un espacio en blanco en los รบltimos siete meses.

La voz de Vรญctor la รบltima vez que lo viste, mientras lavaban los platos en la cocina, irrumpe en tus pensamientos. Recuerdas a la perfecciรณn la espuma en su frente y el pasador azul que le pudiste en cabello para detenerle el fleco y que no se quitรณ el resto de la noche, pero sobre todo puedes oรญr el tono con el que te contรณ de sus planes con Jian. La combinaciรณn de emociรณn y secreto en su voz. En ese momento sabes, sin lugar a duda, que no regresarรกs a Morelia esta noche. Si alguien te preguntara, no podrรญas decirle cuรกndo volverรกs. 

Necesitas alguna respuesta y si vas a pasar el resto de tus dรญas buscรกndola, que asรญ sea.

Lee aquรญ un ensayo respuesta a este cuento:

Este artรญculo es publicado gracias a una colaboraciรณn de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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