Orígenes. La madre de Annie Ernaux murió en 1986. Para entonces, Ernaux ya había ganado el Renaudot por El lugar, un libro dedicado a su padre. La tarea que se le impone de manera natural es escribir de su madre, cuarta de seis hermanos, todos parecen destinados al alcoholismo. En Una mujer, Ernaux, como hacía en el libro sobre su padre, viaja hasta la infancia de su madre.
“Como muchas familias numerosas, la familia de mi madre era una tribu, es decir que mi abuela y sus hijos tenían la misma manera de comportarse y de vivir su condición de obreros medio campesinos, lo que permitía reconocerlos, a ‘los D…’. Todos gritaban, hombres y mujeres, en cualquier circunstancia. De una alegría exuberante, pero recelosos, se enfadaban enseguida y ‘no mandaban a otro a decir’ lo que tenían que decir ellos. Por encima de todo, el orgullo de su fuerza de trabajo. Les costaba admitir que los hubiera más esforzados que ellos.”
Matrimonio. “Para una mujer, el matrimonio era la vida o la muerte, la esperanza de salir adelante mejor entre dos o hundirse definitivamente”. Quería sobre todo evitar alguien que trabajara en el campo y que bebiera. Tuvo suerte, porque el padre de Ernaux, “trabajaba en la cordelería, era alto, apuesto, con cierto estilo. No bebía. Se guardaba la paga para cuando se casara. Tenía un carácter tranquilo, alegre, y le llevaba siete años”.
Se casaron en 1928; Ernaux describe la foto de la boda. “De la felicidad y el orgullo de recién casada, estoy casi segura. De sus deseos, no sé nada. Las primeras noches –confidencia a una hermana– se metió en la cama con las bragas puestas bajo el camisón. Eso no quiere decir nada, el amor solo podía hacerse al amparo de la vergüenza, pero había que hacerlo, y bien, cuando se era ‘normal’.
El pueblo. “En 1931, compraron a crédito un local de bebidas y alimentación en Lillebonne”, en La Vallée. “Aún hoy, decir La Vallée de antes de la guerra es decirlo todo, la mayor concentración de alcohólicos y de madres solteras, la humedad que rezumaba por las paredes y los recién nacidos muertos de diarrea verde en dos horas. Mi madre tenía veinticinco años. Ahí fue donde tuvo que convertirse en ella misma, con su cara, sus gustos y sus maneras de ser, que durante mucho tiempo pensé yo que eran de nacimiento”. Dejarán La Vallée en 1945 y se trasladan a Yvetot, un poco más grande, pero “la posguerra era más difícil de vivir que la guerra”.
Señales. Todos los libros de Annie Ernaux incorporan la escritura del propio libro, se establece así una complicidad con el lector. Pero en realidad, es como si Ernaux se lo dijera a sí misma: “Intento no considerar la violencia, los desbordamientos de ternura, los reproches de mi madre como simples rasgos de su personalidad, sino situarlos también en su historia y su condición social. Esta forma de escribir, que me parece ir en el sentido de la verdad, me ayuda a salir de la soledad y la oscuridad del recuerdo individual, por el descubrimiento de un significado más general. Pero siento que algo en mí resiste, querría conservar de mi madre imágenes puramente afectivas, calor o lágrimas, sin darles un sentido”.
Annie Ernaux está hablando de la tensión que sujeta todos sus libros: la que hay entre el deseo de contar la vida y contar su vida y cómo a partir del detalle de su vida se puede fijar el detalle de una época, con sus modos y costumbres y también el sistema social.
Universo Ernaux. Este libro dialoga con Un lugar, evidentemente. Pero también con No he salido de mi noche, el diario que Ernaux escribió durante la enfermedad de su madre, La vergüenza, sobre la escena que presenció Ernaux en la que su padre estuvo a punto de matar a su madre; pero también con La otra hija, el libro-carta a su hermana muerta dos años antes de que ella naciera. Y es una puerta tan buena como cualquier otra para entrar en el universo Ernaux.
(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).